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ESCUELA CATÓLICA
Sacado del n. 11 - 2007

Don Bosco en El Cairo


El Instituto salesiano Don Bosco es uno de los mejores colegios de la capital egipcia. Cuenta con seiscientos alumnos en sus dos ramas de enseñanza, la profesional y la técnica. Por no hablar de los cursos de idiomas y de actualización profesional a los que asisten tres mil obreros especializados al año. Y, sin meter ruido, las empresas italianas están asumiendo a centenares de obreros egipcios que se forman aquí


Entrevista a don Renzo Leonarduzzi por Giovanni Ricciardi


La ciudad de El Cairo

La ciudad de El Cairo

Casi parece increíble. En El Cairo, en el centro de un populoso barrio, el idioma que más se habla después del árabe es el italiano. Todos los años, en los calurosos días de julio y agosto, doscientos muchachos egipcios siguen los cursos intensivos de italiano con buenos resultados. Son los alumnos aspirantes de un instituto muy especial: el Instituto salesiano Don Bosco, uno de los más prestigiosos de la capital egipcia, donde se dan las clases en italiano y cuenta con seiscientos alumnos en sus dos secciones: la escuela profesional y el instituto técnico. Sin contar con los cursos de italiano y de actualización profesional a los que asisten unos tres mil obreros especializados al año. Un experimento que funciona muy bien. Por lo que desde hace unos años y sin llamar la atención algunas empresas del norte de Italia contratan en Egipto a centenares de obreros y técnicos, con la condición de que hayan sido formados por los hijos de Don Bosco. Cuando llegan a Italia llevan consigo un contrato y la ventaja de conocer bien el italiano. Una realidad única, que podría ser también un modelo en una Italia que se mueve entre el miedo a una inmigración incontrolada y la necesidad de encontrar mano de obra en sectores poco apetecibles para los trabajadores italianos. 30Días ha entrevistado a don Renzo Leonarduzzi, salesiano, director del Instituto Don Bosco de El Cairo, que vive en Egipto desde hace más de treinta años.

¿Por qué muchas empresas italianas contratan obreros especializados en Egipto pidiendo vuestra colaboración?
RENZO LEONARDUZZI: Porque nuestros dos institutos –uno en El Cairo y el otro en Alejandría– conjugan la formación profesional a distintos niveles con una buena preparación lingüística. Quienes asisten a nuestros cursos llegan a Italia sabiendo hablar italiano.
¿Cómo tiene lugar la contratación?
LEONARDUZZI: Estamos en contacto con empresas del noroeste, específicamente con Italcementi e Iveco, que están interesadas a contratar a nuestros jóvenes. Pero desde hace varios años muchas empresas del norte de Italia se apoyan en el Don Bosco para la preparación de los obreros que contratan aquí en Egipto.
¿Cómo funciona este sistema?
LEONARDUZZI: Las empresas saben que aquí es posible formar a los obreros en su lugar de origen tanto en lo que concierne al perfeccionamiento técnico como al idioma italiano. Y toman acuerdos con nosotros por medio de la embajada italiana, para preparar la formación de los obreros que han contratado consultando la base de datos de la Cámara de comercio. El año pasado formamos a un grupo de jóvenes que se preparaba para ir a Italia contratados por empresas de Milán y de Bérgamo. Para este año estamos negociando la formación en italiano y el perfeccionamiento técnico de doscientos cincuenta muchachos. Trabajamos sobre el idioma, sobre las normas de seguridad en el trabajo, y controlamos la preparación profesional. Es un mecanismo que funciona muy bien, gracias también al trabajo extraordinario de apoyo al Instituto que hace el embajador italiano en Egipto, que está siguiendo y favoreciendo nuestra obra de un modo verdaderamente admirable.
¿Es una experiencia única en su clase?
LEONARDUZZI: Creo que sí, por lo menos en los países del Mediterráneo. Un centro que conjugue formación profesional y preparación lingüística no se puede improvisar.
¿Están presentes los salesianos en otras zonas del Mediterráneo?
LEONARDUZZI: Tenemos doce centros de formación profesional en Israel, uno en Belén y otro en Nazaret. Pero son institutos que están integrados en el contexto local, las clases se dan en árabe y los alumnos encuentran trabajo en el país de origen. Hace dos años pusimos en marcha un instituto profesional en Líbano, pero ahora no hay clases porque se ha convertido en un centro de acogida de refugiados.
¿Es reciente la presencia salesiana en Egipto?
LEONARDUZZI: Todo lo contrario. Los salesianos llegaron a Egipto en 1896, siguiendo a los muchos trabajadores italianos que emigraban para trabajar en las grandes obras, como las del canal de Suez, o que se expatriaban por motivos políticos. Además de garantizar la asistencia espiritual a una comunidad que llegó a superar las 50.000 unidades, fundaron inmediatamente una escuela profesional en Alejandría para los hijos de los emigrantes. Mientras que el instituto de El Cairo se fundó en 1926.
Una experiencia pionera, considerando el momento…
LEONARDUZZI: Sí. Leemos en las crónicas de la época que la escuela de Alejandría había fletado un velero con el que traer de Sicilia el material necesario para crear un taller mecánico. Con el tiempo, surgieron en Alejandría, siguiendo el ejemplo salesiano, varias escuelas italianas, a veces en competición con nosotros, que, sin embargo, duraron hasta que la presencia italiana fue significativa, es decir, hasta la época de Nasser.
Los salesianos, en cambio, se quedaron…
LEONARDUZZI: Hasta los años sesenta venían a nuestro instituto jóvenes italianos o europeos, como griegos y franceses; pero cuando comenzaron las nacionalizaciones y los extranjeros empezaron a irse, nuestros institutos profesionales decidieron que había que abrirse a los estudiantes del lugar. Luego, en los años setenta, Egipto le pidió al gobierno italiano que abriera en El Cairo un instituto técnico. Entonces Italia, en vez de fundar una escuela ex novo, decidió apoyarse en el Don Bosco. De modo que se abrió el instituto técnico quinquenal, y el Don Bosco de El Cairo se ha convertido en una escuela italiana en el extranjero, reconocida mediante un protocolo firmado por los dos gobiernos. Desde entonces el instituto de la capital es más importante que el de Alejandría, que en cierto modo se ha convertido en una sucursal.
Algunas imágenes del Instituto Don Bosco de El Cairo

