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INÉDITOS
Sacado del n. 10 - 2010

Lectura espiritual

«... mantenga levantado el espíritu con actos de confianza y de abandono en Dios»


Las cartas de Giovanni Battista Montini, desde 1935 hasta 1963, a sor Maria Ignazia dei Santi Innocenti, monja agustina del monasterio de los Cuatro Santos Coronados de Roma


al cuidado de Pina Baglioni


Giovanni Battista Montini durante los años que estuvo en la Secretaría de Estado. En el fondo, el claustro de los Cuatro Santos Coronados, Roma

Giovanni Battista Montini durante los años que estuvo en la Secretaría de Estado. En el fondo, el claustro de los Cuatro Santos Coronados, Roma

Por amable concesión de las agustinas del monasterio de los Cuatro Santos Coronados de Roma publicamos algunas cartas inéditas enviadas por Giovanni Battista Montini a sor Maria Ignazia dei Santi Innocenti, que fue madre superiora del antiquísimo monasterio desde 1949 a 1968.
El intercambio epistolar entre Montini y la monja abarca un lapso de tiempo que va desde 1935 a 1963.
Montini y sor Maria Ignazia se conocen en el año 1929 en el monasterio agustino de Santa Prisca, en el Aventino, donde la joven acaba de comenzar el noviciado. Allí, el sacerdote bresciano de 32 años, encaminado a la carrera diplomática en la Secretaría de Estado y asistente eclesiástico nacional de la Federación de Universitarios Católicos Italianos (FUCI), va a celebrar misa casi todos los días.
Comienza así una amistad espiritual en la que Montini sostiene, aconseja, amonesta a la monja que acaba de emprender la vida claustral. Amistad que se reforzará, mediante el intercambio epistolar, tras el traslado de sor Ignazia de Santa Prisca a los Cuatro Santos Coronados, el de 3 mayo de 1931.
De las respuestas de Montini se intuye que sor Maria Ignazia está llena de fervor religioso, a menudo orientado a “ir más allá” de lo que prescribe la regla agustiniana sobre sacrificios y mortificaciones. Ella, naturalmente, se aconseja con su guía de siempre: Giovanni Battista Montini. «No pienso que deba usted imponerse otras penitencias, además de las que pide la regla», le responde el 10 de julio de 1936. «Me agrada, en cambio, que mantenga usted levantado el espíritu con actos de confianza y abandono en Dios. Por tanto, sea firme, esté tranquila y contenta».
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, Montini, que desde diciembre de 1937 es sustituto en la Secretaría de Estado, comienza a desarrollar una intensa actividad en la Oficina de informaciones del Vaticano para buscar soldados y civiles desaparecidos o arrestados. Y, como consta en algunas cartas, también sor Maria Ignazia presta su ayuda.
En 1949 la monja fue elegida madre superiora del monasterio. De una carta suya a Montini, conservada en el archivo de los Cuatro Santos, emerge el hecho de que la madre está poniendo en marcha la reforma del reglamento interno del monasterio, al que añade mortificaciones y oraciones.
Responde Montini: «No añadiría prácticas particulares además de los actos comunes, porque es suficiente hacer bien estos. Quizá solamente dejaría el rezo del Rosario entero en las fiestas solemnes de la Virgen». Y concluye: «Bastan, pues, pocos propósitos cuando se ama mucho».
Mientras tanto, el 1 de noviembre de 1954 Pío XII nombra a Montini arzobispo de Milán. A pesar del alto cargo, no cesa el afecto por las agustinas de los Cuatro Santos ni el intercambio epistolar con la madre Ignazia. Escribe el arzobispo de Milán el 12 de agosto de 1958: «A sor Maria Ignazia, mi bendición y mi saludo, en el Señor, a cambio de los buenos sentimientos expresados en sus cartas. La recuerdo siempre y bendigo».





1 de enero de 1935
Reverenda madre:
Le agradezco vivamente sus buenos deseos y los devuelvo de corazón pidiéndole a Jesús bendito todas las gracias, consuelos y dones que puedan hacerle agradable y luminoso, aunque no siempre fácil, el camino de su vocación.
Por desgracia no puedo ir a los Cuatro Santos: me sentiré más obligado a seguir con el espíritu y mis mejores deseos los generosos y perseverantes esfuerzos de su camino hacia el Señor.
Que Dios la bendiga como desea,
suyo en Cristo dev.
d. G. B. Montini


