IDEAS. Obama, la Iglesia y la interdependencia
Nuestro trabajo es construir puentes
«Somos una nación con muchas confesiones y todas gozan de libertad; un buen líder ha de ser capaz de alimentar el terreno común». Entrevista al embajador de Estados Unidos ante la Santa Sede, Miguel Humberto Díaz
Entrevista a Miguel Humberto Díaz por Giovanni Cubeddu
El profesor (y teólogo) Miguel Humberto Díaz, embajador estadounidense ante la Santa Sede, se presenta a la cita trayendo
en la mano el informe sobre la Estrategia de la seguridad nacional, firmado por el presidente Obama y publicado el pasado mayo. Es una antología de afirmaciones iluminadoras sobre la reorganización que Estados Unidos debería dar a su política, distinguiéndose del pasado reciente. De modo que comenzamos la conversación preguntándole cuáles son los rasgos sobresalientes de esta estrategia.
![El presidente Obama con el embajador Díaz <BR>[© Embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede]](/upload/articoli_immagini_interne/1285943237614.jpg)
MIGUEL H. DÍAZ: Escuchar, aprender y luego actuar son los comportamientos que distinguen a
esta administración, no solo a nivel nacional sino global. A lo que hay que añadir nuestras tres “d”: el diálogo, justamente, la diversidad, la dependencia recíproca. No tengo ninguna dificultad en compartir esta visión del presidente, aprecio el deseo de poner en el centro este “nosotros”, saber hacer las cosas junto con los demás. En la Estrategia de la seguridad nacional el concepto-clave es precisamente la interdependencia, una de las palabras que más se repiten en el texto.
¿Cómo se sigue siendo el país líder en un contexto de interdependencias?
DÍAZ: En la Estrategia de la seguridad nacional, como íncipit del capítulo sobre el planteamiento estratégico el presidente ha puesto una cita de su intervención ante la ONU en septiembre de 2009: «Más que en cualquier otro momento de la historia humana, los intereses de las naciones y de los pueblos están compartidos. Las convicciones religiosas que tenemos en nuestro corazón pueden forjar nuevos lazos entre la gente, o también nos pueden separar. La tecnología que utilicemos puede iluminar el sendero hacia la paz, u oscurecerlo para siempre. Lo que ocurra con la esperanza de un solo niño, en cualquier lugar, puede enriquecer a nuestro mundo, o empobrecerlo». No es pesimismo, es realismo, es búsqueda de colaboración, es una invitación a los otros líderes. Este es el liderazgo cooperativo que Estados Unidos requiere para sí.
¿Está funcionando, por ejemplo, con el mundo árabe?
DÍAZ: La clave es la mutualidad, la reciprocidad. Para nosotros el principio de libertad religiosa es un fundamento. Pero, como en toda relación humana, unas veces soy yo quien da un paso adelante y mi interlocutor lo da hacia atrás, mientras que la vez siguiente sucede lo contario. Es el arte del compromiso, en su sentido más noble, y es un éxito del terreno común y del bien común.
Y además se valoriza el tiempo como un factor positivo.
DÍAZ: El presidente Obama retoma Niebuhr y a través de él toda entera la tradición de san Agustín cuando afirma que en esta mutualidad y reciprocidad se reconoce que los hombres no son perfectos, que existe el mal en el mundo y que no siempre actuamos por el bien de Dios y de nuestro prójimo. Hablando en la Universidad de Notre Dame recordó que «ninguna persona, religión o nación puede afrontar los retos del mundo por sí sola», que «hallar ese terreno común», es decir, reconocer que nuestros destinos están ligados, como decía Martin Luther King, en un único tramo del destino, «no es simple, y parte del problema reside en la imperfección del hombre» y «en todas las crueldades grandes y pequeñas que quienes estamos dentro de la tradición cristiana sabemos arraigadas en el pecado original».
Obama concluyó su discurso recordando al cardenal Bernardin de Chicago.
DÍAZ: La tradición cristiana incluye la ley natural, porque hay también una “tradición de la razón”. Desde mi punto de vista creo que si hay una característica que distingue al presidente Obama como pensador es su enfoque razonable de la fe. Es un aspecto peculiar de la herencia judeo-cristiana la conciencia de que no existe «razón contra fe» o viceversa; siempre hay, en cambio, fe y razón, no extremismo. Así piensa el presidente Obama. En la vida existen matices.
