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LIBIA
Sacado del n. 03 - 2004

LIBIA. Entrevista al vicario apostólico de Trípoli

Realismo mediterráneo


Cerrado el caso Lockerbie y terminado el embargo, se ha abierto un nuevo periodo de diálogo. «Gaddafi ha visto que el fanatismo religioso nos está llevando al desastre y ha vuelto una vez más a ser realista». Habla Giovanni Innocenzo Martinelli


por Giovanni Cubeddu


REHABILITADO.  El líder libio Gaddafi en una reunión de la Unión Africana

REHABILITADO. El líder libio Gaddafi en una reunión de la Unión Africana

«Las indemnizaciones acordadas por los atentados terroristas de Lockerbie, del vuelo Uta, por los cometidos en Alemania –y parece ser que se está discutiendo también indemnizar a los judíos expulsados al comienzo de la revolución– demuestran que en Libia la voluntad de diálogo es cada vez más fuerte. El fin del embargo contra el país ha influido positivamente, luego se ha emprendido el diálogo sobre las armas de destrucción masiva, y el Gobierno ha autorizado las inspecciones internacionales. En fin, recientemente también el presidente Bush reconoció los méritos de la conducta de Gaddafi».
Giovanni Innocenzo Martinelli, vicario apostólico de Trípoli, donde nació hace sesenta años de padres italianos, no ha dejado nunca de demostrar su cariño por Libia. El religioso franciscano está a la cabeza del vicariato desde el 3 de mayo de 1985, y ha vivido todas las fases alternas de la actitud del régimen para con la Iglesia católica (en 1986 estuvo incluso en la cárcel, a raíz del bombardeo americano contra Trípoli y de los misiles líbicos contra la isla italiana de Lampedusa). Hoy la Iglesia en Libia espera, junto con los demás ciudadanos, la completa rehabilitación internacional del país. El papa Wojtyla se ha manifestado siempre contra el embargo, y el acuerdo para las plenas relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Libia de 1997 marcaba un punto a favor del diálogo con Occidente. El islam sunní de Gaddafi no tiene nada que ver con los fundamentalismos religiosos. Por aquí comenzamos nuestra entrevista con el obispo de Trípoli.

GIOVANNI INNOCENZO MARTINELLI: Gaddafi ha tenido siempre una voluntad de diálogo con las religiones, lo demostró con el gran congreso interreligioso que se celebró en Trípoli en 1976, con el que quiso cambiar la impresión de que su régimen fuera contrario a las creencias religiosas (si bien, en el pasado, los edificios de culto cristiano fueron cerrados porque se les consideraba cómplices del fascismo colonialista…). Como obispo católico de Trípoli, y habiendo nacido en Libia, no he visto nunca al régimen tomar posición contra las religiones, sino proponer siempre el diálogo. Además, en estos últimos tiempos, Gaddafi ha dado un paso más, precisamente para promover la visión positiva del islam que vive en Libia, a diferencia y “contra” el islam llamado terrorista y fundamentalista. La Dawa al Islamiya, que es la institución oficial libia para el diálogo interreligioso, ha organizado y participado en varios encuentros importantes que han centrado la atención internacional sobre Libia. Creo que merece la pena señalar este encuentro virtuoso que se está dando en tierra líbica entre el ecumenismo cristiano y el diálogo interreligioso.
IGLESIA EN LIBIA.  Giovanni Innocenzo Martinelli, vicario apostólico de Trípoli

IGLESIA EN LIBIA. Giovanni Innocenzo Martinelli, vicario apostólico de Trípoli

¿A qué se refiere?
MARTINELLI: En primer lugar a la visita de su santidad Bartolomé I, patriarca ecuménico de Constantinopla. Su venida nos sorprendió, y ha dado al diálogo en el mundo cristiano en Libia un aspecto más completo y verdadero. En Libia, además de la Iglesia católica, están presentes la Iglesia ortodoxa, la Iglesia copta, la comunidad anglicana y la Union Church. La presencia eficaz y fecunda de Bartolomé I nos ha ayudado en el trabajo ecuménico. El patriarca pronunció una conferencia en la Facultad islámica de Trípoli ante más de cuatrocientos invitados y luego fue recibido por el embajador de Turquía. El discurso del embajador sintetizó un poco nuestro sentimiento durante esos días. Subrayó la importancia de Bartolomé I para el diálogo entre el islam y la ortodoxia. El patriarca ortodoxo procede, en efecto, de un país musulmán pero no teocrático, y ahora ha venido a Libia para establecer un puente también con el cristianismo ortodoxo de estas regiones del Mediterráneo árabe. La visita de Bartolomé I la he visto como una idea hermosa del Espíritu, que nos ayuda y nos guía hacia la universalidad del mensaje cristiano.
También estuvo presente el patriarca copto Shenouda…
MARTINELLI: … que recibió el premio por los derechos humanos, el Gaddafi Prize, por ser la voz cristiana que, en medio de un mundo de cultura islámica, ha sabido llevar adelante un mensaje de paz en el área mediooriental. A Libia viene normalmente el obispo copto de la pentápolis Mar Pakomios. Shenouda III, en cambio, había venido la primera vez a Trípoli al principio de la revolución, y ahora ha regresado para recibir el premio, casi como culminación de este diálogo continuo con la comunidad copta de Libia, que es una comunidad privilegiada, por estar ligada directamente al evangelista Marcos. El judío Marcos era de una zona de Cirene que también los beduinos libios llaman Wadi Marcos, y según la tradición copta Marcos salió de Libia para ir a evangelizar Egipto.
En lo tocante al ecumenismo, además de los patriarcas, también estuvieron recientemente en Libia las autoridades anglicanas
¿Y la Dawa al Islamiya?
MARTINELLI: Donde era posible estuvo siempre presente durante estos encuentros ecuménicos, captando su valor y honrándonos con su presencia. Además, del 18 al 22 de septiembre había organizado un encuentro internacional cristiano-musulmán sobre el tema del conocimiento recíproco entre las religiones, abierto a la participación de las distintas confesiones cristianas. Durante cuatro días se dio en Trípoli una convivencia positiva entre exponentes cristianos y musulmanes. En este contexto me llamó la atención una declaración del muftí de Moscú: «Tenemos que acostumbrarnos a conocer a los cristianos no por lo que dice el Corán, sino por lo que los cristianos dicen de sí mismos, a través de su Evangelio». Es una invitación a liberarnos de los esquemas fijos que usamos para “reconocernos” los unos a los otros. Y en marzo el Consejo Pontificio para el diálogo interreligioso celebró con la Dawa al Islamiya una reunión en Roma sobre la figura de los imanes y de los sacerdotes, para reafirmar la importancia de que sean hombres abiertos al diálogo.
El líder libio Gaddafi con una delegación del Congreso estadounidense en Trípoli el 26 de enero de 2004

