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GNOSIS
Sacado del n. 04 - 2003

Creencias de los ofitas

Prefieren la Serpiente a Cristo


Creencias de los ofitas


por Lorenzo Bianchi


«A estos herejes se sumaron también los que se llaman ofitas. Estos glorifican a la serpiente hasta tal punto que la prefieren a Cristo. Dicen que fue la Serpiente la que nos dio el origen del conocimiento del bien y del mal. Afirman que Moisés, sabedor de la potencia y de la majestad de ella, hizo construir una serpiente de bronce, y todos los que la miraban recibieron salud. Cristo mismo, dicen, representa en su evangelio la potencia sagrada de la serpiente cuando dice: «así como Moisés ensalzó a la serpiente en el desierto, así ha de ser ensalzado el hijo del Hombre”. Llevan la serpiente para bendecir su eucaristía.
Pero todo el engaño y la teoría de este error nace de lo que sigue. Dicen, en efecto, que del sumo primer Eón nacieron otros muchos inferiores; y que, sin embargo, a todos estos es superior un Eón cuyo nombre es Jaldabaoth. Dicen que este fue concebido por otro Eón en el medio de los inferiores; después, al tratar de subir hacia las cosas superiores, por el peso de la materia mezclada en él no lo consiguió,y abandonado en el medio [entre las cosas inferiores y las superiores] se extendió y así formó el cielo.
Pero Jaldabaoth había bajado al mundo inferior y había engendrado siete hijos, a los cuales cerró, con su dilatación, las cosas superiores, de modo que los ángeles, no pudiendo saber las cosas superiores, piensen que él es el único dios. Dicen, pues, que esas virtudes y los ángeles inferiores han engendrado al hombre; y este, por estar formado por las virtudes más débiles y mediocres, yace casi como un gusano que se arrastra; pero aquel Eón del que viene Jaldabaoth, movido por la envidia, ha puesto en el hombre como una chispa, para que impulsado por ella pueda conocer por experiencia y comprender las cosas superiores.
Entonces, Jaldabaoth, indignado, emanó de sí mismo la virtud y la imagen de la serpiente: y esta virtud estuvo en el paraíso, es decir, fue esa serpiente a la que Eva creyó como si fuera el hijo de Dios. Cogió, dicen, el fruto del árbol y por eso ha dado al genero humano el conocimiento del bien y del mal. Dicen también que Cristo no ha estado en la sustancia de carne, y que no hay que esperar la salvación de la carne».


(Ps. Tertuliano, Libellus adversus omnes haereses II, 1-4).


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