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RESEÑA
Sacado del n. 06/07 - 2007

El secreto de Fátima


En mayo de 2000 el Vaticano revela el tercer secreto de Fátima. Una revelación que parece acabar con decenios de polémicas e indiscreciones. Parece. Porque, en realidad, no ha sido así...


por Davide Malacaria


La estatua de la Virgen de Fátima

La estatua de la Virgen de Fátima

El día 13 de mayo de 2000 el cardenal Angelo Sodano comunica que el Santo Padre ha decidido revelar el tercer secreto de Fátima. La ocasión se la brinda la beatificación en Portugal de Francisco y Jacinta Marto, dos de los pastorcillos a los que en el lejano 1917 se les apareció la Virgen. Inmediatamente el anuncio da la vuelta al mundo: el secreto, conservado celosamente por el Vaticano, había sido durante decenios objeto de indiscreciones, polémicas e intrigas internacionales.
En su declaración el cardenal Sodano alude al contenido del secreto, pero para conocerlo por entero hay que esperar casi un mes, cuando la Congregación para la doctrina de la fe lo publica. El texto lleva como prólogo una breve presentación firmada por el entonces secretario de la Congregación, monseñor Tarcisio Bertone, y un breve comentario teológico del perfecto del mismo dicasterio, el cardenal Joseph Ratzinger. Siguen anexos y notas. El secreto, resumiendo al máximo, consiste en la visión desoladora de una ciudad en ruinas, llena de cadáveres de mártires, por la que camina, afligido, «un obispo vestido de blanco» (de quien sor Lucía escribe: «Hemos tenido el presentimiento de que fuera el Santo Padre») seguido por obispos y religiosos. El séquito sube hasta la cima de un monte en el que hay una cruz, a los pies de ésta el Papa es asesinado.
Desde el anuncio del cardenal Sodano, el Vaticano identificó al «obispo vestido de blanco» con el papa Juan Pablo II y su asesinato con el atentando cometido contra él por Alí Agca en 1981. Pero inmediatamente esta revelación y la interpretación oficial que la acompaña suscitan perplejidad. Entre otras cosas, muchos señalan una diferencia entre lo que había dicho el cardenal Sodano un mes antes en Fátima, cuando había hablado de un papa que «cae al suelo como muerto», y el escrito, que habla de una papa inequívocamente «asesinado».
Para complicarle las cosas al Vaticano, las muchas agregaciones de fieles nacidas en torno a Fátima, laicos, sacerdotes y estudiosos que conocen vida, muerte y, podemos decirlo, milagros de todo lo que ha ocurrido en torno a esa prodigiosa aparición lanzan las críticas más duras.
Entre 2006 y 2007, estas críticas se condensan en dos libros de investigación: Il quarto segreto di Fatima, de Antonio Socci, y La profezia di Fatima, de Marco Tosatti. Más adelante hablaremos del contenido de estas obras.

¿Había previsto la Virgen el atentado de Alí Agca?
Una de las controversias más vivas concierne a la identificación del obispo vestido de blanco con Karol Wojtyla. Dicho con otras palabras: ¿Profetizó la Virgen el atentado contra Juan Pablo II? Socci señala en su libro que la interpretación vaticana del secreto no es tan unívoca. Y esto desde el anuncio del cardenal Sodano, cuyas palabras están citadas en el documento dedicado al secreto de Fátima: el prelado explica que los hechos descritos en la visión «parecen ya pertenecer al pasado». «La Señora del mensaje parecía leer con una perspicacia especial los “signos de los tiempos” [el subrayado no es del texto, n. de la r.]». En fin, según Socci, parece que el prelado tiene cierto temor a usar expresiones demasiado asertivas.
No es el único. En la nota teológica, el cardenal Ratzinger explica la coincidencia entre el papa del mensaje y Wojtyla mediante una «elegante» expresión interrogativa: «¿No podía el Santo Padre, cuando después del atentado del 13 de mayo de 1981 se hizo llevar el texto de la tercera parte del “secreto”, reconocer en él su propio destino?».
Dejando a un lado estas notas, que pueden parecer simples sutilezas, es obvio que, tratándose de revelaciones privadas, no estamos ante contenidos de fe. El cardenal Ratzinger puntualiza, en una entrevista concedida el 19 de mayo de 2000 al periódico italiano La Repubblica, que no existen «interpretaciones obligatorias». Por lo demás, es suficiente leer el documento oficial vaticano (que puede bajarse de internet) para ver disipada cualquier duda al respecto. En efecto, un capítulo del comentario teológico se titula significativamente: «Un intento de interpretación del secreto de Fátima». El subrayado es nuestro.
Con todo, y sin entrar en otras consideraciones, los detractores de la versión oficial pueden preguntarse con razón: si el secreto se refería sólo a las persecuciones sufridas por los cristianos en este siglo y al atentado contra el Papa ocurrido en 1981, ¿por qué esperar tanto tiempo para hacerlo público?

