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CUERNO DE ÁFRICA
Sacado del n. 11 - 2006

Entrevista con el presidente de la Conferencia Episcopal de Etiopía y Eritrea

Esperando los dones del año nuevo


Para el calendario juliano en vigor en Etiopía, este año será el año del Jubileo. No el de la guerra en Somalia. La pobreza y las esperanzas de un país con una historia milenaria y de paz entre cristianos e islam. Habla Berhaneyesus Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba


Entrevista con el arzobispo de Addis Abeba, Berhaneyesus Souraphiel por Giovanni Cubeddu


Adoración de los Reyes Magos, icono del siglo XIX procedente de Etiopía, colección privada, París

Adoración de los Reyes Magos, icono del siglo XIX procedente de Etiopía, colección privada, París

El encuentro de obispos de la Conferencia Episcopal de Etiopía y Eritrea se celebró en Roma el pasado mes de octubre, mientras en el Cuerno de África sigue la emergencia. Entre Etiopía y las “cortes islámicas”, que de hecho gobiernan la cercana Somalia, el enfrentamiento parece próximo; con Eritrea sigue en pie esa especie de “no guerra-no paz” comenzada tras la finalización del conflicto armado de 2000, por la disputa fronteriza. Por si fuera poco existen también fuertes tensiones internas entre el gobierno de Zenawi y las fuerzas de la oposición. 30Días se ha entrevistado con el arzobispo de Addis Abeba, Berhaneyesus Souraphiel, antes de que comenzara el nuevo año, en el que se celebrará el comienzo del Jubileo en Etiopía. En este país, el 50 por ciento de la población vive por debajo del nivel de pobreza

Excelencia, su Conferencia Episcopal, pese a estar compuesta por los prelados de dos países que llevan muchos años en conflicto latente y permanente, es unitaria. ¿Cómo elaboraron la orden del día del encuentro de su reunión romana y cómo se desarrollaron de hecho los trabajos?
BERHANEYESUS SOURAPHIEL: Ante todo deseo agradecer a 30Días la oportunidad que me brinda, porque recibo y leo todos los números de su revista, que es muy interesante y ofrece reflexiones sobre la Iglesia universal y los acontecimientos más recientes dentro del Vaticano, con artículos muy informados. Me alegra que ahora 30Días esté dedicando más espacio a los países del sur del mundo, como Suramérica, Asia y África. Es justo, porque todos formamos parte de la Iglesia universal.
Gracias, excelencia.
SOURAPHIEL: Etiopía y Eritrea eran antiguamente un solo país, y Eritrea se independizó hace unos quince años. Haber mantenido una única Conferencia Episcopal –que actualmente presido– no solo expresa una señal de unidad de la Iglesia, sino que es también una esperanza para la gente de ambos países. Por desgracia es imposible reunirnos en Asmara o Addis Abeba, por lo menos hasta el momento, y por eso venimos a Roma, por lo general en el Vaticano. En la última Asamblea plenaria había que discutir cuestiones surgidas en Etiopía y Eritrea sobre la liturgia alejandrina común, sobre acontecimientos relacionados con la justicia y la paz, además de que había que redactar conjuntamente un mensaje de esperanza. Es bueno reunirnos en Roma, porque la actual situación de Etiopía y Eritrea ha sido “olvidada” por las grandes potencias (así como, me atrevería decir, todo el África subsahariana, si exceptuamos Sudán). Esperemos que se mantenga la unidad de nuestra Conferencia Episcopal y, una vez resuelta la cuestión de las fronteras de nuestros países, podamos movernos libremente entre Etiopía y Eritrea.
Vista la división política, ¿sobre qué puntos ha habido más unidad entre los participantes en la Asamblea?
SOUORAPHIEL: Sobre la tradición cristiana. Todos los obispos estábamos en Roma el 27 de octubre, que en el rito latino es la fiesta de san Frumencio, primer obispo de Etiopía, quien consolidó el cristianismo tanto en Eritrea como en Etiopía y fue ordenado obispo por san Atanasio: en nuestros países el camino del cristianismo es antiquísimo. El rito etíope ge’ez es algo que nos une. Lo que divide son las declaraciones de las instituciones gubernamentales de ambas partes.
Ha hablado usted de unidad a través del rito.
SOURAPHIEL: Así es. El rito nos mantiene unidos, la historia pasada y la cultura nos congregan, como, naturalmente, el que en algunas áreas se hable la misma lengua a uno y otro lado de la frontera. Y sobre todo formamos parte de la Iglesia universal, que ya tuvo el mismo problema en otras partes. Así pues, podemos aprender de la experiencia de los demás para ayudar a nuestra gente.
Berhaneyesus Souraphiel

