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VATICANO
Sacado del n. 10 - 2007

La presencia femenina en el organigrama del Vaticano

Cuánto cuenta la otra mitad del cielo



por Gianni Cardinale


Monjas en la centralita vaticana

Monjas en la centralita vaticana

No son muchas las mujeres que trabajan en el Vaticano, pero haberlas, haylas. De todos modos, son pocas las que tienen cargos de responsabilidad. Ofrecemos a continuación un mapa pequeño y parcial de la presencia “rosa” dentro de las Murallas Leoninas.
Palacio Apostólico. Especialmente grande es la presencia femenina en el apartamento pontificio. Hay, en efecto, cuatro laicas consagradas pertenecientes a los Memores Domini (Carmela, Cristina, Emanuela y Loredana) que se ocupan más propiamente de las llamadas labores domésticas. Sus nombres, sin embargo, no figuran en el Anuario Pontificio, como sí ocurre, en cambio, con una histórica secretaria del papa Ratzinger desde los tiempos del ex Santo Oficio. Se trata de Birgit Wansing, del Instituto de Schönstatt; es legendaria su pericia a la hora de descifrar la menuda caligrafía del actual Pontífice, cuya inmensa bibliografía mantiene continua y minuciosamente actualizada. Es muy conocida además la profesora de música Ingrid Stampa, en la antigüedad colaboradora doméstica en el apartamento del cardenal Ratzinger de la plaza de la Ciudad Leonina y ahora incluida en la Sección de lengua alemana de la Secretaría de Estado. También en el Anuario Pontificio se cita a la secretaria y mecanógrafa de confianza del cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone, desde los tiempos en que era el vice del cardenal Ratzinger: es Eurosia “Rosi” Bertolassi, focolarina, que, el pasado julio, precisamente en la conferencia de prensa en la que se anunció una presencia femenina más incisiva dentro del Vaticano, recibió una alabanza pública por parte de su superior («Es una extraordinaria colaboradora, tan indispensable que me la he traído conmigo desde la Congregación para la Doctrina de la Fe a la Secretaría de Estado»). La mujer con mayor antigüedad de servicio en el Palacio Apostólico, cuyo nombre es, por consiguiente, el primer nombre femenino en la lista del personal de la Secretaría de Estado, es sor Maria Sebastiana Posati, que tiene un papel significativo en la delicada oficina que se ocupa de las cuestiones administrativas. En el Anuario se menciona también a María Isabel Tellería Tapia, que desde hace veinte años se ocupa en la Segunda sección de asuntos relacionados con la Comunidad europea. Con tanto nervio y carácter que una vez un superior la definió, para elogiarla, como «una mujer con bigotes…».
Dicasterios. Echando una ojeada a las Congregaciones y a los Consejos de la Curia romana se puede ver que en ningún dicasterio –con excepción del que se ocupa del Culto divino– falta la presencia femenina, aunque no destaque. Son poquísimas las mujeres con cargos formales de responsabilidad. Además de sor Enrica Rosanna, primera, y hasta el momento única, “subsecretario” de una Congregación, tenemos a sor Sharon Holland, jefe de oficina del dicasterio de los Religiosos, y Paola Fabrizi, “jefe de oficina” del Pontificio Consejo para la Promoción de la unidad de los cristianos. En la Fábrica de San Pedro tenemos, además, a otra jefe de oficina, Maria Cristina Carlo-Stella, que anteriormente había ocupado el mismo cargo en la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales.
Otras partes. La Pontificia Academia de las Ciencias Sociales está dirigida hasta el momento por la profesora Mary Ann Glendon, pero si el Senado aprueba su nombramiento como embajadora de Estados Unidos ante la Santa Sede, como ha sido designada por el presidente George W. Bush, es obvio que tendrá que dejar el prestigioso cargo. En la Comisión teológica internacional hay además dos mujeres: sor Sara Butler y la profesora Barbara Hallensleben. Está además la Facultad Pontificia “Auxilium” administrada por las salesianas (aunque el gran canciller no sea la superiora general de las Hijas de María Auxiliadora sino el rector mayor de los Salesianos). Siguen siendo un tabú para el genio femenino, además de los papeles en los que según el derecho canónico está prevista la figura de un sacerdote o de un obispo, también los Guardias Suizos, la Gendarmería y la Capilla musical pontificia. Mientras que el anunciado papel más incisivo de las mujeres en el Vaticano podrá aplicarse más fácilmente al sector de las comunicaciones. Es cierto que hasta el momento la redacción de L’Osservatore Romano es rigurosamente masculina, pero el nuevo director, Giovanni Maria Vian, parece intencionado a romper esta tradición. Sin contar que, cuando llegue el momento, será una mujer la encargada de la Sala de Prensa vaticana.


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