Las portadas de los tres libros más recientes sobre el secreto de Fátima

Las portadas de los tres libros más recientes sobre el secreto de Fátima

Secretos públicos y dudas secretas
La interpretación del secreto ha suscitado muchas controversias, pero se quedan en nada si las comparamos con las polémicas que giran en torno al texto. Para poner en claro las cosas lo mejor es comenzar por el principio, es decir, cuando le llega a sor Lucía, en la clausura del carmelo de Coimbra, la petición de su obispo de escribir sobre la revelación.
La monja redacta varias memorias de lo que ha visto y oído en aquel lejano 1917 en la Cueva de Iria: la primera es de 1935, la segunda de 1937 y la tercera lleva la fecha de agosto de 1941. En este tercer escrito, explica Socci, la monja «revela las dos primeras partes del secreto […] da a conocer que existe también una “tercera parte” que por ahora no revela. Algunos meses después escribe la cuarta memoria (fechada el 8 de diciembre de 1941), en la que copia exactamente la precedente, pero al llegar al final del segundo secreto […] añade una frase nueva, que no estaba en el texto del verano: “Em Portugal se conservará sempre o dogma da fé etc.” [En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe etc., n. de la r.]». En fin, en enero de 1944 escribirá el llamado tercer secreto. Los primeros dos secretos, en los que se predecía la Revolución rusa y la Segunda Guerra Mundial, fueron publicados en los años cuarenta, mientras que el tercer secreto, hizo saber sor Lucía, debía ser revelado sólo en 1960. En 1957, sin embargo, la Santa Sede ordena que se envíe el texto a Roma y le pide a la monja el silencio, que seW mantendrá hasta el año 2000, es decir, hasta la publicación del documento El mensaje de Fátima de la Congregación para la doctrina de la fe.
Una publicación, en verdad, con poca suerte. Los críticos de la versión oficial no tardaron en señalar una vistosa anomalía. Al publicar el secreto por entero el Vaticano no publica la cuarta memoria, la del 8 de diciembre de 1941, la última desde el punto de vista cronológico, sino la tercera, la de agosto de 1941, añadiendo luego el escrito de enero de 1944, donde está anotado el tercer secreto. La tercera y la cuarta memoria son similares, como veíamos antes, pero la cuarta tiene esa frase: «En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe etc.», que no existe en la tercera. Ciertamente no se omite completamente esta expresión, sino que se cita en una nota al margen, sin ninguna explicación. Pero precisamente este renglón es el punto central de grandes controversias.
«¿Es posible que las palabras de la Virgen, dadas en persona por la Madre de Dios, puedan terminar con un “etc.”?». Es Socci quien cita esta pregunta, desde luego no banal, de Paul Kramer, autor de La batalla final del diablo. ¿Qué esconde ese etc.? Los críticos observan que no hay ningún nexo lógico entre esta frase y el secreto revelado en 2000. Y que la frase incompleta refiere palabras de la Virgen, parte de un discurso directo, mientras que el secreto consiste en una visión, sin ninguna palabra de ella.
El padre salesiano José dos Santos Valinho es el sobrino de sor Lucía y con ella tenía una relación preferencial. En una entrevista concedida poco antes de la revelación del secreto, declaró: «Creo que esa parte del secreto concierne a la Iglesia, a su situación interna. Quizá dificultades doctrinales, crisis de unidad, rebeliones, divisiones. La última frase del escrito de mi tía, que antecede a la parte aún desconocida del secreto dice: “En Portugal se conservará siempre el dogma de la fe”. Después comienza el fragmento que no conocemos. Pero da a entender que el tema de la parte que falta podría estar relacionado con la última afirmación conocida. Por tanto, en otras partes de la Iglesia este dogma podría vacilar».
No es el único que ha planteado este tipo de hipótesis.

