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CUBA
Sacado del n. 06 - 2003

DEBATE. Entrevista con el embajador cubano ante la Santa Sede

«Somos una democracia en estado de asedio»


Isidro Gómez Santos defiende la actuación del gobierno cubano, acusado por la comunidad internacional tras las recientes ejecuciones de los condenados a muerte


por Gianni Cardinale


Fidel Castro durante la manifestación del Primero de mayo en La Habana

Fidel Castro durante la manifestación del Primero de mayo en La Habana

El 11 de abril en Cuba, tras un rapidísimo proceso, fueron ejecutadas tres condenas a muerte en las personas de los principales autores del intento de secuestro de un trasbordador, ocurrido nueve días antes. También en Cuba, a finales de marzo, fueron procesados y condenados setenta y ocho disidentes acusados de actividades anticubanas con la ayuda de Estados Unidos. Estas medidas fueron duramente criticadas por la comunidad internacional, incluida la Unión Europea. Los obispos cubanos intervinieron en la cuestión con una nota publicada por L’Osservatore Romano el 16 de abril, en la que reafirmaban su «firme condena de la pena de muerte» y expresaban «preocupación» por «los repetidos episodios de violencia en nuestro país» y por las condenas «impuestas a numerosos opositores políticos». El 13 de abril, además, el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, escribía una carta a Fidel Castro en la que expresaba la profunda pena de Juan Pablo II por las condenas a muerte y el «profundo dolor» del Papa por las «penas impuestas a numerosos ciudadanos cubanos», pidiendo al líder máximo un «significativo gesto de clemencia para los condenados». La carta fue hecha pública por el Vaticano el 26 de abril y publicada con gran relieve por L’Osservatore Romano.
30Días
ha entrevistado sobre este tema al embajador Isidro Gómez Santos, representante desde diciembre de 1999 de La Habana ante la Santa Sede. El diplomático cubano, de 65 años, antes de este cargo había sido primer secretario de la embajada ante la Santa Sede (72-74) y consejero de embajada ante el Quirinal (87-90). Desde 1975 hasta 1987, y desde 1991 hasta 1999 trabajó como funcionario de la Oficina de Asuntos Religiosos del Comité Central del PC cubano.

