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ESTADOS UNIDOS
Sacado del n. 04 - 2004

IGLESIA Y POLÍTICA. Entrevista al arzobispo de Washington

Los sacramentos no deben ser terreno de enfrentamiento


El cardenal Theodore Edgar McCarrick interviene sobre la propuesta de prohibir la comunión a los políticos católicos que no luchan contra el aborto. Habla también de la presidencia de George W. Bush y de la crisis palestina


por Gianni Cardinale


El cardenal Theodore Edgar McCarrick

El cardenal Theodore Edgar McCarrick

Cuando el pasado 23 de febrero fue presentada en el Vaticano la Instrucción Redemptionis sacramentum. Sobre algunas cosas que se deben observar o evitar acerca de la Santísima Eucaristía, las preguntas de los periodistas estadounidenses se concentraron sobre todo en las repercusiones que este documento puede tener en las elecciones presidenciales americanas. Fue un hecho más bien insólito, pero previsible. El candidato demócrata que desafía a George W. Bush es el senador John F. Kerry, católico y partidario del aborto y por este motivo vigilado especial de los miembros más conservadores del mundo católico norteamericano. Laicos, pero también arzobispos –como el de San Luis– han intimado a Kerry, porque pública y abiertamente se declara favorable al aborto, a no presentarse a recibir la comunión. No sólo, sino que también han teorizado que se le debería negar la comunión, si se presenta a recibirla.
Partiendo de estas polémicas, 30Días le ha hecho algunas preguntas al cardenal Theodore Edgar McCarrick, arzobispo de Washington D.C., figura principal del episcopado estadounidense. El purpurado, que cumplirá 74 años el próximo julio, antes de ocuparse del gobierno pastoral de la archidiócesis de la capital federal fue auxiliar de su ciudad natal Nueva York (1977-1981), obispo de Metuchen (1981-1986) y arzobispo de Newark, en Nueva Jersey, (1986-2000).
Entrevistamos al cardenal McCarrick en la sacristía de la basílica romana de San Pablo extramuros donde ha terminado de celebrar la misa con todos los obispos de su región eclesiástica que han venido para la visita ad limina. «San Pablo», nos dice el purpurado, «es una Basílica que me encanta. Cuando estoy en Roma trato siempre de venir a rezar aquí. La Basílica de San Pedro es maravillosa, pero la de San Pablo es más tranquila, se puede rezar con más facilidad».

Eminencia, dirige usted una task force constituida por el episcopado estadounidense para definir si se han de adoptar sanciones contra los políticos notoriamente en contraste con las enseñanzas de la Iglesia católica. ¿Por qué se siente esta cuestión en los Estados Unidos más que en cualquier otra parte? Ningún episcopado, por lo menos entre los más numerosos, parece considerar necesario la institución de una comisión análoga.
THEODORE EDGAR McCARRICK: Es una pregunta que me hago a menudo. Quizá sucede por dos motivos. Primero porque somos una democracia y cada uno puede expresar libremente su opinión y luego porque nuestros fieles católicos tienen gran reverencia a la santa eucaristía y se sienten turbados si alguien la recibe sin la debida predisposición. He escrito a varias conferencias episcopales para saber si también ellos están estudiando la cuestión…
John F. Kerry comulgando

John F. Kerry comulgando

¿Y le responden?
McCARRICK: Sí, pero en la mayor parte de los casos me dicen que en sus países no se percibe el problema del mismo modo que en Estados Unidos.
El pasado 15 de abril mantuvo usted una entrevista de 45 minutos con el senador John F. Kerry. ¿Qué puede decirnos al respecto?
McCARRICK: Fue un encuentro entre un hombre y un sacerdote. Fue la ocasión para mantener un buen diálogo. Hablamos de muchos temas, pero concordamos que como se trataba de un encuentro privado no haríamos declaraciones públicas. Y así ha de ser.
¿Terminarán los trabajos de la task force antes de las elecciones de noviembre?
McCARRICK: Espero que sí. Debemos reunirnos un par de veces más y consultaremos a los demás obispos y también a la Santa Sede. Pero no sé si llegaremos a tiempo, tratándose de una cuestión compleja y delicada.
¿Considera, usted personalmente, que se ha de negar la comunión a un político católico notoriamente favorable al aborto?
McCARRICK: Creo que muchos obispos estadounidenses consideran que deben existir censuras canónicas para este tipo de personas. Pero creo también que a muchos obispos no les gustaría que la posibilidad de recibir o no recibir la eucaristía forme parte de estas sanciones. Personalmente creo que hay evitar que la eucaristía se convierta en un punto de enfrentamiento, ha de ser una preocupación pastoral.
En 1960 usted era un joven sacerdote cuando John F. Kennedy se presentó a las elecciones y ganó. En noviembre otro católico puede llegar a ser presidente. ¿Qué ha cambiado respecto a hace cuarenta y cuatro años?
McCARRICK: Hay una gran diferencia. En los tiempos de Kennedy el miedo era que el presidente se preocupara demasiado de la Iglesia. Hoy, en cambio, el temor es que un candidato católico no preste absolutamente atención a la Iglesia. De todos modos, es positivo que hoy en los Estados Unidos, por lo general, no se tenga miedo de un candidato católico, porque se sabe que uno puede ser al mismo tiempo un buen católico y un buen ciudadano estadounidense.
George W. Bush

