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NOVA ET VETERA
Sacado del n. 03 - 2011

«... y salió como vencedor para seguir venciendo» (Apocalipsis 6, 2)



por Lorenzo Cappelletti


Citarse a uno mismo resulta siempre embarazoso. Escribir una introducción para uno mismo lo es aún más. Pero, dejando a un lado el sonrojo porque no se trata de una causa personal, vamos enseguida a la cuestión: ¿por qué proponemos de nuevo este artículo, que originariamente salió a raíz de la publicación, en proximidad de trágicos acontecimientos bélicos, de un volumen sobre la cripta de la Catedral de Anagni? Porque, más allá de aquella contingencia, dicho artículo puede ayudarnos a interpretar el momento presente, ya que recorre a la letra una de las más hermosas representaciones pictóricas de los versículos del Apocalipsis de Juan relativos a la apertura de los sellos (excluido el séptimo, significativamente). Que, por lo demás, es el motivo por el que, sobre todo durante el primer milenio cristiano, se recurrió al Apocalipsis de Juan como clave de lectura del tiempo que va de la resurrección de Nuestro Señor hasta su venida. Por tanto, de ese tiempo que es también el nuestro.
Pues bien, ¿qué nos dice hoy el texto joánico acompañado por esa dulce y poética materia pictórica?
Muchas cosas, pero ante todo que los acontecimientos de la historia, misteriosa o realmente, no tienen otro hilo conductor que la reacción a la inexorable victoria de Jesucristo (que ha vencido y sigue venciendo) sobre la guerra fratricida de los hombres, sobre el infierno y sobre la muerte. Además de buscar legítimamente las múltiples causas y efectos de los hechos históricos, hay que tener en cuenta que en ellos se refleja siempre una contienda que tiene que ver con la rebelión y la acogida de la victoria de Cristo. Contienda que es tan profunda y universal que no se puede decir ni entender por entero en prosa, sino en la forma de las imágenes sobredimensionadas del Apocalipsis de Juan.
Paradójicamente, el porqué de la reacción a esa victoria inexorable de Cristo es que ésta lo revela a Él, no revela un misterio de muerte sino de salvación, no da miedo, sino que acaba con el miedo, es inexorable pero es misericordiosa, es definitiva pero es paciente. Es por esto por lo que «Jesús nos invita a no dejarnos atemorizar», escribía el cardenal Martini el domingo 27 de marzo en la primera página del Corriere della Sera.
Es interesante, desde este punto de vista, que, según la letra del texto del Apocalipsis de Juan, a la apertura del sexto sello que marca la inminencia del final (cf. Ap 6, 12-17), no le siga el final, sino la orden dada a los cuatro ángeles que están en los cuatro ángulos de la tierra de que frenen los vientos de destrucción para que no dañen ni la tierra ni el mar ni los árboles hasta que no se marque con el sello del Señor la frente de sus siervos (cf. Ap 7, 1-3). Que el Señor, que es paciente y misericordioso, nos dé paz. Buena lectura.



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