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LIBROS
Sacado del n. 01 - 2004

Estas huellas se convierten en un don


Carta de monseñor Vincenzo Savio, obispo de la diócesis de Belluno-Feltre, con motivo de la presentación en Roma del libro Mio fratello Albino


por Vincenzo Savio


Apreciada Stefania Falasca:
En las distintas presentaciones del volumen, la de Roma es sin lugar a dudas la más significativa.
No podré estar presente, pero monseñor Giorgio Lise, postulador ad interim, se encargará de subrayar en esta cita todo nuestro aprecio por la atractiva propuesta documentaria que Mio fratello Albino representa en el panorama 25 años después de la elección y muerte del papa Juan Pablo I.
Mi estima por esta obra obedece a razones distintas. Por lo que se refiere a las más inmediatas, me gusta subrayar la capacidad de hacer de una conversación familiar una colección de datos en gran parte inéditos, llenos de originalidad y de amena lectura. Enriqueciendo la narración, casi doméstica narración entre “chimenea” y “stua”, las fotografías del álbum de familia y las ambientadas entre la casa y Val de Garés, o el entramado de rostros, llenos de serenidad, soñadores, de Nina y Berto.
Otras razones más profundas las descubro en el texto, que, con tanta maestría y respetuosa libertad a la narración personal de Nina, usted consigue ofrecernos llanamente.
Usted sabe que una de las razones de más peso que nos ha llevado a solicitar una tarea tan ardua, dar comienzo al proceso de canonización de este Papa, tarea que estará constantemente ante los ojos de tantos apasionados devotos y de tantos inciertos y a veces críticos observadores, es la certeza de que don Albino nos tomará de la mano y nos llevará a encontrar el sendero de una “santidad” accesible para toda persona que desee sumergirse en la evangélica llamada de Jesús, que a todos se dirige. Santidad de alto “perfil”, pero a demás al alcance de todo discípulo verdadero; santidad que es capaz de tomar asiento en la cotidianidad de la vocación personal. Luciani nos ayudará a verla en su itinerario existencial, pero nos la indicará entre la gente de su ambiente, que ahora es el nuestro, y de su gente, que son la generación de padres y madres que están deshaciendo los vínculos con nuestro presente, pero que dulcificaron nuestra niñez y juventud. Por eso nos dirigimos a él, para que nos ilumine a reconocer y consolidar las huellas de santidad, las “vías de los carros” que aún siguen estando presentes hoy.
El haber recuperado, mediante la narración de testigos creíbles como Berto y Nina, estas huellas se convierte en “don” importante para nosotros. Porque el entramado continuo de hechos y anotaciones y la cariñosa sonrisa del corazón que rezuma cada una de las líneas, la lectura de virtudes heroicamente vividas, casi como una respuesta natural al deseo de otorgar a la vida dignidad y abrirla a la contemplación de una esperanza cierta más allá de las desaventuras, nos permite elaborar con sencillez una clara pedagogía de santidad.
De este modo Albino Luciani vuelve a ser hermano vivo, no sólo de Berto y Nina, sino de todo cristiano. Sereno catequista de lo que más cuenta en la vida: ser amigos de Dios, porque Él, Dios, nos ha elegido como amigos suyos.
Es cierto que don Albino, «pese a estar muerto, sigue hablando» (Heb 11,4), y yo siento muchos deseos de escucharlo. Pero sé que no soy el único. Gracias por el don que su capacidad profesional ha puesto en nuestras manos.



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