En recuerdo del cardenal Aloísio Lorscheider
El “Pontífice” de Juan Pablo I
La última vez en Roma del arzobispo emérito de Aparecida y el encuentro con Antonia, hermana del papa Luciani
por Stefania Falasca
Juan Pablo I con el cardenal Lorscheider, el 30 de agosto de 1978
De los ciento once purpurados reunidos en la Capilla Sixtina en aquel cónclave de agosto de 1978 que terminó con la elección del papa Luciani, el cardenal brasileño Aloísio Lorscheider, entonces arzobispo de Fortaleza, era el más joven. Tenía 53 años. En la última votación su nombre apareció una sola vez. El voto era el de Albino Luciani. Lo reveló el propio Luciani. Después de su elección confesó que su voto en el cónclave se lo había dado siempre al cardenal Lorscheider, pues sentía gran estima por la calidad humana y pastoral del entonces vicepresidente del Celam. Una estima recíproca. Luciani y Lorscheider habían sido padres conciliares. Juntos, como jóvenes obispos, habían participado en todas las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II. Luego pudieron conocerse mejor en los sínodos, especialmente durante el viaje a Brasil que el patriarca de Venecia realizó en noviembre del 75. Luciani era por aquel entonces también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y durante el viaje de regreso hasta Río de Janeiro en compañía del vicepresidente del Celam tuvo con él un cordial y franco intercambio de opiniones sobre las funciones que ha de desarrollar una conferencia episcopal. Lorscheider apreciaba de Luciani la «prontitud a la hora de captar y entender con seguridad el meollo de las cuestiones«, «de pensamiento agudo y firme doctrina» le definía. De los detalles de esta cercanía con Luciani y de las esperas que llevaron al patriarca de Venecia al trono de Pedro, el cardenal Lorscheider habló por primera vez en el 98 en una entrevista que nos concedió en Aparecida y que reproducimos en estas páginas.