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30 DE JUNIO DE 1968. EL...
Sacado del n. 04 - 2008

Cotejo entre el Credo del pueblo de Dios y el “borrador-Maritain”

Pequeños arreglos romanos



por Gianni Valente


Pablo VI pronuncia en la plaza 
de San Pedro el <I>Credo del pueblo de Dios</I>, domingo 30 de junio de 1968

Pablo VI pronuncia en la plaza de San Pedro el Credo del pueblo de Dios, domingo 30 de junio de 1968

El VI volumen de la Correspondance entre Charles Journet y Jacques Maritain contendrá también una sinopsis entre el texto definitivo del Credo del pueblo de Dios proclamado por Pablo VI y su borrador inicial, preparado por Jacques Maritain, del que hablamos en estas páginas. La confrontación entre los dos textos permitirá evaluar en todos sus aspectos la sustancial continuidad entre la professio fidei y el documento que redactó el filósofo francés en enero de 1968. Pero el estudioso benedictino Michel Cagin, autor de la sinopsis, enumeró ya las principales diferencias entre los dos textos en una interesante conferencia pronunciada en el congreso sobre las relaciones entre Montini, Journet y Maritain que tuvo lugar en junio de 1999 en Molsheim y que fue organizado por el Istituto Paolo VI, en colaboración con el Cercle d’études “Jacques et Raïssa Maritain” y la Fondation du cardinal Journet.
El examen de las discordancias entre el texto definitivo y el “borrador-Maritain” muestra que de la revisión “romana” nacieron arreglos y modificaciones oportunas y congruentes con el objetivo de redactar un Symbolum fidei sobrio y esencial.
Ante todo, se realizaron algunos cambios estructurales. El artículo sobre el Espíritu Santo fue colocado después del de Jesucristo, y el relativo al bautismo (que en el proyecto de Maritain venía después de la parte sobre la Iglesia) fue colocado después del parágrafo que definía el pecado original.
Entre las partes omitidas, que estaban en el texto preparado por Maritain y que no se encuentran en el Credo del pueblo de Dios, hay un parágrafo sobre los ángeles y otro sobre las cuestiones concernientes a los orígenes del hombre y el monogenismo, que –puntualizaba el filósofo parisiense en su proyecto– «no son de competencia de la ciencia positiva». En el paso del texto maritainiano a la professio fidei proclamada por el papa Montini desapareció también la parte en que Maritain se detenía a describir el tiempo nuevo en el que la Iglesia había entrado con el Concilio Vaticano II, sus características y su nuevo “estilo”. Maritain había citado explícitamente el testimonio común que israelitas y musulmanes rinden a la unidad de Dios junto con los cristianos, y también había hecho referencia a la devoción del islam en el parágrafo relativo a la Virgen María. En el párrafo 9 del Credo del pueblo de Dios, se rinde gracias a la bondad divina por los «tantísimos creyentes» que comparten con los cristianos la fe en el Dios único, pero no aparecen referencias explícitas al islam ni al judaísmo.
Si consideramos los añadidos vemos que en el artículo sobre Jesucristo se introdujeron las frases que recuerdan la vida humana y la historia terrenal de Jesús, a la luz de los Evangelios, hasta la mención de su «persecución padecida por la justicia». En el artículo relativo al bautismo, el testo que había preparado Maritain repetía simplemente la fórmula del Credo que se reza durante la misa. El Credo del pueblo de Dios, siguiendo el Concilio de Trento, subraya además que el bautismo «hay que conferirlo también a los niños, que todavía no han podido cometer por sí mismos ningún pecado». Respecto a la Iglesia, la professio fidei proclamada por Pablo VI confiesa que ésta, fundada por Cristo, es «sin cesar una por la fe, y el culto, y el vínculo de la comunión jerárquica»: explicitaciones que faltaban en el proyecto redactado por Maritain. En el párrafo sobre la salvación posible también para quienes ignoran el Evangelio y no pertenecen visiblemente a la Iglesia de Cristo, el Credo del pueblo de Dios se limita a retomar fórmulas del Magisterio anterior, mientras que Maritain, en su texto, había dedicado un pasaje compuesto expresamente por él a aquellos que «no se encuentran en el régimen normal de salvación, pero responden al llamamiento que el único Salvador, que ellos no conocen, hace sentir en la profundidad de su alma».
A los cambios principales hay que añadir una serie de pequeñas variaciones que tienen siempre el efecto de exponer de manera clara y sencilla, incluso en los matices, los datos que expresan las fórmulas de fe. Un ejemplo: el texto de Maritain, a propósito de la santa misa, habla de «Sacrificio del Calvario que se hace presente en nuestros altares»; «que se hace sacramentalmente presente en nuestros altares», añade y aclara la professio fidei proclamada el 30 de junio de hace cuarenta años por el Pablo VI.


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