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DESPUÉS DEL CONSISTORIO
Sacado del n. 11 - 2003

ÁFRICA. Habla Gabriel Zubeir Wako, el primer cardenal de la Iglesia sudanesa

Los fundamentalismos son destructivos


Entrevista al arzobispo de Jartum: «En nuestro país no hay enfrentamiento entre cristianismo e islam entendidos como religiones, pero si se usan el cristianismo y el islam con fines políticos son destructivos»


por Giovanni Cubeddu


El neocardenal Gabriel Zubeir Wako

El neocardenal Gabriel Zubeir Wako

Creado cardenal en el último cónclave, Gabriel Zubeir Wako es desde octubre de 1981 el arzobispo de Jartum. Es el primer cardenal en la historia de la Iglesia sudanesa, y es el cordial homenaje que el Papa ha querido hacer al testimonio de una comunidad de fieles hostigada por las dificultades. Desde 1983 el país vive una guerra entre el norte musulmán y el sur animista y cristiano, que ha provocado caos, hambrunas y casi dos millones de víctimas. Y que ahora, gracias al interés internacional con un fuerte apoyo (también económico) estadounidense, podría terminar. El mismo Colin Powell participó en octubre en una jornada de las negociaciones entre el gobierno y los “sudistas” del SPLA (Sudan People’s Liberation Army) que desde julio de 2002 se están celebrando en Kenia.
Entrevistamos al nuevo cardenal sudanés en la curia general comboniana de Roma.

Uuando usted fue nombrado cardenal, la pregunta era qué significaría esto para Sudán.
GABRIEL ZUBEIR WAKO: No me esperaba el nombramiento, pero pensaba que por muchas razones podría entrar en los planes del Papa tener un cardenal de Sudán, teniendo en cuenta las dificultades que estamos pasando. Cuando vino a Sudán, hace diez años, dijo que nos veía como hombres y mujeres en el calvario… Las muchas cartas de felicitación que he recibido de Sudán después de mi nombramiento me han recordado aún más lo abandonada que está la Iglesia de Sudán desde la época de Comboni, y lo poco que se sabe de ella. Quizá el nombramiento de un cardenal sea útil para que el mundo exterior tenga algo más en consideración a la Iglesia, y para que nuestra gente sepa cuánto se interesan por ella sus pastores y cómo tratan de mantener viva la fe cristiana en medio de tantas dificultades.
Por desgracia el mismo día en que fui creado cardenal caí en la cuenta de lo poco que se sabe de la diócesis de Jartum incluso en los altos niveles de los medios de información de la Iglesia… Por eso nuestros cristianos recibieron la noticia del nombramiento de un cardenal de Jartum dando las gracias al Papa por haberles dado un reconocimiento, por haber rendido homenaje a su testimonio y haberles animado.
Hablemos de la guerra en Sudán. El mismo Colin Powell participó en los coloquios entre el gobierno y la SPLA, que al parecer han llegado a un punto decisivo. ¿Puede hacer o pedir algo la Iglesia?
ZUBEIR WAKO: Es difícil decir qué es lo que se puede hacer ahora. Hay que reconocer que, con todo y que en Sudán hay dos arzobispos católicos, no hemos conseguido explicar nuestra posición. El gobierno piensa desde siempre que la Iglesia lo quiere obstaculizar, que es su enemiga, y el presidente Omar Hassán al Bashir, en un coloquio que mantuvimos en julio, me lo recordó claramente. Nosotros, en cambio, ya habíamos redactado una serie de documentos y los habíamos enviado al gobierno expresando nuestro apoyo a los coloquios de paz y a las acciones del gobierno, pedíamos al mismo tiempo que en una paz que lo sea de verdad tiene que participar el pueblo. Hablar de paz con la gente hace que todos empiecen a desearla con más fuerza y la aprecien aún más. Después de tantos años de rabia y hostilidad es imposible que una declaración política entre el gobierno y la SPLA sea automáticamente una verdadera reconciliación.… La Iglesia sudanesa trata sólo de hacer comprender esto.
Y además existe el problema del regreso de todos los desplazados a sus tierras, si de verdad hay paz. En la diócesis de Jartum hay casi dos millones de refugiados; si vuelven al sur o a los montes Nuba, querrán comenzar de nuevo una vida propia con más responsabilidades, sin depender de las eventuales ayudas humanitarias. También en esto la Iglesia quiere ofrecer su ayuda, porque ha comprendido que cuando se declare la paz oficial se les dirá a todos que vuelvan a sus casas, sin preocuparse de si encontrarán una casa o si existen servicios esenciales para la vida diaria de la población.
Niños rezando en la aldea de Acumcum, en el sur de Sudán

