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BIELORRUSIA
Sacado del n. 05 - 2010

IGLESIA CATÓLICA. Encuentro con Tadeusz Kondrusiewicz

Es el mundo el que nos pide dialogar


Habla el arzobispo de Minsk: la vida de la comunidad católica, la relación alentadora con los ortodoxos y una mirada de esperanza hacia Moscú


Encuentro con Tadeusz Kondrusiewicz por Giovanni Cubeddu


Comienza hablando de sí mismo, así de simple, el arzobispo católico de Minsk-Mohilev, Tadeusz Kondrusiewicz: «Nací y viví en Bielorrusia, allí serví como sacerdote, y luego como obispo de 1989 a 1991, los dos primeros años tras mi ordenación episcopal. En Moscú pasé luego más de dieciséis años, y ahora aquí me tienen en Minsk. Hay un millón y medio de católicos de rito latino en Bielorrusia: la comunidad más numerosas, después de Lituania, en el área de la ex Unión Soviética».

El arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz durante la liturgia del Domingo de Ramos, en Minsk, el 28 de marzo de 2010 [© Reuters/Contrasto]

El arzobispo Tadeusz Kondrusiewicz durante la liturgia del Domingo de Ramos, en Minsk, el 28 de marzo de 2010 [© Reuters/Contrasto]

Las ley bielorrusa sobre la libertad religiosa reconoce como “históricas” a la Iglesia ortodoxa y a la católica.
TADEUSZ KONDRUSIEWICZ: La ley actual, reconociendo el papel principal de la Iglesia ortodoxa en el desarrollo histórico, espiritual, cultural y de la constitución estatal del pueblo bielorruso, reconoce al mismo tiempo el papel espiritual, cultural e histórico de la Iglesia católica en Bielorrusia. Nosotros agradecemos mucho estas normas, que nos permiten no ser considerados intrusos. Durante las persecuciones de la época soviética, la Iglesia vivió momentos de enorme sufrimiento y al mismo tiempo dio señales de heroísmo...
¿Y ahora?
KONDRUSIEWICZ: Hay cuatro diócesis –entre ellas Minsk-Mohilev es sede metropolitana–, seis obispos y dos seminarios, donde hay noventa jóvenes que se preparan para ser sacerdotes diocesanos. A estos hay que añadir otros sesenta seminaristas de congregaciones religiosas. Los sacerdotes son en total 462, de los que 278 son nativos, y los demás proceden por lo general de Polonia.
¿Es un número adecuado para las necesidades de la comunidad católica?
KONDRUSIEWICZ: Quisiera destacar que estamos asistiendo a un hermoso crecimiento, porque hace veinte años los sacerdotes bielorrusos eran solo sesenta. Por eso necesitamos nuevas iglesias, sobre todo en las grandes ciudades, en primer lugar Minsk: de un total de dos millones de habitantes, los católicos son 300.000 y las parroquias apenas cuatro. Las autoridades públicas están disponibles: precisamente en los últimos años hemos recibido seis nuevos permisos para construir, y este año deberían llegar otros dos. Pero el problema es cómo construir, es decir, encontrar el dinero...
¿Las nuevas generaciones viven la fe católica?
KONDRUSIEVICZ: Los jóvenes son muy vivaces. Con respecto a Rusia, los jóvenes católicos de Bielorrusia son más numerosos, y su religiosidad tradicional está más vivida. Durante la persecución, en Rusia había iglesias católicas abiertas solo en Moscú y Leningrado; en cambio, en Bielorrusia, aunque había solo sesenta sacerdotes, las iglesias abiertas eran casi ciento veinte, y además había un continuo intercambio vital con las cercanas Lituania y Polonia.
Me encanta tener tantas posibilidades de reunirme con los muchachos. Cada jueves en la Catedral de Minsk hay misa, que se celebra para ellos, y luego sigue el encuentro. Durante el año tenemos nuestras citas: antes de Navidad y de Semana Santa, con la participación de unos cuatrocientos jóvenes. Durante la Cuaresma ellos organizan el Vía Crucis. Cada año se celebra el encuentro de la juventud, que dura tres días, y participan entre 2 y 3 mil muchachos. También acuden numerosos a distintas peregrinaciones, que son populares y muy concurridas. Como la que se hace a la Virgen de Buzlav, un santuario “nacional” a 120 kilómetros de Minsk. El 1 de julio los fieles llegan desde toda Bielorrusia y tras la vigilia, llenan la misa de la mañana. Los periódicos estatales declaran que la afluencia es de 60.000 personas: para nuestra Iglesia es algo muy grande...
¿Cómo son las relaciones con los hermanos ortodoxos?
KONDRUSIEWICZ: Después de los años que he pasado en Moscú puedo decir que conozco las relaciones con la Iglesia ortodoxa; aquí en Bielorrusia las relaciones con los ortodoxos son realmente prometedoras. El metropolitano Filarete es un hombre muy abierto, y cada vez que el arzobispo católico celebra un encuentro público, para dialogar, él o bien su representante no dejan de participar activamente. Lo mismo puede decirse de las invitaciones que me envían los ortodoxos: nos intercambiamos continuamente puntos de vista y sugerencias sobre las personas que invitar. Todo esto, como es obvio, además de nuestros encuentros en Navidad y Semana Santa. Nos ayuda notablemente también el que haya en el país muchas familias de confesión mixta. De todos modos, existe un espíritu de ecumenismo y diálogo interreligioso concreto, que incluye a los protestantes, judíos y musulmanes. Es una bendición para esta tierra. He celebrado con Filarete su setenta y cinco cumpleaños...
En abril se reunió usted con Lukashenko. ¿Qué opinión tiene el presidente sobre la presencia y la actividad de la Iglesia?
KONDRUSIEWICZ: Como decía, los permisos para las nuevas parroquias nunca se nos niegan. Él ha venido ya personalmente a la Catedral tres veces, para conocer nuestras necesidades directamente de nuestros labios. Incluso después de la reciente tragedia de Katyn volvió, trayendo flores y encendió una vela en la Iglesia. Es el primero en considerar, exactamente como nos recuerda la ley, a las Iglesias ortodoxa y católica como “históricas”. El presidente dice y repite: «No permitiré ninguna guerra de religión en mi país», y esto para los católicos es una gran ayuda. El día de Pascua –este año la festividad cayó el mismo día para los ortodoxos y para nosotros– el metropolitano Filarete celebró una reunión. En un momento dado Lukashenko se presentó, como el año anterior, para felicitar al metropolitano. Entre los invitados estaba yo también, y al verme, el presidente expresó públicamente su alegría por la presencia del arzobispo católico y la demostración de unidad de la Iglesia.
Desde el punto de vista institucional, pues, los hechos son tranquilizadores...
KONDRUSIEWICZ: Hace dos años el secretario de Estado de su santidad Benedicto XVI, el cardenal Tarcisio Bertone, visitó nuestro país, y se entrevistó con el presidente, el ministro de Exteriores y el del Culto, el metropolitano Filarete y los fieles, cosa que tuvo gran resonancia en los medios de comunicación. Pero en nuestro país tuvo aún mayor eco la acogida del papa Benedicto XVI cuando recibió el año pasado en audiencia a nuestro presidente. No es ningún secreto que se está preparando un acuerdo entre la Iglesia y el Estado. Eso sería una gran ayuda para que la Iglesia católica pueda desarrollar su servicio.
El primer ministro ruso, Vladimir Putin, participa en la ceremonia por los setenta años de la matanza de Katyn, el 7 de abril de 2010 <BR>[© Associated Press/LaPresse]

