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VON GALEN
Sacado del n. 08 - 2004

Las cartas de Pío XII


Publicamos tres cartas escritas por Pío XII en alemán a los obispos de Berlín y Münster. Las cartas, que atestiguan el vínculo de estima y sintonía de Pío XII con Von Galen, están sacadas del II volumen de las Actes et documents du Saint Siège relatifs à la Seconde guerre mondiale titulado Les lettres de Pie XII aux évêques allemands, 1939-1944



Pío XII

Pío XII

CARTA DE PÍO XII AL OBISPO DE MÜNSTER

Del Vaticano, 16 de febrero de 1941

A nuestro venerable hermano Clemens August von Galen, obispo de Münster

Por tus sinceros deseos para el corriente año te mandamos, venerable hermano, nuestros agradecimientos más sinceros que, debido al trabajo y los deberes acumulados, te llegan con algún retraso, aunque no por ello dejan de ser íntimamente sentidos. De corazón te los mandamos a ti, a tu clero y a tus fieles. Elevamos nuestras oraciones y ofrecemos cotidianamente el sacrificio por vosotros para que este año, cuyo futuro aún oscuro nos llena a todos de una angustiosa espera, se transforme para vosotros en un año de gracia, en el que Dios derrame sobre vosotros su misericordia (cfr. Si 18,9).
Las cartas que nos han llegado en los últimos meses del episcopado alemán dan la impresión, por desgracia, de que el año 1941 amenaza con traer nuevas y duras pruebas en vuestra patria también a la Iglesia católica. Tu resumen (con documentos adjuntos), que nos ha hecho sufrir con vosotros, pone en evidencia especialmente los peligros a los que está expuesta la juventud católica. Esta es vuestra y nuestra gran preocupación, dado que la descristianización de la juventud se ejecuta con una fuerza y violencia tales que contra ellas con frecuencia nada pueden ni el hogar ni la Iglesia, aun animados de las mejores intenciones. Reconocemos con gran favor lo que habéis realizado por la juventud para la custodia de la fe mediante la enseñanza especial de la religión. Otras fuentes nos han referido con admiración el éxito de la hora de religión [Glaubensstunde]. Aunque os parezca poco, seguid haciendo lo que esté en vuestras manos, y apoyad en lo posible la vida religiosa en la familia.
Compartimos tu opinión sobre el modo de actuar contra el patrimonio eclesiástico en el Oldenburg. La medida en cuestión va en la misma dirección que las otras interferencias unilaterales del Estado por las que se ha perjudicado gravemente las condiciones económicas de la Iglesia en Austria, en la región de los Sudetes, en el llamado “Warthegau”, así como también en Alsacia-Lorena. Además, es indudable que, en el caso del Oldenburg, el procedimiento de los órganos estatales viola claramente las obligaciones concordatarias.
El celo con el que tú, venerable hermano, mantienes viva en tus fieles la conciencia de pertenecer a la Iglesia universal y el vínculo con el vicario de Cristo es para nosotros un bien, y es un bien para nosotros porque es por vuestro bien. Sería fatal si ganaran terreno los intentos de aislar a los católicos alemanes para alejarlos del Papa. Nuestro amor va, en igual medida, a todos los hijos de la Iglesia, sin distinción de país o de pueblo, a ambos frentes de la guerra. Pero ello no ha menguado nuestro amor por vosotros. Estamos igualmente cerca de vosotros como lo estábamos durante los años en los que podíamos visitaros de ciudad en ciudad, de distrito en distrito, incluso estamos aún más cerca, viendo vuestra firmeza en la dura lucha por la salvaguardia de vuestra santa fe. Diles a tus fieles que Nos, en los imponentes acontecimientos de este momento, pensamos y trabajamos únicamente para aliviar las devastaciones de la guerra, sobre todo las espirituales –alejamiento de Dios, odio y crueldad— y para preparar el camino de la paz; una paz que respete la ley de Dios y la libertad de su santa Iglesia, una paz que se concilie con el honor, con los derechos y las necesidades vitales de todos los pueblos afectados, tal como proclamamos en los Mensajes de Navidad de los últimos dos años.
Como prenda de la abundante gracia de Dios, por la cual quiera el Omnipotente mantener en vosotros viva y sana la fe católica, la virtud cristiana, el sentimiento de Iglesia, Nos con todo el corazón te impartimos a ti, venerable hermano, a todos tus colaboradores sacerdotes y laicos y a todos los fieles que de ti dependen, la deseada bendición apostólica.



