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ORIENTE PRÓXIMO
Sacado del n. 08 - 2007

Cristianos en las tierras del Corán

Con Jesús en medio del islam


«Se lo digo siempre con tanto amor a los judíos: estáis llamados como yo a la fe en Jesús. Y también se lo digo a los musulmanes. Jesús llama de verdad a todos. La suya no es una nueva religión contra las de antes o las de después. Es algo diferente. Es otra cosa». Entrevista a Grégoire III Laham, patriarca de Antioquía de los greco-melquitas


Entrevista a Grégoire III Laham por Gianni Valente


Sobre la situación presente y el destino de los cristianos de Oriente Próximo siguen concentrándose diferentes preocupaciones. Unos, siguiendo al Papa, expresan de este modo la solicitud por los dramas y los sufrimientos que vive la inerme grey de Cristo en las tierras donde comenzó el cristianismo. En otros casos, tanto interés parece a menudo predeterminado por factores de partidismo socio-cultural.
Pocos escuchan las argumentaciones y las razones de los cristianos árabes. Pocos toman como punto de partida su punto de vista sobre lo que está sucediendo en el polvorín de Oriente Medio.
Por eso puede resultar útil escuchar a su beatitud Grégoire III Laham, patriarca de Antioquía de los greco-melquitas desde 2003.

Grégoire III

Grégoire III

Para muchos lo que está sucediendo en Irak es el epicentro de un fenómeno más grande: la desaparición de los cristianos en todo Oriente Próximo.
GRÉGOIRE III LAHAM: Jesús nos dijo que no tuviéramos miedo. Y nosotros estamos siempre a un paso de tener miedo. Pero un pastor debe animar a su pueblo. No podemos caer en el pánico. En Irak hay una situación terrible de crímenes, venganzas y terror. A los cristianos les sucede lo que les sucede a los demás. A Siria ha llegado un millón y medio de refugiados iraquíes, y de estos los cristianos son una pequeña minoría. Quiere decir que todo el mundo huye de ese país. Sé que en Occidente hay quien está jugando con estas cosas. Pero no me parece útil para los cristianos de aquí el intento de separar sus sufrimientos de los de los demás.
La guerra ha traído consigo también la persecución, dice el patriarca caldeo Emmanuel III Delly.
GRÉGOIRE III: Todo enfoque de los problemas de aquí que no se base en criterios meramente políticos repercute sobre nosotros. Ha sucedido en Irak. Los americanos llegaron casi con la intención declarada de una cruzada nueva, que cambiase el rostro de Oriente Próximo. Ahora oigo en Líbano que tachan de “cruzados” a los soldado del UNIFIL. Y a los cristianos se les asocia siempre con estas estrategias occidentales. Escribí en la última carta de Navidad: «Queridos musulmanes, no podemos tolerar que entre vosotros se nos defina como los aliados de los “cruzados”. Vivimos, trabajamos, luchamos con vosotros. Construimos con vosotros el futuro de estas naciones».
En ciertos análisis se describe sin más Oriente Próximo como un lugar de persecución de los cristianos.
GRÉGOIRE III: Aquí en Siria el gobierno trata a las iglesias como trata a las mezquitas. Estamos exentos de pagar la electricidad y otros servicios. El año pasado, un decreto presidencial aprobado por el Parlamento estableció que los católicos, en cuestiones que atañen a los derechos individuales como las matrimoniales y de herencia, siguen normas jurídicas propias. En la práctica, han tomado el derecho canónico para las Iglesias orientales y lo han trasladado al derecho civil. Una o dos veces al año voy con mi vicario a visitar al presidente Assad y a sus colaboradores. Fue él quien quiso comer con todos los patriarcas y jefes de las Iglesias con ocasión de la Pascua. Hablamos de política, incluidas las relaciones entre Oriente y Occidente. Y luego vienen a vernos ministros, parlamentarios, jeques.
Siria, según algunos, sería un Estado canalla. Pero en Oriente Próximo, cuando los cristianos huyen, vienen a Damasco.
GRÉGOIRE III: Nosotros aquí tenemos la mejor situación de todo Oriente Próximo. Rezamos para que se mantenga. Existe siempre el peligro de que todo esto sea desestabilizado, tal vez por quienes quieren forzar los hechos para crear una situación de poder en la zona.
¿Se da también en Siria un crecimiento del integrismo religioso entre la población?
GRÉGOIRE III: Hay un contagio integrista en todo el mundo, y no sólo en Oriente Próximo. Aquí en Siria el gobierno es fuerte y trata de poner barreras. Por ejemplo, con los jóvenes se trabaja mucho con los libros de formación cívica. Y también los textos de catecismo y de enseñanza religiosa, incluidos los nuestros, se someten al examen de los ministerios de Educación y de Cultura. Se vigila para garantizar que estén inspirados en el respeto recíproco y la convivencia, sin instigaciones al odio y al desprecio por las otras religiones. Nuestro texto está en vigor desde hace más de cuarenta años, una comisión mixta de sacerdotes y profesores de las distintas Iglesias lo revisó en 2002, bajo el control del Ministerio de Educación. Estoy muy orgulloso de esto.
Según usted, ¿qué criterios deben inspirar la actitud de los cristianos hacia los creyentes islámicos?
GRÉGOIRE III: En el Vaticano nos dicen a veces que los cristianos orientales debemos trabajar con el islam para favorecer los derechos humanos, la emancipación de la mujer, la libertad religiosa. Pero ¿qué quiere decir? Nosotros tenemos una relación única, específica, con el islam, que no es la que tienen ustedes en Europa, con las minorías islámicas. Digo siempre que somos la Iglesia del islam.
Es una expresión que le gusta. La usa a menudo.
GRÉGOIRE III: También el periódico egipcio Al-Ahram escribió que es la fórmula más lograda para describir la situación común de los cristianos en los países árabes. El islam es el contexto en que vivimos, con el que somos históricamente partícipes. Hemos vivido 1.440 años entre ellos. Comprendemos el islam desde dentro. Cuando oigo un versículo del Corán, para mí es una expresión de la civilización a la que pertenezco. A nosotros nos toca dar testimonio de Cristo en el mundo del islam. Tenemos una responsabilidad única. No podremos responder como Caín, cuando el Señor le preguntó dónde estaba Abel.
La antigua iglesia del monasterio de Mark Sarkis, de los monjes melquitas de Cristo Redentor, en la aldea cristiana de Maalula, Siria

