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ESTADOS UNIDOS
Sacado del n. 03 - 2006

Cómo ayudan a los pobres el Estado y la Iglesia

Diferentes sí, pero colaboradores


George W. Bush ha elegido a un demócrata para dirigir la oficina de la Casa Blanca que financia las iniciativas caritativas y sociales de las Iglesias y comunidades. Es un amigo de la madre Teresa de Calcuta.


Entrevista a Jim Towey por Giovanni Cubeddu


En el salón de reuniones más grande del Hilton Washington Hotel acaba de terminar el encuentro. En torno a George W. Bush hay gente procedente de todos los Estados de la Unión –se trata de “empresarios sociales”, y son unos 1.200– que se acerca para conquistar un apretón de manos del presidente. Es la reunión nacional anual del Faith Based and Community Initiatives, FBCI. El FBCI es una oficina de la Casa Blanca que permite obtener financiaciones federales para iniciativas sociales y caritativas desarrolladas por comunidades de laicos o entidades religiosas, naturalmente con un mínimo de control sobre cómo se emplea el dinero público y siempre que los resultados finales tengan buenas posibilidades de éxito. Desde 2002 ha dirigido el Faith Based and Community Initiatives (www.fbci.gov) Jim Towey. Miembro del Partido Demócrata, y reivindica su afiliación, Towey ha conseguido –con un pequeño y dinámico equipo de siete funcionarios– establecer un puente entre el Gobierno federal y todas las realidades que ofrecen servicios sociales, simplificando los procedimientos de acceso a las subvenciones públicas. A partir del 1 de julio Towey será presidente del más antiguo college benedictino de Estados Unidos, elSaint Vincent College, dejando deberes y honores a su sucesor en la dirección del FBCI. Lo hemos entrevistado.
George W. Bush durante la reunión del Faith Based and Community Initiatives,
el 9 de marzo de 2006 en Washington

George W. Bush durante la reunión del Faith Based and Community Initiatives, el 9 de marzo de 2006 en Washington


Señor Towey, usted ha trabajado durante doce años como voluntario para la madre Teresa de Calcuta. Y últimamente, por lo menos una vez a la semana, se entrevistaba con el presidente Bush para hablar de las relaciones operativas entre Iglesias y Estado, en el terreno de la caridad y de la ayuda social.
JIM TOWEY: Bush ha puesto en marcha esta actividad como una iniciativa de compasión, de ayuda para los pobres. Porque esta Faith Based Initiative sería un monumento a la hipocresía si no se tradujera en algo bueno para los pobres y los marginados. Si el Gobierno trabaja con las obras religiosas caritativas, entonces puede cambiar algo en la vida de las personas. El presidente me ha elegido personalmente porque buscaba a alguien que ya hubiera trabajado con los pobres, y naturalmente la madre Teresa me ha “habituado”. Me ha habituado enseñándome muchas cosas sobre los pobres, sobre la grandeza de los pobres, que son nuestros hermanos, nuestras hermanas y no una carga. Son un regalo. Así que considero un privilegio haber trabajado hasta ahora cuatro años con el presidente, habiendo tenido el honor de presentarle a él y a su mujer a sor Nirmala, la sucesora de la madre Teresa. En concreto, el presidente cree que la separación entre Iglesia y Estado no debe servir para suprimir la libertad de expresión de la religión, sino, al contrario, debe ser útil para permitirla y animarla. Y esto significa hacer que se desarrolle libremente lo bueno que hay en América y que se encuentra tan a menudo en las personas llenas de fe: usted sabe que el 95% de los americanos cree en Dios. Los americanos tenemos el deber de estar a la altura de estos ideales, no de hablar de ellos solamente. Pero tenemos mucho que aprender del mundo respecto a la compasión, como la que la madre Teresa ha enseñado a todos desde la India.
¿Cómo se ha encontrado, usted católico, administrando esta oficina que toca los intereses de distintas realidades religiosas?
TOWEY: Personalmente experimento una hermosa relación con los cristianos evangélicos y con las otras mayores denominaciones protestantes. Me han acogido calurosamente. Todos nosotros tenemos un único bautismo, que nos une y un vínculo realmente fuerte. También ellos están contentos de promover la fe; así que lo demás viene después. En mi cargo podría estar muy bien cualquier otro que no fuera, como yo, católico. Porque no debemos promover una religión, sino hacer funcionar los programas federales en favor de los pobres. Se trata de ser eficaces. Por tanto, todas las relaciones con los demás cristianos son hermosas para mí a nivel personal, pero luego, profesionalmente, trabajo para los que en América pagan los impuestos, al servicio de esta Administración, a favor de quien tiene una fe cristiana, de quien tiene otra fe o de quien no la tiene… Es la grandeza de nuestro país, puede tener tantas religiones diferentes que trabajan juntas.
Concretamente, ¿cuántos fondos distribuyen?
TOWEY: El año pasado distribuimos subvenciones por un valor de más de dos mil millones de dólares a dos mil entidades caritativas ligadas a muchas denominaciones religiosas. Lo que el presidente ha hecho es dar asistencia a todo el que quiera pedir fondos al Gobierno. Pueden ser una iglesia afroamericana en un suburbio pobre, entidades musulmanes –la fundación Aga Khan recibe millones de dólares– los evangélicos, los católicos…
Las religiosas Misioneras de la caridad de la madre Teresa de Calcuta 
en la Basílica de la Inmaculada Concepción de Washington

