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LIBIA
Sacado del n. 11 - 2008

A cuarenta años de la revolución de Gadafi

Trípoli corre entre Occidente y África


La Libia que ha salido del aislamiento es un país fiel al islam y abierto al diálogo. El nuevo Tratado con Italia dará efectos positivos también para África. Habla Hafed Gaddur, embajador en Italia de la Gran Jamahiriya


Entrevista con Hafed Gaddur por Giovanni Cubeddu


Desde el 30 de agosto de 2008 un Tratado de “amistad, asociación y cooperación” innovador e importante une Italia y Libia. Para Hafed Gaddur, el embajador libio en Italia, todos los veintitrés artículos del acuerdo expresan esperanza y certezas. 30Días lo ha entrevistado.

El embajador Hafed Gaddur, de cincuenta años, está en Italia come diplomático desde 1985 desempeñando varios cargos. Desde 2003 a 2006 fue embajador de Libia ante la Santa Sede. Desde octubre de 2004 es coordinador de las relaciones entre Italia y Libia en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Trípoli

El embajador Hafed Gaddur, de cincuenta años, está en Italia come diplomático desde 1985 desempeñando varios cargos. Desde 2003 a 2006 fue embajador de Libia ante la Santa Sede. Desde octubre de 2004 es coordinador de las relaciones entre Italia y Libia en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Trípoli

