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MISIONES
Sacado del n. 11 - 2007

La misión de Cristo es la misión de la Iglesia


Entrevista con el cardenal John Njue, arzobispo de Nairobi, sobre la Iglesia africana, nacida de la caridad de los misioneros, en un continente a la merced de los países desarrollados


Entrevista al cardenal John Njue por Davide Malacaria


También él estaba en la Basílica de San Pedro el 24 de noviembre. También a él le colocó el papa Benedicto XVI la birreta roja en la cabeza. El nuevo purpurado John Njue, africano de Kenia, es uno de los dos prelados africanos creados cardenales en el último consistorio. Nació en 1944 y fue bautizado en 1948. Después de asistir al seminario de Nkubu se traslada a Roma, donde estudia Filosofía en la Pontificia Universidad Urbaniana, licenciándose en 1969. En 1974 consigue también la licenciatura en Teología por la Pontificia Universidad Lateranense. En Roma es ordenado sacerdote por Pablo VI el 6 de enero de 1973, en el trescientos cincuenta aniversario de la creación de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. En 1986 es ordenado obispo de la diócesis de Embu, donde permanece hasta el año 2002, en que fue ascendido a arzobispo coadjutor de Nyeri. El 6 de octubre de 2007 es nombrado arzobispo de Nairobi. En la Conferencia episcopal keniata desarrolla varios cargos, hasta convertirse en presidente de la misma. A él le toca en suerte dirigir el vicariato apostólico de Isiolo, como administrador apostólico, tras el homicidio del obispo Luigi Locati, cuyo asesinato, ocurrido el 14 de julio de 2005, sacude a toda la Iglesia católica. Un asunto sobre el que el prelado no quiere hacer ningún comentario, en espera de que la justicia dicte sentencia. Nos vemos con el purpurado en Roma, precisamente el día en que muere el arzobispo de Nyeri, monseñor Nicodemus Kirima, a quien le unía un gran cariño. Nos lo refiere casi con ligereza, como algo que depende solo de Dios. Lo entrevistamos inmediatamente después del consistorio.