Niños rezando en la aldea de Acumcum, en el sur de Sudán

Prevé usted una paz inestable.
ZUBEIR WAKO: ¿Quién nos asegura que la paz durará? Hay muchos grupos armados, y si nos detenemos sólo en la lucha entre gubernamentales y guerrilleros del SPLA cometemos un error, porque entonces nadie será capaz de frenar a las otras formaciones militares. Lo que nosotros pedimos es que la política de contraposición a las armas sea seria y para todos, ya que las armas han sido distribuidas como caramelos a todos: a los que luchaban por Garang [el líder de la SPLA, n de la r.] y a los que apoyaban al gobierno. Pero antes tiene que regir la ley. Durante la guerra han sido innumerables las violaciones de los derechos motivadas por razones de seguridad y nosotros pedimos que la razón de estos sufrimientos, la desigualdad, termine: que se aplique la ley rectamente a todos los ciudadanos.
Sudán es por antonomasia un lugar de enfrentamiento entre cristianismo e islam. ¿Es esta la verdadera raíz de la guerra?
ZUBEIR WAKO: Cuando comenzó la guerra no existía el fundamentalismo, esto hay que dejarlo en claro. Si bien algunos musulmanes compartían la idea de hacer de Sudán un país islámico –y en el pasado los gobiernos intentaron hacerlo con la fuerza–, la cuestión principal era y es que la gente del sur se siente oprimida. No tiene la oportunidad de administrar su propia vida, se siente dirigida por Jartum y no tienen voz en la gestión de las riquezas naturales, que en el sur son enormes. «Por lo menos una parte de estas riquezas», dicen, «se podría invertir para nuestro bienestar». Ya en la época colonial el sur era un distrito abandonado, que carecía del desarrollo del que se beneficiaba el norte.
Es por una cuestión de justicia e igualdad entre los ciudadanos del mismo Estado por lo que comenzó la guerra, este es el verdadero motivo. Desde entonces, sin embargo, el gobierno ha puesto en marcha instrumentalmente la islamización del país, que ha dado lugar a violencias contra los misioneros y los cristianos en general, ha impuesto el árabe en el sistema educativo nacional… La gente del sur no tiene nada en contra del árabe, pero siente que es una forma de presión contra personas que poseen un idioma propio. Y esto les hace recordar cuando por desgracia las relaciones con el mundo árabe estaban caracterizadas por el tráfico de esclavos, hasta el siglo pasado…
De este modo el gobierno de Jartum ha abierto las puertas al fundamentalismo, añadiendo por desgracia un factor más a la continuación de la guerra.
¿Y el petróleo?
ZUBEIR WAKO: El problema del petróleo surgió cuando la guerra ya había comenzado. La existencia de los yacimientos del sur se conocía de antes, pero la gente del sur no percibía la importancia porque la explotación no había comenzado totalmente, como ahora. Los porcentajes de las relativas ganancias destinados al sur son una miseria… El tema del enfrentamiento entre cristianismo e islam se puede perfectamente dejar a un lado y resolverlo, pero la gente del sur seguiría protestando si no se diera una justa distribución de los recursos. Terminará una guerra y comenzará otra. Por desgracia, esta es la realidad.
Guerrilleros del SPLA (Sudan People’s Liberation Army)

Guerrilleros del SPLA (Sudan People’s Liberation Army)

Hace tiempo los Estados Unidos enviaron a Sudán a un diplomático como mediador. ¿Ha tenido este mediador contactos constructivos con la Iglesia católica?
ZUBEIR WAKO: No creo que haya hablado mucho con nosotros. Tiene contactos con el presidente de nuestra Conferencia episcopal y con el Consejo de las Iglesias cristianas, en el que participa también la Iglesia católica. Pero los americanos tienen su agenda, y no podemos dar por descontado que escuchen lo que tenemos que decir, son temas que no les interesan mucho; por ahora les interesa sólo acabar con la guerra.
Desde hace tiempo los obispos de Sudán se duelen de la falta de justicia, igualdad entre los ciudadanos, respeto de los derechos del hombre, dignidad. Lo hemos repetido muchas veces en las cartas pastorales. El islam puede cometer estas violaciones sólo si hay alguien que lo instrumentaliza para oprimir a quien no es musulmán, para imponer a los demás costumbres ajenas. Nosotros combatimos esta imposición. No existe choque entre cristianismo e islam entendidos como religiones, pero si el cristianismo y el islam se usan con fines políticos… son destructivos. Los dirigentes políticos buscan el apoyo de los religiosos para imponer sus opiniones. De esto es de lo que habla la Iglesia sudanesa. Desde Europa hay quienes quieren enseñarnos cómo se dialoga entre religiones, pero este no es nuestro problema. Nosotros pedimos igualdad.
Hace pocas semanas fue puesto en libertad Hassan al Turabi, fundamentalista que primero fue aliado y luego adversario de Bashir. ¿Busca el gobierno con ese gesto una pacificación nacional incluso con las corrientes musulmanas más duras?
ZUBEIR WAKO: No lo sabemos. Lo cierto es que desde hace mucho tiempo las organizaciones de los derechos humanos en Sudán y en el extranjero estaban pidiendo al régimen que lo liberara porque había sido encarcelado sin pruebas evidentes, y el gobierno no podía seguir ignorando estas presiones. Existe desde luego una intención pacificadora, que está dirigida a los grupos disidentes islámicos del norte del país. El resultado sería la cohesión del frente islámico con el fin de tener una mayoría sólida en un sistema parlamentario. De este modo los del sur tendrían menos oportunidades.
Musulmanes rezando en la explanada de la mezquita de Omdurman, Sudán

