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IRÁN
Sacado del n. 12 - 2010

Los seguidores de Abraham buscan juntos la justicia


El intercambio epistolar entre el presidente iraní Ahmadineyad y el papa Benedicto XVI


El intercambio epistolar entre el presidente iraní Ahmadineyad y el papa Benedicto XVI


Haj Sayyed Mohammad Reza Mir Tajjadini, vicepresidente de la República Islámica de Irán, entrega al papa Benedicto XVI la carta del presidente Ahmadineyad, el 6 de octubre de 2010 [© Embajada de la República Islamica de Irán ante la Santa Sede]

Haj Sayyed Mohammad Reza Mir Tajjadini, vicepresidente de la República Islámica de Irán, entrega al papa Benedicto XVI la carta del presidente Ahmadineyad, el 6 de octubre de 2010 [© Embajada de la República Islamica de Irán ante la Santa Sede]

En nombre de Dios, el clemente, el misericordioso

A su eminencia el papa Benedicto XVI, líder de la Iglesia católica

Presento mis más cálidos y afectuosos saludos a su eminencia. Quisiera también agradecerle a Vd. y al Pontificio Consejo para el Diálogo interreligioso la postura de condena del hecho carente de sabiduría de una iglesia del Estado americano de Florida, que con su ofensa a la sacralidad del Santo Corán ha llenado de dolor los corazones de millones de musulmanes.
Las condiciones especiales por las que atraviesa el mundo actual y la falta de atención de la humanidad hacia las enseñanzas de las religiones monoteístas –que por desgracia está causada por la difusión de corrientes como el secularismo y el humanismo extremista occidental, como también por los estilos de vida materialistas de la gente, por el utilitarismo y la pasionalidad–, han ganado terreno y han creado las bases para el derrumbe de las sociedades humanas, de los fundamentos de la familia y de la vida de los jóvenes. Por ello nadie puede negar que se ha convertido en necesidad la estrecha colaboración e interacción entre las religiones de origen divino para controlar estos procesos tan destructivos.
El llamamiento más elevado de los profetas divinos fue al monoteísmo y, bajo la égida del monoteísmo, a oponerse a la opresión y a aplicar la justicia, a erradicar la opresión y la injusticia; a impedir comportamientos discriminatorios y parciales que no tienen más efecto que acumular enemistad y rencor y por ello conflictos y problemas en ámbito internacional.
La República Islámica de Irán, como nación fundada sobre la religión y la democracia, siempre ha considerado una de las prioridades de su política exterior la estrecha cooperación y el desarrollo de las relaciones bilaterales con el Vaticano y confía que la solución de los males de la humanidad como las ofensas a las religiones y a los profetas divinos, la difusión de la hostilidad contra las religiones, la islamofobia y los intentos de debilitar los pilares y las bases de la familia, es uno de los temas importantes sobre los que podremos consultarnos y colaborar.
Quien esto firma expresa su gran respeto por los puntos de vista de su eminencia, que están dirigidos a la justicia y por los esfuerzos prodigados para condenar la violencia y la discriminación. Quisiera subrayar de nuevo la importancia de la religión y la espiritualidad en la solución de los problemas que afligen al mundo y declarar la disponibilidad de la República Islámica de Irán a emprender esfuerzos conjuntos para modificar las estructuras de opresión que dominan el planeta.
Espero que con la benevolencia de Dios omnipotente y con la cooperación bilateral, seamos testigos de un creciente empuje de las comunidades humanas hacia la espiritualidad y hacia la afirmación de la paz y la justicia en el mundo.
Imploro a Dios omnipotente que dé salud y éxito a su eminencia en la difusión del divino mensaje de los profetas.

Mahmoud Ahmadineyad presidente de la República Islámica de Irán

(traducción nuestra del inglés)





El cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso, le entrega al presidente Ahmadineyad la carta de Benedicto XVI, Teherán, 9 de noviembre de 2010 [© Associated Press/LaPresse]

El cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo interreligioso, le entrega al presidente Ahmadineyad la carta de Benedicto XVI, Teherán, 9 de noviembre de 2010 [© Associated Press/LaPresse]

Al presidente de la República Islámica de Irán, 3 de noviembre de 2010

A su excelencia Mahmoud Ahmadineyad, presidente de la República Islámica de Irán.

Señor presidente:
Le escribo para expresarle mi aprecio por las corteses palabras de saludo y las reflexiones que Su Excelencia ha enviado amablemente por los buenos oficios de Su Excelencia el Hojjat ol-Eslam Haj Sayyed Mohammad Reza Mir Tajjadini, vicepresidente de la República Islámica de Irán.
Es mi profunda convicción que el respeto de la dimensión trascendental de la persona humana es una condición indispensable para la construcción de un orden social justo y una paz estable. De hecho, la relación personal con Dios es el fundamento último de la dignidad inalienable y el carácter sagrado de toda vida humana.
Cuando la promoción de la dignidad de la persona humana es la principal inspiración de la actividad política y social que está comprometida en la búsqueda del bien común, se crean las bases sólidas y duraderas para la construcción de la paz y la armonía entre los pueblos.
La paz es, ante todo, un don de Dios, que se pide en la oración, pero también es el resultado de los esfuerzos de las personas de buena voluntad. Desde esta perspectiva, los creyentes de todas las religiones tienen una responsabilidad especial y pueden desempeñar un papel decisivo, cooperando en iniciativas comunes. El diálogo interreligioso e intercultural es un camino fundamental para la paz.
Firmemente convencida de ello, la reciente Asamblea especial para Oriente Medio del Sínodo de los obispos, que tuvo lugar en el Vaticano del 10 al 24 de octubre de 2010, fue un momento significativo de reflexión e intercambio sobre la situación en Oriente Medio y sobre los grandes desafíos planteados a las comunidades católicas allí presentes. En algunos países estas comunidades se enfrentan a situaciones difíciles, discriminación e incluso violencia, y carecen de la libertad para vivir y profesar públicamente su fe. Estoy seguro de que el trabajo del Sínodo dará buenos frutos para la Iglesia y para toda la sociedad.
Los católicos presentes en Irán y los de todo el mundo hacen esfuerzos para colaborar con sus conciudadanos a fin de contribuir leal y honestamente al bien común de las respectivas sociedades en las que viven, convirtiéndose en constructores de paz y reconciliación.
Con este espíritu, expreso la esperanza de que las relaciones cordiales ya felizmente existentes entre la Santa Sede e Irán sigan avanzando, así como las de la Iglesia local con las autoridades civiles. También estoy convencido de que la puesta en marcha de una Comisión bilateral sería especialmente útil para tratar cuestiones de interés común, incluido el de la situación jurídica de la Iglesia católica en el país.
Con estos sentimientos, aprovecho la ocasión para reiterarle a usted, señor Presidente, el testimonio de mi más alta consideración.
(traducción nuestra del inglés)


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