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PAKISTÁN
Sacado del n. 12 - 2007

Los escenarios posibles tras el asesinato de Benazir Bhutto

No contra, sino mediante el islam


Entrevista con Sergio Romano, editorialista del Corriere della Sera, experto en política internacional: «El proyecto de EE UU de devolver a Pakistán a la democracia no ha hecho más que desestabilizarlo todavía más». Análisis de un país estratégico, aunque siempre en vilo, que puede salir de la incertidumbre solo siguiendo el modelo de la Turquía de Erdogan


Entrevista a Sergio Romano por Roberto Rotondo


Militantes del Partido del Pueblo Pakistaní encienden velas delante de un retrato de Benazir Bhutto, 
asesinada en el atentado del 27 de diciembre de 2007

Militantes del Partido del Pueblo Pakistaní encienden velas delante de un retrato de Benazir Bhutto, asesinada en el atentado del 27 de diciembre de 2007

«El país más peligroso del mundo». Así definía Benazir Bhutto, asesinada el 27 del pasado diciembre, a su Pakistán cuando volvió del exilio. Bhutto, líder del Partido del Pueblo Pakistaní, perseguía arrebatarle la jefatura del gobierno al actual premier Pervez Musharraf en las elecciones que se habrían debido celebrar el 8 de enero, pero, como es bien sabido, su campaña electoral quedó truncada por los disparos de un asesino, en Rawalpindi. Un homicidio que colocó al país al borde del caos durante varios días. Días delicados en los que Occidente se preguntaba insistentemente qué iba a ser de las cabezas atómicas pakistaníes en caso de guerra civil. Porque Pakistán no es un país como otro cualquiera: es el único Estado musulmán del mundo con bomba atómica. ¿Armas demasiado peligrosas para un país inestable, complicado y contradictorio como éste, aliado de EE UU pero patria de talibanes y refugio de la legión islámica? Para entender cómo se llegó al homicidio de Bhutto y qué puede ocurrir en una de las áreas más delicadas para los equilibrios internacionales, hemos entrevistado a Sergio Romano, ex diplomático, historiador, escritor, experto en política internacional. Su último libro, Con gli occhi dell’islam, dedicado a la historia de los últimos cincuenta años de Oriente Medio, es un intento de reinterpretar los acontecimientos con una mirada más amplia. Cosa que quizá no hizo la administración estadounidense cuando preparó el regreso a su patria de Bhutto, apostando por la ex premier pakistaní para volver a encarrilar al país por derroteros más democráticos, tras el giro autoritario de Musharraf, el aliado más fiel de EE UU desde el 11 de septiembre de 2001.

¿Una estrategia justificable?
SERGIO ROMANO: Fundamentalmente una estrategia que no tiene en cuenta que Pakistán siempre ha sido un país inestable, con una vida incierta, con profundas contradicciones y divisiones internas que han obligado a sus gobernantes a continuos contorsionismos. El país siguió viviendo en este equilibrio precario hasta el 11 de septiembre de 2001, luego el equilibrio se perdió cuando los americanos pidieron a los países aliados –y Pakistán era un viejo aliado– que tomaran una decisión clara y decidida, poniéndose de su parte. Era exactamente lo contrario de la política que Pakistán estaba haciendo hasta aquel momento, pero Musharraf aceptó. Claro, el presidente necesitaba el apoyo de Estados Unidos y no olvidemos que Pakistán ha conseguido diez mil millones de dólares de Estados Unidos en estos años, que han ido en su mayor parte a las fuerzas armadas. Pero si esta toma de postura no se había hecho antes es que debía haber algún motivo. Y hoy estamos asistiendo precisamente a las consecuencias de aquella decisión: la exasperación violenta de las contradicciones que siempre ha tenido el país.
¿Por qué está Pakistán condenado a la incertidumbre?
ROMANO: Ante todo porque sus fronteras han sido siempre inciertas. El primer problema sin solución de Pakistán –nacido en 1947 por el deseo de los pueblos musulmanes del área de tener un Estado nacional islámico– fue trazar las fronteras entre las poblaciones indias y las poblaciones musulmanas del gran subcontinente que salía del imperio colonial inglés. Hubo un éxodo cruzado de pueblos y tribus. El país nació con una guerra, y después de su nacimiento sus fronteras fueron inmediatamente contestadas por sus vecinos. Casi todas las zonas fronterizas de Beluchistán a Cachemira son reivindicadas por movimientos separatistas o por países limítrofes.
Segundo factor: desde el principio Pakistán ha tenido las mismas contradicciones que India, pero a mayor escala: una clase dirigente formada en Occidente y una masa popular muy pobre y con un sentimiento religioso radical, poco conforme con las exigencias de modernización del país. La clase dirigente que habla inglés, las academias militares inspiradas en el modelo británico y, en la otra parte, las diez mil escuelas coránicas, los imames de la Mezquita Roja de Islamabad, están en el mismo país pero pertenecen a mundos distintos. Así pues, todos quienes han gobernado Pakistán han debido tener en cuenta estas distintas almas. Los militares lo han hecho concediendo mucho al componente más conservador y religioso, con el objetivo de domesticarlo, de encarrilarlo. De este modo se han vuelto casi aliados, cercanos a los talibanes. Por eso existe una relación de complicidad, de conexión, entre los talibanes y los servicios de seguridad. Pero no hay que olvidar que en los años en los que Pakistán parecía una fuerza emergente de Asia, la novedad estaba representada precisamente por estos “estudiantes de Dios” que se habían formado en las escuelas pakistaníes financiadas por Arabia Saudí.
Misiles capaces de cargar cabezas nucleares expuestos en Karachi

