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AFRICA
Sacado del n. 08 - 2004

Sudán. El acuerdo de paz y la crisis de Darfur

Dejadnos reconciliar


Tras la firma de los acuerdos, que pueden poner fin a la guerraque desde hace veinte años enfrenta al norte y al sur, estalló la región de Darfur. Las presiones de los Estados Unidos y de la ONU,el papel de la Santa Sede. El cardenal Gabriel Zubeir Wako,arzobispo de Jartum, explica qué está sucediendo en su paísy qué necesita la Iglesia sudanesa. Entrevista


por Giovanni Cubeddu


El cardenal Gabriel Zubeir Wako

El cardenal Gabriel Zubeir Wako

El domingo 25 de julio el Papa dedicó el Angelus a los «trágicos acontecimientos que afligen desde hace mucho tiempo a algunos países del amado continente africano».
Le hemos pedido a Gabriel Zubeir Wako, cardenal arzobispo de Jartum, que nos explique lo que está pasando en su país. Tras la firma el pasado mayo de seis protocolos que abren el camino para un acuerdo final entre el norte y el sur del país, poniendo fin a veinte años de luchas, las esperanzas de paz corren peligro por la grave crisis humanitaria de la región de Darfur, donde las milicias árabes filogubernamentales “Janjaweed” están aniquilando a la etnia local de los Fur, lo que puede dar al traste con los acuerdos de mayo.

Eminencia, comencemos por el acuerdo firmado entre el norte y el sur de Sudán, deseado con fuerza por Colin Powell…
GABRIEL ZUBEIR WAKO: Firmar es fácil cuando se trata de aprobar principios, pero luego hay que ponerlos en práctica. La participación positiva de la comunidad internacional es importante para nosotros, no sólo para que cese el conflicto, sino también para reconstruir y salvaguardar el tejido humano de Sudán.
¿Qué piensa usted del acuerdo? Y, sobre todo, ¿de qué modo puede ayudar la Iglesia a esta transición?
ZUBEIR WAKO: Hasta ahora los obispos sudaneses no se han reunido tras la firma de los protocolos. No hemos aprobado ningún documento común, pero algunas exigencias son evidentes. Ante todo, el pueblo debe por fin poder gozar esta paz, porque hay pocas cosas que valgan como la paz. No es razonable volver a la situación de antes. Hacen falta actitudes que favorezcan la paz, insistiendo en que no es paz verdadera la firmada sino la vivida, una paz que debe entrar en la sociedad, en la política, en la economía.
Lo segundo es que la paz es reconciliación y hay que perdonar muchas injusticias y muchos sufrimientos padecidos. El mal cometido ha sido mucho, pero si pedimos que todos los culpables paguen según la justicia, creo que nadie será capaz de cumplirlo. Ha habido crímenes enormes, que tenemos que tener presentes no para volver atrás sino para seguir adelante. Esta reconciliación es perdón recíproco, deseo de vivir y trabajar por un futuro mejor, en el que no se repitan los errores que dieron pie a la guerra.
Durante la guerra la Iglesia católica se dedicó a educar a la gente. La desigualdad en este terreno, la diferencia de oportunidades, fue una de las causas de la guerra entre el norte y el sur. Nosotros proponemos un nuevo sistema educativo, distinto del que ha impuesto el régimen de Jartum. Todavía no sabemos exactamente cómo le vamos a echar una mano al gobierno en este tema, pero está en nuestro programa.
Luego está la cuestión de los que vuelven a casa después de la guerra y no hallarán ni su casa ni, en general, infraestructuras dignas de este nombre. Durante la guerra la Iglesia ayudó a los refugiados y seguirá haciéndolo: los pobres no han de ser explotados en este camino de reconstrucción.
Pero todo lo que hemos dicho hasta ahora debe dar precedencia a la evangelización, que es nuestra primera tarea. Hemos de poner atención en esto, ya que normalmente la gente, pasados los sufrimientos, deja de rezar al Señor, y se olvida de que la paz es un don suyo. Necesitamos ayuda para sacar adelante las cosas necesarias. Nos hace falta dinero, no me da vergüenza decirlo, y nos hacen falta personas que puedan trabajar con nosotros, a todos los niveles. En el sur de Sudán, ahora que se espera regresar a vivir allí, falta casi de todo, y si el sur no recibe ayuda los motivos por los que comenzó la guerra volverán a plantearse.
Refugiados en el campamento Zam Zam, en la región occidental de Darfur