Del Vaticano,
Sábado Santo 1936
Reverenda hermana:
La agradezco sus líneas y el buen recuerdo: yo le correspondo con los mejores deseos pascuales. Que estas santas solemnidades, que renuevan en el alma el recuerdo y la gracia de los misterios del Señor, puedan renovarle a usted conjuntamente la energía, alegre y pacífica, para llevar a cabo todos los deberes de su profesión religiosa.
Trate de leer algún buen libro, especialmente de doctrina cristiana o de almas santas, y que el rezo del Oficio se convierta en la ocupación más querida e importante. De este modo el espíritu será interiormente rico y estará contento, y sentirá menos las penas y las distracciones exteriores
Que Dios la bendiga.
Suyo devotísimo en Cristo
sac. G. B. Montini


10 de julio de 1936
Reverenda hermana:
Le agradezco vivamente su buena y grata carta de felicitaciones por mi santo. Estoy tan ocupado que no he podido contestar antes. Pero le correspondo vivamente con mis mejores votos para que el Señor la conserve en las santas disposiciones de espíritu con las que ha emprendido la vida religiosa.
1294062909341">Dev.
d. G. B. Montini


14 de febrero de 1937
Reverenda madre Maria Ignazia:
Le agradezco su buena carta que me hace partícipe de la leticia de su profesión religiosa y de los sentimientos con los que comienza su vida enteramente y por siempre consagrada al Señor.
Me complace conocer su óptima disposición, y como no está basada en el estado de ánimo momentáneo, sino más bien en el pensamiento profundo y central de toda su vida, y, mejor aún, en ese vínculo que uniéndola a Dios, puede pretender de Él ayudas indefectibles, estoy seguro de que nunca le faltarán, ni siquiera en los días oscuros y en la hora de la prueba, sino que se fortalecerán y florecerán siempre en una progresiva intimidad con el Maestro divino.
También a mí me duele no haberla visto antes de su profesión; pero no me he olvidado de encomendarla al Señor.
Respecto a lo que usted me pregunta, no puedo más que remitirme a su juicio: haga lo que le parezca mejor, pero, repito, con juicio y moderación.
Siga siempre rezando
por su devoto en Cristo
sac. G. B. M.


Cartas

Cartas

6 de mayo de 1937
Reverenda sor Maria Ignazia:
Me alegro de que le haya gustado el libro. No es nada de valor. Le servirá para recordarme en sus oraciones.
En cuanto a las cuestiones que su carta me propone, ahora puedo decirle sólo pocas palabras. 1) No tema las dificultades que encuentra, pero no viva sólo en la plena voluntad de servir al Señor, sino en la filial y alegre confianza de ser ayudada y sostenida por Él. 2) Respecto a la penitencia exterior no haga más de lo que prescriben las Reglas. Acerca de los actos de mortificación, incluso exterior, haga también algo, siempre en conformidad con las Reglas, pero sin ser demasiado singular ante sus hermanas de congregación. 3) Lo que más importa es la abnegación interior, ejercitada especialmente mediante la unión del alma a su comunidad, en la caridad y en la obediencia.
Que Dios la bendiga.
Dev.
d. M.


1 de agosto de 1937
He recibido su carta y la de M. Chiara. Espero ir el domingo que viene a las 16.30 a los Cuatro Santos, y dispondré también para ustedes dos –y solamente por esta vez – del permiso para la confesión.
En el Señor dev.
d. M.


17 de febrero de 1938
Sor Maria Ignazia:
Aprecio mucho sus buenas oraciones: sígame haciendo esta caridad, que yo devolveré recordándola en el altar. No sé si podré pasar por los Cuatro Santos. Pero no espere mi llegada para estar serena y confiada, como siempre, al servicio del Señor. Hallará en la oración mejores consuelos y luces: se lo deseo de todo corazón.
En Cristo,
sac. G. B. M.


24 de octubre de 1940
Reverenda sor Maria Ignazia:
Recibo, siempre con pena, sus cartas y las de su buena hermana de congregación; y me duele no poder ir a los Cuatro Santos, y no tener, por desgracia, la posibilidad de poner remedio a los inconvenientes que causan estos sufrimientos. El Señor ha querido preparar esta Cruz, no otra; y prepararla para la santidad no con la paz y el fervor, sino con la aflicción y la desolación. Sin embargo, Él no deja, y no dejará, de sostener y consolar a quienes confían en Él y caminan con espíritu de humildad y de caridad por el duro y difícil sendero.
El mes que viene espero hacer una breve vista al monasterio.
Mientras tanto la encomiendo a la Virgen dolorosa, y le pido un recuerdo al Señor por mí.
En el Señor dev.
sac. G. B. M.


