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CHINA
Sacado del n. 06/07 - 2007

Virgen de Shesan, auxilio de los cristianos, ¡Ruega por nosotros!



por Aloysius Jin Luxian


El obispo Aloysius Jin Luxian

El obispo Aloysius Jin Luxian

La Carta pastoral del Papa dirigida a la Iglesia de China, objeto de la preocupación de los fieles de todo el mundo, esperada por los fieles de toda China, fue por fin publicada el 30 de junio. ¡Demos gracias al Señor!
Tras la publicación, algunos amigos me mandaron el texto chino. Lo leí dos veces con gran atención y me conmovió mucho. Tras recibirla, fui a mi capillita y la medité en el corazón. ¡Amén, aleluya! Luego, junto con los sacerdotes, estudié este documento. Ahora quisiera compartir con todos vosotros mi primera comprensión.
Como pastor universal, con espíritu de padre espiritual y misericordioso, con serenidad y calma, basándose en la Sagrada Escritura, en los documentos del Concilio Vaticano II, en el Código de Derecho canónico y en las enseñanzas del difunto papa Juan Pablo II sobre China, el Papa nos expone de manera clara y sencilla la naturaleza, la misión, la tarea, la organización de la Iglesia de Cristo. Me produce el sentimiento de hallarme en una gran lección de eclesiología, me hace amar aún más a nuestra Iglesia, y me infunde la determinación de dar un paso más en mi cargo de obispo local para realizar pronto la esperanza y el compromiso de Jesús por “un pastor y un rebaño”.
La Carta pastoral del Papa va dirigida a la Iglesia católica en la República Popular China. Esta Iglesia católica que vive en la República Popular China es una sola, no hay dos, no hay partes clandestinas y partes oficiales. Toda la Iglesia que existe en China cree unánimemente en la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Tenemos juntos un solo pastor, vivimos juntos en un solo rebaño. Esto lo expresa el Papa claramente y sin ambigüedades. Llegados aquí quisiera dirigirme a los amigos del exterior, que se preocupan de nuestra Iglesia: os pido que estéis unidos al Papa, que no habléis más de nuestra Iglesia como de dos Iglesias, favoreciendo a la una y negando a la otra, colocando en nuestra cabeza etiquetas como “fieles” y “no fieles”, “oficiales” y “no oficiales”.
La Santa Sede comprende perfectamente las circunstancias del pasado y del presente de nuestra Iglesia, le preocupa lo que nos espera en el futuro y las situaciones de hoy. Como pastor universal la mirada delPapa va dirigida naturalmente hacia lo que está enfrente y no se queda en el pasado. Para nosotros, los acontecimientos de ayer pertenecen al pasado, para el Padre eterno no es así, todas nuestras palabras y todas nuestras acciones existen para siempre ante Él. No pueden borrarse. El premio de Dios supera infinitamente nuestros méritos y nuestras esperanzas.
La Iglesia en China es solo una. Hermanos y hermanas, juntos atravesamos el río, vivimos juntos en armonía y gozo. Esta es la esperanza más querida por el Papa.
Pero en su Carta pastoral el Papa también escribe con sobriedad: «Estas indicaciones, que atañen a la naturaleza misma de la Iglesia universal, tienen un significado particular para la Iglesia en China. En efecto, vosotros no ignoráis los problemas que ella está afrontando para superar —en su interior y en sus relaciones con la sociedad civil china— tensiones, divisiones y recriminaciones». Por eso el Papa subraya la necesidad del perdón y la reconciliación, y dice: «Este camino no podrá realizarse de un día para otro».
Nuestra diócesis de Shangai luchará con todo el corazón, con toda la energía y sin cansarse para realizar lo antes posible la esperanza del Papa.
La Iglesia fuera de China, en cada país y en algunos territorios, dispone de los organismos de las Conferencias episcopales y de las asambleas de los obispos. La situación de China es distinta de lo normal. Hace veinte años, la Iglesia en Taiwán organizaba una conferencia episcopal denominándola Conferencia episcopal de la Iglesia en China. El Papa precedente les indicó que con ese nombre no era correcto, porque sus miembros eran solo los pocos obispos ordinarios de la isla de Taiwán. Había que rectificar el nombre. El Papa les indicó que no podían llamarse Conferencia episcopal de la Iglesia china, sino Conferencia episcopal de Taiwán. Los obispos de Taiwán aceptaron con gozo la indicación del Papa y cambiaron de nombre.
Una vez algunos obispos clandestinos de China crearon una Conferencia episcopal china, mandando un informe a Roma para que fuera aprobada. Roma no aprobó. La razón era muy sencilla: esa organización no incluía a obispos “públicos”.
La Conferencia episcopal “pública” fue fundada hace más de diez años. Naturalmente, no se mandó ningún informe a Roma. Y sin informe, ¿cómo se podía aprobar? Una conferencia episcopal nacional ha de incluir como miembros a todos los obispos del país, y solo después de que su nombre corresponda a la realidad, puede convertirse en conferencia episcopal nacional. Espero que esto ocurra pronto.
La Carta pastoral advierte: «La pretensión de algunos organismos, que el Estado ha querido y que son ajenos a la estructura de la Iglesia, de ponerse por encima de los Obispos mismos y de dirigir la vida de la comunidad eclesial, no está de acuerdo con la doctrina católica». Evidentemente el Papa alude a la Asociación patriótica. La Asociación patriótica fue fundada hace cincuenta años. Esta vez la Santa Sede revela por primera vez su posición. Para ella la Asociación patriótica tiene tres connotaciones: primero, está fundada por el gobierno; segundo, es ajena a la estructura de la Iglesia; tercero, se coloca por encima de los obispos para guiar a la Iglesia. Yo he sido obispo en Shangai durante casi veinte años. La Asociación patriótica en Shangai nunca se ha colocado por encima de mí; al contrario, ha aceptado mis directrices. A comienzos del siglo XX, Shangai tenía una organización de la Acción católica. Entre sus miembros había personajes eminentes como Lu Baihong, Zhu Zhiyao y otros. Por su ayuda en la evangelización, el Vaticano los distinguió con decoraciones. Escribieron una página gloriosa de la historia de la diócesis de Shangai. Sirvieron también como puente entre la diócesis y el gobierno, resolvieron problemas que los misioneros extranjeros no podían resolver. Yo siempre espero que los católicos de la diócesis de Shangai sigan en el espíritu de la Acción católica, desarrollando el espíritu que los laicos deben tener. Yo digo a menudo: «El siglo presente será el tiempo de los laicos; yo alimento una gran esperanza con respecto a los amigos maduros de Shangai».
Quisiera referirme a la segunda parte de la Carta del Papa, que indica las normas de la vida pastoral.
Aunque la diócesis de Shangai hace veinte años que desarrolló su propia Iglesia según el espíritu del Evangelio, del Código de Derecho canónico y de los documentos del Concilio Vaticano II, en la actualidad hemos de sentarnos a reflexionar y hallar las carencias y así tomar medidas para cuidar en el futuro aún mejor la diócesis y las parroquias.
Las ediciones en lengua china e inglesa de la Carta del Santo Padre Benedicto XVI a los obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China publicada el 30 de junio de 2007

