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PALACIO DE CRISTAL
Sacado del n. 04 - 2004

Pacta sunt servanda




Mientras toda la atención del Palacio de Cristal se concentra en la nueva resolución que formalice la exit strategy de los Estados Unidos del trágico pantano iraquí, el 28 de abril un delegado de la Santa Sede (monseñor Frank Dewane, subsecretario del Consejo pontificio de justicia y paz) tomó la palabra frente a los miembros de la Comisión para el desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. El público justo para reafirmar la necesidad de prevenir el descontento de los pueblos ayudando a los más pobres, aunque algunos critican la tesis según la cual vivir en la pobreza extrema y sin esperanza facilita al los terroris­tas el reclutamiento de peon­es.
La Comisión para el desarrollo sostenible (CSD) fue instituida en 1992 –tras la reunión de cien jefes de Estado en Río de Janeiro en la llamada “Cumbre de la Tierra” que tocó los temas del medio ambiente y del desarrollo– y es un órgano de Ecosoc, el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas que un grupo de países miembros quisiera convertir en un verdadero Consejo de seguridad socioeconómico para luchar globalmente contra la pobreza y el subdesarrollo.
SEQUÍA EN ANGOLA. 
Una mujer compra agua vendida ilegalmente en Luanda

SEQUÍA EN ANGOLA. Una mujer compra agua vendida ilegalmente en Luanda

En 2004 la CSD ha inaugurado su nuevo programa de trabajo que por ciclos bienales afrontará todos los temas en la agenda del subdesarrollo mundial. Se comenzó, del 14 al 30 de abril, con el problema de la administración planetaria de agua, higiene y asentamientos humanos, tratando de dar forma a una normativa que sancione formalmente el derecho de los más pobres a tener agua potable, salud, comida y una vivienda.
El delegado vaticano –definiendo el agua un elemento vital esencial que paradójicamente puede convertirse para muchos pueblos en un motivo de pérdida de vidas humanas– quiso reafirmar que existe «una situación dramática caracterizada por incalculables e inaceptables injusticias».
El valor de los coloquios que se mantienen durante los trabajos de la CSD –entre Estados miembros y grupos de interés que comprenden categorías sociales y laborales, hombres de negocios y ONGs– se resume en el texto sintético que el presidente de turno redacta y transmite a la cúpula de la ONU. La confrontación directa que se da en Comisión entre Estados ricos y pobres dice mucho sobre el modo en que se administran los grandes temas a nivel multilateral, es decir basándose en el good governance, por lo que primero se le exige al país subdesarrollado que asuma los estándares democráticos y económicos “occidentales”, luego el Banco Mundial y/o los donantes abren las líneas de crédito. (Cada vez son más fuertes las críticas contra la decisión de los donantes de asumir y enviar asesores propios para coordinar los proyectos aprobados, gravando notablemente sobre el presupuesto asignado…). Pero también es útil para el país subdesarrollado ser miembro de turno de la CSD porque se entrevista bilateralmente con un donante al que le pide la realización de un proyecto, en un contexto de coloquios entre bastidores. Además llama la atención saber que, en los programas estratégicos de reducción de la pobreza que los países subdesarrollados presentan a los subvencionadores, el problema de la gestión del agua, en el modo en que lo plantean tecnológicamente los países ricos, no se menciona como prioridad, porque encontrar una fuente es más sencillo que tener comida o estructuras sanitarias necesarias para la población.
Una nota sobre Oriente Próximo: casi al final de los trabajos el delegado palestino atacó al israelí por los insuficientes suministros hídricos a la ANP. Si no se resuelve a tiempo, la cuestión del agua creará nuevos motivos de tensión en la región.
El texto final de la CSD manifiesta su confianza de que se alcanzarán los objetivos de reducir antes del año 2015 la pobreza mundial, manifestados en la Declaración del milenio de la ONU. El delegado vaticano, citando el mensaje del Papa para la Jornada mundial de la paz de 2003, dijo además que «debe ponerse especial atención en cumplir los compromisos asumidos para con los pobres. En efecto, sería particularmente frustrante para los mismos no cumplir las promesas consideradas por ellos como de interés vital […]. La existencia de confianza en las relaciones internacionales es un capital social de valor fundamental». Para el Papa pacta sunt servanda.


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