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EL VIAJE DEL PAPA A LA...
Sacado del n. 09 - 2009

El diario del cardenal Miloslav Vlk

«Una visita extraordinaria y estupenda»


Así ha definido el papa Benedicto XVI su visita a la República Checa, una pequeña nación en el centro de Europa donde los cristianos representan solamente un tercio de la población. El cardenal Miloslav Vlk, arzobispo de Praga, cuenta el viaje del Papa de finales de septiembre


por el cardenal Miloslav Vlk


Benedicto XVI durante la santa misa 
en Stará Boleslav, en la festividad litúrgica de san Wenceslao, patrono 
de la nación checa, el 28 de septiembre de 2009 [© Osservatore Romano]

Benedicto XVI durante la santa misa en Stará Boleslav, en la festividad litúrgica de san Wenceslao, patrono de la nación checa, el 28 de septiembre de 2009 [© Osservatore Romano]

La visita pastoral de Benedicto XVI a Chequia, a finales del mes de septiembre, fue la cuarta visita de un sumo pontífice a nuestra pequeña nación en el centro de Europa, donde los cristianos representan sólo un tercio de la población. Juan Pablo II visitó tres veces nuestra tierra después de la caída del comunismo. A principios del año 1990, invitado por el entonces presidente Havel, para “celebrar” nuestra libertad reconquistada. Luego en 1995, para canonizar en la ciudad de Olomouc a nuestros dos beatos Juan Sarkander y una madre de familia, la beata Zdislava de Lemberk. Y en 1997, el Santo Padre vino, como peregrino, para celebrar con nosotros el milenario de la muerte del santo mártir bohemio Adalberto (Vojtech) obispo, que une el pueblo checo al polaco. Juan Pablo II: un papa eslavo, procedente de un país confinante. Doce años después ha llegado Benedicto XVI, también él natural de un país confinante.
Invitamos al papa Benedicto inmediatamente después de su elección, cuando los obispos checos fueron al Vaticano para la visita ad limina apostolorum. Él llevaba esta invitación en su corazón. En el año jubilar, mil cien aniversario del nacimiento del príncipe “eterno” san Wenceslao, mártir fundador de nuestro Estado y protector principal de nuestra Iglesia, el Papa respondió a la invitación de visitar nuestro país.
La Iglesia en nuestra tierra vive en dos provincias eclesiásticas –Moravia, con la sede metropolitana de Olomouc, y Bohemia, con la archidiócesis de Praga. En la provincia morava viven alrededor de tres cuartos del total de fieles, la mayoría en la diócesis de Brno. Por este motivo programamos dos grandes encuentros de fieles con el Santo Padre: la misa principal se celebró el domingo 27 de septiembre, en Moravia, en la ciudad de Brno, con la participación de unos 130.000 creyentes; la segunda celebración litúrgica tuvo lugar precisamente en el día de la solemnidad de san Wenceslao mártir, el 28 de septiembre, junto a Praga, en el santuario de Stará Boleslav, lugar de la muerte del mártir. Este día, el 28 de septiembre, es fiesta nacional. La misa en Stará Boleslav, en la que participaron unas 50.000 personas, estuvo dedicada sobre todo a los jóvenes. Tanto en Brno, como en Stará Boleslav, el Papa fue recibido con gran entusiasmo y amor; pasaba y saludaba desde el “papamóvil” a la multitud de creyentes jubilosos. En las dos ocasiones se realizó el sentido principal y se cumplió el objetivo de su visita pastoral. La República Checa es una pequeña nación, con once millones de habitantes. Los cristianos son un tercio más o menos de la población. Si el Santo Padre ha decidido venir a visitar un país tan pequeño, con tan pocos creyentes, fue impulsado solamente por el amor apostólico.
Nuestro país tiene fama de ser uno de los más secularizados y ateos de Europa. Benedicto XVI ha venido en el espíritu de las palabras transmitidas al primer Papa: «Y tú confirma a tus hermanos».
Sobre la base de los pensamientos de su última encíclica, Caritas in veritate, el Pontífice en Brno exhortó a los creyentes a profundizar en su fe, apoyándose en la esperanza segura en Cristo, para luego poder ofrecer su propia experiencia, mediante un estilo de vida gozoso, a los demás ciudadanos. El Santo Padre recordó el ejemplo de nuestros santos Cirilo y Metodio, Ludmila y Wenceslao. En Stará Boleslav, lugar sagrado de la tradición espiritual nacional vinculada a san Wenceslao, se dirigió a los jóvenes, refiriéndose al gran deseo del corazón joven escondido en cada uno, es decir, el deseo de encontrar el sentido de la propia vida, de encontrar la felicidad. Les invitó a seguir a Cristo por la “puerta estrecha” y señaló que no se alcanza la felicidad sólo con la satisfacción de las necesidades materiales. Luego recordó a san Wenceslao y su gran ejemplo para la realización del sentido de la vida.
Habló también de la ideología y del estilo de vida del pasado régimen comunista, que no conducía al hombre a la felicidad. Después de la santa misa, en un mensaje dirigido aún más específicamente a los jóvenes, desarrolló algunos pensamientos de la homilía, indicando a san Agustín como ejemplo en la búsqueda del sentido de la vida, de la llamada. Invitó a jóvenes a ser «mensajeros de la esperanza», a vivir su fe con alegría y entusiasmo, en unidad entre ellos y con Cristo, y a sacar de los sacramentos la fuerza para su propio camino en la vida y a desarrollar su propia formación cristiana.
Además de los dos momentos centrales y pastorales de su viaje, es decir, las celebraciones eucarísticas, el Papa se reunió con las familias y los niños en la iglesia del Niño Jesús de Praga, administrada por los carmelitas. Fue la ocasión oportuna para hablar de la familia. El Santo Padre, saludando a tantas familias y a tantos niños, vivió aquí momentos llenos de alegría.
Luego, en la abarrotada Catedral de Praga, donde se hallan los sepulcros y las reliquias de muchos santos nuestros, Benedicto XVI se reunió con los sacerdotes, los religiosos y las religiosas, para el rezo de las Vísperas. Evidenció en su discurso nuestro pasado rico en espiritualidad y cultura y, para el Año sacerdotal, recordó los ejemplos de vida de los santos y también los ejemplos de vida en la época del totalitarismo de los cristianos consagrados.
Benedicto XVI con el cardenal Miloslav Vlk <BR>[© Associated Press/LaPresse]

