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INÉDITOS
Sacado del n. 08 - 2006

El memorial inédito de las monjas agustinas del monasterio de los Cuatro Santos Coronados de Roma




VENERABLE MONASTERIO
DE LOS CUATRO SANTOS CORONADOS
Roma

[Nueve últimas líneas del año 1942]

Ninguna novedad que destacar durante el año. Seguimos adelante con las ansias que nos provocan la gran guerra. Sustos continuos por las alarmas nocturnas. Privaciones de cosas necesarias. Pan, pasta, aceite, etc.
Se celebra igualmente con la acostumbrada solemnidad la estación cuaresmal. Las funciones de la Semana Santa a través de los estudiantes irlandeses. Así la solemnidad del santo padre Agustín, luego de los Santos Cuatro hasta cerrar el año bendiciendo al Señor que nos ha salvado de tantos peligros, por la enorme guerra, por las privaciones y preocupaciones de todo tipo. El Te Deum se cantó dando gracias a Dios, que nos ha protegido.

El detalle de la página del memorial de las religiosas agustinas del monasterio de los Cuatro Santos Coronados, relativo a las crónicas de 1943, en el que se lee la frase reproducida aquí a la izquierda

El detalle de la página del memorial de las religiosas agustinas del monasterio de los Cuatro Santos Coronados, relativo a las crónicas de 1943, en el que se lee la frase reproducida aquí a la izquierda

Anno Domini 1943
Con la acostumbrada función de la pequeña procesión del Santo Niño, piadosa práctica que a nosotras nos asegura las bendiciones divinas, se comienza este año entre los horrores de la guerra, entre las privaciones de todo tipo, y las incertidumbres de cómo terminará la guerra.
La Providencia nos asiste, y podemos afrontar todas las dificultades mediante el trabajo de ornamentos sagrados y el lavado de ropa de iglesia de la Pontificia Universidad Gregoriana, del Pontificio Instituto Bíblico, del Colegio Borromeo y otras iglesias. Monseñor Respighi trabaja como de costumbre para que la liturgia de la Cuaresma sea tan solemne como siempre. La comunidad puede hacer los ejercicios espirituales y recibir los dos sermones semanales durante la Cuaresma. Mientras tanto nos acercamos a la Semana Santa, y se hacen las funciones del Triduo. El Santo Sepulcro lo visitan muchos fieles. Se sigue con el mismo ritmo hasta la solemnidad de san Agustín, que se celebra con intenso fervor. Nos acercamos a la fiesta titular de los Santos Cuatro que se celebra con las vísperas pontificales y la misa pontifical la mañana del día 8, en la que se celebran varias santas misas leídas.
Llegadas a este mes de noviembre hemos de estar listas para hacer servicios de caridad de manera completamente inesperada. El santo padre Pío XII, de corazón paternal, siente en sí todos los sufrimientos del momento. Por desgracia con la entrada de los alemanes en Roma, ocurrida el mes de septiembre, comienza una guerra despiadada contra los judíos, a los que se quiere exterminar con atrocidades sugeridas por la barbarie más negra. Se buscan a jóvenes italianos, a políticos, para torturarlos y acabar con ellos en medio de tremendos suplicios. En estas dolorosas situaciones el Santo Padre quiere salvar a sus hijos, también los judíos, y ordena que en los monasterios se dé hospitalidad a estos perseguidos, y también las clausuras han de obedecer al deseo del Sumo Pontífice, y, desde el 4 de noviembre, nosotros alojamos hasta el siguiente 6 de junio a las personas aquí citadas:
Desde el 4 al 14 de noviembre, a la señora Bambas, mujer de una personalidad política. El marido estaba escondido en otra casa religiosa, y quiso irse con él.
Desde el 1 hasta el 27 de diciembre, a toda la familia Scazzocchio, de 9 personas.
Desde el 1 de diciembre hasta todo el mes de febrero, a la madre del doctor Scazzocchio. A estas personas se les acomodó en la sala del Cabildo, con el cuartito de al lado y el corredor. Comían en el refectorio.
Desde el 7 de diciembre hasta el 23 de enero, al Ravenna judío (rabino) en el cuarto de los paramentos.
Desde el 15 de diciembre al 18 de enero, al señor Viterbo con su suegro, judíos, solo dormir.