Excelencia, en los principios generales del Tratado se afirma que la política internacional se funda en el respeto de los gobiernos que los pueblos autónomamente eligen.
HAFED GADDUR: Esto es precisamente la base del acuerdo: el respeto recíproco. Mientras todos discuten de la cuantía de las inversiones italianas en Libia, cinco mil millones de dólares en veinte años, nosotros no nos fijamos en el importe, que de todos modos comprende también la indemnización moral a los libios, la búsqueda de nuestros deportados a Italia... [tras la colonización de 1911, n. de la r.]. El Tratado prevé entre otras cosas becas para los jóvenes libios que vengan a estudiar establemente a Italia, intercambios culturales, cooperación arqueológica en una Libia llena de tesoros escondidos. Es un verdadero acuerdo entre dos Estados que deben y quieren convivir, que comparten la geografía, la historia, las raíces, y que piensan en la paz y la estabilidad del Mediterráneo. Hemos establecido iniciativas comunes para la lucha contra el terrorismo y la emigración clandestina y a favor del desarrollo del sector industrial en Libia, en el que Italia puede desempeñar un papel importante. No es un acuerdo que vive por lo que Italia puede dar, sino que se basa en la colaboración: está dicho claramente y firmado.
¿Cuál es la importancia hoy de Libia para Italia, y de Italia para Libia?
GADDUR: Permítame dos observaciones. Ante todo, conozco a los italianos y a Italia, que considero un país maravilloso. Los italianos no son colonialistas, no les gusta la guerra y me ha dado muchos ánimos comprobar todo esto durante mis años de permanencia como diplomático. En segundo lugar, he visto con mis propios ojos que durante todo el periodo en que mi país sufrió el embargo, Italia estuvo siempre cerca, tuviera el gobierno que tuviera, y a partir de la primera República.
¿Concretamente?
GADDUR: Por lo que podía hacer, poco o mucho según el momento, nunca se echó atrás a la hora de proponer mediaciones con los americanos, incluso cuando las cosas no iban bien. La amistad que nos ha demostrado Italia ha sido la garantía de que firmaríamos este tratado. Quizá tendríamos que haberlo hecho antes.
El acuerdo traza un marco amplio y no entra en muchos detalles. ¿Cuáles son sus expectativas reales?
GADDUR: Se abren puertas en muchos sectores, y de verdad soy optimista, entre otros motivos porque sé lo que Libia e Italia quieren realmente. Somos dos pueblos a los que les gusta lo concreto. Es un Tratado que reafirma muchos principios generales pero es completo, y pone atención en todos los aspectos de nuestra relación. Nos permite trabajar muchísimo juntos.
Trípoli mantiene un peso notable en las relaciones interárabes y se ha impuesto como interlocutor privilegiado de numerosos líderes africanos.
GADDUR: Si hoy Libia es un país importante lo debe a su líder, del que no necesito hacer propaganda porque todos lo conocéis bien. Respecto a países más grandes que nosotros, con mayores recursos petrolíferos o mejor situación estratégica, nosotros tenemos la riqueza de un guía llamado Gadafi, que había comprendido, hace decenios, la necesidad de una política africana. Si hoy grandes potencias se contienden África, para explotarla, y corren para ser las primeras, Gadafi afirma desde siempre la necesidad de que un continente tan rico en recursos estratégicos se autogobierne gracias a una Unión Africana fuerte. Lo que ha tratado de realizar y sigue promoviendo con el mundo árabe, esto es, la unidad, lo mantiene hoy en el diálogo privilegiado con África.
El coronel Gadafi… Desde 1969 Libia goza de estabilidad política. ¿Qué espacios de penetración abre y concede su gobierno a los países amigos, y, viceversa, qué se espera de ellos?
GADDUR: Le explico por qué esta es una observación justa. Sigamos con el ejemplo de África. Los italianos, según yo, no tienen agendas ocultas, a diferencia de otros no esconden tras cada inversión una estrategia política o una presencia militar específicas. A Italia se le considera un país sincero, trabajador, y además es bien querido en toda África. Si tiene líderes políticos perspicaces, entonces esta es una buena ocasión para aumentar –junto con Libia que dará su máxima colaboración– su presencia en África.
¿Según qué parámetros?
GADDUR: Trabajar juntos, invertir juntos, también sacar beneficios juntos, pero sin explotar a los pueblos ni saquear los recursos, como hacen las multinacionales o esos países que van a África sólo para tomar sin dar nada. El africano pone en peligro su vida huyendo en busca de una existencia mejor, cuando en cambio podríamos ayudarlo a valorizar sus recursos permitiéndole quedarse en su casa. Italia puede hacerlo. Los libios nos fiamos y le ofrecemos nuestra disponibilidad.
Y al contrario, ¿en qué temas pide Libia la ayuda italiana ante Europa y la comunidad internacional?
GADDUR: Mejorar el funcionamiento del Consejo de seguridad de las Naciones Unidas, promover el desarme, la no proliferación, comenzando por el Mediterráneo… Pero sobre todo, desearíamos que la política italiana diera más tiempo a África: porque las cosas concretas requieren tiempo. Hay que tutelar los derechos humanos en África, resolver los conflictos en la región de los Grandes Lagos, en Somalia y en el Sahara Occidental. Italia, Libia también, es apreciada, y mucho, en África. ¿Por qué no probar juntos?
ra organización Dawa al Islamiya, [“Llamamiento al islam”, n. de la r.], que todos los años celebra una reunión con el Consejo pontificio para el Diálogo interreligioso. Somos partidarios del diálogo interreligioso y entre las civilizaciones. Porque también con anterioridad al nombramiento del primer nuncio en Trípoli, la Iglesia existía en Libia, y los cristianos eran y son libres de rezar, tanto como los fieles de las demás religiones.
Libia promueve constantemente el islam en África...
GADDUR: Es verdad, y para nosotros es un hecho importante. Deseo recordar que el primer diálogo religioso entre musulmanes y cristianos se organizó y llevó a cabo en Libia, con la gran conferencia de 1976, es decir, pocos años después de la revolución. Para los libios merece la pena dialogar con las verdaderas religiones. Y los verdaderos musulmanes estiman a Jesucristo.
¿Cómo es la Libia de hoy, vista desde dentro?
GADDUR: Somos un país que ha mantenido su sencillez, con un sistema basado en el consenso del pueblo.
Cuarenta años después de la revolución Gadafi parece todavía joven. ¿Cuánto ha cambiado el país?
GADDUR: Antes éramos una parte del Imperio otomano, luego fuimos una colonia italiana, después una administración inglesa y al final vivimos el breve paréntesis de la monarquía, bajo el cual de todos modos no éramos de verdad independientes. Hoy, en cambio, el libio se siente orgulloso de su pasado reciente. Se siente más seguro de sí mismo en el mundo, a la par de los demás. Cuarenta años han significado desarrollo agrícola e industrial, la desaparición del analfabetismo, y sobre todo la afirmación del líder no separada nunca del crecimiento del país. No nos basamos sólo en el petróleo, sabemos que tenemos que invertir en formación y tecnología para nuestro futuro, y los análisis económicos nos dicen que Italia es importante para nosotros, porque es un lugar tranquilo, conveniente para nuevas inversiones. El Tratado va exactamente en esta dirección.
Gran parte de la población de Libia vive en los mayores centros urbanos. ¿Mantienen los jóvenes las tradiciones de los padres, incluso las religiosas, las oraciones diarias y las del viernes?
GADDUR: La secularización no es fuerte. Al contrario, veo que mis compatriotas van a la Mezquita más que antes, incluidos los jóvenes. Lo que hace falta es que viva la verdadera fe islámica, no las sectas integristas. Que haya más Corán y no las interpretaciones de algunos individuos… No, Libia se mantiene fiel, el líder se interesa y habla mucho de esto, desea que el pueblo permanezca en la religión, y también en sus viajes al extranjero lanza este mensaje. No pierde ocasión para llamar a la salvaguardia de la fe islámica por lo que es. El mundo será global, pero los libios conservan su fe, más que antes. La revolución libia se mantiene joven también en esto.
El 11 de septiembre de 2001 en Libia: Bin Laden era desde hacía años un prófugo sobre quien pendía una orden de busca y captura solicitada por Gadafi, que había comprendido toda su peligrosidad. Esto hay que recordarlo como un mérito del líder. ¿Existe hoy en Libia el peligro de Al-Qaeda?
GADDUR: Estas organizaciones que se esconden tras el nombre del islam y se manifiestan como grupos terroristas intentaron golpearnos durante los años ochenta y noventa, para desestabilizarnos. Los libios somos sólo cinco millones, somos gente sencilla, en las comunidades nos conocemos todos, no fue difícil llegar en breve tiempo a individuar y aislar a estos grupos. La orden de captura internacional que solicitamos contra Bin Laden, a través de Interpol, se remonta a 1998, cuando él era un buen amigo de Occidente. La estabilidad política de mi país, la naturaleza misma de los libios –que no son propensos al extremismo religioso o ideológico y no aceptan ataques contra su tranquilidad de vida– nos han ayudado a asediar y derrotar a estos grupos.
¿En el futuro?
GADDUR: Quién sabe, podrían volver, pero se enfrentarían a nuestra decisión contra ellos, tomada y mantenida en los Congresos populares de base, que son el verdadero poder en Libia. En el Congreso popular de base todo libio tiene el derecho de expresar su propio credo y su propia opinión, en nuestro ordenamiento este es el lugar político por antonomasia, todos se confrontan, en el respeto de la ley. Fuera del Congreso toda forma de extremismo religioso o ideológico no tiene espacio. Y nosotros no se lo concederemos nunca.
Hablemos del enemigo de un tiempo: los Estados Unidos. El bombardeo americano contra Trípoli de 1986 le costó la vida a una hija adoptiva de Gadafi, y éste se salvó avisado por Italia. Hoy viven ustedes con ellos una fase nueva. Este pasado parece prehistoria.
GADDUR: El líder, permítame decirlo una vez más, ha hecho que los libios nos sintamos un pueblo orgulloso. Hemos sido amigos de los países que nos han respetado, y hemos tenido problemas con quienes nos querían sumisos, silenciosos, no partícipes en la vida internacional. Los Estados Unidos han sido nuestros enemigos, nos han bombardeado, acusándonos de terrorismo. Por eso les hemos combatido siempre, hasta que se han convencido de que Libia podía tener un papel propio y que había que dialogar. Desde entonces nos hemos demostrado siempre disponibles. Y con las palabras y la disponibilidad hemos normalizado nuestras relaciones. Y resuelto, al día de hoy, todos nuestros problemas.
¿Qué significa todo esto?
GADDUR: Que Estados Unidos es un país autónomo y soberano, y Libia es un país autónomo y soberano. Correspondemos al respeto con el respeto, no aceptamos nunca la sumisión. Somos un país pequeño, no como Estados Unidos, aceptamos vivir en condiciones incluso difíciles, pero nunca sometidos. Esta es nuestra dignidad. E Italia ha facilitado las cosas, les ha hecho comprender, a los americanos, como también a otros países mal dispuestos, qué es Libia y qué piensa su pueblo.
El primer encuentro anual de jefes tribales africanos con Gadafi, celebrado en Bengasi el 28 de agosto de 2008<BR> [© Afp/Grazia Neri]