La antigua iglesia del monasterio de Mark Sarkis, de los monjes melquitas de Cristo Redentor, en la aldea cristiana de Maalula, Siria

En las tierras del islam no son posibles estrategias misioneras.
GRÉGOIRE III: Pero se pueden aprovechar los contactos humanos. Mostrar un Iglesia que los ama. Valorizar todas las afinidades y las simpatías posibles. Los dicasterios vaticanos pueden escribir documentos y más documentos, pero luego nos toca a nosotros dar testimonio de Cristo ante nuestros hermanos islámicos en la vida de todos los días.
¿Puede hablarnos de algún ejemplo concreto?
GRÉGOIRE III: Una vez, al final del Ramadán, el gran muftí de Damasco, Ahmed Kaftaro, me invitó a predicar desde el púlpito de la mezquita. También cuando estaba en Jerusalén fui escuchado muchas veces en la mezquita, después de las manifestaciones de los palestinos. Ser Iglesia del islam quiere decir también esto.
Mientras tanto, en Occidente, aumenta el número de los que sostienen que la violencia es un elemento arraigado en la naturaleza misma del islam.
GRÉGOIRE III: Son desfiguraciones que toman como pretexto una lectura falsa del discurso de Ratisbona, lectura que el propio Papa desaprobó. La cita de Manuel Paleólogo, que hizo estallar tantas reacciones violentas, estaba aislada de su contexto, un debate muy amplio entre el emperador y el sabio islámico, que duraba incluso días. El Papa no tenía ninguna intención de ofender al islam. Por lo demás, también el Evangelio puede ser objeto de manipulaciones malignas y falsas. Por ejemplo, cuando Jesús dice: «No he venido a traer la paz, sino la espada».
Los intelectuales occidentales más polémicos con el islam llegan a decir que «nuestro Dios no es su Dios…».
GRÉGOIRE III: Con los hermanos islámicos evitaría discusiones teológicas interminables para establecer si adoramos o no adoramos al mismo Dios. Me parecen cuestiones de academia teológica. El misterio de Dios es muy grande, no podemos comprenderlo. Ante él, exclamamos: ¡qué bello! Pero, ¿qué es lo que comprendo de esta belleza?, ¿qué comprendo de Dios? Cuando confesamos el misterio de la Trinidad, tal vez la belleza de este misterio puede tocar y sorprender también a los demás. Pero luego no es tarea nuestra “demostrar” este misterio. Se corre el riesgo de ser temerarios. Por tanto, mejor quedarse con lo que dice el Concilio Vaticano II: «La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios», y «veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente». Por lo demás, tampoco el judaísmo reconoce la Trinidad y la divinidad de Jesús, Hijo de Dios.
A veces se presenta a las Iglesias de Oriente como receptáculos de antisemitismo.
GRÉGOIRE III: Es todo lo contrario. Se lo digo siempre con tanto amor a los judíos: estáis llamados como yo a la fe en Jesús. Y también se lo digo a los musulmanes. Jesús llama de verdad a todos. La suya no es una nueva religión contra las de antes o las de después. Es algo diferente. Es otra cosa. Something else, como dicen los ingleses.
Respecto a las relaciones con los cristianos ortodoxos, hace unos años se planteó la hipótesis, como experimento local de reconciliación, de volver a la plena comunión entre su Iglesia y el patriarcado ortodoxo de Antioquía.
GRÉGOIRE III: Quizá cultivamos ese proyecto con demasiada euforia, como si fuera algo realizable de hoy para mañana. El patriarca Máximos, mi predecesor, era anciano. Desde Roma nos llegó un llamamiento: sigan dialogando, pero no lleguen a resultados definitivos en campo teológico sin un acuerdo con la Santa Sede. Por desgracia nuestra jerarquía entendió que había que pararse. De todos modos, con los ortodoxos mantenemos relaciones de fraternidad, incluidos los retiros comunes del clero.
Según usted, ¿cuáles son las perspectivas del diálogo católico-ortodoxo que se está llevando a cabo sobre la colegialidad y el primado?
GRÉGOIRE III: La Iglesia ortodoxa no puede aceptar la eclesiología romana en cuanto tal. Hay que comprender que la eclesiología que se ha desarrollado en la Iglesia latina no puede ser importada a los cristianos orientales. Ellos pueden aceptar el primado del papa como titular de la prima sedes y como última instancia a la que recurrir. Pero no la práctica del centralismo, sin colegialidad real. Si Roma quiere seguir adelante hay que retomar las fórmulas que Ratzinger expuso en los años setenta sobre la relación con las Iglesias de Oriente.
En campo católico, también respecto al diálogo con los ortodoxos, se parte a menudo de la relación entre Iglesia universal y la Iglesia local.
GRÉGOIRE III: La Iglesia universal no es la suma de muchas Iglesias locales. Tampoco es un concepto abstracto. La Iglesia de Cristo existe concretamente en un determinado lugar. El papa san Clemente escribió su carta encabezándola con estas palabras «La Iglesia de Dios, que habita en Roma, a la Iglesia de Dios que habita en Corinto». No escribió a la Iglesia “local” de Corinto. Donde están los sacramentos, la fe, el Credo, ¿qué falta? También está el Papa, porque el obispo o el párroco que celebran la Eucaristía están en comunión con el Papa. La Iglesia una, santa, católica y apostólica está presente también en una pequeña parroquia donde el sacerdote dice misa ante uno o dos fieles. No hay “más” Iglesia si están todos los obispos reunidos en Concilio. Una gota del mar tiene todos los elementos del resto del agua del mar. Así cada Iglesia en un determinado lugar posee todos los elementos de la única Iglesia de Cristo.
El patriarca de Antioquía de los greco-melquitas, Grégoire III

