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REPORTAJE DESDE SIRIA
Sacado del n. 08/09 - 2010

Pequeña grey. No “minorías”



Entrevista a Grégoire III por Gianni Valente


Grégoire III Lahan es patriarca de Antioquía de los greco-melkitas desde 2000. Y las cosas que dice sobre la situación de las comunidades cristianas árabes en Oriente Medio son siempre originales y a menudo muy alejadas de los clichés más manoseados

El patriarca de Antioquía de los greco-melkitas, Grégoire III [© Massimo Quattrucci]

El patriarca de Antioquía de los greco-melkitas, Grégoire III [© Massimo Quattrucci]

La Iglesia católica dedica un Sínodo a los cristianas de Oriente Medio. ¿Cómo ve las cosas desde Damasco?
GRÉGOIRE III LAHAM: Aquí las cosas no han cambiado en los últimos tiempos. Un elemento útil para representar nuestra situación desde el punto de vista jurídico sigue siendo el decreto presidencial aprobado por el Parlamento en 2006 que regula el derecho matrimonial y otras cuestiones que afectan a los derechos del individuo. Esa ley estableció que sobre esos puntos los católicos siguen normas jurídicas propias, que de hecho fueron tomadas del Código de Derecho canónico para la Iglesia oriental convirtiéndose en normativa en el plano del derecho civil. Y además existe libertad de culto, podemos hacer procesiones y celebraciones públicas, podemos dar el catecismo a los niños y a los muchachos incluso en las escuelas estatales, hay parlamentarios y ministros cristianos. Pero en el Vaticano hay quien dice que con el islam tendremos que enfocar nuestros discursos sobre el tema de la libertad religiosa, entendida también como libertad de convertirse a otra fe...
¿Y esto va por el buen camino?
En Siria no está prohibido convertirse al cristianismo. Se dan casos. Quien se convierte al cristianismo no corre peligro, si acaso por culpa de algún pariente fanático. Lo que pasa es que un sirio que se ha convertido al cristianismo no puede registrar este cambio en su documento de identidad. Sobre este punto hay que ser claros y reconocer las cosas por lo que son. Los países árabes por el momento no pueden llegar a esta concepción de libertad de conciencia. Insistir en esto por el momento me parece estéril, no tiene en cuenta el contexto y la mentalidad. En nuestros países existe compenetración entre la religión y la política del Estado.
Y sin embargo el gobierno acaba de prohibir el velo integral a las profesoras de escuela y universidad.
Es una norma que sigue la corriente francesa. Personalmente la considero positiva. Es un modo para hacer entender que el integrismo no conseguirá entrar en las instituciones públicas de Siria. En principio, ni siquiera las hermanas que enseñan podrían llevar su velo. En la mayor parte de los casos se las tolera. Pero si alguien se opone, entonces se lo quitan. No hay ningún problema.
¿Qué actitud toman frente a los matrimonios en que hay disparidad de culto?
Con estas cosas hay que tener cuidado. Si una muchacha cristiana se casa con un musulmán puede seguir siendo cristiana, pero los hijos no pueden ser bautizados y ella no puede heredar. A veces nos encontramos frente a presiones sociales y situaciones problemáticas que es mejor evitar, mientras se pueda.
En Siria sigue habiendo todavía más de un millón de refugiados iraquíes, entre los que hay muchos cristianos.
Los efectos derivados de la intervención militar occidental han sido devastadores para esa cristiandad milenaria. Espero realmente que no vuelva a pasar nunca más en ningún país de Oriente. Porque la única garantía real para la presencia cristiana en estos países es la paz. De lo contrario, cada crisis es ocasión para una nueva oleada de emigración. El problema no es religioso, no es el islam. Si hay paz, la presencia cristiana puede continuar. Si no hay paz, se van. Es inevitable.
En el camino de paz para la región está siempre la situación de Tierra Santa. ¿Cómo ve la reanudación de las conversaciones de paz?
El problema son las colonias. Si no existieran las colonias en los Territorios palestinos, la paz llegaría ya mañana mismo. Se ve que algunos le tienen miedo a la paz. Está por medio el problema demográfico. La presencia árabe en Galilea está vista como un peligro, el crecimiento demográfico no se detiene. Y entonces sigue existiendo este estado de tensión continua.
En su opinión, ¿de dónde hay que partir para describir con realismo la situación de los cristianos en Oriente Medio?
Yo he propuesto que no se use la expresión “minoría” para hablar de los cristianos en Oriente Medio. La palabra minoría da la idea de algo que es extraño, extranjero, algo que se coloca y se define dialécticamente con respecto a una mayoría. Nosotros somos una pequeña grey. «No temas, pequeña grey», dice Jesús a sus discípulos. Nosotros nos hemos convertido en una realidad pequeña, pero somos de aquí. Hay muchos motivos para preocuparse, pero las palabras de Jesús quieren decir que nuestro futuro no pertenece al miedo. No se puede pensar vivir aquí como grupos minoritarios siempre en tensión con el ambiente en que se vive.
Fieles durante la comunión en la iglesia de Santa Teresita, Damasco [© Massimo Quattrucci]

