Home > Archivo > 11 - 2004 > Hacia el siglo chino
CHINA
Sacado del n. 11 - 2004

El Celeste Imperio, locomotora del desarrollo económico del Este asiático

Hacia el siglo chino


Paradojas de la historia: el movimiento de la New Economy, que nació en los Estados Unidos, ha terminado por allanar el camino a China. Un gigante económico que desde hace años crece a ritmos vertiginosos y que puede convertirse en el mayor importador y exportador del mundo. Trastocando los equilibrios políticos mundiales


por Giuseppe Guarino


Vista nocturna de la calle Nanjing de Shanghai

Vista nocturna de la calle Nanjing de Shanghai

Giulio Andreotti, primer ministro, hacia finales de los años ochenta hizo un largo viaje a China. Solicité formar parte de la delegación, pero no fue posible. Antes de salir para Pekín, es probable que él lo recuerde, le dije más o menos lo siguiente: «Tú, que tienes tanta autoridad, di a los chinos que no abandonen demasiado rápidamente el comunismo. Si se ponen en movimiento, existe el peligro de que aplasten a otros países del mundo». La razón es sencilla. China tiene una población de 1.300 millones de personas, posee una lengua propia y una civilización que, hasta 1600, era la más avanzada –sea en términos de riqueza media, sea tecnológicamente–, en comparación con cualquier otra área del mundo, incluida Europa. Nunca ha tenido que invadir otros países, dado el espacio enorme del que dispone. Tiene una emigración que ha arraigado en muchas partes del planeta: en las costas meridionales de Asia y en las orientales de Africa, como también en los Estados Unidos y, desde tiempos remotos, en Europa.
En uno de los últimos libros del economista indio Amartya Sen, Premio Nobel, aparece una comparación iluminadora entre India y China. El autor pone de relieve que el maoísmo –a pesar de que produjo en China daños infinitos, como todos los regímenes comunistas basados en una ideología inspirada en los ideales de igualdad– creó un servicio sanitario generalizado y eficiente y, sobre todo, un servicio escolar público que va desde la primaria hasta la Universidad. La instrucción gratuita para todos empezó alrededor de los años ochenta; y en 2000 tenemos la gran hormada de jóvenes licenciados chinos. A pesar de los que hoy se sorprenden de que China produzca tantos ingenieros.
El presidente ruso Vladímir Putin con el presidente chino Hu Jintao, en Pekín, el 14 de octubre 2004

El presidente ruso Vladímir Putin con el presidente chino Hu Jintao, en Pekín, el 14 de octubre 2004