¿Cómo se garantiza la pluralidad?
DÍAZ: No es un quehacer que concierna solo al presidente actual, sino a todos los que han gobernado y gobernarán el país. Somos una nación con muchas confesiones, y todas gozan de libertad; un buen líder debe ser capaz de alimentar el terreno común. El reconocimiento de lo que es un ser humano y de la interdependencia acomuna a todos, teólogos, filósofos, antropólogos… Pero la pregunta es: ¿cómo llevamos a la práctica esta interdependencia? Las personas con las que no estemos de acuerdo las debemos encontrar a mitad de camino, por el bien de nuestros hijos y del país. Obama lo está intentando, en la política nacional e internacional.
Lo aprendió también de la experiencia de community manager, jefe de un proyecto de desarrollo social en Chicago.
DÍAZ: Sí, no solamente de esa experiencia, que desde luego tuvo su importancia. Es cierto que hubo una influencia de la Iglesia católica, del entonces arzobispo Bernardin. Cualquiera que haya servido al prójimo en la parroquia de una gran ciudad sabe lo que quiere decir comprender a quien tiene delante. Esto, traducido a la relación de diálogo que hay que tener con el mundo, significa crear un terreno común favoreciendo todos los modos en que los americanos puedan interactuar con los europeos, los asiáticos, los pueblos musulmanes. Es el juego de la creatividad. No debemos cocinar más para más comensales, debemos ofrecer mayor variedad de recetas…
¿Qué opinión se están formando de este presidente las minorías étnicas de los Estados Unidos ?
DÍAZ: El día del juramento del nuevo presidente mi mujer Marian y yo tomamos el tren para Washington, venía con nosotros una religiosa franciscana amiga nuestra. No he visto nunca los vagones tan llenos. Muchísimos eran afroamericanos. Les pregunté cómo se sentían ahora que América tenía su primer presidente negro. Y les conté la historia del hijo de un camarero que había dejado Cuba, de los sacrificios que tuvieron que hacer los padres de ese muchacho para que pudiera estudiar, salir adelante: ese muchacho era yo, feliz por mis cuatro hijos, en ese día del juramento. Los afroamericanos, compañeros de compartimento, en cambio, lloraban, recordaban la historia de la esclavitud, la segregación, el racismo. Existen momentos históricos en los que algunas personas encarnan algo más grande que ellas mismas, y si tuviera que confesarlo, diría que aquel día el presidente Obama fue el símbolo de la esperanza, de la integración, de la diversidad abrazada.
Es América. Y todo esto es mucho más real de lo que se piensa…
¿Es decir?
DÍAZ: Recientemente la oficina de censo de Estados Unidos anunció que nos estamos acercando a un cambio de época: el 48,3% de los niños americanos procede de familias de minorías étnicas. Pronto, muy pronto, en mi país ningún grupo podrá reivindicar la mayoría. Un matrimonio de cada siete es interracial. Ya se sabe lo que pasa. Los chicos van a estudiar fuera de casa y se enamoran. Esto hace vital nuestro “e pluribus unum”. América no está hecha de homologación.
![El presidente Barack Obama y la primera dama Michelle visitan al papa Benedicto XVI en el Vaticano, el 10 de julio de 2009 [© Paolo Galosi/Vatican pool]](/upload/articoli_immagini_interne/1285943135364.jpg)
En su texto, On being human, toma usted del teólogo cubano-americano Justo González la puntualización de que «hubo una época en que la capital de Georgia era La Habana» y que «si tomamos en consideración el tiempo, la tradición hispanoamericana no es la neófita del país, sino la angloamericana»…
DÍAZ: Sí, González simplemente subraya tanto la historia originaria de lo que luego se convertiría en los “Estados Unidos de América” como la duradera presencia hispánica en el sureste y en el suroeste. Y recuerda también que diecinueve años antes que los ingleses fundaran la colonia llamada Virginia, los españoles –con base en Cuba y en otras partes del Caribe y del continente americano– ya habían fundado una ciudad que existe todavía, St. Augustine, en Florida… Los descendientes de la primera comunidad de negros liberados de la esclavitud están en Fort Mose, cerca de St. Augustine, y estos lucharon al lado de los españoles católicos, que les habían prometido quitarles las cadenas. Hoy, en cambio, los nudos de la interdependencia los tenemos que desatar en el ámbito religioso, en el diálogo islámico-cristiano y con el judaísmo. En los Estados Unidos, gracias a la primera enmienda, hay claridad, y nosotros, respetando la libertad religiosa de todos, tenemos grandes personalidades públicas que pertenecen a las varias tradiciones y comunidades religiosas. Nuestros ciudadanos, para proteger la práctica de su propia fe, pueden invocar su derecho ante el juez civil...