El líder libio Gaddafi con una delegación del Congreso estadounidense en Trípoli el 26 de enero de 2004

¿Piensa que la política exterior de Trípoli está cambiando profundamente?
MARTINELLI: Si no se resuelve el grave conflicto entre Israel y los palestinos, siempre habrá una herida abierta. El mundo mediooriental es un mundo que ha sufrido y sigue sufriendo muchas destrucciones y muchas violaciones de los derechos del hombre. Pero creo que si de verdad se quiere hallar una forma de reconciliación en el mundo árabe, hay que analizar de nuevo los presupuestos de la política de Libia “contra” Israel y “contra” América.
Mientras tanto, Gaddafi se interesa desde hace tiempo por África.
MARTINELLI: Libia está haciendo de todo para que se tomen en consideración los derechos de los africanos. En Libia hay muchos emigrantes del área subsahariana, y este es un hecho que preocupa tanto al Gobierno como al Occidente, porque las costas líbicas son el puente hacia Europa, y el tráfico ilegal de seres humanos puede a veces mezclarse con el terrorismo… Pero, desde otra perspectiva, la hospitalidad de los libios da a esta pobre gente la posibilidad de encontrar trabajo, huir de las guerras locales y de la miseria. Es sabido que Gaddafi aspira a convertirse en uno de los líderes de referencia de la Unión Africana y quiere ayudar el proceso de desarrollo político del continente, dado que Libia está presente desde hace tiempo como “influjo” en varios Estados subsaharianos… De todos modos, si para la Unión Africana se requiere tiempo, Gaddafi sabe esperar.
Según usted, ¿obtendrá realmente la nueva política los frutos que se espera?
MARTINELLI: Mire, siempre he sido positivo a la hora de juzgar Libia y en los momentos difíciles siempre he tratado de ver el lado bueno, porque me parecía que todas las reacciones negativas de los gobernantes de Trípoli nacían de la incomprensión, del hecho de considerarse víctimas de un prejuicio ideológico. En efecto, muchos personajes europeos y americanos han perdido más de una ocasión para comprender las razones profundas del régimen y los aspectos positivos de algunas de las posturas de Gaddafi. Utilizando su libertad de juicio, el vicario apostólico de Trípoli no ha sido nunca instrumentalizado y ha conocido por experiencia el deseo de justicia que animaba incluso las posturas más sonadas del líder. Sí, a veces era demagogia, pero nunca le han faltado a Gaddafi las ganas de hablar abiertamente. Ahora que el líder se ha dado cuenta de que el fanatismo religioso nos está llevando al desastre, ha vuelto una vez más a ser realista. Ha comenzado a no aceptar más estas formas de extremismo y de terrorismo, declarándose, en cambio, dispuesto a buscar una salida posiblemente incruenta para eliminar esas fuerzas, no se ha puesto de su parte. Esta decisión me parece muy válida.
El patriarca copto de Alejandría, Amba Shenouda III, retira en Trípoli el Gaddafi Prize

El patriarca copto de Alejandría, Amba Shenouda III, retira en Trípoli el Gaddafi Prize

¿Qué piensa de cómo ha vivido la Iglesia en Libia su relación con el régimen desde el principio?
MARTINELLI: La Iglesia católica en Libia actúa siguiendo la inspiración de la Iglesia universal. El Santo Padre ha sido para nosotros un gran ejemplo tanto en lo tocante al diálogo con el islam como en sus posturas claras contra la violencia y la guerra. En la comunidad internacional la fuerza del diálogo está en dar importancia también a las naciones pequeñas, que ha veces tiene una voz sincera. Para nosotros, Iglesia de Libia, escuchar la voz del Gobierno de Trípoli podía ser una ocasión para comprender todo lo demás, es decir, la sensibilidad del mundo árabe musulmán primero, y del África subsahariana después. La Iglesia de Libia, aceptando siempre el diálogo con el régimen, ha tratado de vivir esta comunión profunda con la Iglesia universal.

Al final de la entrevista hay una anécdota que contar. En Trípoli la misa católica se celebra en la pequeña iglesia blanca dedicada al santo de Asís, y el obispo, dicen, lleva siempre a sus amigos a ver una pintura: san Francisco superando las líneas de los cruzados para anunciar la paz al sultán de Egipto.


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