Si China se hubiera mantenido como un país aislado, los graduados universitarios no habrían sabido qué hacer. Paralelamente a los reflejos económicos del desempleo, habrían nacido tensiones ideológicas. Pero se produjeron dos hechos inesperados. El derrumbe de la URSS mostró a los chinos cuáles son las consecuencias nefastas del abandono repentino del comunismo y los ha inducido, por el contrario, a proceder con gran prudencia y sagacidad. Los chinos son políticos refinados.
El segundo hecho fue la “apertura al mercado” de una zona costera de aproximadamente 250 millones de habitantes. Un punto de partida. Pero en este hecho se han insertado los efectos de la New Economy estadunidense. Así es la historia: un movimiento económico nacido en otro lugar, en los Estados Unidos, ha terminado por allanar enormemente el camino a China. El gran orgullo de los Estados Unidos, la information technology, avanzaba con un ritmo rápido. La industria americana se dio cuenta de que en China podía producir los componentes electrónicos a costos muy inferiores. El transporte aéreo habría sido, a su vez, conveniente. Y así, se creó un circuito integrado con China, lo cual ha estimulado fuertemente la economía.
China, partiendo de un nivel inicial muy bajo, ya desde hace alrededor de veinte años, registra incrementos anuales del PIB de aproximadamente el 9%. Es necesario comprender la magnitud del fenómeno, que determina una serie de consencuencias, postivas y negativas, en el exterior, en parte atenuadas por el hecho de que China dispone de notables riquezas naturales. Me explico. En casi todas las clasificaciones que se refieren a materias primas y riquezas naturales, China ocupa los primeros lugares. Mientras los consumos per cápita fueron bajos, China fue capaz de afrontar la demanda sólo con sus propios factores internos. La situación estaba equilibrada. La cuota de China en el comercio mundial era muy modesta, tanto de importaciones como de exportaciones. Cuando el gigante se puso en movimiento, el proceso surtió efectos externos favorables, pero también problemáticos. Describámoslos.
Estamos acostumbrados a considerar las consecuencias del desarrollo chino tomando en cuenta sólo Europa y Estados Unidos. Pero la integración que se está definiendo entre Pekín y los países de Asia oriental es mucho más importante. Hoy, China se ha convertido en el gran estimulador del desarrollo económico de todo el este de Asia
El desarrollo obliga a China a importar mucho más que en el pasado. Los países que ocupan posiciones relevantes como exportadores hacia China son, principalmente, los del área oriental. Nosotros estamos acostumbrados a considerar las consecuencias del desarrollo chino tomando en cuenta sólo Europa y Estados Unidos. Pero la integración que se está definiendo entre Pekín y los países de Asia oriental es mucho más importante. Hoy, China se ha convertido en el gran estimulador del desarrollo económico de todo el este asiático. Los países que ocupan los primeros lugares como exportadores hacia China son Australia, Taiwán, Japón, Corea del Sur y, luego, Gran Bretaña y Alemania, pero, antes de Estados Unidos, encontramos a Tailandia y otros. El “fenómeno chino” se ha ido extendiendo en toda el Asia oriental. Es necesario tener muy presente la participación de los países de Asia oriental, en vista de lo que pueda suceder el día de mañana.
El segundo elemento por considerar es que el desarrollo de China provoca un intenso consumo de materias primas y una consiguiente mayor demanda. Es suficiente confrontar lo que China produce y lo que consume para tener claro cuáles serán las materias primas cuyos precios registrarán un alza en los próximos años. El aumento del precio del petróleo no ha sido determinado sólo por la OPEC o la guerra de Irak, sino también y quizás principalmente, por China. Pensemos en el cobre: China produce 589 millones de toneladas al año, ocupa el sexto lugar entre los productores del mundo, pero consume tres veces más. En cuanto a la producción de aluminio, China se encuentra en el tercer lugar mundial, después de Estados Unidos y Rusia, pero consume una tercera parte más. China consume el doble de la goma que produce. Luego están la lana en bruto, el algodón. El impacto en las fuentes de energía se ve atenuado por el hecho de que China es el tercer productor mundial de energía eléctrica, gracias a sus ríos. Las grandes obras que los chinos están realizando en este sector incrementarán notablemente la producción, que ya en la actualidad corresponde a más de la mitad de la de Estados Unidos. Pero estamos sólo al principio del desarrollo chino.
Mirando estas cifras, se vuelve a plantear la pregunta que yo había formulado en el año 2000, en mi libro Il governo del mondo globale. En aquella época, el mundo rico comprendía a no más de 7-800 millones de personas, sobre una población mundial de 6.500 millones. Si 6.500 millones de hombres alcanzaran el mismo nivel de bienestar de los 700/800 millones de personas que nosotros hoy consideramos acomodadas, modernas, occidentales, ¿qué sucedería? ¿Es capaz la tierra de sostener semejante peso? China demuestra que el problema es actual. En uno de sus últimos números, The Economist se ha planteado la misma pregunta.
Una fábrica de productos electrónicos en Shenzen, en la provincia meridional de Guangdong.  En el primer semestre de 2004 el PIB de China registró 
un incremento del 9,7% respecto al mismo período de 2003

Una fábrica de productos electrónicos en Shenzen, en la provincia meridional de Guangdong. En el primer semestre de 2004 el PIB de China registró un incremento del 9,7% respecto al mismo período de 2003

