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ORIENTE PRÓXIMO
Sacado del n. 12 - 2008

FRANJA DE GAZA

La guerra de Navidad


Un testimonio desde la tierra de Hamás. Habla el padre Manuel Musallam, el único sacerdote católico de rito latino presente en la Franja de Gaza


Entrevista a Manuel Musallam por Giovanni Cubeddu


Una familia palestina escapa del campo de refugiados de Rafa, destruido por los bombardeos israelíes del 27 y 28 de diciembre de 2008 [© Associated press/LaPresse]

Una familia palestina escapa del campo de refugiados de Rafa, destruido por los bombardeos israelíes del 27 y 28 de diciembre de 2008 [© Associated press/LaPresse]

El padre Manuel, el párroco de la Sagrada Familia de Gaza, piensa que la huida a Egipto fue mucho más humana. José consiguió escapar de noche para poner a salvo al pequeño Jesús. Ahora no, el paso con Egipto fue cerrado hasta que, dicen las autoridades de El Cairo, Hamás gobierne la Franja. Y la noche de Gaza es el infierno: las palas amenazadoras de los helicópteros israelíes, luces y estallidos de los misiles que tira la aviación, los drones que desde lo alto espían todos los movimientos, y en fin el ejército, que entró en Gaza para hacer limpieza casa por casa. Y ninguna ayuda para los que son inocentes.

Padre Manuel, Gaza está asediada.
MANUEL MUSALLAM: Es otra guerra, y nosotros estábamos ya viviendo bajo el embargo, sometidos.
¿Y ahora?
MUSALLAM: Gaza ha sufrido ya demasiado. No tenemos bastante comida, ni agua o corriente eléctrica. Pasamos las noches bajo bombardeos tremendos. Un millón y medio de personas sobreviven solo gracias a las ayudas de la UNRWA (United Nations Relief and Works Agency), y quienes no reciben estas ayudas o no tienen trabajo viven de limosnas: esto hay que decirlo claramente. Solo policías, soldados o maestros reciben un pequeño salario, porque son funcionarios públicos, divididos en dos grupos, los pagados por Hamás y los pagados por el gobierno de Ramala. Pero a veces durante dos o tres meses no llega el dinero, y no se puede hacer otra cosa que esperar.
Esta no es la única división actual.
MUSALLAM: El pueblo está dividido en sí mismo, porque nos obligan a no hablar el uno con el otro, está prohibido... La gente de Hamás no le dirige la palabra a la de Al-Fatah, y viceversa. Se nos ha ordenado no tener contactos con Hamás y de este modo nos hemos distanciado día a día, obligados al silencio. Este es el tiempo del odio, se nos pide que nos odiemos, nos separemos, que nos consideremos enemigos el uno del otro. El pueblo está separado en Gaza, como si fueran dos naciones, dos razas, dos entidades.
La guerra ha hecho que el bloqueo sea total.
MUSALLAM: Necesitamos setecientos camiones que cada día traigan a Gaza los bienes necesarios para la vida cotidiana, pero últimamente admitían menos de veinte. Los palestinos habían abierto los túneles para llegar hasta Rafa, en Egipto... Y luego todo llegó a ser inaccesible, y lo que valía pocos céntimos ahora cuesta diez dólares. Los niños, que en Gaza son muchísimos, no reciben ya los alimentos necesarios para su edad. Ni siquiera pueden comprarse un trozo de chocolate en el comedor escolar. Viven en su mayoría con náuseas, en la escuela se caen al suelo, están enfermos, los ves lloriquear y si les preguntas por qué responden: «Estoy cansado, tengo hambre, no consigo estar en clase», tienen que ir a cada momento al baño. Viven bajo estrés, en casa deberían estudiar pero no pueden, porque falta la corriente eléctrica, que se da solo un par de horas al día, de noche o durante el horario escolar. Están traumatizados, de noche tienen miedo de todo, se debilitan. Y además falta el agua, para cocinar, para limpiar, el agua potable no existe en Gaza, tenemos que comprársela a Israel o a Egipto...
¿Por qué sigue Hamás lanzando misiles contra Israel? No pensarán que de este modo la situación va a mejorar.
MUSALLAM: ¡Esta es una gran tortura para nuestro pueblo! Falta la energía eléctrica, el agua, la comida, el trabajo. Vivimos perennemente en tensión, nos consideramos sometidos a un asedio y a un crimen de guerra, a actos contra la humanidad, porque la mayoría de la gente aquí es inocente. Si Hamás ataca a Israel o si Israel se enfrenta a Hamás, que se tenga en cuenta que Hamás no está compuesto por un millón y medio de personas, es sólo una minoría. A pesar de ello hoy somos testigos del castigo colectivo contra un pueblo. Es un crimen de guerra.
Hablemos de la responsabilidad.
MUSALLAM: Sabemos que los palestinos han lanzado cohetes contra Israel, es cierto, y sabemos que Israel ha respondido atacando de manera brutal... Pero no será esta la solución de la cuestión de Palestina. Y si consideramos los hechos... Si viéramos a los palestinos lanzar cohetes le diríamos ¡no!, les diríamos que se detuvieran. Pero... no es esta la única página del libro, que está lleno de capítulos a favor y contra cada uno de los dos contendientes. Y si en un folio está escrito el error de uno, en el siguiente encontramos las culpas del otro, en una espiral de errores y de reacciones desorbitadas que no nos está llevando a ninguna parte, por supuesto no a la paz. Por el contrario, atrae y prepara más violencia, peleas, odio, rechazo del otro. Guerra.
Beit Lahiya, al norte de la Franja de Gaza, bajo los ataques de la artillería israelí<BR> [© Associated press/LaPresse]

