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OBISPOS EUROPEOS
Sacado del n. 06/07 - 2004

OBISPOS. El encuentro de los secretarios generales de las Conferencias de los distintos países europeos

Cuando parece que la religión se ha puesto de moda


Los temas tratados en la reunión de Belgrado: la relación entre cristianismo y laicismo; los políticos se convierten en los primeros protagonistas del diálogo interreligioso; la nueva Constitución, que no reconoce las raíces cristianas del Viejo continente; la galaxia del llamado “religioso salvaje”


por Gianni Valente


Estrasburgo, 3 de mayo de 2004. Las banderas de los diez nuevos países miembros de la Unión Europea se izan durante una ceremonia frente al parlamento europeo

Estrasburgo, 3 de mayo de 2004. Las banderas de los diez nuevos países miembros de la Unión Europea se izan durante una ceremonia frente al parlamento europeo

En los días en los que los habitantes de los 25 países de la Unión Europea eran llamados a las urnas para elegir a los miembros del Parlamento, del 10 al 13 de junio, los secretarios generales de las Conferencias de los distintos países europeos se reunieron en Belgrado para el encuentro anual que convoca el Consejo de las Conferencias episcopales europeas (CCEE). Los 29 representantes de los 34 organismos episcopales europeos miembros del Consejo (entre los ausentes, por motivos de salud, estaba el secretario de los obispos italianos, Giuseppe Betori) debatieron durante tres días el “Papel del cristianismo y las Iglesias en la Europa actual”. Tema enjundioso, en la fase de transición vivida en el continente europeo en un contexto internacional incierto y atormentado.
El debate se desarrolló sobre algunos promemorias “instructores” preparados por don Aldo Giordano, secretario general de la CCEE. Punto de partida: el renovado interés sociológico por el «factor religión», en auge incluso a nivel de análisis geopolítico tras el 11 de septiembre. «Parece», decía Giordano en uno de estos memorámdum, «como si la religión se hubiera puesto de moda. Paradójicamente puede decirse que el terrorismo ha llamado la atención del mundo sobre las religiones y su papel, para la construcción (¡o la destrucción!) de la paz. En la Iglesia este tema se afronta desde hace decenios, pero la novedad es que ahora lo afrontan también la política, los gobiernos, la sociedad civil […]. ¡Los políticos parecen haberse convertido en los primeros protagonistas del diálogo interreligioso!». Precisamente por la relevancia pública del factor-religión, en el comunicado final de los trabajos encontraron espacio la perplejidad y el malestar manifestados por los representantes de los episcopados de la Europa oriental, para los cuales «las preguntas cruciales son: durante el comunismo los cristianos estaban marginados y humillados: ¿será también así en la Unión Europea? ¿Está obligada la fe a ser un hecho privado también en la nueva Europa? Los padres fundadores de Europa eran cristianos. ¿Y qué está sucediendo ahora?».
Ante la inminencia de la aprobación del Tratado constitucional europeo, que ocurrió sólo cinco días después de la clausura del encuentro de Belgrado, los secretarios de los episcopados europeos habían tocado también la espinosa cuestión de las raíces cristianas de Europa, que ni siquiera los esfuerzos papales han conseguido que sean citadas en el preámbulo constitucional. El tema había sido afrontado en las sesiones de trabajo de Belgrado de manera reflexiva, evitando las contraposiciones exasperadas. Como subraya el comunicado final, «monseñor Noel Treanor, secretario de la COMECE [Comisión de Episcopados de la Comunidad Europea, el organismo compuesto por obispos delegados de los episcopados de los Estados miembros de la Unión Europea, n. de la r.], ha presentado la experiencia positiva de diálogo y colaboración entre mundo eclesial y político existente en Bruselas y también en distintos países. Es necesario superar el prejuicio de que las instituciones sean contrarias a la Iglesia. Ejemplo especialmente significativo es el artículo 51 del Tratado constitucional, que garantiza temas de fondo como la libertad de religión de las Iglesias y comunidades y reconoce su papel y aportación específica». El debate tocó también la relación entre cristianismo y laicismo. El comunicado final ofrece las oportunas distinciones realizadas por los secretarios de los episcopados europeos: «Una cosa es el laicismo que rechaza el papel de las religiones, otra cosa es la auténtica laicidad que es un modo de relacionarse el Estado y la Iglesia». En especial, fue presentada por el secretario de los obispos franceses, Stanislas Lalanne, la experiencia emblemática de Francia, «donde la clara separación entre Estado e Iglesia no ha significado indiferencia entre ambas realidades», si bien «el asunto de la legislación sobre el velo ha puesto en evidencia también los límites y la debilidad de este modelo».