Refugiados en el campamento Zam Zam, en la región occidental de Darfur

¿A quién dirige su petición de ayuda
ZUBEIR WAKO: A la comunidad internacional, por supuesto, y antes a las Iglesias más ricas: han de saber que la Iglesia en Sudán tienen una tarea importante que realizar y que el pueblo confía en la Iglesia. Otros pueden venir para explotar a la gente. Respecto al dinero que hace falta: cuando veo los sueldos de los agentes sociales extranjeros… Es un escándalo, si pienso que con el mismo dinero podría hacer diez veces su trabajo. No es verdad que los africanos no somos capaces de trabajar, pero cuando nos faltan, o hacen que nos falten, los instrumentos, el trabajo se vuelve difícil. También la solidaridad entre las Iglesias se ha vuelto difícil. Cuando comenzó la guerra recibíamos ayudas importantes de nuestras Iglesias hermanas. Pero con el tiempo se empezó a decir que la emergencia duraba mucho… Pedimos ayudas, hacemos llamamientos, pero estamos desanimados porque hemos hecho muchos sin ningún resultado. Pero la perseverancia quizá dé frutos.
¿Qué relaciones han mantenido con la Santa Sede antes y después de la firma?
ZUBEIR WAKO: No muchas, la verdad. Cuando le preguntamos a Roma qué tenemos que hacer, ellos nos piden sugerencias sobre lo que la Santa Sede debería hacer, y a veces nos quedamos confundidos.
¿Pero la actividad de la diplomacia vaticana les ha ayudado?
ZUBEIR WAKO: Sí. Ha sabido hacer respetar la Iglesia católica en Sudán. Es un resultado que hay que reconocerle. Porque hubo momentos en que la situación era desesperada. Ahora es difícil para todos tener una idea clara del futuro. De todos modos, si pedimos ayuda a la Santa Sede es seguro que nos la da.
La Santa Sede habrá presionado a Estados Unidos para la firma del acuerdo.
ZUBEIR WAKO: Es lo que he dicho. Ha convencido a una serie de personas para que trabajen por Sudán. Pero sigue siendo complicado para el Vaticano comprender el frente interior, porque no saben qué sucede en las aldeas, en las parroquias, en las escuelas…
Recientemente estuvieron en Sudán, con motivo de la crisis de Darfur, Kofi Annan y Colin Powell. ¿Se entrevistó usted con ellos?
ZUBEIR WAKO: No. Había pedido una cita a Kofi Annan, el cual me había prometido que por lo menos me llamaría por teléfono, pero se fue sin hacerlo. Hablé con algunos miembros del Congreso americano, que vinieron en los mismos días que estaba aquí Powell, el cual tuvo que salir en seguida hacia Darfur. No sé si el programa sudanés de Powell lo preparó él o lo decidió el Gobierno de Jartum.
¿Qué le quería decir o le quiere decir ahora a Kofi Annan?
ZUBEIR WAKO: Solamente me gustaría saber sus verdaderas intenciones sobre nuestra situación… Yo no hubiera podido decir más de lo que ha dicho él públicamente. Pero quería entonces y deseo ahora insistir en que se hagan todos los esfuerzos posibles para que los hombres de Darfur o de otras partes de Sudán vivan tranquilamente. Estos grupos árabes “Janjaweed”, que cometen matanzas en Darfur son los mismos que las cometían en el sur de Sudán. Alguien les empuja a hacerlo. Después de Darfur pueden ir a otras zonas del país y seguir causando daños.
¿Mantuvo en el pasado relaciones con John Danforth, el hombre que la Administración americana había enviado para lograr el acuerdo entre norte y el sur?
ZUBEIR WAKO: Las Iglesias cristianas no estuvieron muy en sintonía con el programa que él apoyaba, aunque por nuestra parte tratamos de crear el comité de líderes religiosos que él propugnaba. El funcionamiento de estos organismos no está siempre a la altura de las expectativas.
¿Han cambiado las relaciones con el gobierno después de mayo? ¿Hay novedades en las relaciones entre cristianos y musulmanes?
ZUBEIR WAKO: Aún no se ve el futuro con claridad. Hay confusión y miedo; algunos dicen que el acuerdo favorece demasiado a los del sur, que perjudica las prerrogativas del norte y presionan para disminuir su alcance. Pero el texto está firmado y creo que el Gobierno tratará de respetarlo. Un acuerdo no es como un partido de fútbol que apenas el árbitro silba los equipos se ponen a jugar…
¿Qué piensa usted de la situación en Darfur, que desde hace poco y con fuerza está en el centro de la atención internacional?
ZUBEIR WAKO: Para saber en Sudán lo que pasa en Sudán hay que leer los periódicos extranjeros, porque aquí la prensa está controlada. Resulta difícil saber la verdad. Lo que es un hecho es que hay refugiados, y quien huye de su país debe hacerlo por causas terribles.
Ya le he dicho a gente del gobierno que si el acuerdo firmado no nos enseña a apreciar la paz y un futuro sereno para todo el país, entonces haberlo firmado ha sido casi inútil.
Dice Kofi Annan que Darfur es hoy la peor crisis humanitaria del mundo.
ZUBEIR WAKO: Es el mismo colonialismo del norte contra el sur. Dos millones de muertos de los que no se ha hablado durante años, dos millones. Casi un tercio de la población de Sudán… Quizá la firma del acuerdo ha abierto los ojos a la comunidad internacional también sobre la situación en Darfur.
¿Cree usted que el factor religioso fue fundamental en la guerra entre el norte y el sur?
ZUBEIR WAKO: No. Fue la explosión contra un sistema central opresivo que trataba de imponerse en todas las provincias, en el sur, en Darfur, también a nivel de religión. La gente defiende su religión. Quizá soporta otros males mejor que la conculcación de su propia fe personal. Fue, sin embargo, un colonialismo opresivo y represivo a todos los niveles.
Una mujer con su familia espera la distribución de comida en el campamento de Iridimi, en la frontera con Chad