El patriarca de Antioquía de los greco-melquitas, Grégoire III

¿Qué les responde a los que dicen que las Iglesias católicas orientales son un obstáculo para la reconciliación con los ortodoxos?
GRÉGOIRE III: Las Iglesias orientales católicas se convierten en un problema sobre todo porque los ortodoxos ven el tratamiento que a veces reciben. Se las define Iglesias sui iuris, pero luego no se reconoce que el patriarca es cabeza y padre de su Iglesia. Se nombran obispos para nuestras comunidades en el extranjero, por ejemplo en los países americanos, y nosotros no tenemos cartas en el asunto. A nuestros obispos les llegan formularios en que se les pregunta de qué Congregación dependen. Quién sabe lo que pensarían los patriarcas y metropolitanos ortodoxos: ¿yo patriarca, yo obispo, “dependo” de una oficina vaticana? ¿Qué quiere decir?
Se dice que las Iglesias orientales tienen demasiadas curias, celosas de sus prerrogativas, y pocos fieles, cada vez menos. Se ofrece un espectáculo de división precisamente donde las minorías cristianas deberían unirse. ¿Qué piensa de esta objeción?
GRÉGOIRE III: También en Italia hay algunas diócesis muy pequeñas. Y además aquí hay un elemento de la tradición que hay que respetar. Una comunidad de fieles siro-católicos u ortodoxos, por muy pequeña que sea, no puede ser asimilada a los greco-ortodoxos, a los latinos, a los caldeos. Vaya a oír sus liturgias, a escuchar sus himnos… Ya en el Concilio Vaticano II algunos aludieron a esta idea: unamos a todos los cristianos de un país bajo un único rito y un único obispo o patriarca. En Líbano, el maronita, en Siria, el melquita, en Egipto, el copto… Pero sólo quien las ve desde lejos, con ojo de contable más que de pastor, puede pensar en homologar tradiciones tan variadas y tan ricas.
¿Que les responde a quienes desaprueban su animosidad hacia Roma?
GRÉGOIRE III: Estamos en Damasco. Aquí, desde que en 1724 volvimos a la comunión con el obispo de Roma, hemos estado fuera de la ley durante 120 años. Los sacerdotes iban con el hábito para las liturgias escondido en cestas, entraban en las casas y celebraban la misa en voz baja. Hemos sufrido mucho para afirmar nuestra comunión con la sede de Roma. Es una señal de lo mucho que nos importa.


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