El primer encuentro anual de jefes tribales africanos con Gadafi, celebrado en Bengasi el 28 de agosto de 2008
[© Afp/Grazia Neri]

¿Han sentido ustedes comentarios o presiones de parte americana sobre las últimas iniciativas de su política exterior, incluido el acuerdo estratégico con Italia?
GADDUR: No. Ante el Tratado han reaccionado positivamente. Desde el principio de la revolución hasta los años ochenta quizá ninguna de las dos partes, Estados Unidos y Gran Jamahiriya, ha dedicado bastante tiempo a comprender a la otra. Hoy, en cambio, los americanos saben qué es Libia y ven en Italia un aliado: por eso el acuerdo no produce ninguna preocupación en Washington.
¿Nos puede contar una anécdota o un comentario del líder?
GADDUR: La negociación con Italia no ha sido por supuesto una iniciativa individual mía. Y el líder ha estado presente en todas las fases… también cuando estaba ausente. Lo digo francamente, por parte nuestra hemos negociado siempre siendo conscientes de esto. En un momento dado llevamos a Gadafi los últimos borradores, y él, después de haber leído cierto artículo, nos pidió explicaciones sobre la redacción. «Tenéis que modificarlo de esta manera», dijo dictando las correcciones. Y siguió explicando que «si los italianos no las aceptan entonces significa que hay mala fe», con todas las consecuencias del caso. Volvimos a Roma con las notas del líder y los italianos las aceptaron sin objeciones, con gran satisfacción. Hemos negociado a menudo hasta bien entrada la noche, participaron en los coloquios las jerarquías políticas. Y todo esto tiene un sentido.
¿Cuál?
GADDUR: El acuerdo es un salto gigantesco. Con el trabajo común veremos sus frutos. Pero no se le puede pedir a Libia que espere un año para la ratificación. Hemos firmado un acuerdo por el bien de nuestros dos países. El tiempo nos confirmará que ha sido un gesto de reconciliación, valor, gran civilización.
Entonces hay que esperarse la venida de Gadafi a Roma.
GADDUR: Seguramente después de la firma y la ratificación no habrá motivos que le impidan venir a Italia.


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