Asia oriental se está convirtiendo en el principal consumidor de materias primas, superando a Estados Unidos, históricamente el más grande importador del mundo. Pero la deformación óptica nos hace imaginar a China como un fenómeno separado. Si colocamos juntos a los países de Asia sudoriental, hallamos que, desde hace diez años, 3.500 millones de habitantes marchan con una media de incremento anual del PIB del 7%. Las estadísticas nos demuestran que el desarrollo mundial ha pasado del 1-2% de ayer al 4% de hoy, justamente porque estos países del área asiática sudoriental marchan a esos ritmos. Además de China, está la India (que avanza a un paso del 6-7%), pero también Malasia, Vietnam, Corea del Sur, Taiwán, Sri Lanka, Bangladesh, Tailandia, Nepal, Indonesia, Pakistán. Pakistán, que es el último en esta clasificación de países emergentes, corre a un ritmo del 4%, pero tiene “sólo” 141 millones de habitantes. A este grupo se deben agregar otros países, como Filipinas y Rusia, que presentan ritmos menores, pero siempre bastante intensos. En fin, tanto Australia como Japón registran fuertes avances, también porque son exportadores importantes hacia China. Se muestran en fuerte recuperación países de América del Sur como Brasil, Venezuela y Argentina.
El motor del desarrollo mundial era hasta hace algunos años Estados Unidos. Hoy el elemento propulsor es un Estado, difícilmente atacable, que cuenta con 1300 millones de habitantes –contra los escasos 300 de Estados Unidos– y que avanza a grandes pasos. La misma economía americana se vincula a la economía china. El mayor acreedor de Estados Unidos, en cuanto poseedor de títulos de Estado americanos, es China. Al mismo tiempo, China ofrece ocasiones favorables de inversión a las sociedades americanas. Los chinos suministran a los americanos bienes a precios módicos y el fenómeno, probablemente, se prolongará porque la moneda china se mantiene a un nivel bajo de cambio con respecto al dólar y nadie es capaz de imponer una relación de cambio distinta. Por lo tanto, no ha de sorprender que, según las previsiones, China pueda convertirse en el tercer mayor exportador del mundo, después de Estados Unidos y Alemania. Actualmente es el país que recibe el mayor volumen de inversiones extranjeras, sustituyendo así a los Estados Unidos del período 1995-2000. Son chinas las dos terceras partes de las fotocopiadoras que existen en el mundo y de la electrónica ligera (dvd, etc.), la mitad de las cámaras de vídeo digitales y alrededor de dos quintos de los ordenadores. También crecen sus importaciones. El año pasado aumentaron de un 40%, que es alrededor de un tercio del crecimiento total del volumen de las importaciones mundiales. Cuanto más crece China, más exporta y mayor necesidad tiene de importar. Todo esto incide en los precios internacionales de las materias primas, de los fletes, de las mercancías.
Los Estados Unidos, tras el derrumbe de la URSS y después de que los efectos de la nueva economía se difundieron en el planeta entero, han podido considerarse, justificadamente, la potencia hegemónica, y todos están de acuerdo. En la cuestión de Irak han considerado que podían desafiar a la ONU y decidir sustancialmente solos. En un futuro no podrán desatender a las nuevas autonomías asiáticas…
Si se amplía el período de referencia y se calcula en términos de décadas, China podría situarse como el mayor importador y exportador del mundo. La parte más desarrollada de China incluye a alrededor de 250-300 millones de habitantes. Hablamos de un quinto apenas de la población total. La riqueza de las áreas costeras se expande, gradualmente, a otras áreas, incluidas las del interior. En el mismo sentido influyen las divisas de los chinos que viven en el extranjero y que representan el 1% del PIB, un volumen significativo para entender cuál es la aportación de la emigración china. Es inevitable que también en China se verifique un fenómeno similar al que se dio en Italia durante la posguerra, como consecuencia de la emigración interna, con poblaciones que abandonan las áreas transformadas por las grandes obras de