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CRISTIANISMO
Sacado del n. 01 - 2008

«La fe pide»


El 22 de febrero de 2008 cae el tercer aniversario de la muerte de don Luigi Giussani. Recordándole con gratitud y esperanza, publicamos algunas frases suyas sobre la oración. Se podrían resumir todas en la expresión de san Agustín: «Lo que manda la ley lo pide la fe»


Algunas frases de don Luigi Giussani sobre la oración


El último encuentro de don Giussani con Juan Pablo II, plaza de San Pedro, 
30 de mayo de 1998

El último encuentro de don Giussani con Juan Pablo II, plaza de San Pedro, 30 de mayo de 1998

Al grito desesperado del pastor Brand, en el homónimo drama de Ibsen («Dios mío, respóndeme en esta hora en que la muerte me arrastra: ¿no basta entonces toda la voluntad de un hombre para conseguir una sola gota de salvación?»), le corresponde la positiva humildad de santa Teresita del Niño Jesús: «Cuando tengo caridad, sólo es Jesús que actúa en mí».
Todo esto significa que la libertad del hombre, que el Misterio siempre implica, tiene su forma de expresión suprema e indiscutible en la oración. Por eso la libertad se manifiesta, conforme a su verdadera naturaleza, como adhesión al Ser y, por consiguiente, a Cristo.

Palabras pronunciadas ante Juan Pablo II, Roma, plaza de San Pedro, 30 de mayo de 1998


Es Cristo [la] presencia que salva. Entonces, a nosotros nos toca pedirlo: la «petición de la presencia de Cristo en cada situación y ocasión de la vida»: toda la ascesis se puede resumir en esta palabra del Papa.

La fraternidad de Comunión y liberación. La obra del movimiento
Ediciones Encuentro, Madrid, 2007, p. 169


Y la ascesis es precisamente esto: que la petición de que Cristo se nos haga presente en cada situación de la vida se convierta en algo familiar a pesar de todo. Cristo es la presencia que salva. A nosotros nos toca caminar sin dejar de pedir.

En busca del rostro humano. Contribución para una antropología,
Ediciones Encuentro, Madrid, 1985, p. 105


«Pedir la presencia de Cristo en cada situación y ocasión de la vida» –es una frase del Papa–, esto es la ascesis.
Que llegue a ser familiar en nosotros la petición de la presencia de Cristo en cada situación y ocasión de la vida, esto es la ascesis.

La fraternidad de Comunión y liberación. La obra del movimiento
Ediciones Encuentro, Madrid, 2007, p. 169


«Del dicho al hecho hay gran trecho». Fue uno de los primeros títulos de nuestras reuniones semanales del primer año en el Berchet: «Del dicho al hecho hay gran trecho». En cambio, hay otra fórmula, que es casi igual –casi igual en las palabras–: «Entre el dicho y el hecho está la petición ».

Si può (veramente?!) vivere così?, Bur, Milán, 1996, p. 377


Entonces la fuerza de la petición es el otro que está presente, no tú. Esta es la diferencia entre toda la grandeza de ánimo del hombre –tanto epicúreo como estoico, según las varias versiones– y el cristiano. Para el hombre normal es importante lo que es capaz de hacer, lo que es capaz de superar él (estoico o epicúreo). Y para el cristiano… es como un niño: todo él en tensión hacia la presencia de su madre, de su padre, del otro. Es la fuerza de Dios.

Una presenza che cambia, Bur, Milán, 2004, p. 122

acute;speras y de Completas, leer los salmos con atención te renueva completamente, sirve para renovarte completamente.

Una presenza che cambia, Bur, Milán, 2004, p. 115


La Catedral de Monreale, Palermo, del siglo XII; Jesús cura a la hemorroisa, detalle

La Catedral de Monreale, Palermo, del siglo XII; Jesús cura a la hemorroisa, detalle

Él [Jesús] es el destino, porque es Dios, pero pasa a través de la propuesta y la indicación que hace a tu libertad; es el destino que se somete a tu libertad, que te ama de tal modo que se condiciona a tu libertad. Y no a tu libertad en su dimensión heroica, porque, frente a la elección del destino la cuestión es de tal calibre que impondría a la imaginación un gesto heroico: la libertad, la elección de la libertad (¡todo el mundo da una gran pompa a esto!). Pero no: Jesús es el destino que te indica y se propone a tu libertad en su aspecto más infantil, más ingenuo y bueno, más elemental, que es el llanto o la petición.

El atractivo de Jesucristo, Ediciones Encuentro, Madrid, 2000, p. 310


Debemos pedir la fuerza del Padre, la fuerza de Dios. La fuerza de Dios es un hombre, la misericordia de Dios tiene un nombre en la historia: Jesucristo, dice el Papa en la encíclica que he citado. ¡Nosotros debemos pedir que venga Jesús! «Ven, Señor Jesús. Ven, Señor» es el grito que sintetiza toda la historia humana, la historia de la relación entre el hombre y Dios en la Biblia. Id a buscar la Biblia, en la última página, las últimas palabras son estas: «Ven, Señor». Debemos rezar. Es una súplica mendicante, no es una fuerza, sino la extrema debilidad, la expresión extrema de la conciencia de nuestra debilidad. La conciencia de nuestra debilidad se convierte en súplica mendicante. La súplica mendicante es la última posibilidad de fuerza adecuada a nuestro destino, hace al hombre adecuado al destino. Se llama normalmente oración.

Avvenimento di libertà. Conversazioni con giovani universitari, Marietti, Génova, 2002, p. 56


Entonces, ¿también la petición es un milagro?
Cierto, nadie puede decir «Señor Jesús» si no es en Espíritu. Es como si uno pretendiese —aunque fuera sólo por tres pelos— hacerse por sí mismo. ¡Ni siquiera un pelo! No puedes agregar ni siquiera un pelo a tú cabeza (sí, puedes usar Panténe, ¡pero no sirve de nada!).
La verdadera cuestión es que la petición es ya un milagro. Es la primera forma de la coherencia, de nuestra realización, de nuestra libertad. Rezar es un milagro y es necesario aceptar el milagro.

El atractivo de Jesucristo , Ediciones Encuentro, Madrid, 2000, págs. 234-235


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