Las ediciones en lengua china e inglesa de la Carta del Santo Padre Benedicto XVI a los obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la Iglesia católica en la República Popular China publicada el 30 de junio de 2007

La Carta pastoral subraya el trabajo de formación del seminario. Esto es realmente muy importante. Pienso que el Papa puede hallar consuelo sabiendo que en la diócesis de Shangai hemos creado un seminario enShenshan. Este era el primer seminario que se abría tras la reforma y la apertura de China al mundo. La diócesis de Shangai ha superado todo tipo de dificultades, como la carencia de libros, la carencia de profesores, la escasez de recursos. Durante los años se formaron más de cuatrocientos jóvenes sacerdotes. En esta ocasión quisiera expresar mi profunda gratitud a los hermanos de la Iglesia en Alemania, Austria y otros lugares, quienes generosamente han apoyado el seminario de Sheshan, y de manera especial a la Sociedad de Maryknoll, la Sociedad del Verbo Divino, la Congregación del Corazón Inmaculado de María, la Orden de los dominicos, la Sociedad de los salesianos, la Sociedad de San Colombano, la Sociedad de Jesús. Os pido que recéis por ellos y pidáis a Dios que les dé una recompensa céntupla.
El último párrafo de la Carta pastoral me provoca gran gozo y consuelo. El Papa decide que la fiesta anual de la Virgen de Sheshan, la Auxiliadora de los cristianos, el 24 de mayo, será fiesta de oración de toda la Iglesia del mundo por la Iglesia en China. Yo pienso que los fieles de Shangai estarán contentísimos de oír tan buena noticia. Gracias, Santo Padre.
Esto es para la diócesis de Shangai un honor muy grande, y al mismo tiempo una obligación muy importante. Ante todo hemos de venerar a la Virgen con un fervor extraordinario, hemos de imitar a la Virgen, comprometiéndonos a ser hijos e hijas suyos, y dando ejemplo a los demás católicos. En segundo lugar, puesto que habrá sin duda muchos fieles que vendrán en peregrinación a Sheshan, los católicos de Shangai hemos de prepararnos adecuadamente, ser anfitriones acogedores, para que los fieles chinos y extranjeros puedan ver en nosotros la gloria del amor divino, llegando de buen humor y volviendo con alegría.
En fin, la Carta pastoral del Papa subraya la función del obispo, hablando como punto esencial de las obligaciones del obispo. Yo siento agitación y miedo. Tengo ya 92 años. El Papa nos recuerda la palabra del apóstol san Pablo: la vida es Cristo y la muerte una bendición. Pido a todos que recen por mí, para que pueda realmente vivir a Cristo y conseguir por fin la felicidad de una muerte en paz. Amén.





Aloysius Jin Luxian
El jesuita Aloysius Jin Luxian nació hace 92 años en un pueblo cristiano de los alrededores de Shangai. Arrestado el 8 de septiembre de 1955, transcurrió más de veinte años en la cárcel y luego en régimen de libertad vigilada. En 1985 aceptó convertirse en obispo de Shangai con la aprobación del gobierno, pero sin el reconocimiento por parte del Papa. En 2005 fue Jin el “organizador” de la ordenación de su sucesor in pectore Giuseppe Xing Wenzhim, nombrado por el Papa, “elegido” por la diócesis, aprobado por el gobierno. Una operación por la que también le llegó a su episcopado la legitimación canónica del Papa, que luego también invitó a Jin a Roma –sin éxito– para el Sínodo sobre la Eucaristía.


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