Musulmanes rezando en la explanada de la mezquita de Omdurman, Sudán

¿Es favorable la Iglesia de Sudán a la secesión del sur?
ZUBEIR WAKO: La Iglesia de Sudán no ha tomado ninguna postura sobre el tema de la división del país. Sólo hemos dicho que ha llegado el momento de que los ciudadanos del sur tengan, como todos, derecho a la autodeterminación. Les corresponde a ellos decir qué es lo que quieren hacer, los obispos no queremos usar nuestra posición para imponer una política. Los ciudadanos tienen este derecho, que lo usen como les parezca.
Hace años muchos estábamos de acuerdo, incluidas las Iglesias de Sudán, en decir que una vez que se terminara la guerra haría falta un periodo de transición, en el que la gente, sobre todo la del sur, pudiera tomar tiempo y comprender qué es lo que significa de verdad permanecer unidos o separar el norte del sur. Porque es algo que no se sabe, y no se puede ir a las urnas de un posible referéndum sobre la secesión siguiendo las emociones. Los obispos de Sudán no hablan de separación, sino de autodeterminación iluminada.
¿Se sienten usados los cristianos y los obispos de Sudán por quienes los definen interesadamente como una Iglesia mártir?
ZUBEIR WAKO: ¿Usados? Sí. Nos hemos dado cuenta de que muchos de los que demuestran un interés por la Iglesia de Sudán no son serios, como poco, y, peor aún, no quieren tener en cuenta lo que nosotros proponemos. No quieren ver que cuando nosotros hacemos críticas al islam es solamente cuando éste es usado como un instrumento de poder que no tiene en cuenta el destino de las personas. Estamos haciendo esfuerzos para que los cristianos sudaneses puedan ser cristianos y ciudadanos, y que sean respetados como tales.
Sucede también en los países cristianos que la Iglesia interviene en cuestiones políticas y suscita reacciones contrapuestas de los obispos y de los fieles.
Nosotros no usamos nunca la palabra “laicidad” para describir nuestras peticiones, como hacen ustedes en Europa. Sabemos que quien está en el gobierno expresa su propia religión en su modo de pensar y actuar, pero debe tener en cuenta que los demás no comparten lo que él profesa. Por eso es tarea de la política hacer que, mientras todas las religiones presentes en una nación conviven y trabajan juntas para el bien común, la gente pueda declararse cristiano, musulmán o… comunista. Todos pueden trabajar juntos, cada uno con su diversidad, y en Sudán, donde hay tantas lenguas y culturas, es esencial garantizarlo.
Un gobierno sabio es aquel que hace vivir juntos a todos y hace que todos se sientan una nación.
En lo tocante a la obligación del gobierno sobre la enseñanza del árabe…
ZUBEIR WAKO: Para nosotros usar el árabe es una necesidad, porque es el único modo en que tanta gente nos puede entender, porque si no los pastores tendríamos que aprender decenas de dialectos… Y es el modo con el que hacemos conocer a los islámicos los elementos de nuestra fe cristiana, y dialogamos. Por ahora hablar árabe va bien. Además, muchas personas, incluso cristianas, de tribus distintas, que se han refugiado en el norte, no tienen otro idioma para entenderse entre ellos más que el árabe impuesto por el gobierno. Quizá no lo saben perfectamente, por lo demás los pastores lo usamos de manera simplificada y más accesible. Cuando haya paz y para muchos sea posible volver a sus tierras, cada uno volverá a hablar principalmente su lengua.
Colin Powell con el ministro de Exteriores keniata Kolonzo Musyuka, el líder del SPLA, John Garang, y el vicepresidente de Sudán Alí Osmán Mohamed Taha, Nairobi, 22 de octubre de 2003