Beit Lahiya, al norte de la Franja de Gaza, bajo los ataques de la artillería israelí
[© Associated press/LaPresse]

Es usted el único sacerdote católico de rito latino en Gaza.
MUSALLAM: Perdón y reconciliación son palabras que pertenecen al paraíso y que ahora la pronunciamos solo en la iglesia los curas, y nadie más. Parecen estar prisioneras en las iglesias y en las homilías de los curas. Y sin embargo estas palabras no son más que la sustancia misma de la vida de los cristianos y los musulmanes... Durante el día no hacemos más que escuchar llamamientos de guerra por parte de Israel y de los palestinos, unos hablan de resistencia y otros de homicidio...
¿Pero...?
MUSALLAM: Pero en cambio los palestinos rechazan esta situación, como también rechazan someterse a Israel. Necesitamos detener los cohetes y resolver la cuestión palestina, aunque en los seis meses de tregua los israelíes mataron a más de veinte personas e hirieron a cuarenta... Que quede claro que nuestro propósito no es “cohetes y odio contra Israel”, ¡no! Nosotros estamos solo buscando nuestra liberación y nuestra dignidad, no la humillación continua y el trato que se reserva a los habitantes del zoo, que puedes visitar cuando quieres, porque es suficiente darles de comer una vez al día. Reclamamos nuestra libertad. El mundo debería haberlo entendido ya: hoy tenemos la alternativa entre la esclavitud y la muerte, y el pueblo aceptará cualquier cosa menos la esclavitud.
La vida de la Iglesia en la Franja de Gaza... ?
MUSALLAM: A los sacerdotes de Gaza y Cisjordania no se conceden vistos, se les impide viajar, decir misa y hacer el servicio divino, no pueden ir a Jerusalén ni a Belén.
¿Nos puede contar algún episodio en particular?
MUSALLAM: Las Navidades pasadas pedimos más de setecientos permisos para poder ir a Belén y nos concedieron menos de doscientos, y la mayor parte de nuestras peticiones se referían a niños con sus padres... Yo conseguí un visado solo para tres meses gracias a los esfuerzos de un amigo embajador, por lo que pude visitar a mi familia en Birzeit. Durante este periodo monseñor Antonio Franco, el delegado apostólico, y el canciller del Patriarcado latino intentaron ponerse de acuerdo con los israelíes, pero al final no se les autorizó a entrar en Gaza y los cristianos se quedaron sin nadie que celebrara la misa para ellos. El domingo antes de Navidad su excelencia Fouad Twal, el nuevo patriarca latino de Jerusalén, habría debido venir de visita a la iglesia de Gaza, pero le retuvieron en el punto de control de Erez y a uno de sus coches se le impidió que atravesara el paso: en el automóvil llevaba solo un regalo para el párroco de Gaza, para después de la misa: un poco de chocolate. El Patriarca fue retenido durante una hora, así como también la gente que le esperaba al otro lado del puesto de control. Además, se le dijo que abandonara Gaza a las tres de la tarde en lugar de entre las seis y las siete de la tarde, como era costumbre, para que de este modo las celebraciones tuvieran que ser canceladas; y a pesar de esto, a su vuelta el Patriarca fue retenido de nuevo en el puesto de control durante más de dos horas, tras las cuales se le dejó entrar en Israel, para volver a Jerusalén. Esta es la realidad. Aquí ni siquiera el Patriarca y el delegado apostólico tienen libertad de movimiento, por no hablar de los curas. En mi parroquia teníamos dos hermanas del Rosario, pero este año no se les ha autorizado a entrar en Gaza para desarrollar su servicio. Fueron obligadas a quedarse en Cisjordania porque se les denegó el visado.
Y estas Navidades, la guerra.
MUSALLAM: En Adviento y en Navidad solíamos hacer fiesta, marchas, tocar tambores, cantar, poner las luces en el árbol, con la ayuda del ayuntamiento y del gobernador de Gaza... Este año de todos modos ya había sido cancelado todo. No teníamos ni siquiera postales para felicitar a los amigos, los niños no pudieron decorar nada en la escuela porque no había árboles ni luces, y para ellos la Navidad ha sido triste. En el pasado siempre habíamos compartido la comida, cada uno invitaba a otros a comer a su casa o incluso al restaurante, se adornaban los árboles de Navidad –una costumbre en común entre cristianos y musulmanes que aquí ha unido a todas las familias tradicionalmente–. Este año nada de todo esto. No hay alegría, y sin alegría, ¿cómo podemos concebir la paz?, ¿cómo podemos predicarla, enseñarla, practicarla? La alegría ha quedado sofocada entre las lágrimas y el miedo.
Demasiados años y esperanzas rotas, esperando a Palestina.
MUSALLAM: Y a nosotros nos parece que el mundo entero nos mira como si fuéramos enemigos, porque nos considera enemigos de Israel, y por este motivo ninguna ayuda puede entrar en Gaza, ni siquiera la que trae Cáritas, dado que Gaza es una “zona enemiga”. ¿Qué significa entonces “amar a nuestros enemigos”? El mundo podría por lo menos darnos un testimonio, un ejemplo de amor de este tipo: ¿podríais por una vez amarnos a nosotros, los palestinos, antes de querernos enseñar cómo se ama a los enemigos? Intentad considerarnos, por favor, como hermanos vuestros, aunque no seamos como os gustaría que fuéramos.
Niños palestinos en un centro de ayuda de las Naciones Unidas organizado en una escuela en Rafa 
(la foto fue sacada el 30 de diciembre) [© Associated press/LaPresse]

