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EL REY ABDULÁ DE ARABIA EN...
Sacado del n. 10 - 2007

La histórica visita del rey de Arabia Saudí al Vaticano

Regalo simbólico, confianza real


El 6 de noviembre por primera vez un soberano saudí, guardián de las dos mezquitas sagradas de la Meca y Medina, se entrevistó con un papa, al que además donó simbólicamente una espada de oro. De este modo el rey Abdulá y el papa Benedicto emprendían un camino que abre perspectivas nuevas. Entrevista con el embajador saudí ante el Estado italiano, Mohamed Ibrahim Al Jaralá


por Giovanni Cubeddu


Benedicto XVI con el rey de Arabia Saudí, Abdulá ben Abdulaziz al Saud

Benedicto XVI con el rey de Arabia Saudí, Abdulá ben Abdulaziz al Saud

Cuando una buena novedad ocurre llega a ser más grande que las razones de las que nace, y tiene que ver con la esperanza. La esperanza que se desprenden de las palabras del embajador saudí ante el Estado italiano, Al Jaralá, pronunciadas con motivo de la visita del rey Abdulá a las grandes capitales europeas, a Italia y al Vaticano. «Su majestad está haciendo todo lo que está en su mano para fortalecer las relaciones del país con nuestros socios en el mundo. Desde todos los puntos de vista».
El reino saudí, empujado también por motivos internos, está pidiendo que se reconozca y mantenga su peso de país árabe guía en la comunidad internacional. Oriente Medio sigue ocupando el primer lugar en la agenda de los problemas: aceptar o no a Irán como potencia regional, administrar el desastre iraquí que ahora tiene que afrontar el conflicto turco-curdo, estabilizar Líbano y volver a encauzar el eterno conflicto-proceso de paz entre israelíes y palestinos. Mientras Washington hace ya tiempo que se encuentra en campaña electoral, y en Moscú se celebrarán en pocos meses tanto las elecciones parlamentarias como las presidenciales.
Este es el marco de los recientes viajes del soberano saudí Abdulá ben Abdulaziz al Saud a España, Francia y Polonia, y de su última visita a Gran Bretaña, Alemania, Turquía, Italia y Egipto. Pero en Roma, por primera vez un rey saudí, guardián de las dos mezquitas más sagradas del islam, ha cruzado los umbrales del Palacio Apostólico Vaticano para entrevistarse con el pontífice, Benedicto XVI.

Justicia para Oriente Medio
El embajador Mohamed Ibrahim Al Jaralá es un culto y afable ingeniero civil que ha estudiado en Estados Unidos, y que ha escalado muchos peldaños en Riad en el campo de los negocios y luego de la política. Desde enero de 2006 representa en Italia al Reino saudí. Ha preparado y acompañado a su majestad Abdulá en su viaje italiano y vaticano. Con él queremos hablar del comunicado de prensa vaticano del 6 de noviembre de 2007, día del encuentro entre el papa Benedicto y el rey Abdulá. Según el texto del comunicado, en el coloquio se tocaron temas «importantes para los interlocutores», es decir, el «diálogo intercultural y religioso, encaminado a la pacífica convivencia entre hombres y pueblos, y el valor de la colaboración entre cristianos, musulmanes y judíos para la promoción de la paz, la justicia y los valores espirituales y morales, especialmente en apoyo de la familia». En el comunicado, además, se hace una delicada mención a la «presencia positiva y laboriosa de los cristianos». Se alude también a un «intercambio de ideas sobre Oriente Medio y sobre la necesidad de llegar a una solución justa de los conflictos de atenazan a la región, especialmente el israelo-palestino». Dice el embajador: «Qué duda cabe que mi país tiene reales deseos de ver una solución justa al problema palestino, en lo que llevamos tiempo trabajando… y en lo que seguiremos trabajando. En Líbano, en proceso de elegir al nuevo presidente, nosotros tratamos de ayudar a todos nuestros amigos, que están tanto en la mayoría de gobierno como en la oposición… Por lo que respecta a Irak, nuestra opinión es más compleja. Lo que ha pasado es realmente doloroso, nuestros amigos americanos han cometido un error tremendo. Ante todo atacando a un Estado soberano sin la autorización de nadie, simplemente porque a ellos no les gustaban los líderes de aquel país. Y luego deshaciendo el ejército, desmantelando sus fuerzas de seguridad. Episodios que no permiten que se hable de su presencia en Irak en términos positivos. Por ello se ha de hacer algo para reconstruir el puzzle de las facciones en Irak y volver a una solución formal. Hay que reconstruir el ejército y todas las fuerzas de seguridad, para que pueda mantenerse la paz. Al pueblo iraquí hay que ofrecerle obligatoriamente la posibilidad de reunificarse y de funcionar como lo que siempre ha sido: un importante país árabe».

