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ARTE CRISTIANO
Sacado del n. 01/02 - 2011

RUSIA

Las puertas santas del pueblo ruso


Se creían destruidos en época soviética. Pero los sagrados iconos colocados desde hacía siglos en las torres de entrada del Kremlin han sido encontrados y restaurados. Esta es la historia de su hallazgo


por Vladimir Yakunin


El patriarca Kirill bendice el antiguo icono del Salvador de Smolensk sobre la torre Spasskaya del Kremlin, en Moscú, el 28 de agosto de 2010 [© Associated Press/LaPresse]

El patriarca Kirill bendice el antiguo icono del Salvador de Smolensk sobre la torre Spasskaya del Kremlin, en Moscú, el 28 de agosto de 2010 [© Associated Press/LaPresse]

 

Fue un verdadero acontecimiento histórico lo que pasó el verano de 2010.
Contra todas las valoraciones de los críticos de arte, restauradores e historiadores se encontraron objetos sagrados de enorme valor: los dos iconos de los portales de entrada del Kremlin de Moscú, que se remontan a cinco siglos atrás. Durante los últimos setenta años todos estaban convencidos de que se habían destruido por orden de las autoridades soviéticas, y que no podía ser de otro modo: efectivamente, estaban situados sobre los portales de entrada principales del Kremlin, la residencia de Estado de los dirigentes soviéticos, que ha­bían proclamado el ateísmo como ideología oficial de la URSS. Y, en cambio, las cosas habían seguido otro camino...
Durante los siglos, algunos iconos habían sido colocados sobre las puertas de ingreso de las dos torres del Kremlin: sobre la torre Spasskaya, el icono del Salvador de Smolensk; en la Nikolskaya, la de san Nicolás Taumaturgo. A través de la torre principal, la Spasskaya, no se podía pasar a caballo, y atravesándola había que quitarse obligatoriamente el sombrero. El Kremlin tenía un significado sagrado para nuestros antepasados, era el centro espiritual de nuestro Estado, el corazón del Imperio ruso. Fue construido entre otros por los arquitectos italianos Aristotile Fioravanti y Pietro Antonio Solari, y nuestros padres lo consideraban como un gran monasterio, razón por la cual la puerta Spasskaya era llamada en la Rus’ la Puerta Santa.
Mi generación fue educada en los años en los que, en lugar de los iconos, sobre los portales de las torres del Kremlin había rectángulos blancos. Y la gran mayoría de mis connacionales no dudaba de que así había sido siempre. El Kremlin se había convertido exclusivamente en centro del poder estatal. En su interior habían sido destruidos varios monasterios e iglesias, mientras que otros edificios religiosos habían sido transformados en museos. Pocos, por lo general historiadores y críticos de arte, sabían de la existencia de los iconos que antiguamente estaban en las torres y ni siquiera podían imaginar que pudieran haberse conservado en los años de la lucha antirreligiosa del poder soviético. De este modo, durante casi veinte años después de la caída de la URSS no se hicieron serios intentos de restaurar el aspecto original de las torres del Kremlin.
Hace algunos años la Fundación “San Andrés el Primer Llamado” decidió comprobar si por casualidad, siempre que no se hubieran destruido, los iconos se habían conservado debajo del revoque. La mayor parte de los especialistas se lo tomaban a guasa, los expertos de la Unesco nos ponían en guardia: si intentábamos colocar nuevos iconos en lugar de los perdidos, po­dían excluir el Kremlin de la lista de los sitios protegidos de interés mundial. El riesgo era alto. Por nuestra parte estaba solo la tradición oral, conservada por los descendientes de los emigrantes rusos que vivían en Europa, EE UU y otros países. Un querido amigo nuestro, el obispo Mijaíl de Ginebra y de Europa occidental de la Iglesia ortodoxa rusa en el exterior, que nació y vivió en París, descendiente de un cosaco del Don, nos contó que entre los rusos del exterior se hablaba de las imágenes, que estaban antes de la revolución en los portales de las torres Spasskaya y Nikolskaya, veneradas por el pueblo como sagradas y milagrosas. Esta información había despertado en nosotros perplejidad y gran curiosidad: ¿qué podía haber en aquellas hornacinas, detrás del revoque blanco? ¿La pared de ladrillos del Kremlin o los restos de los iconos?
Así pues, intentamos conseguir el permiso de analizar las hornacinas, para comprobar la presencia de los antiguos iconos. Se nos concedió solo después de tres años, dado que el Kremlin es la residencia del presidente de la Federación Rusa. En mayo de 2007 le envié una carta al presidente Vladimir Putin, luego también al patriarca de Moscú y de todas las Rusias Alexis II, que apoyaron con pasión nuestra iniciativa. En el texto se precisaba que el proyecto se financiaría con los medios de la Fundación “San Andrés el Primer Llamado”, y no del presupuesto estatal. Nuestra lógica era sencilla: si bajo el revoque se encontraban restos de los iconos históricos, los restauraríamos; de lo contrario, recrearíamos las imágenes perdidas. Pero incluso con este apoyo de tan alto nivel necesitamos mucho tiempo para convencer de la necesidad de estas investigaciones a los historiadores de arte y a los arquitectos, porque no había ningún documento que avalara la hipótesis de la conservación de los iconos.
Creamos en la Fundación un grupo de trabajo, que presentó un proyecto de restauración de los iconos. Se creó un comité de apoyo formado por los dirigentes de las instituciones competentes para la tutela de los bienes culturales, de las fuerzas del orden (sin cuyo permiso no es posible hacer obras en un sitio sensible) y por otras personalidades interesadas. En el grupo de trabajo estaban los principales historiadores y críticos de arte, los restauradores y los arquitectos.
Se había echado demasiada carne al fuego y no pretendíamos levantar clamor hasta que no estuviéramos convencidos de la exactitud de nuestra hipótesis. A principios de 2010 decidimos comenzar los primeros análisis de las hornacinas.
El grupo de trabajo examinó cinco empresas de restauración, indicadas por el Ente ruso para la Conservación de los bienes culturales y por los Museos del Kremlin, y elegimos una. Una comisión especial interministerial vigilaba las obras de restauración.
Para no exponerlos a la curiosidad inútil, encargamos a los restauradores que trabajaran en las hornacinas de las torres Spasskaya y Nikolskaya en el momento en el que en el Kremlin se llevaban a cabo las obras normales de preparación en vista de las celebraciones del 9 de mayo, día en el que se celebra la victoria de la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, todos estábamos muy preocupados.
¡Qué alegría cuando nos comunicaron que los primeros análisis mostraban la presencia de un estrato pictórico bajo el revoque! Los resultados de las investigaciones se ilustraron en una rueda de prensa y todos los telediarios presentaron la noticia como histórica, de las que marcan una época...
Sin embargo, consideremos por un momento las medidas de los iconos: tienen casi la altura media de una persona y tienen más de un metro de ancho. Los sondeos iniciales, en cambio, se habían hecho sobre un pequeño espacio de solo diez centímetros cuadrados. Y tras la conclusión de los análisis estos sondeos se habían escondido cuidadosamente, para que nadie sospechara que se habían hecho obras. Lo que los especialistas habían encontrado no garantizaba la total conservación de los frescos. Además, después de la rueda de prensa, recibí la carta de un sacerdote que me quería convencer de que nuestras conclusiones eran equivocadas y que los iconos no se habían conservado. Comprendí que solo podría estar seguro de la conservación de los iconos tras haber visto los frescos con mis propios ojos. Así que estábamos impacientes de comenzar con la eliminación del estrato protector.