Algunas imágenes del Instituto Don Bosco de El Cairo

Así que el Ministerio de Asuntos Exteriores rar profesores de italiano en Egipto no es fácil. El 90% del personal está formado por antiguos alumnos egipcios que enseñan sobre todo materias técnico-profesionales. Los profesores de italiano proceden de Italia. Son señoras que viven en Egipto por motivos de familia o personales con contrato, que se traen de Italia por algunos años, además de un profesor jubilado que viene como voluntario.
¿Cómo está estructurado el Instituto?
LEONARDUZZI: En El Cairo tenemos dos tipos de enseñanza: un instituto profesional para la industria y la artesanía, cuyos cursos duran tres años y otorgan un diploma reconocido por el gobierno italiano y por el egipcio; y el instituto técnico industrial, que forma peritos mecánicos, mecánicos y electrotécnicos. Todos los estudiantes proceden de la enseñanza media egipcia y llegan aquí sin saber una palabra de italiano. Así que, durante las vacaciones, en los meses de julio y agosto, los nuevos matriculados siguen un curso intensivo de italiano y en septiembre comienzan las clases, que son en italiano. Solo historia, geografía y religión se enseñan en árabe.
¿Es un instituto con muchas solicitudes de matrícula?
LEONARDUZZI: Este año, después de dos días y medio tuvimos que suspender la aceptación de nuevas solicitudes. Habíamos recibido ya trescientas cincuenta, frente a los doscientos puestos disponibles.
¿Cuántos estudiantes hay en total?
LEONARDUZZI: Actualmente tenemos doscientos muchachos en el profesional y trescientos veinte en el técnico. Pero además de esto, el Instituto organiza todos los años otros cursos –que pueden durar de dos a seis meses– de formación técnico-profesional para adultos, para jóvenes que dejaron en el pasado los estudios o para universitarios que quieren perfeccionarse. Son cursos técnicos que van de la soldadura al torneado, de la mecánica en general a la electromecánica y la informática. Por estos cursos, que se dan en árabe, pasan casi tres mil alumnos al año.
¿Cómo se financia el Instituto?
LEONARDUZZI: El importe de la matrícula de los cursos curriculares oscila entre 190 a 300 euros al año. Pero las familias de nuestros estudiantes son en gran parte de origen popular y no todos pueden permitirse pagar el importe entero. Por eso, después de un coloquio personal con las familias, vemos la posibilidad de ayudarles con una parte de la cuota o toda entera, como es costumbre salesiana. Las cuotas de los cursos para los externos –que son bajas, pues un curso bimestral cuesta unos 25 euros– consiguen cubrir en parte, gracias al número de los inscritos, este déficit. Tratamos también de que los talleres trabajen cuando la escuela cierra por vacaciones.
¿Qué hacen los estudiantes cuando salen de vuestros institutos?
LEONARDUZZI: Ante todo he de decir que es difícil hallar jóvenes sin trabajo entre los antiguos alumnos. Además de Italia, también Egipto los busca, aunque son pocos los que eligen trabajar en la industria local, que ofrece sueldos menores, sobre todo la privada. Pero el conocimiento del italiano les permite a muchos encontrar trabajo en el sector turístico. Además, no son pocos los que van a la universidad en Italia.
Para un joven egipcio deber ser difícil económicamente estudiar en una universidad italiana…
LEONARDUZZI: Pues sí. De hecho estamos perfeccionando un contrato con la UniNettuno, la universidad a distancia italiana, que da todas sus lecciones on line. Esto les dará la posibilidad a nuestros estudiantes de seguir cursos de licenciatura trienales, en italiano, directamente desde El Cairo y hacer los exámenes en Egipto.
¿Qué relación tienen ustedes con las autoridades egipcias?
LEONARDUZZI: A nivel de ministerio de la Educación y de la Universidad nos aprecian mucho. Casi les gustaría que “multiplicásemos” el Don Bosco. El año pasado nos propusieron la coordinación de todas las escuelas profesionales egipcias, cosa que no podemos hacer por falta de fuerzas. En cambio, cuando se trata de mandar adelante alguna práctica burocrática y firmar documentos, a veces hay quien por envidia o celos, trata de ponernos la zancadilla. Pero seguimos adelante igual.
¿Es distinta la situación de Alejandría de la de El Cairo?
LEONARDUZZI: En Alejandría tenemos sólo una escuela profesional, aunque también allí las clases son en italiano. Cuenta con unos trescientos alumnos. Además administramos también un instituto de enseñanza primaria y media con cursos en árabe.
¿Cuántos salesianos hay en Egipto?
LEONARDUZZI: En El Cairo somos nueve, en Alejandría 11. Algunos son ancianos y no todos, por motivos de edad entre otras cosas, están directamente relacionados con la enseñanza. Aunque tenemos hermanos de ochenta años que siguen enseñando. Digamos que a los salesianos no nos llega nunca la jubilación.
Algunas imágenes del Instituto Don Bosco de El Cairo

