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ORIENTE PRÓXIMO
Sacado del n. 09 - 2006

PALESTINA. El Estado que aún no existe

Crónicas desde la prisión


«Aquí cristianos y musulmanes son un solo pueblo». Encuentro con el padre Manuel Musallam, el único sacerdote católico de rito latino en Gaza


por Manuel Musallam


Está allí con las Rosary Sisters, las Hermanitas de Jesús, las monjitas de la Madre Teresa, y nada más. El único sacerdote católico, de rito latino, en Gaza es él, el padre Manuel Musallam. Nació en Birzeit en 1938, cerca de Jerusalén, le vieron crecer en el seminario de Beit Jalla y hacerse sacerdote en 1963. Estuvo en la parroquia en Jordania, luego en Jenin y finalmente, desde 1993, en Gaza –donde hay una parroquia, la única precisamente, que fue construida en 1747, la Sagrada Familia, The Holy Family Church. El padre Manuel va por ahí con la única arma de su energía de cura de frontera, diríamos aquí, y de su activa paciencia. Pero tras el cierre de las fronteras con Israel y aún más tras la guerra en Líbano y las acciones militares –que nunca terminaron– en los Territorios ocupados, no se equivoca cuando dice que quien vive en Gaza, inocente o culpable, está ya cerca del infierno, donde se muere todos los días.
El padre Mussallam combate su batalla describiendo cada vez a miles de personas por correo electrónico lo que está sucediendo, sin censuras. Lo que sigue, en cambio, es lo que nos ha entregado a nosotros, tras un largo coloquio.
Es un punto de vista auténticamente palestino, expresado con espontaneidad, que sirve para comprender mejor.

Giovanni Cubeddu


La desesperación de los familiares de un palestino abatido por las fuerzas israelíes en Gaza, el 30 de agosto de 2006

La desesperación de los familiares de un palestino abatido por las fuerzas israelíes en Gaza, el 30 de agosto de 2006

Todos nosotros vivimos en una gran prisión, Gaza. Podéis imaginar el estado de ánimo de una nación atada con cadenas. Y no solo en sentido figurado: casi la mitad de la población palestina ha pasado por las cárceles israelíes. Las fronteras están cerradas desde hace muchísimo tiempo. Y en cualquier momento la llegada de comida puede ser bloqueada en el check point, y se vive en perenne compañía de la penosa sensación de poderse encontrar un día u otro sin nada que comer. Nos falta la energía eléctrica. Vivir un día sin electricidad es ya un problema, imaginaos durante meses y meses, día y noche, casas, escuelas, tiendas, hospitales… En una vida normal, al final de una jornada de trabajo, una familia puede reunirse, comer juntos, recibir amigos. Aquí no. Los niños, por ejemplo, que como sabéis tienen miedo de la oscuridad, no se mueven libremente de una habitación a otra, y a cada ruido que viene del exterior se echan a correr, y pueden darse golpes contra la pared en la oscuridad, hacerse daño. Ha pasado y sigue pasando que se rompen hasta un brazo o una pierna. De cuando en cuando en las casas de Gaza se oyen niños gritar y llorar, sin motivo aparente, y sin que podamos comprender qué está sucediendo realmente dentro de ellos.
En nuestra mentalidad la oscuridad es el lugar del demonio, de los fantasmas, de los miedos.
Y cuando llega la electricidad, aunque sólo sea durante tres o cuatro horas, nos sobrevuelan esos aviones israelíes con piloto automático, que además interfieren con las señales de televisión, impidiendo que por lo menos la gente se entretenga un poco. Es una continua exasperación, que provoca un malhumor constante, profundo. En Gaza se advierte que todos están enfadados, a menudo gritan en vez de hablar, se ponen fácilmente violentos los unos con los otros.
Falta el agua corriente. Nosotros estamos acostumbrados a coger agua de los pozos para beber, lavarnos, para todos los usos…
Y ahora también las huelgas. Los funcionarios hace seis meses que no reciben el sueldo, solo pequeñas sumas, y ya no pueden vivir así. Hemos tenido la huelga de los maestros, por lo que los niños no van a la escuela. Y además, cuando algún alumno puede asistir, normalmente no tiene el dinero necesario para comprarse los libros, pagar los medios de transporte, y de este modo está obligado a hacerse tres o cuatro quilómetros a pie para llegar a clase. Por supuesto, tampoco tiene dinero para comprarse la merienda en la escuela, algún dulce. ¿Cómo se puede enseñar a un niño con estas dificultades?
En los Territorios ocupados estamos frente a un crimen histórico contra todo un pueblo, la mayor parte son niños, mujeres, ancianos, todos inocentes y castigados porque viven en Gaza
¿Y cómo es posible hablarle a una familia sin comida, sin electricidad, sin agua, sin sueldo? Hoy las familias de Gaza están obligadas a mendigar. ¿Pero mendigar de quién? No hay personas que puedan dar nada. En las tiendas se compra comida fiada. Y el tendero puede esperar el dinero unos días, incluso unas semanas, pero no puede esperar seis meses…
Este drama es general en Gaza.
Además de todo eso, tenemos la amenaza del cielo, los bombardeos. Uno aquí, otro allí, hoy han matado a uno, ayer a otro. Imaginaos la cantidad de familias que hoy se reúnen sólo en los cementerios, con mucha frecuencia… porque cada familia tiene un mártir. ¿Cómo puede vivir una nación tanto tiempo en una situación de este tipo? Llegará el momento en que explote, y sentimos que se acerca este momento. La violencia ha alcanzado incluso el corazón de los niños, ha invadido ya el de las familias y está presente en los libros de texto.
Hoy, cuando un niño lee algo, antes de nada trata de encontrar los fragmentos donde se cuentan desafíos, combates, muertes. Hace pocos días un alumno de mi escuela vino a traerme unas poesías que había escrito en árabe y en inglés. Me las regaló: «Padre, léalas por favor». Yo sigo de cerca a este niño en la escuela, es simpático, inteligente. Pero todo lo que escribía es pesimismo, miedo y deseo de muerte, de terminar con esta vida. Morir por fin… para él ya no hay amor, belleza, la vida no tiene ya sentido. No conseguí encontrar ni una sola palabra feliz en aquellas páginas. Se las pasé a los maestros para que las fotocopiaran. Quieren que llame al muchacho para hablar con él.
Él no es el único, todos sus coetáneos atraviesan las mismas dificultades. Sólo son chiquillos, niños… ¿por qué hemos de asistir a este drama, a la ocupación, una vez más? ¿El mundo no está todavía bastante convencido de que obligar a una nación al hambre, a la violencia, a la cárcel es un crimen de guerra? ¿No lo comprende? Lo entenderán cuando estalle una guerra, que los palestinos no quieren (incluso cuando buscan la muerte lo hacen para liberarse a sí mismos).
El padre Manuel Musallam celebrando 
la santa misa en la parroquia 
de la Sagrada Familia de Gaza