Berhaneyesus Souraphiel

¿Cómo consigue el rito unificar dos pueblos en pie de guerra?
SOURAPHIEL: Hay un culto común, cosa muy positiva, y tenemos celebraciones, fiestas y períodos de penitencia compartidos. Además, por lo que se refiere a la parte etíope, tenemos un calendario nuestro –usado antes en ambos países, solo que ahora Eritrea sigue el calendario gregoriano– y precisamente del calendario nace hoy la esperanza.
¿Qué significa?
SOURAPHIEL: Según nuestro calendario, en Etiopía celebraremos el Jubileo el año próximo, que será para nosotros el 2000. Esto nos sitúa en una posición especial, porque el nuestro es un país rico en historia, cultura, espiritualidad, arte… Con el año nuevo quisiéramos hacer ver al mundo que no somos famosos solo por la sequía y la carestía, sino por una historia que tiene tres mil años, y que posee una tradición cristiana desde hace dos mil años. El cristianismo está tan encarnado en Etiopía que casi no se puede distinguir la frontera entre cultura y religión. También hemos invitado al santo padre Benedicto XVI y esperamos que venga a nuestro Jubileo.
¿Confían en que el Jubileo pueda favorecer la paz también desde el punto de vista político en la región?
SOURAPHIEL: Sí. El nuevo milenio que Etiopía celebrará comenzará en septiembre del próximo año y terminará el mes de septiembre siguiente. Esperemos que sea motivo de grandes celebraciones e iniciativas: algunos Ministerios podrían intensificar sus esfuerzos para reducir la pobreza, otros favorecer la repoblación forestal y combatir la desertificación –lo cual sería importantísimo– y nosotros como Iglesia participaremos en estos como en otros programas por el bien común… Pero lo que le interesa a nuestra Iglesia es decir precisamente qué es un Jubileo: un acontecimiento poco común que no se puede desperdiciar. Empezando por cada uno de nosotros. Es un año especial, ocasión de gracia de Dios, y por lo tanto hay que rezar por la paz y la reconciliación.
En Somalia las “cortes islámicas” y el gobierno de transición están en conflicto, y la tensión entre las cortes y Etiopía, considerada la patrocinadora del gobierno de transición, es enorme.
SOURAPHIEL: A través de Somalia pasa gran cantidad de armamentos, existe un comercio enorme. Probablemente muchos países de Europa oriental, América y quizá también Sudamérica sacan provecho, pero luego estas armas llegan hasta Etiopía, al norte de Kenya, al norte de Uganda… Es un factor de desestabilización. Y ahora a través de esas regiones comienza a infiltrarse también el fundamentalismo islámico. Somalia ha sido abandonada en los últimos dieciséis años y esto ha sido una desgracia cuyas consecuencias se pagarán. Rezamos por la paz y la estabilidad en Somalia. Y también por Sudán, otro vecino nuestro.
¿Cómo conviven en Etiopía las distintas familias religiosas?
SOURAPHIEL: Cristianos y musulmanes siempre han vivido en paz, respetándose recíprocamente, por lo menos hasta hoy. Por eso Etiopía es un país único en su especie. Recibió la fe muy pronto. El cristianismo ya existía en tiempos de los apóstoles. Lo mismo ocurrió con el islam, que llegó a Etiopía en los tiempos de la Hégira [622 d. C.], cuando el profeta Mahoma, perseguido en La Meca, emigró a Medina, y mandó a sus familiares a Etiopía, donde había un rey bueno y pacífico, para que recibieran protección, y fueron acogidos como refugiados. Así llegó el islam a Etiopía, precisamente en los años en los que estaba naciendo: por eso los musulmanes nos consideran un país que los ha recibido en paz y en el que siempre han vivido en paz. La única vez que hubo una incursión islámica en Etiopía fue durante el gran Imperio otomano, pero este es otro asunto.
Esta es la historia. Pero, ¿qué pasa hoy?
SOURAPHIEL: Nosotros queremos que siga la coexistencia pacífica. Y ello depende de la actuación de las autoridades religiosas de Etiopía, que se reúnen periódicamente. En estas reuniones participan establemente el patriarca ortodoxo Abuna Paulos –que es también el presidente de estos consejos interreligiosos–, el presidente de la Iglesia evangélica Mekanyeyesus, y el shaykh musulmán. Nos vemos no solo en Etiopía, sino también con las autoridades religiosas eritreas, algo que es posible gracias a la Norwegian Church Aid. Nos reunimos tanto en Asmara como en Addis Abeba, y también en otros lugares, con intercambios de visitas que ni siquiera durante el conflicto quedaron interrumpidas.
¿Cuál es el problema más grave de Etiopía?
SOURAPHIEL: La pobreza. Este es el verdadero problema. La población aumenta, existe mucho desempleo y se necesitan infraestructuras: seguimos siendo uno de los países más pobres del mundo, y todo el Cuerno de África es así. El gobierno hace lo que puede, pero mientras tanto muchos etíopes que no encuentran trabajo emigran a los países árabes, sobre todo a la zona del Golfo –a Arabia Saudí– y a Oriente Medio, hasta Líbano. En estos países musulmanes la mayoría de nuestras mujeres se ve obligada a cambiar su nombre cristiano por otro musulmán, a vestirse como sus mujeres, y esto es lo menos grave… Porque cuando quien emigra no posee una fe cristiana sólida, se hace musulmán. Quizá por primera vez en la historia de Etiopía la gente, debido a la pobreza, ve de hecho amenazada su dignidad cristiana. Las raíces y la herencia cristianas están en peligro debido a la pobreza.
Soldados etíopes controlan la frontera con Eritrea