Melting pot europeo
La discusión de Belgrado también tomó en consideración el cambiante perfil religioso de Europa. Según los datos propuestos para la discusión por monseñor Giordano, los musulmanes que viven en el Viejo continente son ya 32 millones, con un crecimiento exponencial registrado debido a los fenómenos migratorios de los últimos quince años (en 1991 eran 12 millones). También los budistas, que en el 91 eran 270 mil, ahora son más de dos millones y medio. También aumenta, fuera de parámetros estadísticamente observables, la galaxia del llamado “religioso salvaje”: «El llamado regreso de lo religioso y lo sacro, en sus expresiones esotéricas, gnósticas, arcaicas, vitalistas, paganas, pánicas, míticas es otro protagonista –ambiguo– de nuestra cultura e historia. Formas de neopaganismo y movimientos filosóficos que se organizan casi como comunidades religiosas y reivindican sus derechos». Un pluralismo religioso que convive con la «deriva secularizada y relativista», mientras continúa «el esfuerzo por la evangelización de nueva calidad de que hablamos desde hace años». Un cuadro multiforme que hace problemática la atribución de la denominación “cristiana” a las actuales sociedades occidentales, como reconocía uno de los documentos de trabajo subrayando que «el cristianismo no coincide nunca con ninguna realización histórico-cultural, y por lo tanto, ni siquiera con Europa y Occidente, aun reconociendo la “vocación especial” y el papel histórico de Occidente en la historia del cristianismo».

Los números en rojo del ecumenismo
En un país con ciudades en las que los edificios están todavía en ruinas por los bombardeos, los secretarios de los episcopados católicos reunidos en Belgrado vivieron también momentos importantes de encuentro con altos representantes de la Iglesia ortodoxa serbia, siendo recibidos tanto por el patriarca Pavle como por el obispo Irinei de Novi Sad. Precisamente con respecto a la perspectiva ecuménica, en la reunión de Belgrado se anunció también el proyecto de una tercera Asamblea ecuménica europea –tras las de Basilea (1989) y Graz (1997)– que se celebrará en 2007 en Bucarest. Iniciativa que está todavía en pañales, patrocinada por la CCEE y el Consejo Ecuménico de las Iglesias (CEC), para cuya realización podría haber dificultades de tipo económico. Monseñor Giordano advirtió que se acercaba «un período aún más difícil para las Iglesias desde el punto de vista económico, y dentro de dos años muchos presupuestos sufrirán reajustes, incluso para el trabajo ecuménico». Esta situación impone sobriedad y una drástica dieta de adelgazamiento de los proyectos. Pero sin exagerar con los recortes. Porque la organización de un «acontecimiento sustancioso y atractivo es una condición para atraer financiaciones tanto por parte de las Iglesias como por parte pública».


El Consejo de las Conferencias episcopales de Europa

El Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE) es un organismo de conexión y colaboración pastoral al servicio de la colegialidad entre los episcopados católicos de las naciones europeas. Creado en 1971, tras una fase de “incubación” comenzada al finalizar el Concilio Vaticano II, cuenta actualmente con 34 miembros, incluidos los episcopados de Turquía, Bielorrusia y la Federación Rusa.
El actual presidente de la CCEE es el obispo de Chur, Amédée Grab. Los vicepresidentes son el cardenal Cormac Murphy-O’Connor, arzobispo de Westminster, y el cardenal Josip Bozanic, arzobispo de Zagreb.

G. V.




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