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CHINA
Sacado del n. 10 - 2003

El llamamiento a la reconciliación del obispo de Lanzhou

Carta a mis amigos



por Joseph Han Zhi-hai


Soy obispo de la diócesis de Lanzhou, sucesor del obispo Philip Yang. Pertenezco a la generación más joven de sacerdotes que siempre han sentido gran admiración por nuestro querido obispo y por los sacerdotes de su época que sostuvieron nuestra Iglesia en los tiempos difíciles y críticos del pasado, durante y después de la Revolución cultural. Con el obispo Yang y con todos los sacerdotes de su época, durante un largo periodo hemos temido que un grupo de obispos, sacerdotes y laicos católicos chinos, engañados por la Asociación patriótica, quisieran provocar un cisma en nuestra Iglesia creando una Iglesia católica independiente respecto a la Iglesia universal y al papa. Nos negamos a unirnos a ellos en sus celebraciones eucarísticas y animamos a nuestros fieles a que hicieran lo mismo porque es nuestro deber proteger la unidad de nuestra Iglesia con la Iglesia universal y con el Santo Padre. Nos dolía profundamente que esto causara división dentro de la Iglesia china, pero preferíamos dicha situación antes que permitir que toda la Iglesia china fuera separada de Roma.
En los últimos veinte años hemos seguido con atención los muchos esfuerzos realizados por el papa Juan Pablo II para comprender mejor la situación de la Iglesia católica china. Sus palabras de aliento nos han fortalecido y confortado mucho. Luego nos dijeron que algunos de los obispos oficiales, nombrados por el gobierno chino, habían sido legitimados y nombrados por el Santo Padre después de haberlo solicitado y de que dicha solicitud había sido examinada y aprobada. Esto comenzó hace muchos años, pero durante un largo periodo hemos desconfiado porque no teníamos muchos contactos con los sacerdotes y con los obispos oficiales y no podíamos comprobar cuál era la verdad. Pero mientras tanto hemos tenido más contactos con muchos de estos obispos oficiales y hemos sabido que la mayoría de los obispos oficiales está ya ahora en unión con el Papa y la Iglesia universal. Junto con los obispos no oficiales, los obispos legitimados constituyen la mayoría de los obispos chinos.
En los últimos años, hemos desarrollado en nuestra diócesis contactos ocasionales con sacerdotes y católicos de la comunidad eclesial oficial. Sacerdotes oficiales y no oficiales de la vecina diócesis de Tiansui han celebrado juntos la eucaristía. Lo han hecho porque han oído varias veces que el Papa nos anima a los católicos chinos a promover la reconciliación y volver a la unidad de la Iglesia católica china según el deseo de nuestro Señor Jesucristo, que reza para «que sean uno como nosotros» (Jn 17, 11). Desde que soy obispo (no oficial) de la diócesis de Lanzhou me acompaña siempre esta pregunta: nuestra Iglesia debe estar unida, según la oración de Jesús nuestro Señor, y el expreso deseo del Santo Padre, pero ¿cuál es el momento justo y el modo justo para hacerlo?
He de admitir que mi corazón alberga aún dudas. Todavía hay obispos que no están unidos al Papa. La Asociación patriótica es ambigua cuando se trata de la unidad con la Santa Sede, que es esencial para nosotros. Esta ambigüedad es la razón por la que muchos hermanos obispos de la comunidad eclesial no oficial son reacios a dar pasos hacia la reconciliación. Comprendo muy bien sus dudas. Nuestros fieles se sentirían culpables si participaran en la eucaristía en una comunidad eclesial oficial. Algunos documentos eclesiales –“los 8 puntos” y “los 13 puntos”– han confirmado a los católicos de las comunidades no oficiales en esta actitud.
Sin embargo, mucho ha cambiado en estos últimos años. Me siento muy animado por haber sabido que la mayoría de nuestros sacerdotes, obispos y fieles están unidos en la misma fe y están unidos al Papa. Por lo demás, siento como muy perjudicial para nuestra Iglesia el hecho de que sigamos divididos en una comunidad oficial y en una comunidad no oficial; que celebramos la eucaristía separadamente,cuando la eucaristía es precisamente el momento en el que se cumple y celebra la unidad. Es una contradicción.
He llegado a la convicción de que no podemos seguir ignorando la oración de nuestro Señor Jesús «que sean uno como nosotros». Como obispo y pastor de la grey de Lanzhou siento el deber de hacer un llamamiento a mis hermanos obispos: liberemos a los católicos chinos de esta ambigua situación de división. El deseo varias veces repetido del Papa –por ejemplo, durante la conmemoración del 400 aniversario de la llegada de Matteo Ricci a Pekín– que nos anima a la reconciliación, nos hace comprender que los anteriores documentos de la Iglesia que desaconsejaban celebraciones eucarísticas comunes entre católicos del área oficial y del área no oficial ya no valen para nuestros fieles, cuando participan en la eucaristía de un obispo o de un sacerdote que ha proclamado con claridad su unidad con el Santo Padre y con la Iglesia universal, por que la eucaristía alimenta la unidad. Hemos de admitir que para la Iglesia en China está naciendo una nueva situación, que nos invita a tomar nuevas iniciativas. Por tanto, sugiero a mis hermanos obispos y sacerdotes de las comunidades oficiales que den pasos concretos hacia la unidad en la Iglesia católica china.
Todos nosotros, sacerdotes y obispos, digamos claramente a nuestras comunidades de fieles que estamos en comunión con el Santo Padre y con la Iglesia universal, de modo que sepamos claramente de cada uno de qué parte está. Y así cada uno puede con serenidad y valor proceder a encontrar al otro y a celebrar en la eucaristía nuestra unidad en Cristo y en el único Padre de todos. Esto es lo que rogaba el Señor Jesús y esto es lo que se espera el Santo Padre de todos nosotros.
Confío que, si tenemos el valor y la generosidad de hacer esto, habrá una renovación en la Iglesia china. Nuestra unidad en la fe no disminuirá de ninguna manera nuestro amor por nuestro país. Todo lo contrario, reforzará nuestra capacidad de cooperar todos juntos para construir y modernizar nuestra nación.


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