22 de enero de 1941
Reverenda sor Maria Ignazia:
He recibido la carta de Navidad y la del día 20 del mes corriente. Para las pesquisas desgraciadamente se requiere tiempo; ¡es muy difícil mantener correspondencia! Si la tiene, mándeme de nuevo la dirección exacta, y le pediré a la oficina que se ocupa de estas cosas que lo vuelva a intentar.
Pido a Dios que la asista y no la deje nunca sin su consuelo, así como no la deja sin sus pruebas. Ánimo: sufriendo se ama más, se expía más, se imita más a Cristo, se merecen más sus premios.
Dev. en el Señor
G. B. M.


[Sin fecha]
Reverenda sor Maria Ignazia:
No es posible enviar correspondencia cerrada a los prisioneros. Hay que limitarse a breves noticias y saludos: puede escribir en el billete que le adjunto.
Doy gracias a Dios de que su hermano esté a salvo; recemos para que nos proteja a todos.
Dev.
G. B. Montini


11 de junio de 1941
Reverenda M. Ignazia:
Por desgracia, no se ve posible ahora conseguir noticias y más con datos tan escasos. Las comunicaciones se han vuelto muy difíciles, y si no se sabe el lugar donde está el prisionero no vale de nada pedir información donde acostumbramos a pedirla. Con todo, trataremos de hacer lo que se pueda.
Que Dios la consuele y asista.
Una bendición para usted y para sor Maria Chiara.
Dev. en Cristo
G. B. Montini


Montini en una reunión de la FUCI en 1931

Montini en una reunión de la FUCI en 1931

10 de enero de 1944
Reverenda hermana:
Gracias por las felicitaciones navideñas, tan buenas y queridas. Reciba las mías, que le piden al Señor consuelo, gracia y virtud para la buena Maria Ignazia. Acepte también con confianza el sentimiento de paz que el Señor le pone en el corazón, incluso en medio de tantas adversidades. San Pablo sobreabundaba de gozo en sus tribulaciones, porque estaba lleno de la gracia de Dios. Estamos unidos al Señor; y a Él le ofrecemos nuestras pruebas por el bien de todos; ¡con intenso amor! La bendigo en su nombre.
En Cristo devotísimo
G. B. M.


30 de enero 1947
Óptima y reverenda hermana:
A pesar de mi buena voluntad, siempre me es muy difícil ayudar a quienes buscan trabajo. ¡Es una verdadera pena! De todos modos, para que yo pueda seguir la cosa, dígale a su primo Vito Ferrari que me mande sus datos personales, la dirección, y la información oportuna para conocer sus capacidades (también me sería útil saber quién del Vaticano ha tratado con él).
Mis mejores deseos de buena paz en el Señor; le ruego los comunique también a su buena hermana de congregación Maria Chiara.
En el Señor devotísimo
G. B. Montini


Del Vaticano,
9 de junio de 1949
Reverenda madre:
He recibido, con sorpresa, su primera carta en la que me comunica sus nuevas tareas. Quiero esperar que su alma reciba gran ayuda: quien tiene la responsabilidad de la dirección se vuelve más humilde ante Dios, y más caritativo con el prójimo; tiene muchas cruces que llevar; mucho debe hablar y mucho callar; debe consolar y sostener a los demás, mientras que necesitaría primero ser consolado y sostenido él. Pero Dios la ayudará. No tema. Hágalo todo con calma y precisión, guiada siempre por el bien de las almas de los demás, con mucha dulzura y firmeza. Trataré de hacerle una visita. Mientras tanto tenga por seguro que la recuerdo al Señor de modo particular.
He trasmitido a su excelencia monseñor Traglia la carta a él dirigida, recomendando la cosa.
Respecto a la solicitud enviada: espero que llegue algún pequeño auxilio.
Recuerdos a sor Maria Chiara: dígale que esté de buen ánimo y que confíe humildemente en Dios.
Mis mejores deseos para toda la comunidad.
Me encomiendo a sus oraciones y mi confirmo en el Señor
su devotísimo
G. B. Montini

He recibido hoy la segunda carta. Gracias.


