Home > Archivo > 04 - 2010 > «Es hermoso ser amigo de Jesús»»
PEREGRINACIÓN DEL PAPA A...
Sacado del n. 04 - 2010

«Es hermoso ser amigo de Jesús»»


Algunos fragmentos de los discursos de Benedicto XVI durante su viaje apostólico a Portugal


por papa Benedicto XVI


Benedicto XVI durante su viaje apostólico a Portugal [© Osservatore Romano]

Benedicto XVI durante su viaje apostólico a Portugal [© Osservatore Romano]

Ni María ni nosotros tenemos luz propia: la recibimos de Jesús
«Queridos peregrinos:
Todos juntos, con la vela encendida en la mano, semejáis un mar de luz en torno a esta sencilla capilla, levantada con amor para honrar a la Madre de Dios y Madre nuestra, a la que los pastorcillos vieron volver de la tierra al cielo como una estela de luz. Sin embargo, ni ella ni nosotros tenemos luz propia: la recibimos de Jesús. Su presencia en nosotros renueva el misterio y el recuerdo de la zarza ardiente, que en otro tiempo atrajo a Moisés en el monte Sinaí, y que no deja de seducir a los que se dan cuenta de una luz especial en nosotros, que arde sin consumirnos (cf. Ex 3, 2-5). Por nosotros mismos no somos más que una mísera zarza, en la que, sin embargo, se ha posado la gloria de Dios. A él sea la gloria y a nosotros la confesión humilde de nuestra nada y la adoración obediente de los designios divinos, que se cumplirán cuando “Dios lo será todo para todos” ( 1 Co 15, 28). La Virgen llena de gracia sirvió incomparablemente a dichos designios: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra” ( Lc 1, 38)»

Rezo del santo rosario en la explanada del santuario de Fátima, 12 de mayo


En vastas regiones de la tierra la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que se extingue
«En nuestro tiempo, cuando en vastas regiones de la tierra la fe corre el riesgo de apagarse como una llama que se extingue, la prioridad más importante de todas es hacer presente a Dios en este mundo y facilitar a los hombres el acceso a Dios. No a un dios cualquiera, sino al Dios que habló en el Sinaí; al Dios cuyo rostro reconocemos en el amor hasta el extremo (cf. Jn 13, 1), en Cristo crucificado y resucitado. Queridos hermanos y hermanas, adorad en vuestros corazones a Cristo Señor (cf. 1 P 3, 15)»

Rezo del santo rosario en la explanada del santuario de Fátima, 12 de mayo


Los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia, del pecado que hay en la Iglesia
[Respondiendo a una pregunta del padre Lombardi sobre el tercer secreto de Fátima]
«De este modo, diría también aquí que, además de la gran visión del sufrimiento del Papa, que podemos referir al Papa Juan Pablo II en primera instancia, se indican realidades del futuro de la Iglesia, que se desarrollan y se muestran paulatinamente. Por eso, es verdad que además del momento indicado en la visión, se habla, se ve la necesidad de una pasión de la Iglesia, que naturalmente se refleja en la persona del Papa, pero el Papa está por la Iglesia y, por tanto, son sufrimientos de la Iglesia los que se anuncian. El Señor nos ha dicho que la Iglesia tendría que sufrir siempre, de diversos modos, hasta el fin del mundo. Lo importante es que el mensaje, la respuesta de Fátima, no tiene que ver sustancialmente con devociones particulares, sino con la respuesta fundamental, es decir, la conversión permanente, la penitencia, la oración, y las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. De este modo, vemos aquí la respuesta verdadera y fundamental que la Iglesia debe dar, que nosotros –cada persona– debemos dar en esta situación. La novedad que podemos descubrir hoy en este mensaje reside en el hecho de que los ataques al Papa y a la Iglesia no sólo vienen de fuera, sino que los sufrimientos de la Iglesia proceden precisamente de dentro de la Iglesia, del pecado que hay en la Iglesia. También esto se ha sabido siempre, pero hoy lo vemos de modo realmente tremendo: que la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos, sino que nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender, por una parte, el perdón, pero también la necesidad de la justicia. El perdón no sustituye la justicia»

Entrevista con los periodistas durante el vuelo hacia Portugal, 11 de mayo


Benedicto XVI durante su viaje apostólico a Portugal <BR>[© Osservatore Romano]

Benedicto XVI durante su viaje apostólico a Portugal
[© Osservatore Romano]

Así, la Iglesia, por sí misma, acogía y recreaba lo mejor de las instancias de la modernidad
«“La Iglesia –escribía el Papa Pablo VI– debe ir hacia el diálogo con el mundo en que le toca vivir. La Iglesia se hace palabra; la Iglesia se hace mensaje; la Iglesia se hace coloquio” (Enc. Ecclesiam suam, 34). […] Precisamente, con el fin de “infundir en las venas de la humanidad actual la virtud perenne, vital y divina del Evangelio” (Juan XXIII, Const. ap. Humanae salutis, 3), se celebró el Concilio Vaticano II, en el que la Iglesia, a partir de una renovada conciencia de la tradición católica, toma en serio y discierne, transfigura y transciende las críticas que están en la base de las fuerzas que caracterizaron la modernidad, o sea la Reforma y la Ilustración. Así, la Iglesia, por sí misma, acogía y recreaba lo mejor de las instancias de la modernidad, por un lado, superándolas y, por otro, evitando sus errores y callejones sin salida»

Encuentro con el mundo de la cultura, Lisboa, 12 de mayo


Con frecuencia nos preocupamos afanosamente por las consecuencias sociales, culturales y políticas de la fe, dando por descontado que hay fe
«Con frecuencia nos preocupamos afanosamente por las consecuencias sociales, culturales y políticas de la fe, dando por descontado que hay fe, lo cual, lamentablemente, es cada vez menos realista. Se ha puesto una confianza tal vez excesiva en las estructuras y en los programas eclesiales, en la distribución de poderes y funciones, pero ¿qué pasaría si la sal se volviera insípida?»

Homilía durante la santa misa, Lisboa, 11 mayo



Homilía durante la santa misa, Lisboa, 11 mayo


Desde las orillas del lago de Galilea hasta las plazas de Jerusalén, Jesús se encontraba prácticamente solo o casi solo en los momentos decisivos; eso sí, en unión con el Padre, guiado por la fuerza del Espíritu
«La “desproporción” de fuerzas en acción, que hoy nos asusta, impresionaba ya hace dos mil años a los que veían y escuchaban a Cristo. Desde las orillas del lago de Galilea hasta las plazas de Jerusalén, Jesús se encontraba prácticamente solo o casi solo en los momentos decisivos; eso sí, en unión con el Padre, guiado por la fuerza del Espíritu. Y con todo, el mismo amor que un día creó el mundo hizo que surgiese la novedad del Reino como una pequeña semilla que brota en la tierra, como un destello de luz que irrumpe en las tinieblas, como aurora de un día sin ocaso: es Cristo resucitado. Y se apareció a sus amigos mostrándoles la necesidad de la cruz para llegar a la resurrección»

Homilía durante la santa misa, Oporto, 14 mayo


Italiano English Français Deutsch Português