Home > Archivo > 02 - 2004 > Prefacios de cardenal Jean-Louis Tauran
EE UU y la Santa Sede
Sacado del n. 02 - 2004

Historia de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos de América y la Santa Sede.

Prefacios de cardenal Jean-Louis Tauran





Deseo unirme a quienes se alegran por la publicación del volumen USA e Santa Sede: la lunga strada, escrito por el embajador estadounidense ante la Santa Sede, Jim Nicholson.
Estas páginas cuentan un capítulo particularmente significativo de las relaciones entre los Estados Unidos y la Santa Sede. El lector puede seguir paso a paso el itinerario de un largo viaje durante el que ambas partes han tenido la posibilidad de conocerse mejor, de liberarse de los condicionamientos de la historia y de abrir valientemente nuevos caminos.
Estas páginas muestran lo mucho que se puede conseguir con el diálogo leal y perseverante, y cómo la diplomacia, hecha de respeto y discreción, es capaz de vencer prejuicios y malentendidos.
Desde 1984, la colaboración cotidiana con la embajada estadounidense en Roma y la nunciatura apostólica en Washington permite sostener esfuerzos comunes, intercambios de ideas sobre los grandes desafíos que los pueblos están llamados a afrontar: los derechos de la persona, la libertad, la justicia y la paz.
Con interesantes reflexiones, el embajador Nicholson desvela la historia de esta partnership, desde finales del siglo XVIII hasta hoy, demostrando que, pese a algunas divergencias en las opiniones, los Estados Unidos y la Santa Sede siguen estando de acuerdo sobre la necesidad de no escatimar esfuerzos para llegar a la convivencia internacional, donde la razón, la buena voluntad y el derecho prevalecen sobre las emociones y las pasiones.
Además, en la Declaración de independencia americana hay una referencia al Creador, como origen de la dignidad humana: esto facilita el acuerdo entre la Santa Sede y los Estados Unidos sobre principios morales fundamentales, que pueden contribuir a la estabilidad de un mundo que necesita paz y respeto de los derechos del hombre; un mundo que tiene hambre de pan, sed de justicia y de fraternidad.
Muchos descubrirán que la Santa Sede es mucho más que un “punto de escucha” y que la diplomacia pontificia es mucho más que una “técnica”. El Papa y sus colaboradores tienen una sola ambición: ayudar a los gobernantes a decidir con sentido de responsabilidad frente a Dios y a su propia conciencia, recordando siempre que el hombre es sagrado y que el respeto de sus derechos y libertades fundamentales es la condición sine qua non para el futuro de un mundo donde todos encuentren su propio lugar y conozcan el gozo de vivir en paz y en concordia.
La decisión tomada el 10 de enero de 1984 de restablecer, después de 117 años de interrupción, las relaciones diplomáticas formales entre Estados Unidos y la Santa Sede fue sin duda alguna un acontecimiento histórico que, como dijo el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan, estaba destinado a «corregir una anomalía de la historia».


Italiano English Français Deutsch Português