Una mujer con su familia espera la distribución de comida en el campamento de Iridimi, en la frontera con Chad

A finales de julio les hizo una vista el presidente del Consejo pontificio «Cor Unum», el arzobispo Paul Cordes, enviado especial del Papa.
ZUBEIR WAKO: Mostró a la gente de Darfur la solidaridad del Papa y a los miembros del Gobierno les entregó un mensaje del Pontífice para que adopten una política que proteja la igualdad, la dignidad y el derecho a la vida de los ciudadanos. Enviando a monseñor Cordes, el cardenal Sodano escribió que espera mucho en la solución política de la crisis sudanesa. Hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que ayude a la gente de Darfur. Dijo también que la comunidad católica hará todo lo que pueda por este pueblo, espiritual y materialmente. Por desgracia monseñor Cordes tuvo poco tiempo: un día en Jartum y otro en Darfur, en la parte sur donde se encuentran los refugiados de la guerra del norte.
¿Ha sido provechosa la visita del enviado pontificio?
ZUBEIR WAKO: Con monseñor Cordes fuimos recibidos por el segundo vicepresidente de Sudán, Moses Machar, un cristiano natural del sur de Sudán. Fue el único encuentro político en Jartum. ¿Sabe qué le dijo el vicepresidente Machar a monseñor Cordes? «Tienen ustedes que ayudar más a la Iglesia de Sudán, material y espiritualmente, porque está pasando un momento muy difícil, y los instrumentos para seguir trabajando casi se han agotado». Luego fuimos a Nyala, capital del sur de Darfur, y allí monseñor Cordes habló con el gobernador, repitiéndole el mensaje del Papa a los políticos sudaneses.
¿Tuvo repercusiones públicas el viaje de Cordes?
ZUBEIR WAKO: No muchas porque no se entrevistó con los personajes que son noticia en Sudán… Y la visita a Machar fue casi de forma privada. Por lo demás, supe de la llegada del enviado pontificio sólo una semana antes. Y tampoco era muy segura, porque monseñor Cordes recibió el visado sólo el día antes de su salida: nadie estaba seguro de su llegada.
Se espera para agosto el documento oficial de la Iglesia sudanesa sobre la situación del país.
ZUBEIR WAKO: En este momento todos los obispos estamos trabajando en una catequesis sobre la paz, para que nuestra gente no espere inerte, sino que colabore para obtener y mantener la paz, y cierre todas las puertas a la violencia. Hablamos de la reconciliación. Por eso, para nuestro Congreso eucarístico nacional, que celebraremos en noviembre, hemos elegido el tema “Jesús que cura a quien está herido”. Él nos acoge a todos los que hemos padecido esta guerra. Él nos dará la salud y la salvación.
Cuando llegó monseñor Cordes le dije a los fieles: lo más importante para nosotros es que el Papa nos ha repetido muchas veces que todos los días le pide a santa Josefina Bakhita por Sudán. Y los sudaneses debemos recordar que Josefina Bakhita era originaria de Darfur. Lo que sucede ahora ya le sucedió a ella. Y nosotros debemos pedir con más fuerza su intercesión.
¿Qué prevé para los próximos meses?
ZUBEIR WAKO: La situación puede incluso empeorar. Nuestras autoridades han declarado que si los americanos piensan intervenir directamente en Darfur se les hará frente como ya ha pasado en otros países árabes.


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