Soldados etíopes controlan la frontera con Eritrea

¿De qué manera responde la Iglesia a todo esto?
SOURAPHIEL: De acuerdo con las otras Iglesias y con el apoyo del gobierno quisiéramos cambiar la situación mediante la instrucción, que es la clave del desarrollo. Gracias a Dios, nuestras escuelas católicas son en su mayoría buenas, porque hay muchos misioneros que trabajan en las zonas rurales, sin ningún salario, solo con su amor y trabajo, y conseguimos buenos resultados. Por eso los obispos locales han empezado a pensar en una universidad católica para Etiopía. Quienes se ven obligados a irse a trabajar a los países árabes, si se llevan un diploma o un título de estudio, conseguirán trabajos y salarios mejores, y podrán enviarles dinero a sus familias, ayudando de este modo también a su país. Ya hemos firmado un acuerdo con el gobierno sobre esta universidad católica, con el apoyo de la Santa Sede como testigo. Se actúa para que el personal de la universidad llegue principalmente de Filipinas, de Colombia y de África, pero también de otros países: de este modo será una obra de colaboración entre las naciones del Sur del mundo. Para encontrar los fondos necesarios tendremos que dirigirnos en el futuro también a Europa y a Norte América. Espero que 30Días pueda ayudarnos.
¿Cómo definiría las relaciones actuales entre la Iglesia católica y el gobierno?
SOURAPHIEL: Buenas. Las autoridades saben lo que estamos haciendo y están muy satisfechas. Nosotros no tenemos nada que esconder, comunicamos todas nuestras iniciativas a los distintos órganos gubernamentales, presentamos los informes, según la política de transparencia contable adoptada por la Iglesia. Lo mismo hacemos con nuestros financiadores internacionales. A propósito, puedo asegurarle que el poco dinero que llega del exterior a nuestros religiosos y a nuestras monjas de las zonas rurales va directamente a los proyectos para los que está destinado: si es para una escuela, va a una escuela, si es para un hospital, va a un hospital, y los religiosos y las monjas no se quedan con nada de ese dinero. En cambio, en otras organizaciones internacionales, a veces el 30 o el 40 por ciento de los fondos se utiliza para pagar los salarios de los empleados o para otros motivos…
La legalidad de las últimas elecciones políticas, ganadas por Zenawi, ha sido puesta muy en entredicho. Luego la oposición fue reprimida.
SOURAPHIEL: Como Iglesia católica nosotros expresamos una posición clara. Antes de las elecciones instruimos a la gente sobre qué son las elecciones, y sobre el hecho de que las elecciones en sí mismo no son una meta, sino lo que viene después. Después de las elecciones hubo enfrentamientos, muertos, y protestamos por escrito ante el gobierno y la oposición. Pedimos la liberación de prisioneros políticos.
Excelencia, la paz con Eritrea podría ser una gran medicina para la economía. ¿Por qué no quiere reconocer Zenawi, como había prometido, las fronteras entre Etiopía y Eritrea, ya definidos por una comisión internacional?
SOURAPHIEL: Ya he dicho que sobre la cuestión hace tiempo que se vienen desarrollando encuentros entre las autoridades religiosas de ambos países. Desde 2000 no ha vuelto a haber enfrentamientos armados, cosa que nos alegra. Nosotros siempre hemos estado al lado de las víctimas, cuyas muertes se hubieran podido evitar. Nuestra posición, como autoridades religiosas, es evitar cualquier otro tipo de guerra entre los dos países, resolver la cuestión de las fronteras continuando los coloquios. De todos modos, sigue siendo para nosotros un misterio qué es lo que ahora está bloqueando a los dos gobiernos. Si dialogaran podrían conseguir con facilidad desenredar la madeja: ¿por qué no dialogan?
Los líderes religiosos habían hecho una propuesta…
SOURAPHIEL: Es verdad. Había que hacer que decidieran quienes viven en las fronteras. Las autoridades religiosas querían crear “comités de poblado” sobre las fronteras, para definirlas de acuerdo con la gente, sin la necesidad de organizaciones internacionales. Queríamos hacer esto, pero no se nos permitió… En Addis Abeba pedimos vernos con las autoridades para decidir sobre estos encuentros de los jefes de poblado: pero no hubo nada que hacer…
Dénos alguna noticia sobre la vida de la Iglesia, sobre el cuidado pastoral, las actividades de caridad, donde a menudo son los pobres quienes ayudan a los otros pobres.
SOURAPHIEL: Aquí la gente se espera mucho de la Iglesia católica. Donde haya una parroquia existen muchas exigencias y peticiones a los sacerdotes, a los religiosos y a las hermanas. Pero lo importante es que la fe sea fuerte. Por eso hay una obra de catequesis intensiva, normalmente desarrollada por catequistas laicos. En los pueblos, donde llevan pequeñas capillas, su misión es comunicar la fe, enseñar el catecismo y aceptar formalmente a las personas en la Iglesia católica. El catecumenado puede durar de un año y medio a tres años. Luego sigue el bautismo. Al final el obispo les visita para darles el sacramento de la confirmación. Para los católicos de Etiopía la iglesia parroquial es importante, Dios se merece algo hermoso y si nuestras casas son pequeñas o simples tukul, la casa de Dios ha de ser algo distinto. Por eso en su pobreza, todos contribuyen con lo que tienen. Esto es lo importante para los católicos de Etiopía. En Europa esto no se entiende, numerosas organizaciones dan dinero solo para carreteras, pozos de agua, hospitales… mientras que para las iglesias la ayuda es muy limitada. En cambio, los musulmanes son más inteligentes.
Milicianos de las “cortes islámicas” durante una parada en la ciudad 
de Balad, a cuarenta quilómetros de Mogadiscio. Entre Etiopía y las “cortes islámicas”, que de hecho gobiernan la vecina Somalia, el enfrentamiento parece inminente