La espada de oro adornada con piedras preciosas, regalo del Soberano saudí al Sumo Pontífice

La espada de oro adornada con piedras preciosas, regalo del Soberano saudí al Sumo Pontífice

Bombas no, diplomacia sí
Con respecto a Irán, Al Jaralá añade: «Siempre hemos dicho que a nosotros no nos gusta ver que ningún país tenga capacidad nuclear con fines militares, incluido Irán. Nos gustaría un Oriente Medio libre de cabezas nucleares, pero del mismo modo creemos que no puede nacer ninguna solución de acciones extremas. Arabia Saudí no razona en términos de blanco o negro, y aunque no queremos de ningún modo que Irán posea la bomba atómica, tampoco pedimos que para evitar esto haya que bombardear Teherán: siempre existe una solución diplomática. Pacífica y sin consecuencias negativas. Esto es lo que deberíamos hacer, con la ayuda de todos los países interesados, incluidos los Estados Unidos, Europa y los vecinos de Irán». Es menester, pues, dar vuelta a la página. «Le hago una síntesis de nuestra política exterior actual: somos un país que desea la paz y no quiere la guerra con nadie, salvo en caso de legítima defensa. Por eso tenemos tantas cosas en común con Italia».

«Rezamos ambos a Dios de la manera que a nosotros nos gusta»
Las agencias de prensa saudíes dieron puntualmente cuenta de los temas del diálogo entre el rey Abdulá y el papa Benedicto, enmarcándolos en el gran contexto del “diálogo interreligioso y de civilizaciones”. Tanto el Rey como el Papa convinieron en que «la violencia y el terrorismo nada tienen que ver con una religión o una madre patria».
¿Pero cuál es hoy la política exterior del que hoy se considera por excelencia el país regido según las normas de la sharía? La respuesta de Al Jaralá es fácil: «No creo que haya que elegir entre ser religioso y no tenerlo que ser para poder administrar una política internacional de éxito y tener buenas relaciones con los demás. Nosotros creemos que las religiones monoteístas tienen las mismas finalidades y que todas promueven el bien y combaten el mal en la sociedad. También en lo que respecta a la moral compartimos los mismos fines. Por eso, para ser breve, usted y yo podemos rezar a Dios de la manera que prefiramos, pero esto no impide que tengamos relaciones económicas, políticas, culturales y de seguridad. Esto se entiende fácilmente: sobre estos temas tenemos prácticamente el mismo enfoque y esto nada tiene que ver con la religión, que no representa un obstáculo sino que por el contrario puede ayudar a solucionar temas y problemas mundiales».
Sobre esta base, pues, le preguntamos al embajador qué significado ha adquirido desde su punto de vista esta primera visita de su Rey al Papa. «Su santidad el Papa y su majestad el Rey de Arabia Saudí tienen ambos responsabilidades espirituales y morales, respectivamente hacia los cristianos y los musulmanes. Por eso de su encuentro puede derivarse solo una buena comprensión recíproca y un continuo diálogo entre los líderes de De ahora en adelante el Papa y el Rey, «mediante buenas palabras y tentativas que posean espiritualmente un valor simbólico, deberían alentar a sus fieles a empeñarse en ser flexibles, comprensivos y amantes de la paz. A mi modo de ver ello contribuiría a hacer más estable la paz en el mundo».