Usted ha dedicado conferencias a Jacques Maritain, cuyo influjo en las páginas del Concilio Vaticano II relativas a la condición de la Iglesia en el mundo contemporáneo es conocido. Al igual que es conocida la importancia que tuvo en el pensamiento de Maritain su estancia en Estados Unidos...
DÍAZ: Su Humanismo integral es una obra aún viva, donde queda claro que no puede existir una separación radical entre mundo y fe; y esto él lo vio en el mismo tejido constitutivo de América, viviendo allí.
Con la debida cautela a la hora de usar los “ismos”, quizás el papa Benedicto se refiere a esa experiencia cuando habla de secularismo positivo. Desde este punto de vista, que el embajador americano ante la Santa Sede sostiene, existen ciertamente puntos de convergencia entre el presidente Obama y Benedicto XVI. Intentemos hacer un balance del grado de colaboración entre su Gobierno y la Santa Sede.
DÍAZ: No soy tan ingenuo como para creer que no puedan surgir desacuerdos. Pero diría, para empezar y mirando al marco global, que hemos asistido a un reajuste de la política exterior americana y a nuestro compromiso por una verdadera reducción de las armas nucleares, y todo esto ha sido apreciado por el Vaticano. Otros temas comunes urgentes son que el diálogo interreligioso sea más concreto, el cuidado del medio ambiente, el respeto del derecho y nuestros esfuerzos para cerrar la prisión de Guantánamo y hacer que cesen los conflictos en Irak. Además está siempre vivo el problema acerca del “instrumento” de la guerra, que, ha dicho el presidente, aunque «desempeña un papel en preservar la paz, por mucho que se la justifique es siempre la premisa de una tragedia humana». Estamos todos aún en medio de muchas conjeturas, y estamos tratando de cumplir nuestros compromisos.
Le cito una opinión sobre América de Thomas Jefferson que usted usó recientemente: «Espero que nuestra sabiduría aumente con nuestro poder».
DÍAZ: Yo lo interpreto así: es una alusión a la esperanza de que seremos capaces de acoger los anhelos de los otros, y que, al final, se comparte la responsabilidad del poder. En julio de 2008 Obama habló en Berlín como candidato a la presidencia, recordando que así como cayeron los viejos muros han de caer también los nuevos, pero sobre todo afirmó que en el mundo ha llegado el momento de construir puentes. Ahora este es mi trabajo.
![El presidente Obama con el embajador Díaz <BR>[© Embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede]](/upload/articoli_immagini_interne/1285943237614.jpg)
El presidente Obama con el embajador Díaz
[© Embajada de Estados Unidos ante la Santa Sede]
¿Cómo se sigue siendo el país líder en un contexto de interdependencias?
DÍAZ: En la Estrategia de la seguridad nacional, como íncipit del capítulo sobre el planteamiento estratégico el presidente ha puesto una cita de su intervención ante la ONU en septiembre de 2009: «Más que en cualquier otro momento de la historia humana, los intereses de las naciones y de los pueblos están compartidos. Las convicciones religiosas que tenemos en nuestro corazón pueden forjar nuevos lazos entre la gente, o también nos pueden separar. La tecnología que utilicemos puede iluminar el sendero hacia la paz, u oscurecerlo para siempre. Lo que ocurra con la esperanza de un solo niño, en cualquier lugar, puede enriquecer a nuestro mundo, o empobrecerlo». No es pesimismo, es realismo, es búsqueda de colaboración, es una invitación a los otros líderes. Este es el liderazgo cooperativo que Estados Unidos requiere para sí.
¿Está funcionando, por ejemplo, con el mundo árabe?