Benedicto XVI con el cardenal Miloslav Vlk
[© Associated Press/LaPresse]

Naturalmente la visita del Pontífice fue también una ocasión para entrevistarse con las autoridades civiles y políticas, entre ellas el presidente de la República, Václav Klaus. Precisamente el presidente, junto con la Conferencia episcopal checa, había invitado al Papa a visitar nuestra nación. En la Sala Española, la más prestigiosa del Castillo de Praga, el Santo Padre pudo saludar a diputados, políticos, personalidades de la vida pública y a los miembros del Cuerpo diplomático. Habló muy abiertamente de la libertad reconquistada tras la caída del régimen totalitario y de la responsabilidad ligada a la libertad. «La verdadera libertad presupone la búsqueda de la verdad —del verdadero bien— y, por lo tanto, encuentra su realización precisamente en conocer y hacer lo que es recto y justo. En otras palabras, la verdad es la norma-guía para la libertad, y la bondad es su perfección». El Papa subrayó el significado del cristianismo para el desarrollo político de la sociedad. Evidenció también el significado cultural y político de la historia de la nación checa en el corazón de Europa, el haber sido encrucijada de corrientes espirituales del pasado. Habló de Europa como de una “casa” que ha de ser construida... Dijo: «Europa es más que un continente. ¡Es una casa! Y la libertad encuentra su significado más profundo en ser una patria espiritual».
En el Salón Vladislav del Castillo di Praga, el Santo Padre se reunió con los representantes del mundo académico y científico. Aquí, evidentemente, se ria y estupenda». Quedó sorprendido del gran número de creyentes que participaron en las dos misas, del caluroso recibimiento del mundo social y político y también de que su visita fuera retransmitida por tantos medios de comunicación: por la televisión y la radio nacionales, por la televisión católica “Noe” y la radio católica “Proglas”. Toda la sociedad ha participado en la visita, que resultó bien organizada en los mínimos detalles. Los participantes no solamente estuvieron compactos, sino que demostraron una fe viva y profunda.
El escepticismo suscitado por los mass-media antes de la visita, debido al hecho de que nuestro país es uno de los más ateos en Europa, no tenía razón de ser. Al contrario, el Papa se llevó una impresión muy positiva.
Estamos de verdad muy contentos de haber podido darle al Papa, en su misión apostólica, una alegría.


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