Colin Powell con el ministro de Exteriores keniata Kolonzo Musyuka, el líder del SPLA, John Garang, y el vicepresidente de Sudán Alí Osmán Mohamed Taha, Nairobi, 22 de octubre de 2003

Todos los años por Pascua se celebran muchos bautizos en su diócesis. ¿Puede hablarnos de algunas particularidades de la Iglesia sudanesa?
ZUBEIR WAKO: Lo que nos interesa es la evangelización y una formación cristiana constante, en todo los niveles de la Iglesia: es el tema central de nuestro segundo sínodo diocesano, que estamos celebrando. Por eso quizás el número de los catecúmenos es tan alto, nos preocupamos mucho de ellos, así como de la formación de los catequistas y de varios grupos de fieles, que son la vida de la Iglesia. Después de la muerte de san Daniel Comboni, la Iglesia en Sudán continuó su programa de “salvar a África con África”, programa en el que la educación y la formación son muy importantes, y que en Jartum sinceramente nos ocupa mucho. Tenemos setenta escuelas de enseñanza primaria, con cuarenta y dos mil muchachos, y seguirlos significa mucho trabajo para los pastores y sobre todo para los laicos, sin los cuales todo esto sería imposible.
Mirando las cifras de la presencia eclesiástica parece que la Iglesia sudanesa ya no depende completamente de los misioneros, sino todo lo contrario…
ZUBEIR WAKO: Los misioneros son pocos, y ancianos. De las treinta parroquias de mi diócesis, solamente seis tienen un párroco misionero, las demás las administran sacerdotes sudaneses, y la búsqueda de una identidad cristiana sudanesa forma parte del trabajo diario de nuestra Iglesia. El llamamiento de Comboni para tener más hombres en la Iglesia y más cristianamente formados no se hubiera podido concretar si, en el momento de la expulsión de los misioneros, los laicos no hubieran sacado adelante la Iglesia. Miramos con confianza a los laicos, y por eso, después de la misa de acción de gracias por la canonización de Comboni, he pedido que nos ayuden a construir en Jartum una universidad dedicada a Comboni, donde nuestros alumnos, incluidos los de las escuelas del sur, puedan un día matricularse. A menudo los cristianos no participan en la vida civil, en política y en economía son equiparados a los demás, y sucede que ante los obstáculos van a pedir ayuda a los sacerdotes y a los obispos, a quienes no le corresponden estas incumbencias. Los laicos, en cambio, deben contar con sus propios medios. De esta universidad se habla desde hace años, recibimos también el apoyo del Papa, pero la situación política no nos ha ayudado y el proyecto terminó en un cajón. Ahora que la paz quizá se acerca, es el momento de intentarlo. Está claro que la Universidad Comboni estará abierta y será útil para cristianos y musulmanes…
¿Nació usted en una familia católica?
ZUBEIR WAKO: Sí, mis padres eran católicos desde niños.
¿Y su vocación?
ZUBEIR WAKO: Tenía ocho años cuando comencé a decir que quería ser sacerdote, y según la costumbre del tiempo, a los diez años, al acabar la enseñanza primaria, entré en el seminario menor. En aquellos años no había muchas posibilidades de instrucción, y nadie de mi familia se opuso a mi deseo de ir al seminario. Más bien algunos pensaron que cuando fuera más grande iba a cambiar de idea. Gracias a Dios esto no ha pasado. Mi padre me animaba, diciéndome: «Sigue adelante si lo quieres, si no deja el seminario, puedes volver a casa. Mejor dar marcha atrás, que ser un mal cura, un cura deprimido».
¿Qué episodio de la vida de la Iglesia de entonces recuerda más intensamente?
ZUBEIR WAKO: El año mariano de 1954, celebrado solemnemente en nuestra diócesis, porque el obispo era muy devoto de la Virgen auxiliadora de los cristianos. Fue una gran marcha, la gente vino de todas las aldeas a Wau. Estaban los estudiantes de las escuelas católicas con sus profesores, y nosotros, los seminaristas; llegamos hasta la catedral, donde rezamos todos juntos. Éramos más de mil estudiantes, y el obispo estaba allí en la catedral esperándonos. También en esta ocasión algunos musulmanes mostraron su hostilidad, apenas entramos en la ciudad capturaron a un maestro que llevaba a un grupo de estudiantes y lo hirieron, casi lo torturan, delante de sus alumnos. Le agredieron por su fe. Y durante el primer día de oración después de los hechos escuchamos su testimonio como se escucha el de un mártir.


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