DÍAZ: La clave es la mutualidad, la reciprocidad. Para nosotros el principio de libertad religiosa es un fundamento. Pero, como en toda relación humana, unas veces soy yo quien da un paso adelante y mi interlocutor lo da hacia atrás, mientras que la vez siguiente sucede lo contario. Es el arte del compromiso, en su sentido más noble, y es un éxito del terreno común y del bien común.
Y además se valoriza el tiempo como un factor positivo.
DÍAZ: El presidente Obama retoma Niebuhr y a través de él toda entera la tradición de san Agustín cuando afirma que en esta mutualidad y reciprocidad se reconoce que los hombres no son perfectos, que existe el mal en el mundo y que no siempre actuamos por el bien de Dios y de nuestro prójimo. Hablando en la Universidad de Notre Dame recordó que «ninguna persona, religión o nación puede afrontar los retos del mundo por sí sola», que «hallar ese terreno común», es decir, reconocer que nuestros destinos están ligados, como decía Martin Luther King, en un único tramo del destino, «no es simple, y parte del problema reside en la imperfección del hombre» y «en todas las crueldades grandes y pequeñas que quienes estamos dentro de la tradición cristiana sabemos arraigadas en el pecado original».
Obama concluyó su discurso recordando al cardenal Bernardin de Chicago.
DÍAZ: La tradición cristiana incluye la ley natural, porque hay también una “tradición de la razón”. Desde mi punto de vista creo que si hay una característica que distingue al presidente Obama como pensador es su enfoque razonable de la fe. Es un aspecto peculiar de la herencia judeo-cristiana la conciencia de que no existe «razón contra fe» o viceversa; siempre hay, en cambio, fe y razón, no extremismo. Así piensa el presidente Obama. En la vida existen matices.
¿Cómo se garantiza la pluralidad?
DÍAZ: No es un quehacer que concierna solo al presidente actual, sino a todos los que han gobernado y gobernarán el país. Somos una nación con muchas confesiones, y todas gozan de libertad; un buen líder debe ser capaz de alimentar el terreno común. El reconocimiento de lo que es un ser humano y de la interdependencia acomuna a todos, teólogos, filósofos, antropólogos… Pero la pregunta es: ¿cómo llevamos a la práctica esta interdependencia? Las personas con las que no estemos de acuerdo las debemos encontrar a mitad de camino, por el bien de nuestros hijos y del país. Obama lo está intentando, en la política nacional e internacional.
Lo aprendió también de la experiencia de community manager, jefe de un proyecto de desarrollo social en Chicago.
DÍAZ: Sí, no solamente de esa experiencia, que desde luego tuvo su importancia. Es cierto que hubo una influencia de la Iglesia católica, del entonces arzobispo Bernardin. Cualquiera que haya servido al prójimo en la parroquia de una gran ciudad sabe lo que quiere decir comprender a quien tiene delante. Esto, traducido a la relación de diálogo que hay que tener con el mundo, significa crear un terreno común favoreciendo todos los modos en que los americanos puedan interactuar con los europeos, los asiáticos, los pueblos musulmanes. Es el juego de la creatividad. No debemos cocinar más para más comensales, debemos ofrecer mayor variedad de recetas…
¿Qué opinión se están formando de este presidente las minorías étnicas de los Estados Unidos ?
DÍAZ: El día del juramento del nuevo presidente mi mujer Marian y yo tomamos el tren para Washington, venía con nosotros una religiosa franciscana amiga nuestra. No he visto nunca los vagones tan llenos. Muchísimos eran afroamericanos. Les pregunté cómo se sentían ahora que América tenía su primer presidente negro. Y les conté la historia del hijo de un camarero que había dejado Cuba, de los sacrificios que tuvieron que hacer los padres de ese muchacho para que pudiera estudiar, salir adelante: ese muchacho era yo, feliz por mis cuatro hijos, en ese día del juramento. Los afroamericanos, compañeros de compartimento, en cambio, lloraban, recordaban la historia de la esclavitud, la segregación, el racismo. Existen momentos históricos en los que algunas personas encarnan algo más grande que ellas mismas, y si tuviera que confesarlo, diría que aquel día el presidente Obama fue el símbolo de la esperanza, de la integración, de la diversidad abrazada.
Es América. Y todo esto es mucho más real de lo que se piensa…
¿Es decir?