Pablo VI y sor Lucía, Fátima, 13 de mayo de 1967

Pablo VI y sor Lucía, Fátima, 13 de mayo de 1967

La gran apostasía
Sobre el secreto de Fátima han circulado durante años muchas voces y muy diferentes, una de la más repetidas se refiere a la pérdida de la fe por una gran multitud de cristianos. Según esto, la Virgen habría anunciado una gran apostasía. ¿Son sólo leyendas?
Es lo que parece, a la luz de la revelación vaticana. El problema, sin embargo, es que dichas leyendas han sido corroboradas, en los años, por declaraciones de personas que, por su función, habían conocido el secreto. Tosatti dedica todo un capítulo a “Cincuenta años de indiscreciones excelentes”. Presentamos algunas.
Monseñor Alberto do Amaral, obispo emérito de Fátima, afirmaba en una conferencia de 1984: «El secreto de Fátima no habla ni de bombas atómicas ni de cabezas nucleares […]. La pérdida de la fe en un continente es un mal peor que la destrucción de una nación; y es cierto que la fe tiende a disminuir progresivamente en Europa. La pérdida de la fe católica en la Iglesia es mucho más grave que una guerra nuclear» (declaración desmentida en 1986, aunque luego la confirmó en marzo de 1995).
El cardenal Alfredo Ottaviani decía en una conferencia de 1967: «He tenido la gracia y el don de leer el texto del tercer secreto […]. Puedo decirles solamente esto: que vendrán tiempos difíciles para la Iglesia y que hacen falta muchas oraciones para que la apostasía no sea demasiado grande».
También el libro de Socci documenta algunas indiscreciones excelentes. Monseñor Capovilla, secretario de Juan XXIII, seguramente también él conocía el secreto, responde por escrito a una entrevista en 1978. A la pregunta de si el secreto hace referencia expresamente a las jerarquías eclesiásticas, a Rusia o a una «crisis religiosa en el mundo», responde negando las dos primeras hipótesis, pero no dice nada de la tercera. Aún más explícito es el contenido de una carta del cardenal Luigi Ciappi, durante mucho tiempo teólogo de la Casa pontificia, al profesor Baumgartner. En la carta, escrita en 2000, pero publicada en marzo de 2002, el purpurado revela: «En el tercer secreto se predice, entre otras cosas, que la gran apostasía en la Iglesia comenzará por lo alto».
¿Todo mentiras? Y si no lo son, ¿quiere decir que el Vaticano ha publicado un falso? La cuestión es algo más compleja. Basándose en una serie de indicios y testimonios concordantes, muchos críticos de la versión oficial están convencidos de que el secreto consta en realidad de dos partes distintas. Y que la revelada en 2000, escrita en cuatro hojas, es sólo una de las dos partes y ha sido conservada siempre en los archivos del Santo Oficio. La otra parte, la que sigue siendo secreta, escrita en una única hoja, ha permanecido siempre en el aposento de los papas.
Al parecer, un indicio lógico confirma esta hipótesis. Tossati cita la tesis de Andrew M. Cesanek, otro estudioso del secreto de Fátima. Comparando las dos primeras revelaciones y la que fue publicada en 2000, Cesanek observa que las dos primeras revelaciones están caracterizadas por una situación del tipo visión-explicación, mientras que la última carece de explicación. Señala Tosatti: «Cierto que es curioso que de las tres partes la que más requiere una “guía de lectura” sea la que carezca de ella».

Las actas de sor Lucía
El Vaticano, por supuesto, habló también con sor Lucía, la última de los pastorcillos entonces aún viva (falleció en febrero de 2005). Al respecto, el actual secretario de Estado Vaticano, el cardenal Bertone, fue dos veces a Coimbra: la primera el 27 de abril de 2000 y la segunda el 17 de noviembre de 2001 (en realidad el prelado ha declarado que se entrevistó con la monja también el 9 de diciembre de 2003, pero que en esta ocasión habló con ella de cosas relativas a Albino Luciani). De estos dos encuentros tenemos informes, algo parecido a actas, uno de ellos, el segundo, firmado por sor Lucía. Ambos avalan la línea del Vaticano: también para la monja el secreto ha sido revelado íntegro y la escena del papa asesinado representa el atentado de 1981. Pero estas “actas”, fruto de horas de conversación, según los críticos, son demasiado sintéticas, rayan el laconismo y son muy genéricas.
Por exigencias de brevedad proponemos sólo la observación del padre Paul Kramer, contenida en el libro de Socci, el cual ha calculado que del segundo coloquio, que duró unas dos horas, el cardenal Bertone «ha logrado sacar sólo cuarenta y dos palabras importantes (cuarenta y dos) atribuidas entre comillas a la religiosa». Igualmente a propósito de la segunda acta, Socci, poniendo como premisa que la monja habla sólo portugués, se pregunta: «¿Por qué no existe un texto en portugués? Y si existe y –como parece obvio– sor Lucía firmo sólo éste, ¿por qué no se ha publicado el texto en portugués? Y ¿por qué la versión en inglés no lleva la firma de la monja?». Tampoco ha disipado las dudas el libro que la religiosa publicó antes de morir, Los llamamientos del mensaje de Fátima, en que la autora evita profundizar en cuestiones relativas al secreto.
Tosatti señala una frase de este libro especialmente significativa: «Dejo enteramente a la Santa Iglesia la libertad de interpretar el sentido del mensaje porque le pertenece y le compete; por tanto, humilde y voluntariamente me someto a todo lo que ella diga o quiera corregir, modificar o declarar».
En efecto llama la atención que la monja usara verbos como «modificar» y «corregir»

