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SAN RICARDO PAMPURI
Sacado del n. 09 - 2006

EL TIEMPO DEL MILAGRO

Trivolzio, la pequeña Lourdes del Valle del Po


Febrero 1995- febrero- 2005: la devoción de don Giussani y las sorpresas del Señor. Testimonio de don Angelo Beretta, párroco de la parroquia de los Santos Mártires Cornelio y Cipriano, en Trivolzio, donde se conserva y venera el cuerpo de san Ricardo Pampuri


por Angelo Beretta


Trivolzio

Trivolzio

Si a principios de 1995 me hubieran dicho que en pocos años el pueblo de Trivolzio, entonces poco conocido, iba a ser famoso en muchas partes de Italia e incluso del mundo, no me lo habría creído.
Trivolzio es un pequeño pueblo (poco más de mil vecinos) situado entre Milán y Pavía. La parroquia tiene un campanario grandioso (que se ve pasando por la autopista Milán-Génova) y una hermosa iglesia construida en 1500 por los franciscanos, que luego fueron expulsados por Napoleón.
En la Iglesia se halla el cuerpo de un santo que nació aquí: Ricardo Pampuri. Hasta 1995 era considerado uno de los muchos santos proclamados por el papa Wojtyla.
San Ricardo Pampuri nació en Trivolzio. Durante siete años fue el médico de Morimondo, a la edad de treinta años entró en la orden de San Juan de Dios, y murió joven, a la edad de 33 años. Fue enterrado (1930) en el cementerio de Trivolzio y trasladado en 1951 a la iglesia parroquial y enseguida donó gracias y milagros a los que le invocaban, pero era conocido sólo en nuestra zona y en su orden (ha sido su primer santo después del fundador san Juan de Dios).
Por medio de san Ricardo, han pasado cosas aquí en Trivolzio desde febrero de 1995 que humanamente son impensables y de las que yo he sido testigo, cosas que yo no he ideado ni programado; yo sólo me he limitado a no poner obstáculos a lo que el Señor quería y actuaba.
Quisiera tratar de contar algo de todo lo que ha ocurrido desde febrero de 1995 a febrero de 2005.

Comienzo presentándome
Nací en Pavía el año 1938 y he vivido siempre aquí en el Pavese.
A la edad de doce años entré en el seminario y después de trece años fui consagrado sacerdote. Me hice sacerdote para anunciar a Jesucristo. Habiendo creído, como dice san Juan, en el Amor de Dios, me hice sacerdote para anunciar y difundir este Amor. Mis primeros cinco años como sacerdote los viví con mucho entusiasmo en un oratorio de la periferia de Pavía; luego enseñe religión en un instituto y fui el párroco primero en un pequeño pueblo donde la asistencia a las funciones era muy alta y más tarde en un pueblo más grande, muy ligado entonces a cierto tipo de ideología, donde la gente iba poco a la iglesia (fue yendo a Lourdes como comencé a constatar que mucha gente sigue frecuentando la iglesia, cosa que hoy en Trivolzio compruebo todos los días).
En 1988 me jubilé del instituto y el obispo me envió a Trivolzio diciéndome que allí encontraría un hermoso oratorio y un beato: Ricardo Pampuri. Sinceramente he decir que me atraía mucho el oratorio en el que pensaba hacer grandes cosas con los chicos y los jóvenes, mientras que de san Ricardo Pampuri sabía poco. Enseguida me puse a renovar el oratorio, pero como pasa en muchos pueblos que no se han desarrollado, las familias envejecen y disminuyen los chicos. Después de un año y medio de mi llegada a Trivolzio (1 de noviembre de 1989), Ricardo Pampuri fue proclamado santo. Y yo tuve la fortuna de concelebrar la santa misa de canonización con el Papa. Fue un acontecimiento conmovedor, en torno al altar estaban casi todos los habitantes de Trivolzio. Yo estaba allí con el Papa, cardenales, obispos… Yo, pobre cura, que tenía la suerte de ser el párroco de Trivolzio, la patria del santo. Cuando volvimos al pueblo organizamos grandes festejos en los que participó mucha gente, y también muchos españoles, pues el milagro reconocido para la canonización de Ricardo Pampuri concernía a un muchacho español.