Misiles capaces de cargar cabezas nucleares expuestos en Karachi

¿Qué es lo que ha contribuido a desestabilizar aún más al país?
ROMANO: El deseo tardío de la presidencia de Bush de ser recordada como factor de democratización de Oriente Medio en general y de Pakistán en particular. Como sabemos es Condoleezza Rice quien pone en pie la operación Bhutto: la ex premier pakistaní vuelve del exilio dentro del marco del plan estratégico americano para que vuelva la democracia. Un proyecto en el que también Musharraf habría tenido un papel, como presidente de la República. Pero todo ha terminado trágicamente.
Se ha hablado también de la petición americana al gobierno de Islamabad de poder instalar nuevas bases militares estadounidenses en el territorio pakistaní fronterizo con Afganistán, es decir, no lejos de Irán: esto habría hecho que creciera aún más la tensión con las poblaciones de frontera y con el islam más radical…
ROMANO: A estas voces hay que prestarles una credibilidad relativa. En este momento los americanos no están en condiciones de abrir nuevos frentes. No tienen más tropas que llevar a las trincheras. Tienen grandes problemas con Irak, hasta el punto de que ni siquiera pueden aumentar su contingente en Afganistán, y si hay una guerra que está yendo mal en este momento es precisamente esta última. Pero los americanos han tocado fondo en lo que concierne al reclutamiento. Hoy en Irak dentro del ejército americano hay una especie de legión extranjera, formada sobre todo por latinoamericanos enrolados con la promesa de recibir la ciudadanía estadounidense una vez terminado el servicio. Además, los EE UU han puesto en manos de sociedades privadas las tareas que antes eran prerrogativa de los cuerpos especializados del ejército, como los servicios, la sanidad, la asistencia, el genio militar. Así que es imposible que puedan permitirse abrir otro frente.
El que Islamabad tenga la bomba atómica parece preocupar mucho. ¿Qué posibilidades hay de que las cabezas nucleares terminen en manos equivocadas?
ROMANO: Yo siempre he pensado que esta historia de la pesadilla de las armas nucleares en manos de los terroristas era una instrumentalización, una exageración propagandística, que e;n de Al Qaeda llegó casi automáticamente, pero sigue habiendo muchos puntos oscuros. ¿Qué idea se ha formado usted?
ROMANO: Del homicidio se discutirá durante mucho tiempo, pero creo que en este momento es más importante comprender cuáles fueron los factores que contribuyeron en mayor grado a la desestabilización del país creando las condiciones para el asesinato de Bhutto. Y volvemos de este modo a la decisión que los americanos obligaron a tomar a Pakistán después del 11 de septiembre. Un error que vinculó la situación de Pakistán a la de la guerra en Afganistán: en efecto, conforme las cosas en Afganistán iban empeorando, a caballo entre 2002 y 2003 se empezó a formar en Pakistán y Afganistán una especie de Estado fantasma, que nadie está en condiciones de controlar. Allí los talibanes de Afganistán encuentran una retaguardia acogedora; allí se dice que está escondido Osama bin Laden; allí existe una zona gris en la que incluso las autoridades militares pakistaníes negocian su propia presencia. Esta zona gris ha sido también la causa de la reorganización en Pakistán del islamismo militante que muy probablemente está detrás del asesinato de Bhutto. Está claro que se seguirá discutiendo eternamente de los instigadores, pero fundamentalmente podemos decir que son miles las razones por las que el proyecto americano no les gusta a los militantes islámicos y que Bhutto era una blasfemia incluso desde el punto de vista antropológico para el islamismo militante: una mujer en política y, además, una mujer occidentalizada.
Entonces, ¿qué puede ocurrir con las próximas elecciones?
ROMANO: El Partido del Pueblo Pakistaní de Bhutto sigue siendo un partido importante, pero no creo que las elecciones, que se celebrarán en febrero, den los resultados que ellos se esperan. Ya sea porque podrían ser domesticadas, como porque hoy Musharraf está en una posición más fuerte que hace un mes. Entonces se sentía presionado por Estados Unidos que le pedían pruebas de virtud democrática que no podía o no quería dar; hoy para Estados Unidos la elección ya no es entre democracia y dictadura, sino entre Musharraf y lo peor. Así que lo apoyarán y si se consigue superar el escollo de las elecciones, naturalmente la fase más delicada, saldrá aún más fuerte y con él el régimen autoritario.
Los EE UU no son la única potencia que considera a Pakistán un país estratégico. China, por ejemplo, apostando por la expansión en el Golfo Pérsico, ha financiado el gran puerto pakistaní de Gwadar, inaugurado recientemente. Pero frente a esta nueva fase de inestabilidad del país, ¿qué hará?
ROMANO: China ha tenido en estos años una política exterior que, aparte de sus dos obsesiones nacionalistas bien conocidas –el caso de Taiwán y el caso del Tibet–, ha estado dominada por preocupaciones de carácter económico. No ha hecho política imperialista, ha hecho una política en la que la economía dictaba sus prioridades. El gran problema de China es garantizar materias primas y fuentes energéticas a una producción que lleva tres decenios subiendo en término medio un 10 por ciento al año. Y en el área de que estamos hablando los dos países que pueden garantizarle el acceso a fuentes petrolíferas importantes son Irán y Pakistán.
El presidente pakistaní Pervez Musharraf con el ministro 
de Comunicaciones chino Li Shenglin durante la ceremonia de inauguración 
del puerto de Gwadar, en Pakistán, 
20 de marzo de 2007