Señor embajador, ¿cómo justifica las tres condenas a muerte ejecutadas a primeros de abril en su país?
ISIDRO GÓMEZ SANTOS: Se aplicaron a tres terroristas, a tres piratas, todos ellos con graves antecedentes penales, que secuestraron una embarcación con personas inocentes a bordo, amenazando con pistolas y cuchillos a mujeres y niños. Hay que añadir, además, que antes de este secuestro, en los últimos siete meses, hubo otros siete secuestros de aviones y embarcaciones cubanas. Casi una al mes. Es evidentemente una provocación con objetivo de crear la justificación para una agresión contra Cuba por parte de Estados Unidos.
¿No le parece exagerado?
GÓMEZ SANTOS: No lo creo. Para empezar hay que recordar que en el pasado los gobiernos de los Estados Unidos han agredido a Cuba, y que la actual administración estadounidense ha invadido y ocupado Irak, contra la opinión pública mundial y despreciando totalmente a la ONU. Pero hay también otros elementos. Desde septiembre de 1994 existe un acuerdo migratorio entre Cuba y los Estados Unidos según el cual Washington debería conceder por lo menos, insisto, por lo menos 20 mil visados al año a los cubanos que quieren emigrar legalmente a los Estados Unidos. Pues bien, en los últimos siete meses se han concedido sólo setecientos visados. Resulta obvia la intención de crear una situación de inestabilidad para luego acusar al gobierno cubano de promover la emigración ilegal y de masa. Además, ¿cuál es el trato que reserva el gobierno estadounidense a los secuestradores y piratas? ¿Los mete en la cárcel? ¿Los devuelve a Cuba? De ningún modo, los deja en total libertad bajo una modesta fianza pagada por las organizaciones contrarrevolucionarias de Florida, las mismas que estimulan y organizan la inmigración ilegal. El pasado 26 de abril, además, Kevin Whitaker, responsable de la Oficina Cuba del Departamento de Estado, hizo saber al responsable de nuestra Sección de interés en Washington que la Oficina para la Seguridad Doméstica, perteneciente al Consejo Nacional de Seguridad, considera los continuos secuestros en Cuba una seria amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos, y pidió al gobierno cubano que tomara las medidas necesarias.
Volvamos a las penas de muerte. ¿No había una moratoria?
GÓMEZ SANTOS: Efectivamente, había una moratoria unilateral por nuestra parte. Pero nos vimos obligados a tomar una decisión dolorosa que a nadie le gusta. Por desgracia estamos en estado de asedio. Somos, como dice el gran intelectual católico y revolucionario Cintio Vitier, una democracia en una trinchera. Cuarenta y ocho años de agresión, de bloqueo económico, y ahora toda esta evidente preparación para justificar una agresión. Están en juego nuestra libertad, nuestra independencia y las extraordinarias conquistas sociales, humanas, que nuestro pueblo con su sacrificio ha conseguido en todos estos años a pesar de esta hostilidad permanente.
Estas condenas a muerte han provocado comentarios negativos por parte de amigos de Cuba, como el premio Nobel José Saramago. ¿No habían previsto ustedes reacciones de este tipo al tomar una decisión tan grave?
GÓMEZ SANTOS: Sabíamos que en Europa sería difícil que se comprendiera nuestra decisión. Pero, repito, no teníamos otra alternativa. Los medios de comunicación, de todos modos, nada han dicho de los miles de intelectuales y artistas, incluso estadounidenses, que han firmado una carta de apoyo a la revolución. Entre ellos están Pérez Esquivel, Rigoberta Menchú, Nadine Gordimer, todos ellos premios Nobel; el gran arquitecto Oscar Niemeyer, constructor de Brasilia, y luego Danny Glover, Harry Belafonte, Eduardo Galeano. Saramago, de todos modos, ha dicho que sigue siendo amigo de Cuba. Las afirmaciones de García Márquez han sido manipuladas en sentido anticubano. Quisiera recordar que los Estados Unidos, con Texas a la cabeza, aplica numerosas penas de muerte, sin excluir a las mujeres, y se espera a que los menores condenados a la pena capital alcancen la mayoría de edad (cosa que en Cuba nunca ha sucedido). Sin que ello provoque reacciones como ha ocurrido en el caso de nuestras tres ejecuciones.
En Italia han expresado su condena incluso personalidad de partidos de izquierda, tradicionalmente cercanos al gobierno de Cuba…
GÓMEZ SANTOS: Quizá en Italia, y también en otros países, estas tomas de posición expresan el deseo de quienes de alguna manera quieren hacerse perdonar las críticas que hicieron al gobierno de Estados Unidos por la injusta agresión a Irak.
Tras estas condenas, ¿se siente Cuba más aislada en el campo internacional?
GÓMEZ SANTOS: No demasiado. Nuestros enemigos no han podido conseguir la condena de la Organización de Estados Americanos, organismo del que, entre otras cosas, no somos miembro. Además, recientemente hemos vuelto a ser elegidos por aclamación miembros de la Comisión para los Derechos Humanos de la ONU, mientras que Estados Unidos han vuelto a ser miembros sólo porque España e Italia renunciaron a su derecho de ocupar un escaño (en votación secreta, efectivamente, los Estados Unidos habían sido rechazados).