Fieles besando la reliquia de san Ricardo

Fieles besando la reliquia de san Ricardo

Vuelta a la normalidad
Pasan los meses y aquí en Trivolzio todo torna normal. El papa Wojtyla ha proclamado muchos santos… y Trivolzio es una parroquia como otras muchas, en la misa del domingo estamos solo nosotros, de vez en cuando aparece un forastero. Es verdad que hay personas que vienen a rezar a san Ricardo, pero son pocas y de nuestra zona. Sólo el 1 de mayo, día de la muerte y por tanto fecha de la fiesta litúrgica de san Ricardo viene gente durante todo el día. Al lado del altar de san Ricardo he puesto un registro donde se puede firmar o escribir una oración, una invocación, una petición al santo: de 1989 a 1995 se completaron sólo tres. Y cuando estábamos pensando a ver si era posible organizar alguna manifestación para 1997, centenario del nacimiento de san Ricardo, un sábado por la mañana de febrero de 1995 me llaman a la iglesia y la veo llena de gente. «San Ricardo ha hecho un milagro», me dicen. San Ricardo milagros ha hecho por supuesto muchos, si no no sería santo. La gente que está en la iglesia pertenece a Comunión y Liberación y me enseñan un ejemplar de Tracce en el que se narra la vida de nuestro santo y un milagro recién hecho por san Ricardo. Desde aquel momento comenzó la peregrinación de muchísima gente a Trivolzio. El sábado por la tarde hay muchos jóvenes y el domingo familias con muchos niños. (Algunos de CL conocían ya a san Ricardo: aquí cerca, en Coazzano, hay una casa de los Memores Domini desde hace mucho tiempo dedicada al beato Ricardo Pampuri, y Lorenzo Frugiuele, que ha escrito una vida en versos de san Ricardo, venía ya antes de 1995 a rezarle para recibir ayuda en su enfermedad).
El mes siguiente (marzo de 1995) Tracce publica la vida y los milagros de otro santo médico contemporáneo de san Ricardo, Giuseppe Moscati, de Nápoles, pero la gente de Nápoles viene a Trivolzio. Desde entonces, desde febrero de 1995, todos los sábados por la tarde y todos los domingos la iglesia se llena. Sólo el día de Navidad no hay casi ningún forastero por la mañana, estamos sólo los de Trivolzio.
A veces, sobre todo durante los primeros meses de 1995, me preguntaba el domingo por la mañana: ¿vendrá también hoy mucha gente? Y luego la iglesia se llenaba. Hay que decir que en Trivolzio no hay restaurantes, no hay nada especial: sólo un santo y la gente viene sólo por esto. Cuando no hace frío, en el oratorio, al aire libre, hay incluso trescientas personas comiéndose un bocadillo… En el invierno hay sólo un salón, donde no caben más de cien personas. Y la gente viene de toda Italia y, podemos decirlo, también de todo el mundo. Existen grupos que desde varias partes de Italia –no sólo de Milán, Turín, Bolonia, Génova, sino también de Palermo, Bari, Verona, Cagliari, Venecia– organizan periódicamente peregrinaciones a Trivolzio. Es hermoso ver grupos numerosos de jóvenes, de familias, de amigos que vienen aquí todos juntos a pedir curaciones, gracias o solamente ayuda para la vida de todos los días.

