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EL REY ABDULÁ DE ARABIA EN...
Sacado del n. 10 - 2007

Abdulá Reduán, secretario general del Centro Islámico Cultural de Italia

Acontecimiento fructífero, no solo simbólico



por Abdulá Reduán


El rabino jefe de Roma, Riccardo Shmuel Di Segni, durante su visita la mezquita de Roma, con Abdulá Reduán, el 13 de marzo de 2006

El rabino jefe de Roma, Riccardo Shmuel Di Segni, durante su visita la mezquita de Roma, con Abdulá Reduán, el 13 de marzo de 2006

Han pasado solo pocos días desde que, por primera vez en la historia, un soberano del Reino de Arabia Saudí atravesara los umbrales de la Santa Sede, reuniéndose con el Sumo Pontífice. Su majestad el rey Abdulá ben Abdulaziz al-Saud posee el título de guardián de las sagradas mezquitas de La Meca y Medina, su santidad Benedicto XVI es el sucesor de Pedro.
Aún conservo en los ojos el largo y afectuoso apretón de manos entre los dos. El alcance del acontecimiento no se agota desde luego en sus títulos oficiales, que, sin embargo, creo que resumen bastante bien lo excepcional, o mejor dicho, la unicidad de este encuentro, y la señal que dejará en la historia y el corazón de los creyentes. Una señal que yo no dudo de que será fructífera, y abrirá nuevas esperanzas y diálogo. Un diálogo que ha alcanzado, no solo simbólicamente, uno de sus ápices más altos.
Estos dos hombres, portadores y representantes de dos religiones antiguas, a su manera cercanas, que inspiran y animan la vida de miles de millones de seres humanos, han vivido mucho y han pensado mucho. La edad de ambos, que les ha llevado a atravesar el pasado siglo, con sus dramas y sus esperanzas de renacimiento y de paz, los lleva ahora, en estos comienzos del nuevo siglo, a ser figuras-guía en tiempos de tormentos e incomprensiones. En sus declaraciones finales leemos la importancia que atribuyen al valor de la colaboración entre cristianos, musulmanes y judíos para la promoción de la paz, la justicia, los valores espirituales y morales, especialmente en apoyo de la familia. Esa familia que representa la base de la vida común tanto en el islam como en el cristianismo, que es fundamento de la sociedad y que hoy está tan amenazada. El rey Abdulá, durante el encuentro, quiso recordar a los judíos que, como los cristianos y como nosotros, los musulmanes, creen en el único Dios, y tienen en Abraham a su padre. No pude por menos entonces que regresar con la memoria a otra visita, de la que fui protagonista y que, con las debidas distancias, creo que se completa con esta de la que ahora hablamos: la visita del rabino jefe de Roma al Centro Islámico Cultural de Italia. Judíos y musulmanes juntos.
El Pontífice y el rey Abdulá han querido otorgar a sus palabras, y a quienes sepan recibirlas, un mensaje de paz. Paz para los hombres, paz para Oriente Medio. Han querido atestiguar que hablar no solo es posible, sino incluso un deber. Que dialogar, intercambiar ideas, buscar soluciones, no comporta ninguna merma, ninguna pérdida de uno mismo, sino que, por el contrario, enriquece. Los cristianos y los musulmanes han caminado mucho juntos, han construido mucho juntos. Si la historia, como a menudo se dice es maestra de vida, nos enseña que el hombre, con la ayuda de Dios, es todavía capaz de tomar en sus manos su destino, y de salvar al mundo y a sí mismo, criatura de Dios, creada de la mejor de las formas.


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