El presidente pakistaní Pervez Musharraf con el ministro de Comunicaciones chino Li Shenglin durante la ceremonia de inauguración del puerto de Gwadar, en Pakistán, 20 de marzo de 2007

En su libro termina usted diciendo: «La solución de los problemas medioorientales no se producirá contra el islam sino mediante el islam». ¿Qué quiere decir esto para Pakistán?
ROMANO: Pakistán había emprendido un camino parecido al que está recorriendo con éxito Turquía: absorber de alguna manera el islam dentro de la política nacional, hacer de él un factor de legitimización, no de división. Perseguir un modelo de Estado fundamentalmente laico, pero sensible a los problemas de la religión, en el que el islam sea una especie de religión civil. No olvidemos que bajo Musharraf y sus predecesores, que eran básicamente todos laicos, se abrieron diez mil escuelas coránicas financiadas por Arabia Saudí. En otras palabras, hay un intento de pactar con el componente religioso del país, pero también de absorberlo, englobarlo en un marco laico. En Turquía está funcionando, en Pakistán, en cambio, este proceso está fracasando, porque las contradicciones son mayores, y porque es muy difícil realizar objetivos de este tipo cuando las fronteras son inciertas y en estado de conflicto permanente. Pero estoy convencido de que este objetivo de utilizar el islam y no de oponerse a él es el único camino. Y además, ¿por qué los países islámicos deberían renunciar a este componente religioso cuando se está dando un fuerte revival religioso en todo el mundo? ¿Por qué iban a hacerlo si millones de nuevos evangélicos en EE UU inciden en las decisiones políticas, si la concepción del Estado laico en Europa está en cierto sentido en discusión, si Putin usa la Ortodoxia como religión civil del Estado? Entonces no nos sorprendamos si en Oriente Medio, donde casi siempre han fracasado los procesos de modernización que traían secularización, el islamismo hace prosélitos, no solo entre los militantes del extremismo radical, sino también entre la gente común. No hay más que pasear por El Cairo o Damasco para ver cuántas mujeres, que no llevan un cinturón de kamikaze a la cintura, se comportan como no se hubieran comportado hace treinta años, incluso en la vestimenta. Así pues, quienes quieran modernizar esos países han de aceptar cosas que antes no hubieran aceptado. Hace treinta años, el gobierno egipcio metía en la cárcel a los militantes de la Hermandad musulmana, hoy los tiene en el Parlamento. Otro caso es Hamás, en Palestina. Por eso el ejemplo más interesante es el turco.
¿Por qué Erdogan tiene éxito donde fracasan los otros partidos islámicos?
ROMANO: Turquía tiene la ventaja de que deriva de una situación económicamente muy sana y prometedora. Pero sobre todo juega su partida con las reglas de la democracia. El enfrentamiento frontal del pasado verano entre la tradición kemalista laica y el partido de Erdogan fue de extraordinario interés. Un enfrentamiento durísimo, pero en las plazas, en los mítines, en las batallas políticas, en las urnas: un enfrentamiento en el que no corrió ni una gota de sangre. Además Erdogan tiene una política abierta hacia Europa que garantiza que Turquía respire con pulmones más grandes. En fin, es importante notar que en Turquía el progreso, el desarrollo económico lo encabezan hoy sectores sociales distintos de los tradicionales. Son nuevos sectores sociales que proceden de zonas del país menos cosmopolitas, menos empapadas de laicismo occidental y mucho más naturalmente musulmanas.


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