Encuentro con monseñor Giussani
Quien señaló san Ricardo a CL fue monseñor Giussani,. Yo no soy de CL, le había oído hablar a don Giulio Bosco, un compañero mío de seminario que, tras ser consagrado, había ido a Milán a estudiar y comenzó CL en Pavía. Por desgracia don Giulio murió joven en un accidente de montaña y no volví a tener la posibilidad de encontrar CL. Nuestro rector del seminario, que luego fue obispo, monseñor Luigi Maverna, nos decía que debemos ser sacerdotes de Jesucristo. Hoy, sin ser de CL, me encuentro en medio de personas de Comunión y Liberación, y nos conocemos bien. Las primeras veces el pueblo de CL venía con cierto temor aquí a la iglesia, pero luego, viendo que era bien acogido, ha venido cada vez con más gusto. Estoy convencido de que debemos estar atentos a lo que el Señor realiza entre nosotros y favorecer el bien aunque no lo hayamos organizado nosotros.
Volvamos a monseñor Giussani. Lo conocí cuando vino por primera vez a celebrar la santa misa por san Ricardo. Me habían llamado por teléfono para decirme que a las 11 iba a venir un sacerdote para celebrar la santa misa. Mientras estaba preparando el altar, veo a un sacerdote en la iglesia y le pregunto si debe celebrar. Poco después le vuelvo a preguntar si es él el que me había llamado por teléfono. Como me dice que no le digo que espere. Salgo a la plaza de la iglesia y veo llegar a monseñor Giussani. Era la primera vez que lo veía, y, sin embargo, tras pocas palabras parecía que me conocía de toda la vida. Celebró la santa misa y luego vino al oratorio a tomarse un café, no con leche, con un chupito de grappa. Hablamos y me sentía de verdad a gusto. Luego me dice que por qué no compramos el caserío que está al lado de la plaza de la iglesia y que estaba deshabitada desde hacía poco, para crear un lugar de acogida. Me quedé perplejo, pero él me animó diciéndome: «Te mando yo el dinero para la fianza». Los que le acompañaban se quedaron con la boca abierta. Este fue el inicio del proyecto de un lugar de acogida, descanso y centro de espiritualidad que, después de diez años de peripecias, esperamos inaugurar pronto. Todo esto nació por los ánimos, la ayuda y el entusiasmo que monseñor Giussani me transmitió en sus visitas a san Ricardo aquí en Trivolzio.

Los registros al lado de la urna de san Ricardo

Los registros al lado de la urna de san Ricardo

Los milagros
Hoy Trivolzio es conocido como “la pequeña Lourdes” por los numerosos milagros y gracias que san Ricardo obtiene del Señor para todos aquellos que lo invocan. Muchos los encontramos escritos en los registros que están al lado de la urna de san Ricardo (algunos los ha publicado Gabriella Meroni en su libro A san Ricardo, Piemme). Son muchas las gracias y milagros no publicados, que sólo se han contado a los amigos, por los que dan gracias a san Ricardo en el registro. Al lado de la urna de san Ricardo hoy ya no hay uno, sino cuatro registros, y si desde 1989 a 1995 se completaron sólo tres, desde 1995 a hoy se han llenado 143, con un promedio de más de uno al mes. Noticias de milagros llegan no sólo de toda Italia, sino también de América del Norte y del Sur, África, Asia. En la iglesia de Saint John, en Minnesota, hay una estatua de san Ricardo, regalada por monseñor Giussani, ante la cual los enfermos de la Mayo Clinic van a rezar y pedir ayuda. Hay que subrayar que los milagros no son solamente curaciones, sino también conversiones, ayudas para aceptar la voluntad de Dios en los momentos difíciles. Hay parejas que obtienen el nacimiento de hijos, hay jóvenes y chicas que no sólo obtienen ayuda para los exámenes o para el trabajo, sino también para hallar el compañero o la compañera justa para toda la vida. En especial, muchos vienen a pedir ayuda para comprender el plan que Dios tiene para ellos y así corresponder a su designio.

Cómo se difunde esta devoción
La devoción a san Ricardo Pampuri comenzó a difundirse entre el pueblo de CL a través de las palabras de monseñor Giussani. Pero la devoción a nuestro santo se expande cada vez más, incluso más allá de los confines de CL, sobre todo por el boca a boca. Hubo también un programa de televisión, “Miracoli”, que presentó a san Ricardo. Después de la transmisión llegaron centenares de llamadas telefónicas y cartas pidiendo noticias e imágenes del santo. Piero Vigorelli, autor del programa, ha publicado también el libro Miracoli, actualmente distribuido en edición económica, en el que aparece también mi número de teléfono: no hay semana que no reciba llamadas telefónicas de gente de toda Italia pidiéndome información. Actualmente tenemos una página web con las oraciones en varios idiomas y las noticias de lo que sucede aquí en Trivolzio. Esperemos que podamos mejorarlo cada vez más.