El primer ministro ruso, Vladimir Putin, participa en la ceremonia por los setenta años de la matanza de Katyn, el 7 de abril de 2010
[© Associated Press/LaPresse]

¿Ha habido momentos de incomprensión?
KONDRUSIEWICZ: El año pasado, por ejemplo, tuvimos algún que otro tropiezo con el asunto de los sacerdotes extranjeros residentes en el país, por la dificultad a la hora de renovar los visados. Luego hubo aclaraciones recíprocas, y todo se resolvió: siempre es bueno dialogar con el gobierno.
¿Cómo se vio desde Minsk la tragedia de Katyn?
KONDRUSIEWICZ: Los asesinatos de la época estalinista siempre tuvieron un impacto en las relaciones entre Rusia y Polonia, y ahora el bosque de Katyn ha causado otras víctimas. Pero tras esta Katyn segunda parece realmente que las tensiones van disminuyendo: quién sabe cuál es el proyecto de Dios. Hoy se ve que la tragedia no ocurrió en vano, y la participación del presidente ruso en las exequias fue muy, muy significativa a la hora de expresar el sentimiento de Rusia hacia Polonia, y viceversa. Enseña que hay un camino abierto para la reconciliación. Antes de esta tragedia también el Patriarcado de Moscú y la Iglesia católica de Polonia habían vuelto a dialogar. Mire, el mundo de hoy es así: ¡tenemos que dialogar, tenemos que acercarnos! También Bielorrusia abrió inmediatamente su aeropuerto di Vitebsk para que los polacos pudieran llegar hasta Katyn, y la presencia del presidente del Parlamento bielorruso en el funeral del presidente polaco fue la enésima señal de las nuevas relaciones entre Rusia, Bielorrusia y Polonia.
¿Cree usted que esta generación de líderes políticos rusos está interesado también por el bien de la Iglesia?
KONDRUSIEWICZ: Sí, el bien de la Iglesia católica universal.
¿Cómo recuerda los años de Moscú?
KONDRUSIEWICZ: Hay muchos episodios... Por ejemplo mis encuentros con el patriarca Alexis II, y los numerosos encuentros con Kirill, entonces metropolitano de Smolensk y Kaliningrado y presidente del Departamento para las Relaciones Exteriores del Patriarcado de Moscú, y hoy patriarca... En 1993 hubo un acontecimiento maravilloso: el encuentro, preparado conjuntamente por la Iglesia ortodoxa, la católica y otras confesiones de Rusia, al que fueron invitados los representantes de las distintas Iglesias y confesiones cristianas de la ex Unión Soviética. El fruto de aquel encuentro fue un comité consultor interconfesional, que trabajó para preparar otras cuatro reuniones entre las distintas Iglesias. De aquel modo se creó un ambiente donde estábamos juntos y trabajábamos juntos. Hubo luego un “agujero” durante algunos años, pero hoy este comité ha vuelto a funcionar. Para el Gran Jubileo del año 2000 organizamos el encuentro común de los jóvenes cristianos: ortodoxos, católicos y protestantes.
¿Cuál es el mejor modo de dialogar con la Ortodoxia?
KONDRUSIEWICZ: Para el diálogo teológico existe una comisión, para todo lo demás la vida cotidiana. Durante la guerra en Chechenia, por ejemplo, la voz de nuestras Iglesias fue una sola. La vida de todos los días nos ofrece las mejores ocasiones de diálogo.
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