Las religiosas Misioneras de la caridad de la madre Teresa de Calcuta en la Basílica de la Inmaculada Concepción de Washington

Ha habido polémicas con la cuestión del uso de los fondos, es decir, si es lícito usarlos para reformar o construir iglesias, como ha sucedido por ejemplo después del huracán Katrina.
TOWEY: Durante los primeros cincuenta años de la historia de Estados Unidos, los contribuyentes pagaban para la construcción de iglesias, pero esto cambió a raíz de la evolución de las sentencias de la Corte suprema relativas al primer artículo, que le impide al Congreso aprobar leyes que “institucionalicen” una religión. La interpretación común no le permite al Gobierno financiar ninguna actividad “sectaria”, incluida la construcción de una iglesia. Pero ha habido excepciones, que no han sido impugnadas ante un tribunal. Después de los atentados en Oklahoma City el Gobierno pagó la construcción de un edificio religioso.
El presidente Bush piensa que no debemos financiar una fe, o pagar el proselitismo o a quien predica, y a menudo si se financia la construcción de una iglesia se hace esto. La cuestión es diferente por lo que respecta a las escuelas administradas por religiosos, que pueden obtener fondos federales como cualquier otra escuela.
El sistema americano no se funda en un Estado social digno de este nombre. ¿No comporta esto que sea más difícil ofrecer un servicio a los menos favorecidos?
TOWEY: La situación para los empresarios sociales es buena porque el presidente cree que, gracias a las novedades que estos pueden aportar y a su creatividad, pueden impulsar a los más pobres a mejorar su situación. A un necesitado se le pueden ofrecer comida, refugio, vestidos, se le puede ayudar a crecer y también a no convertirse en un marginado y en un peligro para la sociedad, cuando, por ejemplo, corre el peligro de entrar en el mundo de la droga o del crimen. Las organizaciones religiosas pueden hacer todo esto, debemos animarlas, así como debemos animar a los pequeños empresarios sociales.
Yo miro hacia Europa, donde hay una atención sincera por la gente, donde existen muchas asociaciones que se ocupan de las personas necesitadas. Esto es digno de admirar. Creo que los Estados Unidos, aunque no tienen una política de Welfare State, quieren responder con sinceridad al mismo interrogativo de cómo ocuparse del prójimo. Estas son las preguntas fundamentales, desde siempre: «¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano, de mi hermana?». Son las preguntas que resuenan también hoy, y también yo me las hago: ¿es mi hermano ese drogadicto de Nueva York? ¿Quién es mi prójimo? Son cuestiones que la Iglesia plantea desde siempre, y son también interrogantes en el orden civil. Es un escándalo que en un país próspero como América existan esos enclaves de desesperación y pobreza.
El presidente Bush ha llevado su país, y otros muchos, a la guerra en Irak, cuyos resultados están a la vista…
TOWEY: Admiro sinceramente a santo Tomás Moro que decía: «Soy un buen servidor del rey, pero antes lo soy de Dios». Soy un buen servidor del presidente, pero, antes, de Dios. Admiro al presidente porque es un hombre bueno, pero no necesariamente estoy de acuerdo con él en todo. Además, no es alguien que le pida esto a quien trabaja con él. Tiene una gran sensibilidad por la libertad en política, por la libertad religiosa, y por lo que la libertad significa. La libertad está impresa en el hombre, es un don de Dios, no de los Estados Unidos.
Yo he trabajado para la madre Teresa, sé, por tanto, qué significa trabajar para un santo, y el presidente Bush no se considera un santo. Pero su fe es sincera, y lo admiro por esto. La Casa Blanca no es el Paraíso, excepto quizás para alguien que ha elegido como objetivo de su vida administrar la política. No es el Paraíso, y el presidente lo sabe. Él tiene prioridades muy buenas: ama a su familia, a su país, ama a Dios, y está tratando de mantener el volante en una época muy complicada. La guerra en Irak no ha sido popular en Europa, tampoco por cómo empezó, y él lo sabe. Pero el presidente goza en Europa de la amistad de nuestros aliados y de parte de aquellos que quieren promover la libertad. Pero el problema ahora es cómo puede promoverse esta libertad y a veces existe desacuerdo en cómo hacerlo.
Seguramente desde su oficina oye las críticas de quienes temen injerencias del Estado en la Iglesia y viceversa.
TOWEY: La única presión política de la madre Teresa era su sonrisa. Una vez le preguntaron cómo se podía dar un poco de paz al mundo y ella respondió que había que empezar por sonreírse los unos a los otros, porque estos pequeños gestos de amor, según la sugerencia de santa Teresa de Lisieux, podían cambiar a las personas. Todos los días pienso en la madre Teresa y rezo, le pido su intercesión. Era muy respetuosa de los musulmanes, hindúes, budistas: Me decía: «No estropee la obra de Dios». Y yo rezo para no estropear la obra de Dios.


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