El padre Manuel Musallam celebrando la santa misa en la parroquia de la Sagrada Familia de Gaza

Os cuento una historia verdadera ocurrida en Gaza, no lejos de mi parroquia. Un muchacho de dieciséis años, que vivía en una familia numerosa sin trabajo, un día, al salir de casa, vio a su hermana pidiendo limosna a la entrada de una mezquita. Volvió a casa, escribió una breve carta a sus padres, luego fue a atacar un puesto de soldados israelíes en la frontera. Fue buscando la muerte. Tres horas después lo trajeron en una camilla, muerto. Entonces descubrieron la carta que había escrito: «Padre, madre, os quiero. Quería vivir por Palestina, pero os he vengado. He puesto en peligro mi vida, me he matado para ahorraros un trozo de pan para uno de mis hermanos. Ahora ya no sois diez, sois nueve. Ahora podéis dar de comer a todos en la familia». Esta no es la historia de uno solo, hay otras, cada día.
¿Era un terrorista aquel joven? En los Territorios ocupados estamos frente a un crimen histórico contra todo un pueblo, la mayor parte son niños, mujeres, ancianos, todos inocentes y castigados porque viven en Gaza. ¿Quién tiene la responsabilidad de protegerlos de esta reclusión impuesta hoy por el Estado de Israel? Muchos palestinos no perciben ya hoy otra alternativa que no sea entre la esclavitud y la muerte.
Yo fui educado para la paz, vivo para la paz, predico la paz, y nunca puedo ser violento, por todo lo hermoso que he recibido de mi familia y de mi fe. Pero cuando tengo delante a mi gente, a mis fieles en la iglesia, ¿qué puedo decirles? Sigo pidiendo que soporten. El sufrimiento lo podemos aceptar los cristianos con la ayuda del Señor. Pero si este sufrimiento supera el límite, en una situación como esta… a veces también a un sacerdote le faltan las palabras. Paciencia, aceptación… toda la comunidad, incluso las religiosas, me pregunta: «¿Hasta cuándo?». No tenemos frente a nosotros una luz, aunque esté muy lejos, que nos haga decir: «Allí está la tierra firme donde estar a salvo».
Los palestinos ven que la comunidad internacional se niega a hablar con ellos. Nosotros no hemos amenazado a Israel, todo lo contrario. Hoy por desgracia hay un soldado israelí, Gilad Shalit, secuestrado, prisionero, pero Israel detiene a diez mil palestinos, entre ellos ministros, parlamentarios… En Israel hay quienes hablan de Shalit como si fuera a estallar una guerra mundial. Esto es lo que han hecho en Líbano. Por dos soldados han destruido Líbano. Si dos soldados son tan queridos para el pueblo de Israel, ¿por qué no deberían serlo todas estas personas para los palestinos? Todos nosotros somos personas como esos soldados.
Me temo que en Israel no están preparando un período de paz. No se prepara con estos medios, sino con el desarrollo, la beneficencia, el trabajo, el bienestar. La guerra, en cambio, se puede decidir sobre el papel: no hay más que cerrar las fronteras, mandar los aviones. Para la guerra basta un momento. La paz es como un niño que antes ha de ser concebido en las entrañas de la madre, en el corazón de una nación, luego ha de ser traído al mundo y seguido en todo momento, de lo contrario muere.
Nací en Palestina en 1938, y desde entonces no he visto aquí ni un día de paz, ni uno solo.
Aquí los cristianos son árabes, y forman parte de la nación palestina. No hay diferencias entre cristianos y musulmanes: vivimos juntos, comemos juntos, trabajamos juntos. En las dos escuelas católicas de Gaza, de las que soy el director, hay mil doscientos estudiantes y más de ochenta maestros. Son escuelas mixtas, con cristianos y musulmanes, chicos y chicas. Tenemos solo 143 cristianos, todos los demás son musulmanes. Ayer asistí a un matrimonio entre musulmanes cerca de nuestra escuela, les ofrecí nuestra electricidad para la fiesta, en la que había algunos cristianos. Así también los musulmanes vienen a nuestros matrimonios, a nuestros bautizos, vienen a la iglesia en las ocasiones especiales. Cuando su beatitud el patriarca de Jerusalén, Michel Sabbath, vino a Gaza, los musulmanes le reservaron su sincera acogida y comimos todos juntos. Cuando el delegado apostólico, monseñor Antonio Franco, vino a Gaza –como delegado especial de Su Santidad– para traer apoyo y hacer saber que el Papa está cerca de nosotros y reza por nosotros, el pasado 20 de agosto, fue recibido por todos, había incluso ministros del gobierno de Hamás, parlamentarios, musulmanes y cristianos. Algunos de ellos vinieron también a la iglesia, como el gobernador de Gaza. El delegado monseñor Franco fue recibido por los jefes religiosos musulmanes y pudo visitar la gran mezquita de Gaza, que en su origen era una iglesia.