Refugiados palestinos en el campo 
de Shatila, Líbano

Refugiados palestinos en el campo de Shatila, Líbano

Plena confianza en el papa Benedicto
También el intercambio de dones entre el papa Benedicto y el rey Adbulá fue una verdadera sorpresa: el soberano le llevó al Papa una espada de oro, adornada con piedras preciosas. Hecho por un árabe es un regalo indicativo y nada casual. Le pedimos al embajador que nos lo aclare: «En la tradición árabe donarle a alguien un arma, un objeto simbólico como una espada, significa depositar en esa persona la confianza. Quien recibe el arma debería también usarla, si lo desea, contra quien se la ha regalado. Este es el origen del simbolismo. El episodio del regalo al Papa lo confirma. Sin embargo, hay gente que ha pensado que estábamos intentando asustar. No es este, desde luego, el significado. En realidad, lo que dice es que todos esperamos tener un objetivo por el que trabajar: paz y prosperidad para nuestro pueblo y para el resto del mundo. Fue un gesto de profunda confianza en el interlocutor. También hay que decir que para los árabes un arma puede formar parte del traje tradicional». Termina diciendo: «Aunque ya ha ocurrido en otras ocasiones que el Rey hiciera un regalo parecido, esta es sin duda la primera vez que se le entrega una espada a un Papa en un acto de confianza».

Adelante con el “triálogo”
Ya se ha puesto de relieve que el papa Benedicto y el soberano saudí tocaron el tema del «valor de la colaboración entre cristianos, musulmanes y judíos». El embajador saudí, sin embargo, enseña inmediatamente el dossier más espinoso: la cuestión palestina. «Espero que Su Santidad pueda hacer algo más para que se concretice una paz justa para los palestinos, que hoy son víctimas por algo que no cometieron. Europa sufre probablemente por un pecado de su pasado, durante la Segunda Guerra Mundial. Pero he de decir, sin dudarlo un instante, que los pobres palestinos nada tienen que ver con esta situación. Y no deberían ser castigados por ello. Hemos llegado a un punto en que quizá sea necesario recordar que si todo esto continúa podría llegarse a otro Holocausto. Esta vez, sin embargo, las víctimas no serían los judíos». Volver a lanzar el proceso de paz israelo-palestino le compete ahora a la Conferencia de Annapolis, en Maryland –apoyada por los Estados Unidos–, cuyos resultados tendrán que someterse a prueba. Sobre estos Al Jaralá comenta con palabras severas: «Depende de lo que nuestros amigos americanos hagan de verdad para llegar o no a la paz, porque tengo la impresión de que los israelíes no la quieren seriamente. Sobre el tema de que Hamás no reconoce la existencia de Israel, los israelíes crean asentamientos, confiscan tierras palestinas, encarcelan a líderes políticos y miembros del Parlamento palestino. Le he oído decir al presidente italiano Napolitano que si él hubiera nacido en uno de los campos de prófugos palestinos probablemente se hubiera rebelado contra el ocupante. Creo que también el presidente Andreotti dijo algo parecido. Que además no es más que lo que había afirmado ya públicamente también el ex primer ministro israelí Ehud Barak. Si yo hubiera sido palestino, también habría hecho resistencia armada. No se puede evitar ver lo que Israel está haciendo allí, habiendo ocupado Jerusalén, incluida la parte este, que es al cien por cien palestina. No creo que los israelíes puedan imaginar que van a disponer tanto de la paz como de toda la tierra, esto es seguro».

«Espero que Su Santidad pueda hacer algo más para que se concretice una paz justa para los palestinos, que hoy son víctimas por algo que no cometieron»
La mezquita y el rabino
Sin embargo, el diálogo con los judíos y los cristianos continúa en otras latitudes y a otros niveles. También esto tiene un valor. No hay más que echarle un vistazo a la mezquita romana del monte Atenne, la mayor de Europa, para comprenderlo. Del Centro Cultural Islámico anejo a la mezquita es presidente también el embajador saudí. «Aunque el Centro Cultural Islámico de Roma nada tiene que ver expresamente con las relaciones bilaterales entre la Santa Sede y Arabia Saudí», explica Al-Jaralá, «está realizando justamente su parte en la promoción de la paz, con equidad y flexibilidad, entre los fieles musulmanes que van a la mezquita. También está enfriando las cuestiones más ardientes cada vez que éstas surgen. En fin, hace bien su trabajo». En marzo del pasado año, también aquí por primera vez, se le permitió el acceso a la mezquita al rabino jefe de la comunidad de Roma, Riccardo Di Segni, recibido por el secretario general del Centro Cultural Islámico, Abdulá Reduán. El embajador Al Jaralá se acuerda bien de aquello.


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