Niños palestinos en un centro de ayuda de las Naciones Unidas organizado en una escuela en Rafa (la foto fue sacada el 30 de diciembre) [© Associated press/LaPresse]

El ejército israelí está comenzando las operaciones por tierra. ¿Qué pasa?
MUSALLAM: Es la guerra, que quiere víctimas. Cientos de personas... en su mayoría son policías, empleados públicos que trabajan para poner orden en los enfrentamientos dentro de Gaza. Han muerto también muchos niños, muchos han resultado heridos. Ha muerto también la primera muchacha cristiana, de dieciséis años, que venía a mi escuela de la Sagrada Familia, murió de miedo y de frío. Se llamaba Cristina Wadi’Turk. Los hospitales están repletos, llenos de personas tratadas como animales, amontonadas en los pasillos sin siquiera recibir los primeros auxilios. Así es como están. El respeto del derecho de las personas es la señal de que se quiere realmente la paz. Quisiera decírselo a los israelíes. Muchos inocentes han sido sacrificados solo porque sus casas estaban cerca de las oficinas de Hamás.
Padre Manuel, ahora nadie sabe cuándo terminará todo esto.
MUSALLAM: Por la noche no dormimos debido a los bombardeos. Rezamos muchísimo. He escrito muchas veces a todos los cristianos de mi parroquia y les he mandado sms pidiendo que rezaran al principio de cada hora del día. Es el momento de decir esta oración. Escúchela usted también, por favor, ahora es la hora de cantarla, se la decimos con las hermanas que están aquí conmigo, para que el Señor Dios dé la paz a nuestros corazones y a nuestras tierras.

[El padre Manuel y las hermanas comienzan a cantar en árabe, n. de la r.]
«Señor de la paz, que llueva sobre nosotros la paz.
Señor de la paz, da la paz a nuestro país, paz.
Ten piedad, oh Señor, de tu pueblo.
Te rogamos, haz que nadie se burle de tu herencia».


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