El cardenal John Njue

El cardenal John Njue

¿Considera que su nombramiento es también un gesto de solicitud del Santo Padre por el continente africano?
JOHN NJUE: Este nombramiento ha llegado como un rayo en un cielo despejado, una sorpresa: en septiembre me informaron del traslado desde Nyeri, donde era arzobispo coadjutor, a Nairobi, y luego, el 17 de octubre, del nombramiento a cardenal. Ha sido una cosa difícil de aceptar, humanamente hablando, porque sentía dejar a mi hermano de hábito, el arzobispo de Nyeri. Me costaba dejarlo, pero luego venció en mí la obediencia, porque desde el día en que me convertí en diácono, y luego en sacerdote, y más tarde en el momento de mi ordenación episcopal, siempre tuve en el corazón la actitud de estar abierto a la voluntad de Dios. Y especialmente a esa voluntad de Dios que se nos revela mediante la Iglesia y que la Iglesia nos comunica a través del Papa, Así que acepté con ese espíritu de obediencia, lleno de esperanzas en el Señor, que cuando da una responsabilidad se queda junto a nosotros. Este nombramiento es un honor que se me hace no sólo a mí, sino también a la Iglesia de Kenia, a la Iglesia de África, y también a la Iglesia universal, porque cuando a alguien le nombran cardenal se convierte en casi asesor del Santo Padre, cada cual con sus responsabilidades, con las que cada uno carga por el bien de la Iglesia. Y por eso acepté. Hágase la voluntad de Dios. Sobre este tema recuerdo que cuando encontramos al Santo Padre, durante la reciente visita ad limina de los obispos de Kenia, y luego cuando lo encontramos como nuevos cardenales, insistió mucho en esto: hemos de ser instrumentos en las manos de Dios, para que su Iglesia crezca, como quiso el Señor desde el principio.
En aquella visita ad limina del pasado 19 de noviembre, el Papa dijo: «La comunidad [cristiana] debería estar abierta para acoger a todos los que se arrepientan de haber participado en el grave pecado del aborto y debería guiarlos con caridad pastoral para que acepten la gracia del perdón, la necesidad de la penitencia y la alegríal de entrar una vez más en la vida nueva de Cristo». Estas palabras fueron recibidas con interés por los medios de comunicación italianos.
NJUE: El pecado sigue siendo pecado. Según el Derecho, este pecado merece la excomunión. Pero se condena el acto, mientras que la persona sigue siendo persona. Sobre la cuestión del aborto la posición de la Iglesia creo que es muy clara. Como también creo que es evidente que los obispos hemos de estar cerca de las personas que viven en esta dificultad, animándolas a que hagan que el Señor vuelva a entrar en sus vidas. Es una expresión de la misericordia de Dios. No pienso que las palabras del Papa sean un modo para decir que el aborto es un pecado soft, sino que más bien creo que se trató de una invitación a una pastoral de misericordia, que reconozca la centralidad del amor de Dios hacia todos, pese a las situaciones individuales. Sin embargo, para que ese amor sea una correspondencia, es necesaria la conversión y, por lo tanto, hay que hacer que el Señor vuelva a su lugar, según la alianza que se hizo el día del bautismo.
¿Cuáles son, según usted, las prioridades que la Iglesia africana ha de afrontar, en un continente atormentado por el hambre y la guerra?
NJUE: Creo que las Iglesias de África tienen una génesis común, que arranca de la obra de nuestros misioneros. Porque si hoy en África hay Iglesia es gracias a la dedicación y la generosidad de nuestros misioneros y, por extensión, de las Iglesias más antiguas. Ahora que los misioneros faltan en casi todos los países, creo que una de las primeras responsabilidades que tenemos es la de ayudar a nuestra gente a tomar conciencia de ser Iglesia, favorecer la autosuficiencia desde el punto de vista de la evangelización, de modo que la evangelización quede en mano de los africanos, tanto laicos como religiosos. Para que nuestra gente sienta que son ellos la parroquia, son ellos la diócesis y, en fin, son ellos la Iglesia. Hemos tenido experiencias muy hermosas en este sentido: donde la gente antes solo pedía, hoy da. Creo que hemos de movernos en esta dirección. Para que esto ocurra, otra prioridad es la catequesis. La Iglesia vive en un mundo inmerso en la globalización, un fenómeno que no deja fuera a nadie: incluso quienes no saben inglés sufren su influencia. Para seguir firmes en la fe que hemos recibido, creo que hemos de focalizar nuestra obra en la catequesis. Otra prioridad que hemos de replantearnos vigorosamente es la llamada a vivir con espíritu de generosidad. África está atormentada por guerras, catástrofes, sin lugar a duda. Pero no hemos de esperar siempre que la ayuda venga del exterior. Creo que estamos llamados a vivir en un espíritu de generosidad, tanto desde un punto de vista humano como cristiano. Otra cosa muy importante creo que es la independencia política: por desgracia muchos de nuestros países tienen gobiernos que están ligados, por distintas razones, a poderes externos, que condicionan sus actuaciones. En Kenia hemos tenido en los últimos cinco años una experiencia positiva: el último gobierno ha buscado el bienestar del pueblo y esto queda atestiguado por un gasto público virtuoso: más del 93 por ciento del gasto de nuestro gobierno ha sido posible gracias a los impuestos pagados por la gente. Creo que es algo muy interesante porque limitando las ayudas económicas exteriores se ha evitado que los financiadores pudieran dictar sus condiciones. La cuestión de la independencia política de las naciones africanas creo que es algo muy importante: por desgracia, en el llamado “primer mundo” no todos dan la posibilidad a los países en vías de desarrollo de vivir su identidad y dignidad. Hay demasiados vínculos que impiden la verdadera liberación de los pueblos africanos.
luego podrán compartir con los otros esta experiencia.
Benedicto XVI impone la birreta cardenalicia a John Njue el 24 de noviembre de 2007

Benedicto XVI impone la birreta cardenalicia a John Njue el 24 de noviembre de 2007