George W. Bush

En una entrevista concedida a 30Días hace tres años decía usted que consideraba los primeros meses de la presidencia de George W. Bush como un «buen comienzo». ¿Se ha tratado sólo de un «buen comienzo»?
McCARRICK: Creo que Bush ha sido un buen presidente. Ha tomado decisiones justas en muchas cuestiones, por ejemplo, en favor de la vida y contra el aborto o las ayudas asignadas a la lucha contra el Sida en África. Sobre algunas cuestiones de política exterior, en cambio, su conducta ha sido más problemática, más preocupante. En todas las administraciones hay cosas buenas y menos buenas.
Antes de la reunión del 14 de abril en Washington entre Bush y el primer ministro israelí, Ariel Sharon, el presidente de la USCCB (La Conferencia episcopal de Estados Unidos), el obispo Wilton Gregory, había enviado una carta a la Casa Blanca en la que –entre otras cosas– ponía en guardia sobre «iniciativas unilaterales» que pudieran poner en peligro el objetivo de «una paz justa y duradera» en Tierra Santa. No parece que hayan prestado mucha atención a estas palabras…
McCARRICK: No estábamos presentes en el encuentro y por tanto no sabemos lo que de verdad se dijeron. Con todo, es importante que no se abandone la Hoja de Ruta para que vuelva la paz a Tierra Santa donde la población ha sufrido mucho y sigue sufriendo, donde la Iglesia sufre muchísimo, donde los fieles católicos disminuyen cada vez más porque emigran, al no ver perspectivas para su futuro. Por estos motivos es necesario que las naciones del mundo, comenzando por los Estados Unidos, hagan lo posible para la constitución de un Estado palestino independiente y para la seguridad de Israel. Como escribió el presidente de la USCCB el pasado 26 de abril: «Exhortamos a la Administración de Bush a que vuelva al papel tradicional de Estados Unidos de “intermediario honesto” [honest borker], trabajando con la comunidad internacional, los palestinos y los israelíes para desarrollar medidas que aumenten la confianza y buscar medios pacíficos para negociar sus divergencias, de acuerdo con la ley internacional y con las resoluciones de la ONU existentes».
Bombardeos israelíes contra Yenín

Bombardeos israelíes contra Yenín

Otra iniciativa “problemática” de la Administración de Bush ha sido la campaña iraquí. ¿Ha sido una guerra justa?
McCARRICK: Rezamos mucho por Irak. En efecto, diría que la de Irak ha sido una guerra no justificada. Porque poner fin a una dictadura cruel es un hecho indudablemente positivo, pero no me parece que fuera esta la motivación que había sido declarada para el comienzo de la campaña... El problema ahora es que no se ve una estrategia clara para salir de esta situación. Esperemos que al final el pueblo iraquí pueda vivir en un país pacificado y con un tenor de vida mejor.
¿Cree necesaria una participación mayor de la ONU?
McCARRICK: Me gustaría ver a las Naciones Unidas más implicadas en el drama iraquí. Creo que ahora también la Administración estadounidense es favorable a esta posibilidad. La ONU no es desde luego un instrumento perfecto, pero por ahora no hay otro en el escenario internacional que tenga sus potencialidades. Me parece que esta es también la postura del Papa y de la Santa Sede.
La última pregunta. ¿Qué piensa de la llamada “guerra preventiva”?
McCARRICK: La Iglesia siempre se ha expresado sobre lo que es una guerra justa y, por lo que puedo entender, la guerra preventiva no pertenece a los criterios de una guerra justa. Creo que se debe examinar exactamente qué es lo que se entiende por guerra preventiva y luego analizar bien la cuestión. Tal y como se presenta hoy, el concepto de guerra preventiva me parece muy difícil de aceptar. No digo que sea imposible sino que debemos estudiar antes de ver si moralmente es posible.


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