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DOCUMENTO
Sacado del n. 12 - 2003

La conmoción del corazón


El texto de la “Portada” que abrió el teledario TG2-RAI de las 20:30 horas del 18 de noviembre de 2003 escrito por Don Giussani para los funerales de las víctimas de Nassiriya


por Luigi Giussani


Los funerales de Estado de las diecinueve víctimas italianas del atentado terrorista de Nassiriya, celebrados en la basílica de San Pablo extramuros, el 18 de noviembre de 2003

Los funerales de Estado de las diecinueve víctimas italianas del atentado terrorista de Nassiriya, celebrados en la basílica de San Pablo extramuros, el 18 de noviembre de 2003

¡Qué horror!
¡Qué vergüenza!
«Ni el sol ya te alegra,
ni te despierta el amor».
El Llanto antiguo de Carducci custodia el misterio de la muerte en el corazón de nuestra historia. A causa de este misterio, Dante invoca a la Virgen para que la riqueza de una humanidad nueva, a través de su dolor de esposa y de madre, proclame la victoria del bien:
«En ti misericordia, en ti piedad,
en ti magnificencia, en ti se aúna
cuanto es bondad en la criatura».

Así, nos toca en lo más profundo del alma la conmoción por el juicio que ha expresado delante de las cámaras la señora Coletta, esposa del brigada recién fallecido en Nasiriya.
«En ti misericordia», porque el hombre cae sin saber dónde, cómo y cuándo.
«En ti piedad», porque el hombre es débil, contradictorio y mortalmente frágil.
«En ti magnificencia», porque se Te comunica una fuerza victoriosa que arroja luz sobre el destino final.

« Bondad», pues el bien es lo que mueve y a lo que tiende la acción del hombre.
Volvería a brotar el canto de nuestro pueblo si el horizonte de la actividad de la ONU fuera la educación del corazón de la gente, en lugar del enfrentamiento mortal –como favorecen los que deberían aplacarlo– entre musulmanes y herederos de los antiguos pueblos, ya sean hebreos o latinos. ¡Y esto constituiría la verdadera riqueza de la vida de un pueblo!
Si se diera una educación del pueblo, todos vivirían mejor.
El miedo o el desprecio de la Cruz de Cristo jamás proporcionarán la alegría de vivir que se expresa en una fiesta popular o en una reunión familiar.
El testimonio de Dante Alighieri se ha renovado en el dolor de la señora Coletta:
«En ti misericordia, en ti piedad
en ti magnificencia, en ti se aúna
cuanto es bondad en la criatura».


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