infraestructuras, pasan de la agricultura a la industria y envían las divisas a las áreas más deprimidas. Es probable que el desarrollo de estas últimas no sea tan lento como se podría suponer. Otro fenómeno que no debe infravalorarse es que en China han surgido ciudades de cinco y diez millones de habitantes, con nombres que probablemente ninguno de nosotros ha oído jamás, pero que son el doble de Milán. En una de estas ciudades fronterizas, de aproximadamente seis millones de habitantes, hay un gran mercado y, desde Vladivostok, los rusos van allí a comprar mercancías. Luego toman el transiberiano y las revenden en Moscú...
El cuadro trazado intenta introducir algunas reflexiones de índole política. Principalmente en dos direcciones. El área política y económicamente predominante ha sido hasta hoy la del Atlántico Norte. En tiempos no muy lejanos, la supremacía podría trasladarse a Asia. Unos 800 millones de personas, incluyendo en el cálculo a EE UU, Canadá y los 25 países europeos, tendrían que competir con una población que ya supera los 3.500 millones. La historia enseña que los grandes imperios corren altos riesgos cuando consideran que pueden seguir desarrollando el mismo papel del pasado, a pesar de que las condiciones objetivas hayan cambiado. Así sucedió al Imperio romano, al de Oriente, al inglés, a la URSS. Los Estados Unidos, tras el derrumbe de la URSS y después de que los efectos de la nueva economía se difundieran en el planeta entero, han podido considerarse, justificadamente, la potencia hegemónica, y todos están de acuerdo. En la cuestión de Irak han considerado que podían desafiar a la ONU y decidir sustancialmente solos. En un futuro no podrán desatender a las nuevas autonomías asiáticas. La cautela tendría que ser aún mayor, si resultaran fundadas dos noticias de estos últimos días. Una habla de la realización en Rusia de un mísil con ojiva multinuclear, capaz de eludir el control por satélite americano y, por lo tanto, poner en entredicho la supremacía militar de Estados Unidos, hasta ahora indiscutible; la otra dice del papel que Rusia estaría adquiriendo como proveedor de tecnologías militares a China.
… La cautela tendría que ser aún mayor, si resultaran fundadas dos noticias de estos últimos días. Una habla de la realización en Rusia de un misil con ojiva multinuclear, capaz de eludir el control por satélite americano y, por lo tanto, poner en entredicho la supremacía militar de Estados Unidos, hasta ahora indiscutible; la otra dice del papel que Rusia estaría adquiriendo como proveedor de tecnologías militares a China
La segunda reflexión concierne a la relación con el mundo islámico. La demanda de productos petroleros de China y sus vecinos orientales será cada vez más alta y puede llegar a ser dominante. Según las investigaciones actuales, las reservas ciertas de petróleo se concentran en los países islámicos de Asia central y occidental. Los estados consumidores podrían adquirir una posición dominante frente a los estados productores. Históricamente, China nunca ha cultivado proyectos de expansión territorial. Pero podrían crearse las condiciones para un expansionismo económico. En tales condiciones, si consideramos el largo plazo, pueden plantearse algunas interrogantes. ¿Es conveniente para el área euroatlántica exacerbar el contraste con el mundo islámico, o no es más bien necesario cultivar una perspectiva de convivencia o integración, como por siglos sucedió en muchas áreas del Mediterráneo? ¿A un islam que se acerca a China, no sería preferible un islam que actúe como punto de unión de las grandes áreas culturales, más que políticas, del mundo?
Impulsada por principios éticos, pero probablemente también por una antigua sabiduría y un agudo sentido de adaptación a la historia, la Iglesia romana predica la paz, la tolerancia y la comprensión mutua entre las tres grandes religiones monoteístas: cristianismo, judaísmo e islam. Pero éstas, todas juntas, no alcanzan el número de habitantes que tiene el Sureste asiático.

(Conversación con Giovanni Cubeddu, revisada por el autor)


Italiano English Français Deutsch Português