Anno Domini 1944
Desde el 1 al 21 de enero, a la señora Dora, judía –cuartito del salón.
Desde el 5 de enero hasta el 9 de mayo, al señor Alfredo Sermoneta (judío) en el cuarto de los paramentos.
Desde el 2 de febrero hasta el 7 de mayo, al señor Salvatore Mastrofrancesco (político), sobrino de sor Maria Veronica del Señor.
Desde el 2 de febrero hasta el 5 de junio, al señor Eugenio Sermoneta (judío) en el cuarto de los paramentos.
Desde el 2 de febrero hasta el 5 de junio, al señor Fernando Pisoli (político) en el cuarto de los paramentos.
Desde el 2 de febrero hasta el 9 de mayo, al señor Fernando Talarico (en edad militar).
Desde el 13 de diciembre hasta el 6 de junio, al joven Francesco Caracciolo.
Desde el 15 de diciembre hasta el 6 de junio, a su hermano Alberto, hijos del general Caracciolo.
Desde el 8 de marzo hasta el 7 de mayo, a Piero De Benedetti (patriota).
El mes de marzo, durante ocho días, a Franco Talarico.
Durante el mismo tiempo hemos escondido en el refectorio cien toneladas de papel de Fabriano y hemos sufrido por ello represalias de los parientes del propietario.
En un gran local adyacente al huerto hemos escondido once automóviles, incluido el del general Badoglio, y del general Tessari, dos camiones que trajeron militares inmediatamente después del 8 de septiembre del 43.
Un remolque, una motocicleta del capitán de Trapani, un triciclo, diez bicicletas.
De la empresa Gianni hemos escondido siete yeguas, cuatro vacas, cuatro bueyes, todas las máquinas agrícolas y medios de transporte. El claustro, cerrado a las visitas para que pasearan los refugiados, estaba lleno de paja y heno. Los muebles y la ropa de varias familias desalojadas, objetos de valor y títulos bancarios.
6 de junio. Por fin se abrieron las puertas a estos pobres refugiados, y nos quedamos de nuevo en nuestra libertad, pero por poco tiempo, puesto que el día 4 de octubre siguiente se nos ordenó alojar con la mayor precaución al general Carloni, a quien se buscaba para condenarlo a muerte. Desde la Secretaría de Estado del Vaticano se nos ordenó alojarlo, imponiéndonos solemne secreto. Se le acomodó lo mejor que se pudo en la pequeña habitación de debajo del salón, pero estaba obligado a pasar por el centro de la comunidad. Con él se alojó a la señorita directora de su casa porque, estando enfermo del hígado, necesitaba cuidados para la comida. Dicha señorita cocinaba en nuestra cocina. De esto estaban al corriente los superiores. Se esperaba que también este huésped pudiera estar libre en pocos meses. Por desgracia el siguiente mes de marzo se descubrió que estaba con nosotras, y a toda prisa monseñor Respighi con monseñor Centori lo llevaron en coche al Vaticano a las sagradas Congregaciones en casa de monseñor Carinci y allí estuvo hasta el 15 de septiembre, que tuvimos que recibirlo de nuevo. Fue huésped nuestro durante cinco años.
A todas las personas arriba citadas, además del alojamiento, se les daba también comida haciendo milagros por el momento que atravesábamos, que todo estaba racionado. La Providencia intervino siempre. En los últimos meses nos daban 40 liras… Así seguimos todo el año. En Cuaresma también los judíos venían a escuchar los sermones, y el señor Alfredo Sermoneta ayudaba en la iglesia. La madre priora, sor Maria Benedetta Rossi, le mandaba hacer muchas cosas en el altar del Santísimo preparado para el Jueves Santo, esperaba que su alma se quedara impresionada. Pero por desgracia no se nos dio esta santa satisfacción. También nos llevamos sustos, especialmente un día que se presentaron dos agentes de las SS, Servicio Especial, para buscar a judíos y jóvenes. Uno de los dos era italiano, y fue mayor la dolorosa impresión recibida. Pero no dimos nuestro brazo a torcer ni frente a las amenazas ni las persuasiones, así que se fueron.
Terminada la guerra, se hablaba de la bondad del Santo Padre, que había ayudado y salvado a muchos, tanto judíos como jóvenes y familias enteras. La prensa llenaba sus columnas y en un periódico católico, L’Osservatore Romano, leímos este artículo del profesor Tescari, que conocía bien lo que se había hecho en los monasterios de clausura para la salvación de tantos perseguidos.

