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IRÁN
Sacado del n. 12 - 2010

Los pequeños pasos que conducen a Teherán


«Celebrando la Eucaristía me emocioné al ver tantas muestras de afecto al Papa y el deseo de vivir como cristianos que dan el buen ejemplo». Diario de un viaje a Irán del presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso


por el cardenal Jean-Louis Tauran


El cardenal Jean-Louis Tauran con el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad con ocasión de la entrevista del 9 de noviembre de 2010 en Teherán [© Associated Press/LaPresse]

El cardenal Jean-Louis Tauran con el presidente iraní Mahmoud Ahmadineyad con ocasión de la entrevista del 9 de noviembre de 2010 en Teherán [© Associated Press/LaPresse]

Nuestras reuniones en Teherán tienen cadencia regular, y esta última tuvo por tema las perspectivas islámicas y cristianas de la cohabitación entre religiones y sociedades.
En los días anteriores a mi viaje, despertó el interés de muchos saber que me iba a entrevistar, y así fue, con el presidente Mahmud Ahmadineyad, y que le entregaría personalmente una misiva con la que el Papa respondía a un texto anterior que el presidente le había hecho llegar, durante los días del Sínodo para Oriente Próximo, por medio del vicepresidente, el Hojjat ol-Eslam Haj Sayyed Mohammad Reza Mir Tajjadini, que vino expresamente al Vaticano. La entrevista con el presidente fue cordial y la acogida que las máximas autoridades del gobierno iraní dispensaron a los representantes de la Santa Sede fue, como siempre, respetuosa y calurosa. El presidente recibió la carta del Papa con satisfacción.
No es ningún secreto que las autoridades de Teherán, de varios niveles, plantean a menudo la petición del que el Papa pueda visitar la República Islámica de Irán. La petición me ha llegado también a mí. Le he respondido a Teherán que cuando las circunstancias estén maduras, el Papa tomará en consideración la oportunidad de un viaje a Irán, viaje que naturalmente tendrá como primera meta la visita y la comunión con la comunidad católica local.
El presidente Ahmadineyad, durante nuestro coloquio personal, reafirmó su convicción de que no se puede disminuir el papel de las religiones en las sociedades contemporáneas. Me recordó que ya dos sistemas habían prometido al hombre la felicidad y habían fracasado: el marxismo y el capitalismo. Hoy pertenecen a la historia, mientras que la sociedad necesita, en cambio, volver a descubrir la importancia de la religión y la fe en Dios.
Este viaje tenía para mí una importancia especial porque por primera vez iba a ir a Qom, ciudad santa de los chiíes y sede universitaria, cuna de altas escuelas de pensamiento del islam chií. Pude constatar con satisfacción la importancia que se le otorga a la enseñanza de la filosofía y espero que de los contactos y conversaciones especialmente ricos en contenido que mantuve en dichas circunstancia pueda nacer una colaboración de tipo académico. Todo esto son pequeños pasos que me parecen que van en la dirección justa.
Notoriamente los cristianos en Irán viven expresando ritos diversos, y también hay variedad dentro de nuestra local comunidad católica, enriquecida con la presencia de europeos y muchos africanos. Celebrando con ellos la Eucaristía me emocioné al ver tantas muestras de afecto al Papa, expresiones del deseo genuino de ser parte de la Iglesia y vivir como cristianos que dan el buen ejemplo.
Durante este viaje a Irán, el mensaje que me competía llevar, y que referí a nuestros anfitriones y a las autoridades, es que necesitamos dialogar porque el diálogo es el camino real hacia la paz y la colaboración entre los pueblos. También dije que es necesario continuar nuestras entrevistas porque esto hace que nos conozcamos y comprendamos recíprocamente de manera más profunda. Dije que no podemos ceder al instinto del miedo hacia el otro, sino que debemos asumir, como si fueran nuestras, las aspiraciones al bien del interlocutor.
Para nosotros, los cristianos, especialmente en el contexto de hoy, es muy oportuno seguir nuestro camino evitando dos escollos: el rencor y la indiferencia.



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