Home > Archivo > 12 - 2009 > Es bueno y grato al Señor
QUIEN REZA SE SALVA EN CHINO
Sacado del n. 12 - 2009

Es bueno y grato al Señor


El prólogo a la edición en chino de
Quien reza se salva


por Aloysius Jin Luxian


La portada del librito de oraciones <I>Quien reza se salva en chino</I>

La portada del librito de oraciones Quien reza se salva en chino

«Quien reza no tiene miedo; quien reza nunca está solo; quien reza se salva». Así, el pasado mes de julio, durante una audiencia general del miércoles, el papa Benedicto XVI repitió para los fieles presentes en la plaza de San Pedro y para toda la Iglesia las palabras que dan el título a este pequeño libro, que recoge las oraciones más sencillas usadas por los cristianos en el transcurso de los siglos.
Desde hace unos años, centenares de miles de cristianos en todo el mundo están usando este pequeño libro como instrumento sencillo y conciso para caminar en la fe recibida. Ahora, con la presente edición en chino, también muchos católicos de China pueden sacar provecho y consuelo de este pequeño y valioso don en su vida de todos los días. Encontrarán las oraciones sencillas con las que encomendar con confianza y esperanza a Jesús, a María, a san José y a los demás santos sus expectativas, sus súplicas para ser consolados en las aflicciones y tomados en brazos en el tiempo de la prueba. Hallarán también las palabras para dar las gracias por los dones grandes y pequeños recibidos y una ayuda para confesar bien sus pecados y recibir así el perdón del Señor.
La simple repetición de estas oraciones en la trama de los acontecimientos cotidianos será también un signo íntimo y sincero de la comunión con la Iglesia de Roma, fundada en el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. Acudir a la misma fuente de gracia, compartiendo los mismos sacramentos y las mismas oraciones, hace florecer en el mundo la comunión de todos los hijos de la Iglesia en la misma fe de los apóstoles. Por esto, en los tiempos antiguos, la comunión con la Iglesia de Roma se expresaba y confirmaba también con el hecho de compartir las mismas fórmulas de oración.
Estoy seguro de que muchos compatriotas míos se alegrarán y sabrán sacar provecho de este pequeño don tan sencillo y bello. Muchas veces, en el curso de la historia, los católicos de China han experimentado la dulce, desarmada potencia de estas sencillas oraciones y devociones. Les ha ocurrido también a muchos adultos de hoy, empezando por nosotros, los más ancianos: en medio de las tribulaciones del mundo, el Señor los ha conservado en la promesa de Su salvación gracias al tesoro de oraciones aprendidas en la niñez, que todos pueden repetir siempre, en cualquier circunstancia se encuentren.
Espero y deseo que ahora, en compañía de este pequeño libro, también muchos jóvenes de la China de hoy tengan la suerte de probar la vida de gracia descrita por san Pablo en la primera Carta a Timoteo, que el papa Benedicto quiso citar en su Carta a los católicos chinos: «Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas, acciones de gracias por todos los hombres, por los reyes y por todos los que están en el mundo, para que podamos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro. Eso es bueno y grato ante los ojos de nuestro Salvador, Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1Tm 2, 1-4).


Italiano English Français Deutsch Português