Partisanos pacíficos
Vista del monasterio de los Cuatro Santos Coronados y  algunas páginas 
del memorial 
de las religiosas

Vista del monasterio de los Cuatro Santos Coronados y algunas páginas del memorial de las religiosas

«Quien escriba la historia de la reciente opresión alemano-fascista en Roma habrá de dedicar un capítulo especial a la obra generosa, vasta, multiforme, desplegada por los religiosos a favor de los perseguidos. Oficinas parroquiales transformados en verdaderas oficinas de colocación-refugio (yo iba a una en la que, en los pocos minutos en los que allí estaba, veía acudir a una multitud de hombres y mujeres de todas las clases, de todas las edades, y al párroco escuchar, tomar nota, encaminar, prometer, entregarse con generosidad), casas de sacerdotes convertidas en hoteles de fugitivos (oigo todavía a la criada de uno de estos refunfuñar diciendo que en casa ya no quedaba nada, etc.): quejas insólitamente pobladas de caras que afrontaban una confusión nueva y extraña, pero quienes en este campo de la caridad resultaron ser verdaderas heroínas fueron las hermanas que vistieron de monjas a mujeres judías (que eran culpables sólo de ser sangre de Jesús y de María), que violaron la secular clausura para dar cobijo a hombres perseguidos por razón de raza o política, que acogieron a niños de fugitivos, que se prestaron a falsificaciones de documentos personales que ellas mismas conseguían y ayudaban a conseguir: cumpliendo la obra grandiosa y peligrosa con sencillez, valor y desinterés indecibles. El perseguidor lo sabía, pero no se atrevió a violar los sagrados recintos más allá de cierto límite: la sombra grande proyectada por San Pedro salvaguardaba también los asilos más remotos y solitarios. Oh hermanas buenas y queridas, que seáis benditas junto con los otros, por Dios, el cual os ha dado aquí en la tierra un precioso adelanto del premio que os espera, permitiendo que asistáis a tantas admirables conversiones de personas a las que habéis beneficiado, las cuales tras haber experimentado que la sustancia de la religión nuestra es amor, amor sin distinción, amor sin límites, no han resistido a la dulce invitación de la gracia y se han vuelto a convertir, o se han convertido, también por la fe en hermanos nuestros» (Onorato Tescari).
De nuevo en nuestra paz, seguimos en nuestra vida de comunidad. Oración y trabajo. Ya desde 1925 se trabaja para la empresa Gammarelli de paramentos sagrados. Ya desde la llegada de las hermanas agustinas de Santa Prisca que lavaban la ropa personal de los padres de la Compañía de Jesús, en la Pontificia Universidad Gregoriana, se continuó durante algunos meses más, luego la ropa personal la dejamos y cedimos a las Hermanas de las sordomudas, para seguir ocupándonos de la ropa de sacristía tanto de la Pontificia Universidad como del Instituto Pontificio Bíblico, luego del Colegio Borromeo y San Andrés del Quirinal. Para la iglesia de la Victoria se esperaba ya desde hacía más de cincuenta años, y lo mismo de los padres Trapenses.
Se sigue en la vida ordinaria, se celebra la solemnidad del padre Agustín con las acostumbradas funciones. Sin novedad llegamos a la solemnidad de los Santos Cuatro que monseñor Respighi celebra siempre de manera grandiosa. Así pues, cerramos también este año, tan especial por los acontecimientos, dando gracias al Señor por todas las gracias concedidas.


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