Milicianos de las “cortes islámicas” durante una parada en la ciudad de Balad, a cuarenta quilómetros de Mogadiscio. Entre Etiopía y las “cortes islámicas”, que de hecho gobiernan la vecina Somalia, el enfrentamiento parece inminente

¿Qué quiere decir?
SOURAPHIEL: Con las ayudas que llegan del exterior construyen mezquitas, una tras otra. Y algunos de nuestros católicos se sienten inferiores. Me gustaría hacerles entender a los occidentales que luego la gente ama sus iglesias, que no han de ser grandes, sino hermosas.
¿Hay vocaciones?
SOURAPHIEL: Gracias a Dios no faltan, tanto para los religiosos como para el clero diocesano.
¿Cómo deciden?
SOURAPHIEL: Mediante el ejemplo: quieren buenos ejemplos de los sacerdotes y de los religiosos.
¿Cómo celebrarán esta Navidad en Addis Abeba?
SOURAPHIEL: Sencillamente y según la tradición oriental. La celebramos el 7 de enero, no el 25 de diciembre, como en su país. No tenemos montones de árboles de Navidad, ni regalos, ni nada de eso… es más que nada una fiesta religiosa. En las ciudades algunas familias cristianas hacen el pesebre, sobre todo para los niños, porque es una fiesta de los niños también en Etiopía, y tradicionalmente en Navidad los etíopes juegan a hockey [el gena, el hockey etíope, que según la leyenda era el juego que estaban practicando los pastores la noche que nació Jesús, n. de la r.]. Nosotros amamos la Navidad quizá porque a los tres Reyes Magos aquí se les quiere mucho: uno de ellos era etíope.


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