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EDITORIAL
Sacado del n. 01/02 - 2011

Líneas de concordias


Libia es un país con el que hemos tenido la necesidad de encontrar líneas de concordia, y no de acentuar las divisiones. También hoy hemos de buscar con ellos los puntos sobre los que ponernos de acuerdo, de lo contrario corremos el riesgo de pagar las consecuencias


por Giulio Andreotti


Refugiados libios en la frontera tunecina [© Ansa]

Refugiados libios en la frontera tunecina [© Ansa]

 

Es triste ver la gente que muere en Libia sin que se sepa (y acaso sin que ellos mismos lo sepan) el motivo por el que realmente se lucha. Por desgracia en Libia influye mucho la exasperación de las diferencias étnicas, y se aprovecha la ocasión para subrayar lo que les divide.

Cronológicamente la revuelta estalló después de la de Túnez y Egipto, pero, hecha salvedad del principio según el cual entre países vecinos puede haber atracción recíproca tanto en los procesos virtuosos como en los negativos, no poseo elementos para afirmar con certeza que lo que ocurre en Libia sea lo mismo que lo ocurrido en Egipto.
Parece paradójico que nos lleguen de improviso estos acontecimientos pese a vivir en un mundo en el que, mucho más que en el pasado, cada día nos llega una mole impresionante de datos y noticias. Quizá porque nunca profundizamos en los fenómenos, sino que nos quedamos en la impresión inmediata que nos provoca una noticia. Añadimos un hecho a otro, pero nunca hacemos comparaciones.
También la reacción de Estados Unidos a esta crisis ha levantado críticas, pues los EE UU están lejos del Mediterráneo: y es cierto que cuando se ve un problema de lejos a veces es difícil comprenderlo en todos sus matices, pero bajo otro aspecto ver las cosas de lejos te da la posibilidad de ver lo esencial sin perderte en los aspectos superficiales. Así que, antes de decir que los americanos se equivocan sobre este tema yo me lo pensaría dos veces.
Hace años dije que sobre el problema libio influía un enfrentamiento dentro de las compañías petrolíferas americanas; aunque no pueda hablar de pruebas matemáticas, la sospecha de que se trata de un elemento que sigue influyendo todavía en la situación es más que legítima.
Italia ha sido acusada muchas veces –injustamente– de tener una actitud demasiado indulgente hacia Gadafi. Es cierto que Gadafi tiene ideas y características distintas de las nuestras, pero no podemos pretender que todo el mundo responda a nuestro modelo.
Nosotros siempre hemos querido dar la impresión a los libios, dado que respondía a la verdad, de que respetábamos sus características particulares, incluso cuando se manifestaba su orgullo contra la época del colonialismo italiano. Entonces los libios nos veían como adversarios, aunque no como enemigos, y esta quizá es la diferencia con el momento actual.

Libia es un país con el que hemos tenido la necesidad de encontrar líneas de concordia, y no de acentuar las divisiones. También hoy hemos de buscar con ellos los puntos sobre los que ponernos de acuerdo, de lo contrario corremos el riesgo de pagar las consecuencias.



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