Fieles durante la comunión en la iglesia de Santa Teresita, Damasco [© Massimo Quattrucci]

A menudo se habla de la palabra clave, reciprocidad. ¿Hay que insistir en esto, según usted?
En mi opinión hay que pretender ser ciudadano con los mismos derechos que los demás en el país en que se vive, sin discriminación. Pero no me convence la reciprocidad entendida como do ut des entre las religiones. En el Evangelio no existe este criterio. La igualdad de tratamiento no es una cuestión que han de contratar los grupos religiosos, sino que tiene que ver con la igualdad ante el Estado. Hay que exigirla a las instituciones políticas para que estas garanticen la convivencia civil entre los ciudadanos, sin discriminaciones frente a la ley.
Así pues no se trata de hacer trueques. Te doy una mezquita en Europa si me das una iglesia en los países de mayoría islámica.
En nuestros países tenemos muchas iglesias... No es ese el problema.
Los responsables de las Iglesias cristianas –patriarcas, obispos, la misma Sede Apostólica– piden a los cristianos de Oriente Medio que no emigren. ¿Funcionan estas llamadas? ¿En qué argumentos se basan?
Que en esta región del mundo haya también cristianos es algo importante para toda la Iglesia y para todos los cristianos del mundo. Porque en estas tierras nació y vivió Jesús y aquí comenzó a difundirse el anuncio de su resurrección. Tenemos la responsabilidad frente a todos los cristianos del mundo, incluida la adquirida hoy en las relaciones con el islam. Esto es un hecho. Y si los cristianos de aquí perciben este horizonte universal de su situación ordinaria, pueden ser ayudados a superar las dificultades y vivir tranquilos en los lugares donde Dios los ha colocado.
¿Se trata de apretar los dientes y aguantar? Si uno cree que su vida será mejor en otro lugar, será difícil detenerlo.
Nadie puede sentirse obligado. Y lo peor es precisamente concebir la situación de los cristianos de Oriente Medio como la de militantes aislados, siempre en lucha con el ambiente en que viven. Esta idea hace que todo sea arduo, y a la larga debilita. En cambio, si uno sale de este esquematismo que lo define todo en clave dialéctica –mayoría contra minoría, cristianos contra islámicos, y así sucesivamente– la cosa solo puede ser beneficiosa. De este modo la pertenencia a la comunidad cristiana puede descongestionarse de tantas exasperaciones artificiales. Queremos vivir aquí no porque estemos “obligados” por el hecho de ser cristianos, sino porque aquí nacimos. Somos ciudadanos de este país, y queremos participar en su desarrollo, junto a todos los demás conciudadanos, de manera que ya no sea necesario buscar en otro lugar una situación mejor de vida.
Para vivir aquí «una vida serena y tranquila, con total piedad y dignidad»...
Conozco bien estas palabras. Son las que escribe san Pablo a Timoteo. Los orientales las repetimos dirigiéndonos al Señor cada vez que celebramos la liturgia de san Juan Crisóstomo.
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