Annalena Tonelli: una cristiana entre los somalíes
por Davide Malacaria
Annalena Tonelli
Pero no sólo se trata de asistencia a los últimos. En 1984 las autoridades de Kenia intentan exterminar una tribu del desierto. Sus denuncias públicas impiden el genocidio. Es arrestada y llevada ante una corte marcial, donde las autoridades, todas cristianas, le revelan que se ha librado de dos emboscadas, pero que la próxima… «Luego, uno de ellos, un cristiano practicante, me pregunta qué es lo que me lleva a actuar así. Le dije que lo hacía por Jesucristo que nos pide que demos la vida por nuestros amigos».
Es difícil dar cuenta de las obras buenas que brotaron en torno a ella, fuera y dentro de Somalia, gracias también a los muchos ocasionales compañeros de camino que el Señor puso a su lado. Como la escuela especial de Borama, que nace de la visita de un antiguo alumno suyo que desde Kenia va a Somalia para confesarle sus penas de amor y que se pone a su lado para crear una escuela para sordomudos que, luego, acogerá también a niños nacidos con minusvalías. Un centro formativo tan apreciado que, dcie, «algunos intelectuales y luego algunos ricos han venido a suplicarme que acepte a sus hijos». Y también las campañas para la operación de cataratas que entre estas poblaciones, son causa de ceguera. Pero sobre todo el Tb Center de Borama, en Somaliland, que asiste y cura a miles de enfermos. Un centro en torno al cual florece de todo, incluida una escuela coránica para sus musulmanes. Decía Annalena Tonelli durante el mencionado congreso en el Vaticano: «Los pequeños, los que no tienen voz, los que no valen nada para el mundo, pero tanto para Dios, sus predilectos, nos necesitan, y nosotros debemos ser para ellos y estar con ellos, y nada importa si nuestra acción es como una gota de agua en el océano. Jesucristo no habló de resultados. Habló sólo de amarnos, de lavarnos los pies los unos a los otros, de perdonarnos siempre». El 5 de octubre de 2003 fue asesinada en Borama. Por la tarde, regresando a su casa, le pegaron un tiro en la cabeza. Una ejecución con aspectos misteriosos. En Somalia no había sacerdotes y por tanto tenía pocas ocasiones de participar en una misa. Así que de noche se ponía en adoración de la Hostia consagrada. «La última vez la consagré yo», nos dice el obispo de Yibuti, Giorgio Bertin, que de vez en cuando celebraba misa para Tonelli: «Un mes y medio antes de su muerte». Decía Tonelli en su testimonio: «La Eucaristía nos dice que nuestra religión es inútil sin el sacramento de la misericordia, que es en la misericordia donde el cielo se encuentra con la tierra».