El obispo de Berlín, Konrad von Preysing

El obispo de Berlín, Konrad von Preysing

Carta de Pío XII al obispo de Berlín

Del Vaticano, 30 de septiembre de 1941

A nuestro venerable hermano Konrad von Preysing, obispo de Berlín.

Recibe, venerable hermano, nuestro sentido agradecimiento por tus cartas del 28 de junio, del 16 de agosto, del 28 de agosto, del 4, 11 y 12 de septiembre.
El obispo de Innsbruck, quien ha conseguido llegar hasta aquí, nos ha referido con profusión la Conferencia episcopal anual de Fulda y la carta pastoral común que de ella surgió. Es cierto que algunos hubieran deseado que la carta hubiera hecho aún más patente la conciencia católica que emerge de los tres sermones del obispo de Münster. Pero también ellos admiten lo que Nos escuchamos por todas partes: que la carta pastoral ha tenido mucho efecto sobre el pueblo.
Los tres sermones del obispo Von Galen provocan también en Nos, en este camino de dolor que recorremos junto a los católicos alemanes, un consuelo y una satisfacción que hacía mucho que no sentíamos. El obispo ha elegido bien el momento para plantar cara con tanta valentía.
La alta estima de la que ya antes su nombre y su personalidad gozaban puede haber contribuido al éxito. Pero estas circunstancias no explican por sí solas la profunda eficacia de su paso. Esta se basa, si miramos bien, en que la seriedad moral y la fuerza de su protesta han sido consideradas a la altura de la injusticia que la Iglesia católica ha debido soportar en Alemania, como también a la forma ofensiva con que se ha ejecutado esta injusticia.
El obispo, pues, ha puesto el dedo, de manera franca pero noble, en las heridas y los daños que, como oímos decir tan a menudo, todo alemán que piensa en términos de derecho y de justicia siente con tan profundo dolor y amargura. Si el gesto valiente del obispo Von Galen ha provocado el cese de las medidas contra la Iglesia, aunque sólo fuera temporal y sobre todo totalmente insuficiente para reparar la injusticia cometida, estos tres sermones del obispo de Münster y la carta pastoral de todo el episcopado son una demostración de todo lo que aún se puede conseguir, dentro del Reich, con una intervención vigorosa y franca. Subrayamos esto ya que la Iglesia en Alemania depende de vuestra actuación pública, dado que la situación política general le impone al jefe de la Iglesia universal, en sus mensajes públicos, una debida cautela. No es necesario, pues, que te aseguremos expresamente a ti y a tus hermanos que los obispos como el obispo Von Galen que intervienen con tal valentía y tan irreprensiblemente por la causa de Dios y de la santa Iglesia hallarán siempre en Nos apoyo.
Por lo que respecta a tu sugerencia de que la Santa Sede dé, a través de la embajada, un paso hacia el gobierno del Reich en favor de los obispos alemanes, esta se ha anticipado, por así decir, a tus deseos, y no sólo una vez sino con frecuencia en los últimos años. Con un éxito tan miserable que, hasta hoy, los escritos de la Santa Sede no han sido dignos ni siquiera de una respuesta. A pesar de esto, se seguirá prestando la máxima atención para no dejar escapar las ocasiones, aunque el resultado sea débil, para defender de manera escrita y oral la causa de los católicos alemanes.
En tu último escrito nos refieres el encuentro de tres obispos con los representantes de las familias religiosas que han sido tan duramente puestas a prueba en Frankfurt. Aplaudimos estos encuentros, y recibiremos con satisfacción la materialización de los impulsos surgidos de la Conferencia de Fulda, es decir –mediante más frecuentes consejos extraordinarios de obispos y luego de los metropolitanos entre sí– la transformación de los propósitos del episcopado alemán en unidad de acción viva, según sea requerida esta unidad de acción por la situación del momento. Se trataría de no hacer más que utilizar de manera eficaz, y según el antiguo uso eclesiástico, las fuerzas puestas a disposición por la constitución de la Iglesia y por el orden jerárquico. Con las conferencias informales de los obispos de Alemania occidental hace tiempo que se emprendió un camino satisfactorio. Aprovechamos la circunstancia, venerable hermano, para someter a tu atención y de manera totalmente reservada dos cuestiones […].
Encomendándote a ti y a tu diócesis a la misericordia de la Divina Providencia, y rezando con la misma intensidad también por vuestra intercesión por el barquero de la barca de Pedro, que se halla en medio de la furiosa tempestad, desde lo más profundo del corazón te impartimos a ti, venerable hermano, y a todos quienes están bajo tu cuidado pastoral, la deseada bendición apostólica.