Juan Pablo II en Fátima, con motivo de la beatificación de Jacinta y Francisco Marto, el 13 de mayo de 2000

Juan Pablo II en Fátima, con motivo de la beatificación de Jacinta y Francisco Marto, el 13 de mayo de 2000

El cardenal Bertone y el papa Luciani
Poco después de la publicación del libro de Tosatti, la editorial Rizzoli publicó otro volumen sobre Fátima, esta vez se trata de un libro-entrevista con el cardenal Bertone, preparado por el vaticanista Giuseppe De Carli. En el libro el purpurado confirma la versión oficial, la enriquece con detalles inéditos, pero evita responder a las cuestiones planteadas por los críticos.
Por lo que nos concierne nos limitamos a evidenciar un pasaje del libro de De Carli que, a un lector común, podría plantearle otras preguntas.
Se le pregunta al cardenal Bertone sobre la relación entre Fátima y Albino Luciani. La cuestión es conocida: el entonces patriarca de Venecia, poco antes de ser elegido Papa, fue a visitar a sor Lucía. Esta, según las hipótesis de algunos, le predijo su pontificado y su muerte cercana. El cardenal Bertone responde negando que la religiosa hiciera una profecía semejante. Y presenta al respecto un escrito de Luciani, fechado en enero de 1978, que describe sintéticamente el contenido del coloquio.
Sor Lucía, anota el patriarca de Venecia, le había hablado de la necesidad de tener «cristianos y especialmente seminaristas, novicios y novicias decididos seriamente a ser de Dios sin reservas», etc. Luego Luciani, tras referir que le ha preguntado sobre la danza del sol (espectacular milagro de Fátima), se pregunta: «[…] alguien se preguntará: ¿se interesa un cardenal de revelaciones privadas?». Sí, responde, explicando que el «Evangelio lo contiene todo», pero que para los cristianos es menester también « escrutar los signos de los tiempos». «Y, detrás del signo, es oportuno poner atención en las cosas que subraya ese signo. ¿Cuáles?», se pregunta con ese estilo suyo simple y lineal. Y enumera cuatro cosas que, según él, indicó la Virgen en aquel lejano 1917 explicándolas una por una: arrepentirse, orar, rezar el rosario y, por último, no olvidar que el infierno existe.
En los renglones que el patriarca dedica a la oración hay, sin embargo, una alusión que llama la atención. Luciani señala la dificultad que encuentra esta práctica en sus contemporáneos. Y termina diciendo: «No soy yo, sino Karl Rahner el que ha escrito: “Se está dando dentro de la Iglesia una entrega exclusiva del hombre a las realidades temporales, que ya no es una opción legítima, sino apostasía y caída total de la fe”». ¿Apostasía?
En resumen, a pesar del documento del 2000, el secreto de Fátima sigue rodeado de un halo de misterio. Mensaje denso de enigmas amenazadores, para muchos. Pero no para el fiel sencillo, que lo ve repleto de consuelo y esperanza, allí donde la palabra misterio ritma y acompaña el rezo del rosario. Una oración que, precisamente en aquel lugar, se ha enriquecido con esa jaculatoria de dulce misericordia que la Virgen quiso entregar a los tres pastorcillos y, a través de ellos, a toda la Iglesia. Y creemos que es precisamente por eso por lo que la aparición de Fátima ha entrado en el corazón del pueblo cristiano. Al final de este artículo deseamos recordarla.


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