Algunas imágenes del Instituto Don Bosco de El Cairo

¿Es la vuestra la única escuela católica de Egipto?
LEONARDUZZI: No. Están los hermanos de las escuelas cristianas, los jesuitas y algunas órdenes de religiosas, que tienen institutos muy prestigiosos. Pero como escuela profesional, dirigida a los hijos del pueblo, somos los únicos.
¿Conviven en la escuela estudiantes cristianos y musulmanes?
LEONARDUZZI: En El Cairo los estudiantes cristianos, casi todos coptos ortodoxos, son la mayoría. El 68% frente al 32% de musulmanes. En Alejandría el porcentaje es inverso: 30% los cristianos, 70% los musulmanes. Está claro que a los cristianos –se calcula que en Egipto oscilan entre el 7% y el 10% de la población– les atrae el hecho de que somos un instituto católico, pero también vienen por los problemas que empiezan a surgir para ellos en los institutos públicos. Por desgracia, últimamente la convivencia se ha vuelto más difícil, el clima se vuelve cada día más pesado. Nada que ver con la serenidad que se respiraba cuando llegué aquí, entre los años sesenta y setenta.
¿Se vive este clima también en vuestros institutos?
LEONARDUZZI: No, gracias a Dios, no. Los episodios de tensión entre estudiantes cristianos y musulmanes son muy raros. Los muchachos, y también los profesores musulmanes que tenemos, perciben el clima de respeto y estima que se respira en el Don Bosco. En los momentos de reflexión común tratamos de subrayar los temas que nos unen, el respeto, el compartir el estudio y la diversión, la amistad sincera y desinteresada. Vivir, estudiar y jugar juntos durante tantos años permite el nacimiento de amistades que se crean espontáneamente, sin mirar la procedencia, y contribuye a derribar la barrera de la desconfianza y los prejuicios. Es más, creo que es la única situación capaz de apaciguar los ánimos y crear relaciones serenas entre todos. Hace un par de años un joven musulmán me confesó poco antes de los exámenes de reválida: «Cuando entré aquí odiaba a los cristianos, porque así me habían enseñado. Hoy es con ellos con quienes he entablado mis mejores relaciones de amistad».


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