¿Cree que en el futuro se volverán a aplicar en Cuba otras penas de muerte?
GÓMEZ SANTOS: Es difícil saber si nos veremos obligados a ello. Mucho, casi todo para ser precisos, depende del gobierno de Estados Unidos, de su actitud. Las palabras del señor Whitaker son muy significativas. Puedo asegurar que estas condenas serán siempre pocas, excepcionales, cuando, por desgracia, no nos quede más remedio que aplicarlas para defendernos. Todos en Cuba queremos ver el día en que podamos abolir definitivamente esta pena, como declaró nuestro presidente en su discurso del Primero de mayo.
Pasemos ahora a las detenciones y condenas contra setenta y ocho disidentes, con penas que van de los 6 a los 28 años de cárcel. También en este caso ha habido muchas reacciones negativas.
GÓMEZ SANTOS: Las condenas son debidas a delitos recogidos en nuestro Código Penal. Se emitieron en veintinueve procesos públicos, en los que participaron casi tres mil personas. Los condenados han tenido todas las garantías previstas por nuestro ordenamiento. Los jueces establecieron que se trata de colaboradores pagados por el gobierno estadounidense, que dedica públicamente fondos para crear inestabilidad en nuestro país.
Muchos de los detenidos colaboraban en el proyecto Varela, iniciativa con la que se han recogido más de once mil firmas para celebrar un referéndum institucional en el país…
Efectivamente, había una moratoria unilateral por nuestra parte. Pero nos vimos obligados a tomar una decisión dolorosa que a nadie le gusta. Por desgracia estamos en estado de asedio. Somos, como dice el gran intelectual católico y revolucionario Cintio Vitier, una democracia en una trinchera. Cuarenta y ocho años de agresión, de bloqueo económico, y ahora toda esta evidente preparación para justificar una agresión
GÓMEZ SANTOS: Es difícil establecer quiénes pertenecían realmente al proyecto Varela. Parece que estos “opositores” pertenecen simultáneamente a varios microgrupos, y se declaran pertenecientes a uno u otro según les convenga y a menudo de manera no muy coherente. Lo cierto es que el proyecto Varela forma parte de la estrategia de la subversión contra Cuba. Es un proyecto que fue concebido, financiado y dirigido desde el exterior, con la activa participación de la Sección de interés estadounidense en La Habana.
Los medios de comunicación han observado que de estos procesos se ha “salvado” Oswaldo Payá Sardiñas, el líder del proyecto Varela, a quien en diciembre el Parlamento europeo le otorgó el premio Sajarov, y que saludó al Papa al finalizar la audiencia general del pasado miércoles 8 de enero.
GÓMEZ SANTOS: Es notorio que el señor Payá, después de estar en Estrasburgo, y pocos días antes de venir a Roma, fue recibido en Washington por nada menos que el secretario de Estado, Colin Powell. Este trato especial es muy significativo, frente al usual tratamiento selectivo y elitista de los dirigentes estadounidenses. No hay más que pensar que en la toma de posesión del nuevo presidente de Argentina enviaron a un simple subsecretario, que no era ni siquiera de la Secretaría de Estado. Quizá para los EE UU Payá es más importante que Kirchner…
¿Qué opinión les merece la carta del cardenal Sodano a Castro?
GÓMEZ SANTOS: Creo que es una carta respetuosa, en la que la Santa Sede, como suele hacer en casos de este tipo, expresa una actitud humanitaria.
¿Habrá respuesta de Castro a la carta de Sodano?
GÓMEZ SANTOS: Por el momento, el presidente ha declarado en el citado discurso del Primero de mayo: «Hacia Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, siento un sincero y profundo respeto. Comprendo y admiro su noble lucha por la vida y por la paz. Nadie se opuso tanto y tan tenazmente como él a la guerra contra Iraq. Estoy absolutamente seguro de que nunca habría aconsejado a los chiítas y sunnitas dejarse matar sin defenderse; tampoco aconsejaría algo parecido a los cubanos. Él sabe perfectamente bien que este no es un problema entre cubanos; es un problema entre el pueblo de Cuba y el gobierno de Estados Unidos».
La agencia Fides de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos publicó el 29 de abril un editorial explosivo, firmado por su director, Luca de Mata, que termina así: «El puño cerrado de Fidel, lleno de moscas del populismo retórico cuyo zumbido ha llenado los gulags de cadáveres, sigue abatiéndose contra gente inerme». El 19 de mayo el cardenal Camillo Ruini, durante su saludo a la Asamblea General de la CEI definió «preocupante» la «durísima represión» que se está llevando a cabo en Cuba. ¿Nota más frialdad de los altos cargos de la Iglesia católica hacia Cuba?
GÓMEZ SANTOS: No creo. El editorial de Fides se comenta por sí solo. Considero muy significativo lo que afirmaba el propio secretario de Estado, cardenal Angelo Sodano, el 30 de abril cuando decía, entre otras cosas, que Juan Pablo II no está arrepentido de haber tenido confianza en Fidel Castro. Se trató de una declaración positiva y oportuna. La considero representativa de las relaciones existentes entre la Santa Sede y Cuba.



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