El patriarca Kirill bendice el antiguo icono de san Nicolás Taumaturgo de la torre Nikolskaya del Kremlin, el 4 de noviembre de 2010 [© Itar-Tass]

El patriarca Kirill bendice el antiguo icono de san Nicolás Taumaturgo de la torre Nikolskaya del Kremlin, el 4 de noviembre de 2010 [© Itar-Tass]

Los primeros análisis mostraban que la conservación de los iconos la habían efectuado restauradores expertos, usando todas las cautelas. Junto al comandante del Kremlin, Sergei Jlebnikov, tuve la fortuna de subir a los andamios y ser testigo del comienzo de las obras de la primera hornacina. Y solo después de que una parte significativa del fresco apareció ante nuestra vista, bajé a la plaza y les comuniqué a los periodistas que el icono del Salvador se había conservado. En pocos días quedó completamente liberada también la imagen de Nicolás Taumaturgo del portal de la torre Nikolskaya.
Se necesitaron tres meses para restaurar el icono del portal de la torre Spasskaya; algo más para restaurar el icono más antiguo de san Nicolás del otro portal. El icono de Nicolás Taumaturgo además había sufrido daños durante los días de la revolución de 1917: los marineros y los soldados habían disparado contra él con los fusiles e incluso con cañones. Todo esto requirió extremo cuidado en la restauración, pero, por suerte, nuestros especialistas son excelentes. Uno de ellos parecía haber llegado directamente del siglo XIX: no sabía usar el móvil y trataba de esquivar las actuales tecnologías de comunicación. Un hombre profundamente creyente, con una mirada sorprendentemente penetrante y llena de bondad. Se dedicaba a la restauración con gran circunspección y temor.
A finales de agosto de 2010 la comisión interministerial comunicó que las obras de la imagen del Salvador de Smolensk habían terminado positivamente. Poco después llegó la bendición de los iconos por parte del patriarca Kirill, en presencia del presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, con gran despliegue informativo de los canales de televisión más importante de Rusia y Europa.
Estoy seguro de que para todas las personas reunidas el 28 de agosto en la Plaza Roja, el día de la Dormición de la Madre de Dios, la bendición del icono del Salvador fue un momento inolvidable, entre los más luminosos y emocionantes. Pese al mal tiempo, se sentía la estupenda unidad de todos los presentes, que rezaban y daban gracias por este acontecimiento, milagroso y memorable.
El 4 de noviembre, el día de la Unidad popular, fue bendecido el icono de san Nicolás Taumaturgo del portal de la torre Nikolskaya, ante miles de personas, crecidas en la Unión Soviética o descendientes de los emigrantes que vivieron en Europa. La retransmisión televisiva fue vista por millones de rusos. La tradición cristiana, eje crucial del desarrollo de nuestra sociedad multiétnica y multiconfesional, alma de nuestra historia, grande y trágica, nos ha unido a todos nosotros, reavivando la confianza también en un futuro más radiante del Estado ruso.



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