Aquí en Gaza nos negamos a distinguir entre musulmanes y cristianos. Hoy todos sufren juntos... Los cristianos de Gaza son el pueblo de Palestina. No temen agresiones de los musulmanes, cuya mayoría es totalmente contraria a acciones contra los cristianos
Aquí en Gaza nos negamos a distinguir entre musulmanes y cristianos. Hoy toda la nación y el pueblo de Palestina, todos sufren juntos, comparten los mismos miedos.
Dejadme que diga algo de la vida de fe, lo que más cuenta.
Ha habido este año encuentros especiales de oración: durante el verano, desde principios de mayo hasta mediados de agosto, durante tres meses y medio, cada día celebramos la misa ante casi cincuenta personas y explicamos cada vez un salmo, hasta el Salmo 74. Los cristianos no son muchos, unos doscientos son los católicos, tres mil los ortodoxos, más una pequeña representación de baptistas.
Es una pequeña comunidad, pero somos amados, respetados por los vecinos musulmanes, bien recibidos en sus casas. Nunca ha habido amenazas contra nosotros, somos amigos, yo lo soy también del primer ministro. No pedimos ninguna ayuda exterior para protegernos, estamos protegidos por nuestro propio pueblo, que es uno solo. Esta es la situación. Si tenemos miedo, como todos los demás, es porque la policía no consigue todavía hacerse con la situación. Nosotros vivimos todos juntos en Gaza como en una prisión, como si estuviéramos castigados, pero hasta ahora no hemos perdido nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra caridad.
El domingo la iglesia está llena: a nuestra gente le gusta rezar, le gusta escuchar la Palabra de Dios, la desea. A los cristianos les basta oír decir que hay un encuentro en la iglesia ortodoxa, o que en otra parte un sacerdote católico predicará, y todos van. Nos siguen.
He sido designado por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, como jefe del Departamento para los cristianos del Ministerio de Exteriores –donde también hay departamentos para los judíos y los musulmanes–. Así que cada dos semanas escribo una breve nota y la mando por correo electrónico a unas diez mil direcciones de personas, parroquias, etc., de todo el mundo. Quienes la reciben pueden usar los textos y todo lo que envío, y si hay preguntas respondemos. Pueden ayudarnos de muchísimas maneras: hablando de nosotros, rezando por nosotros, contribuyendo a crear escuelas, a organizar cursos para los estudiantes, adoptando a un estudiante o una familia: si tres o cuatro personas en el extranjero se unieran y dieran cien dólares al mes, es decir, ochenta euros, una familia de Gaza tendrá para vivir. Incluso con sólo diez dólares se les puede cambiar la cara por un día a una clase de niños, hacerles felices, sembrar alegría, animar a los chicos y a las familias a vivir. Toda la Iglesia debe ayudar a los cristianos de aquí a sobrevivir, para que nosotros ayudemos a los musulmanes a construir nuestro Estado.
El número de cristianos no crece, ni siquiera con los nuevos nacimientos, porque muchos dejan el país. Los cristianos en Palestina, si no reciben ayuda, disminuirán hasta desaparecer. Tomemos por ejemplo Jerusalén: en 1967 los cristianos eran unos 60.000, ahora son siete mil. Es crucial. Agradezco a Dios que me haya puesto al frente de este Departamento para asuntos cristianos, porque me da la libertad de hablar oficialmente en nombre de mi gente e invocar justicia, paz, comida y libertad.
La búsqueda de supervivientes entre los escombros de un bloque de pisos
bombardeado por los israelíes en Gaza, el 12 de julio de 2006