SECRETARÍA DE ESTADO DE SU SANTIDAD
Del Vaticano,
23 de diciembre de 1949
Reverenda madre:
Me alegra hacerle saber que el Santo Padre, con ocasión de las fiestas navideñas, se ha dignado benignamente destinar la cantidad de 100.000 liras a ese monasterio.
El Augusto Pontífice de buen grado acompaña su don con el consuelo de la bendición apostólica.
Al trasferirle, por medio de cheque bancario que adjunto, la susodicha cantidad, aprovecho la ocasión para confirmarme suyo afectísimo en el Señor
G. B. Montini


22 de febrero de 1950
Reverendísima madre:
Me ha tocado disponer de una ofrenda, que le adjunto, y que usted puede destinar a las necesidades de la comunidad.
Le ruego envíe un pequeño agradecimiento a monseñor Andrea Landi, via Lucullo, 6, Roma. Rece por él y por mí.
Dev.
G. B. Montini


SECRETARÍA DE ESTADO DE SU SANTIDAD
26 de febrero de 1950
Reverenda madre:
Monseñor Pignedoli, secretario del Comité central del Año Santo, me confiesa que se han obtenido cinco millones y medio para la hospitalidad de los peregrinos en el convento de los Cuatro Santos; de dicha suma, al parecer, se deberán restituir sólo cuatro millones. Demos gracias al Señor.
Dev.
G. B. Montini


SECRETARÍA DE ESTADO DE SU SANTIDAD
Del Vaticano, 13 de julio de 1950
Reverenda madre,
Me ha llegado su apreciada carta del día 4 del corriente mes y la súplica con la que pedía tejido para rehacer el hábito de sus religiosas. Me agrada hacerle saber que el Santo Padre ha deliberado benignamente que todos los monasterios necesitados de Italia reciban gratuitamente tejido en la cantidad de dos metros por cada religiosa. La Pontificia Comisión de Asistencia, que ha sido encargada de dirigir la distribución, ya se ha puesto en contacto con el Vicariato de Roma para conseguir las listas de los monasterios de la Urbe. En cuanto estén preparadas comenzará la distribución y estoy seguro de que ese monasterio no será excluido. De todos modos, si esa comunidad temiese ser olvidada, hágase presente al Vicariato que está redactando las listas.
Mientras tanto, me alegra poder trasmitirle a usted y a todas sus hermanas la confortadora bendición apostólica, y aprovecho la ocasión para confirmarme
suyo afectísimo
en el Señor
G. B. Montini


[Billete sin fecha que acompañaba propósitos de la madre Maria Grazia]
Me parece que esta reforma se puede aprobar.
Le he hecho sólo dos modificaciones, marcadas en rojo. No añadiría prácticas particulares además de los actos comunes, porque es suficiente hacer bien estos. Quizá solamente dejaría el rezo del Rosario entero en las fiestas solemnes de la Virgen. Además es necesario observar que quienes pertenecen a una Orden religiosa ya no pueden ser adscritos a ningún Tercer Orden.
Una observación general sobre esta reforma es la siguiente: contiene muchas cosas que ya recomiendan la Regla y la vida religiosa. Por tanto, puede resumirse en la observancia diligente de las reglas y sobre todo en el amor al espíritu de las mismas reglas, que es el espíritu de santidad. Bastan, pues, pocos propósitos cuando se ama mucho.
Monseñor Montini


El registro de los sacerdotes celebrantes en la iglesia de Santa Prisca, Roma, en 1929, conservado 
por sor Maria Ignazia dei Santi Innocenti. En las páginas del registro 
aparece a menudo el apellido Montini

El registro de los sacerdotes celebrantes en la iglesia de Santa Prisca, Roma, en 1929, conservado por sor Maria Ignazia dei Santi Innocenti. En las páginas del registro aparece a menudo el apellido Montini

22 de julio de 1955
El Arzobispo de Milán
Para sor Maria Ignazia una especial bendición, asegurándole mi recuerdo espiritual.
G. B. Montini


[Sin fecha]
Monseñor Giovanni Battista Montini
Arzobispo de Milán
Le agradece vivamente las corteses expresiones que le ha dirigido con ocasión de su entrada en la sede arzobispal ambrosiana; y corresponde bendiciendo con sus mejores deseos.


12 de agosto de 1958
El Arzobispo de Milán
A sor Maria Ignazia, mi bendición y mi saludo en el Señor, en respuesta a los buenos sentimientos expresados en sus cartas. La recuerdo siempre y la bendigo. La muerte de la madre Maddalena Benaglia nos trae a la memoria, aún más que los recuerdos del tiempo pasado, nuestro destino a la eternidad, a la que debemos preparación en la paciencia y en la confianza en Dios.
En el Señor
G. B. Montini


23 de marzo de 1959
El cardenal Giovanni Battista Montini
Arzobispo de Milán
Agradece el buen recuerdo, corresponde con sus felicitaciones en el Señor,
y bendice de corazón.
G. B. M.


Milán, Santa Pascua 1963
El cardenal Giovanni Battista Montini
Arzobispo de Milán
Expresa su complacencia y gratitud por las felicitaciones que ha recibido con ocasión de la Pascua, y en el espíritu de la gran festividad corresponde de todo corazón saludando devotamente.


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