El centro de acogida cerca de la parroquia de Trivolzio y algunas estampas de san Ricardo

El centro de acogida cerca de la parroquia de Trivolzio y algunas estampas de san Ricardo

Ningún mérito nuestro
Todo lo que ha pasado desde febrero de 1995 no ha ocurrido por un plan preestablecido o un proyecto nuestro: por mi parte, mi único compromiso ha sido decir que sí, aceptar y favorecer lo que el Señor nos indicaba. Todo ha nacido espontáneamente.
La gente de Trivolzio al principio estaba un poco desconcertada: ya no tenía en la iglesia el sitio que ocupaba desde siempre. Pero luego aceptó a los peregrinos. Yo he tratado de comprender el plan de Dios y de aceptarlo y favorecerlo, y esta iglesia nuestra se ha convertido en la “casa” de todos los que vienen a buscar una ayuda, un apoyo, una gracia de san Ricardo.
Nadie ha tratado de aprovecharse del flujo de gente, hay sólo uno —que no es de Trivolzio— que algunos domingos viene a vender miel. Así que me he visto, yo que me sentía más a gusto en el oratorio, ayudando nacer un santuario, creando un santuario con todo lo que comporta: objetos, imágenes, recuerdos… La gente pide algo para sentirse cerca del santo.
Al principio algunos pronosticaron que todo acabaría antes de seis meses. Desde febrero de 1995 han pasado diez años y estamos aún aquí, es más, vamos a realizar un Centro de espiritualidad en torno a san Ricardo. Para mí ha sido muy bello conocer cada vez más y mejor a san Ricardo, leyendo sus cartas y los testimonios de los que le conocieron. Es el santo de la cotidianidad: hacer cada día todo con amor y poner a Dios, que para él era “todo”, en el centro de la vida. En estos años he comprendido que hay que dejar hacer al Señor, confiar en él. Sus tiempos y modos son imprevisibles y no son como pensamos y queremos nosotros.

Un santo popular
En la Iglesia hay muchísimos santos, pero algunos son más conocidos e invocados por la gente como san Antonio, santa Rita, el padre Pío. También san Ricardo se está convirtiendo en una santo cada vez más conocido y popular. Llama la atención su normalidad: médico de la seguridad social, diríamos hoy, que estuvo en medio de la gente, viviendo una vida normal, pero en el amor («hacer todo, incluso las cosas pequeñas, con amor grande»), un amor constante y diario que se vuelve heroico. Llama la atención cómo Ricardo consigue entrar en el corazón de los jóvenes que lo sienten como uno de ellos. A él le piden ayuda en los varios momentos de sus vidas: estudio, trabajo, problemas sentimentales y, en futuro, para la vida familiar. San Ricardo vivió en medio de los jóvenes y trató de transmitirles entusiasmo y amor por Cristo Jesús. Llama también la atención el entusiasmo con que los niños vienen a besar su reliquia y como las familias lo invocan como médico de los cuerpos y de las almas.

El campanario y el tímpano de la iglesia de Trivolzio

El campanario y el tímpano de la iglesia de Trivolzio

Cómo se reza a san Ricardo aquí en la iglesia de Trivolzio
Aquí no hacemos funciones especiales por san Ricardo. Se trata de vivir bien la liturgia, sobre todo la santa misa, y al final de la misa, el sábado por la tarde y el domingo se besa la reliquia del santo. Este beso (quien no desea besar, pero normalmente lo hacen todos, puede solamente tocar la reliquia), quiere ser una señal de cercanía, como la gente en Palestina tocaba las ropas de Jesús, quiere ser un acto de amor hacia un amigo, a quien le pedimos ayuda. Y luego tratamos de favorecer las confesiones. Quien viene a pedir una gracia comprende que san Ricardo, para escucharle, quiere que esté en amistad con el Señor y esto sucede sólo si estamos en gracia de Dios. Así que viene gente que desde hacía diez, veinte o incluso cincuenta años no se confesaba y que siente la necesidad de recibir la gracia de Dios en el corazón. Durante todas las santas misas decimos una oración por todas las intenciones de aquellos que viene a pedir ayuda a san Ricardo. Eldomingo a las 4 de la tarde celebramos la santa misa por las intenciones de todos los que durante la semana han venido a san Ricardo para ponerse en sus manos presentándole todas sus necesidades y problemas.

La pequeña Lourdes del Valle del Po
Dios elige lugares donde hacer sentir de manera especial su presencia. En estos años ha querido elegir también la iglesia de Trivolzio para distribuir mediante la intercesión de san Ricardo ayudas y gracias. Es el Señor el que ha elegido. Nosotros hemos tratado de no impedir esta elección y de ser acogedores con todos aquellos que vienen aquí. Que san Ricardo siga intercediendo ante el Señor y otorgándonos su ayuda y sus gracias.


(Este testimonio fue escrito en 2005 después de la muerte de don Luigi Giussani,
ocurrida el 22 de febrero de 2005)


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