Von Galen cuando era estudiante de Teología en Innsbruck en 1899

Von Galen cuando era estudiante de Teología en Innsbruck en 1899

Carta de Pío XII al obispo de Münster

Del Vaticano, 24 de febrero de 1943

A nuestro venerable hermano Clemens August von Galen, obispo de Münster.

Recibimos con gratitud y gozo los buenos deseos que tú, venerable hermano, nos has querido enviar en nombre tuyo y de los fieles de tu diócesis en el aniversario de nuestra elección y coronación. Nos llegan sin lugar a dudas de un pastor en el que, gracias a la tradición católica de su familia, y más todavía, gracias a una comprensión plena de fe de su ministerio pastoral, la conciencia del vínculo con el vicario de Cristo está especialmente viva, y de una grey que siempre se ha distinguido por su fidelidad a la Iglesia. Os damos las gracias sobre todo por vuestras oraciones; por la oración que habéis hecho por Nos a Dios con ocasión del aniversario de nuestra consagración episcopal, como también por la oración con la que el domingo habéis implorado con el “Invocabit” la bendición de Dios en el quinto año de nuestro pontificado. Solo podemos animaros a perseverar en la intercesión por el sucesor de Pedro, pues es difícil decir qué es más grande, si la necesidad y los peligros que amenazan y seguirán amenazando a la santa Iglesia, o las imponentes tareas y las esperanzas del mundo que, en el futuro próximo y en el lejano, se le presentan. No es necesario añadir que, por nuestra parte, en la oración y el santo sacrificio, recordamos cada día vuestras muchas intenciones: sabemos la aprensión que os provocan.
Te damos las gracias además por tus dos documentos que nos envías, la carta pastoral del 22 de marzo de 1942, que se ha leído, casi al unísono, en Alemania occidental y en Baviera, y la carta pastoral para el Adviento, leída por vosotros en Alemania occidental y en Berlín. Ambos llamamientos gozan de nuestra plena aprobación, pues con tanto valor defienden los derechos de la Iglesia, de la familia y del individuo. Pocas veces en la historia moderna de la Iglesia, y quizá nunca como hoy, se ha manifestado de manera tan tangible la unidad de destino entre la dignidad humana, la familia y la Iglesia. Es para Nos una consolación cuando tenemos conocimiento de una palabra clara y valiente por parte de algún obispo alemán o del episcopado alemán en su totalidad. Una reflexión de amplio alcance os persuadirá de que con vuestras intervenciones decididas y valientes a favor de la verdad y del derecho y contra la aspereza y la injusticia no causáis daño a la reputación de vuestro pueblo en el extranjero, sino que lo beneficiáis, aunque otros, aunque sólo sea por un instante, desconociendo deplorablemente el estado de las cosas, os acusaran de lo contrario. Tú, venerable hermano, eres el último al que tengamos necesidad de decirle esto expresamente.
Las dos cartas pastorales que has querido enviarnos han preparado, por así decir, el terreno a nuestro Mensaje de Navidad del 24 de diciembre de 1942.
Hemos sabido con satisfacción que has dispuesto que el contenido del Mensaje fuera tratado en las conferencias por los decanos. Esto refuerza el vínculo espiritual entre Nos y vuestro clero, entre vosotros y el vasto mundo católico. Nuestras palabras han tenido por toda la tierra profundo eco entre los beligerantes y entre los pocos países que aún no están afectados por la guerra. Nuestros mensajes, sobre todo los navideños a partir de 1939, no partían de la hipótesis de que mediante ellos se pudiera influir determinantemente en los acontecimientos bélicos en sí. Como vicario de Cristo, Nos quisimos únicamente cumplir nuestro deber de allanar el camino al derecho natural y a la ley de Cristo sobre ordenamientos internos e interestatales que hoy están sufriendo significativas reorganizaciones, y contrarrestar ante nuestros fieles el peligro de un pensamiento no cristiano y un nacionalismo exasperado, y en fin, si Dios lo quisiera y si El nos hubiera impartido su bendición para esto, preparar e indicar de manera clara y conciliadora la solución de las enormes y difíciles tareas que habrán de ser afrontados al final de la guerra.
En Münster en 1929, con motivo de su ingreso como párroco en la parroquia de San Lamberto