El 27 de diciembre se celebran en Kenia las elecciones políticas. ¿Ha intervenido la Iglesia en el proceso?
NJUE: Kenia tiene una historia que comienza con la independencia de Inglaterra en el 64. Después de la independencia no era nada fácil construir un Estado, tener una visión concreta sobre cómo moverse. Fue un camino. Y durante más de cuarenta años tuvimos gobiernos que, más que apostar por el bienestar del pueblo, utilizaron el poder político para sus propios intereses. Algo que, con el paso del tiempo, la gente aceptaba cada vez de peor grado, porque al mismo tiempo crecía el clamor por conseguir un Estado realmente democrático. Yo creo que a esta petición se le dio una respuesta en 2002 con el gobierno ahora en el poder. Es indudable que este gobierno tenía límites, pero mirando hacia atrás puede constatarse que las cosas están mejor que antes. Se han echado raíces, ahora hay que seguir adelante. En estos años hemos tenido dificultades, hemos tenido el gran debate sobre el referéndum para cambiar la Constitución, cambio rechazado por la gente porque, en mi opinión, la discusión versaba más sobre cuestiones políticas que sobre el cambio. El 27 de diciembre hay elecciones y los obispos tenemos la responsabilidad de educar a la gente. Por eso hicimos pública una carta pastoral pidiéndole al pueblo que asumiera esta responsabilidad seriamente, porque estas elecciones no son algo facultativo, sino una responsabilidad, o mejor dicho, una obligación. Para que se puedan desarrollar de manera clara y limpia pedimos que se evite todo tipo de violencia y se prohíba la compraventa de votos. Además les hemos pedido a los jóvenes que no se dejen manipular por los políticos. Hemos hecho este llamamiento a todos, católicos y no católicos, ejerciendo lo que nosotros creemos que es una responsabilidad nuestra.
¿Qué relación tienen con el islam en su país?
NJUE: Kenia es un país laico, un país que respeta todas las religiones. Los islámicos en nuestro país son menos del diez por ciento. Pero están ahí. Y para vivir bien con ellos es necesario el diálogo. En mi país este diálogo es una realidad gracias también a la obra de una comisión interna de la Conferencia episcopal que lleva adelante el diálogo con el islam y con las demás religiones. Los problemas están causados por los políticos, entre los que hay quienes quieren hacerse con los votos de los musulmanes con promesas peligrosas. Con motivo de la reciente visita ad limina, mientras estábamos en Roma quisimos poner en guardia sobre este peligro: nadie debe basar su campaña electoral en promesas que pueden crear dificultades al país. Sobre cuestiones que atañen al interés nacional ha de ser consultado el pueblo.
En los umbrales de Kenia se está desarrollando el drama de Somalia…
NJUE: Es una cuestión muy complicada. Por desgracia el gobierno ha cerrado las puertas a los prófugos de Somalia. No sabemos por qué. Probablemente poseen información que no han dado a conocer. Hemos pedido explicaciones. Mientras tanto, ayudar a los prófugos es difícil: podemos ayudar, y hemos ayudado, a los que están en nuestro país. Para los muchos que siguen dentro de las fronteras de Somalia nuestra Caritas trata de hacerles llegar ayudas a través de los canales humanitarios que usan también otros.
El 24 de agosto de 2000 encontraban muerto al padre John Anthony Kaiser, religioso de la Sociedad Misionera de San José de Mill Hill. La Iglesia de Kenia, aunque no solo ella, pidió insistentemente que se hiciera justicia sobre este homicidio. Después de varios intentos de confundir las pruebas para hacer pasar el asunto como un suicidio, en agosto el tribunal competente estableció que se trató de homicidio.
NJUE: Este homicidio testimonia las dificultades por las que atravesaba Kenia antes de 2002. El padre Kaiser había denunciado varias injusticias y nosotros pensamos que este fue el motivo de su asesinato. En agosto la corte estableció que no se trató de suicidio como se quería hacer creer anteriormente. Antes de venir a Roma estuve en el Attorney General porque queremos saber exactamente lo que pasó: el caso no está cerrado. Es una petición de justicia que hemos repetido también en el aniversario de su muerte.
Fieles rinden homenaje a la tumba del padre John Anthony Kaiser

Fieles rinden homenaje a la tumba del padre John Anthony Kaiser

¿Qué puede aportar la Iglesia africana a la Iglesia occidental y qué puede hacer la Iglesia occidental por la Iglesia africana?
NJUE: Lo que puede hacer la Iglesia es ante todo ser Iglesia. Y ser Iglesia quiere decir vivir lo que el propio Señor indicó al principio de su misión en la sinagoga de Nazaret: «El Espíritu del Señor está sobre mí; por esto me ha consagrado con la unción, y me ha mandado a anunciar a los pobres un gozoso mensaje» (Lc 4, 18). Pienso que con estas palabras el Señor quería decir que esta es la misión. Y la misión de Cristo es la misión de la Iglesia. Si la Iglesia no es misionera creo que deja de ser Iglesia. Está muerta, es una mera asociación. Tanto la Iglesia de África como la de los países desarrollados deberían tener cabida en esta realidad de la misión. Por ello, incluso allí donde hay sacerdotes africanos, creo que es necesario que siga habiendo una presencia de misioneros, porque su misión no se ha agotado de ninguna manera. Su presencia, por mínima que sea, ha de seguir porque representa un punto de referencia que le recuerda a la Iglesia africana de dónde procede. Por otra parte, también los africanos hemos de convertirnos en misioneros, no solo contribuyendo en la Jornada misionera, sino favoreciendo la creación de una comunión entre la Iglesia de los países desarrollados y la procedente de las tierras de misión. De este modo daremos testimonio de la Iglesia como verdadero cuerpo de Cristo.
Usted fue hecho sacerdote por Pablo VI, que dijo la célebre frase: «África para los africanos»…
NJUE: Pablo VI dijo aquellas palabras en Kampala en 1969, queriendo decir que los africanos eran ya misioneros de sí mismos. Creo que era un reto, una manera de decir: ahora ya tenéis que veros como personas maduras, capaces de sacar adelante la obra misionera. Cuando Benedicto XVI nos dio la birreta y el anillo fue una experiencia muy sentida que, entre otras cosas, me hizo revivir el momento de mi ordenación sacerdotal, que tuvo lugar aquí, en San Pedro, en aquel lejano 6 de enero del 73. Entonces existía la crisis de las vocaciones, pero Pablo VI nos animó a seguir unidos al Señor, de este modo llevaríamos adelante la misión que se nos había confiado…


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