La búsqueda de supervivientes entre los escombros de un bloque de pisos bombardeado por los israelíes en Gaza, el 12 de julio de 2006

Ahora está esta polémica contra las palabras del Papa sobre el islam.
Los cristianos de Gaza son el pueblo de Palestina. No temen agresiones de los musulmanes, cuya mayoría es totalmente contraria a acciones contra los cristianos. Nos conocen muy bien, y tenemos amigos también en Hamás. El 18 de septiembre, en medio de la virulenta diatriba sobre el discurso del Papa, visité al muftí de Gaza con un grupo de cristianos y hablamos dos horas. Salimos contentos, porque él nos prometió que llevaría a la calma a todos los que intentaban hablar mal de los cristianos en las mezquitas. El gobierno, el primer ministro, el partido Fatah y el gobernador de Gaza ya más de una vez han hablado para calmar las aguas. El gobernador de Gaza, acompañado por los responsables de diversas partes políticas y numerosos miembros del Parlamento palestino, vino a la parroquia a apoyarnos. El 19 de septiembre le hicimos una visita al gobernador, contentos de escucharle y de saber cuántas veces ha escrito en los periódicos a nuestro favor. El mismo día llamé a la oficina del primer ministro, Hanyieh, y me garantizó su apoyo. El ministro del Interior había enviado ya policías para proteger las iglesias y escuelas desde el primer momento, todas las horas del día, pero nadie intentó dañar nuestra iglesia ni las escuelas (algunos chicos, en cambio, lanzaron contra la iglesia ortodoxa bombas “sonoras” hechas en casa, sin consecuencias).
Hay calma. La policía garantiza la vigilancia de los lugares de culto y las escuelas, no hay peligro para los cristianos, aunque leamos aquí y allá sobre amenazas, pero sin ningún fundamento. Como cristianos, advertimos que el Santo Padre ha afrontado un tema que nos ha expuesto a peligros, pero estamos convencidos de que es inocente de las acusaciones que se le han hecho, él ha expresado un punto de vista justo de la Iglesia, pero a los musulmanes les ha parecido que atacaba al Corán y su fe. Como cristianos de este difícil país, nosotros apoyamos a nuestra gente contra las instrumentalizaciones sobre el Papa, y al Papa le pedimos que tenga junto a él a alguien que le aconseje y que sea de este país, porque no es suficiente con estudiar el islam en la universidad, hay que haberlo experimentado en la vida diaria para evitar en el futuro cualquier tipo de enfrentamiento. Le pedimos al Señor que nos ayude en esta situación, y rezamos por el Papa.
Se dice que Benedicto XVI podría visitar Israel el próximo año, en 2007. Ya le he escrito al Papa una carta sobre este punto, y le he invitado en nombre de musulmanes y cristianos. Y él el 20 de agosto mandó a un delegado especial a visitar Gaza, y de este modo nos ha animado. Estaremos muy contentos si alguien más se une a nosotros en esta invitación.
Sería realmente hermoso tener al Papa en Gaza.


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