En Münster en 1929, con motivo de su ingreso como párroco en la parroquia de San Lamberto

Las preocupaciones, causa de tanta pena, que tú enumeras con respecto a tu diócesis –sacerdotes mandados al exilio y encerrados en campos de concentración por su fe (nuestra especial bendición va a las parroquias y a los familiares de aquellos que murieron), la expropiación del Colegio episcopal de Gaesdonck, tan benemérito por la formación de los sacerdotes y los laicos católicos, y la penuria de sacerdotes por habérseles llamado a filas–, todas estas preocupaciones afectan a las necesidades generales de la Iglesia católica en Alemania que Nos compartimos con vosotros, los obispos, desde lo más profundo del corazón y de la manera más viva. La escasez de sacerdotes está a punto de convertirse en una emergencia para la Iglesia en Europa; además, tendrá repercusiones fatales también en los lugares de misión. La Iglesia aceptará la escasez de sacerdotes como mal menor, y poco a poco la superará con la ayuda de Dios, si por lo menos el clero que queda, especialmente el clero joven que vuelva a la patria del frente, con fuerza sobrenatural, fiel a la Iglesia, unido en su interior, ligado por una confianza sincera al obispo y al Papa, con mansedumbre, espíritu de servicio y fervor espiritual, está dispuesto a asumir conscientemente dos urgentes deberes sacerdotales: el anuncio y la defensa persuasivos de la fe católica y de toda la visión católica del mundo hasta sus últimas consecuencias para los individuos y la comunidad, y la renovación, es decir, la creación de formas de vida cristiana renovadas. No son suficientes las palabras para expresar nuestro deseo de que el clero sea consciente y esté a la altura de su responsabilidad, de manera especial por lo que atañe al cumplimiento fiel y concienzudo del oficio pastoral de la predicación y la administración del sacramento de la confesión. Lo que en nuestra preocupación nos otorga fuerza y nos conforta son las noticias como las que nos das en tu carta sobre la visita a los santuarios marianos en tu diócesis durante el año pasado. Mientras los indicios de la vida religiosa sean tan altos, Nos y vosotros, pese a las tempestades de los años pasados y la oscuridad del futuro, no hemos de temer. Creemos también que no hemos de dudar de que, según la voluntad de Dios, en estos días grises, al mundo le llegará la salvación, la bendición y la paz precisamente mediante la oración a la Madre de Dios.
Tu deseo, venerable hermano, de volver a Roma al Santo Padre no es menos fuerte que nuestro deseo de poderte saludar a ti y a los otros obispos alemanes en nuestra casa, y discutir con vosotros de las aspiraciones de la Iglesia católica en Alemania. Ha pasado ya mucho tiempo desde que Nos vimos aquí a los obispos alemanes. Pese a ello repetimos y aprobamos tu proyecto de aplazar por el momento la “visitatio liminum apostolorum”; esperamos solamente que los acontecimientos puedan abriros el camino que trae a Roma lo antes posible.
Diles a los fieles de tu diócesis que Nos rezamos, ofrecemos sacrificios y trabajamos por una paz que cree condiciones soportables para todos los pueblos, sin excepción; que pocas cosas nos interesan más que “la libertad y la gloria” de la Iglesia católica y de toda la vida religiosa en vuestra patria; que damos gracias a Dios por la integridad en la fe de los católicos alemanes, a los que paternalmente amonestamos para que sigan fieles a Cristo con vigor y valentía, paciencia y firme confianza en la Divina Providencia. Como prenda de su invicta asistencia y de su gracia que todo lo supera, te impartimos de todo corazón a ti, venerable hermano, a tu clero y a tus fieles, especialmente a los que se encuentran en el frente y a los jóvenes, la deseada bendición apostólica.


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