DÍAZ: Recientemente la oficina de censo de Estados Unidos anunció que nos estamos acercando a un cambio de época: el 48,3% de los niños americanos procede de familias de minorías étnicas. Pronto, muy pronto, en mi país ningún grupo podrá reivindicar la mayoría. Un matrimonio de cada siete es interracial. Ya se sabe lo que pasa. Los chicos van a estudiar fuera de casa y se enamoran. Esto hace vital nuestro “e pluribus unum”. América no está hecha de homologación.
![El presidente Barack Obama y la primera dama Michelle visitan al papa Benedicto XVI en el Vaticano, el 10 de julio de 2009 [© Paolo Galosi/Vatican pool]](/upload/articoli_immagini_interne/1285943135364.jpg)
El presidente Barack Obama y la primera dama Michelle visitan al papa Benedicto XVI en el Vaticano, el 10 de julio de 2009 [© Paolo Galosi/Vatican pool]
DÍAZ: Sí, González simplemente subraya tanto la historia originaria de lo que luego se convertiría en los “Estados Unidos de América” como la duradera presencia hispánica en el sureste y en el suroeste. Y recuerda también que diecinueve años antes que los ingleses fundaran la colonia llamada Virginia, los españoles –con base en Cuba y en otras partes del Caribe y del continente americano– ya habían fundado una ciudad que existe todavía, St. Augustine, en Florida… Los descendientes de la primera comunidad de negros liberados de la esclavitud están en Fort Mose, cerca de St. Augustine, y estos lucharon al lado de los españoles católicos, que les habían prometido quitarles las cadenas. Hoy, en cambio, los nudos de la interdependencia los tenemos que desatar en el ámbito religioso, en el diálogo islámico-cristiano y con el judaísmo. En los Estados Unidos, gracias a la primera enmienda, hay claridad, y nosotros, respetando la libertad religiosa de todos, tenemos grandes personalidades públicas que pertenecen a las varias tradiciones y comunidades religiosas. Nuestros ciudadanos, para proteger la práctica de su propia fe, pueden invocar su derecho ante el juez civil...
Usted ha dedicado conferencias a Jacques Maritain, cuyo influjo en las páginas del Concilio Vaticano II relativas a la condición de la Iglesia en el mundo contemporáneo es conocido. Al igual que es conocida la importancia que tuvo en el pensamiento de Maritain su estancia en Estados Unidos...
DÍAZ: Su Humanismo integral es una obra aún viva, donde queda claro que no puede existir una separación radical entre mundo y fe; y esto él lo vio en el mismo tejido constitutivo de América, viviendo allí.
Con la debida cautela a la hora de usar los “ismos”, quizás el papa Benedicto se refiere a esa experiencia cuando habla de secularismo positivo. Desde este punto de vista, que el embajador americano ante la Santa Sede sostiene, existen ciertamente puntos de convergencia entre el presidente Obama y Benedicto XVI. Intentemos hacer un balance del grado de colaboración entre su Gobierno y la Santa Sede.
DÍAZ: No soy tan ingenuo como para creer que no puedan surgir desacuerdos. Pero diría, para empezar y mirando al marco global, que hemos asistido a un reajuste de la política exterior americana y a nuestro compromiso por una verdadera reducción de las armas nucleares, y todo esto ha sido apreciado por el Vaticano. Otros temas comunes urgentes son que el diálogo interreligioso sea más concreto, el cuidado del medio ambiente, el respeto del derecho y nuestros esfuerzos para cerrar la prisión de Guantánamo y hacer que cesen los conflictos en Irak. Además está siempre vivo el problema acerca del “instrumento” de la guerra, que, ha dicho el presidente, aunque «desempeña un papel en preservar la paz, por mucho que se la justifique es siempre la premisa de una tragedia humana». Estamos todos aún en medio de muchas conjeturas, y estamos tratando de cumplir nuestros compromisos.
Le cito una opinión sobre América de Thomas Jefferson que usted usó recientemente: «Espero que nuestra sabiduría aumente con nuestro poder».
DÍAZ: Yo lo interpreto así: es una alusión a la esperanza de que seremos capaces de acoger los anhelos de los otros, y que, al final, se comparte la responsabilidad del poder. En julio de 2008 Obama habló en Berlín como candidato a la presidencia, recordando que así como cayeron los viejos muros han de caer también los nuevos, pero sobre todo afirmó que en el mundo ha llegado el momento de construir puentes. Ahora este es mi trabajo.