Entrevista con Louis Pelâtre
«Este aire nuevo que se respira en Turquía»
El vicario apostólico de Estambul cuenta la vida de las comunidades cristianas en un país que cambia
Entrevista a Louis Pelâtre por Lorenzo Biondi
«Es por la “laicidad” turca, no del islam, por lo que la Iglesia no puede existir oficialmente». Su excelencia monseñor Louis Pelâtre, vicario apostólico de Estambul, nos describe la situación de la comunidad cristiana en Turquía vista desde la metrópolis del Bósforo.
Louis Pelâtre [© Lorenzo Biondi]
LOUIS PELÂTRE: Un cambio evidente. Por un lado porque la comunidad católica ha cambiado de “cara”: ha llegado un gran número de inmigrados de Filipinas, de los países de África, mientras que el número de “levantinos” va disminuyendo. Se van de aquí, hacia Francia y otros países europeos. Quienes se van tienen la esperanza de tener una vida más fácil en un país “cristiano”... Pero hoy, ¿qué país puede llamarse cristiano? Cuando llegué a Turquía hace cuarenta años se respiraba aire de xenofobia. Hoy las minorías siguen teniendo algunos problemas, pero ¿es tan distinto en otras partes? Si en Francia un inmigrado de nombre Mohamed busca trabajo, ¿tiene las mismas posibilidades que los demás de encontrarlo?
En Occidente –especialmente tras la muerte de monseñor Padovese– se ha oído hablar de que los cristianos están “asediados” en Turquía. ¿Es cierto?
Se trató de una tragedia, pero no pienso que se debiera a la difusión de un sentimiento anticristiano. Se habla de un movimiento subterráneo en el Estado turco que actúa contra el actual gobierno y que salió a la luz con el asunto Ergenekon. Pero hoy sigue siendo difícil comprender las causas de aquel asesinato.
Hay quienes afirman que Turquía es hoy un país menos “laico” y por consiguiente menos seguro para los cristianos...
No estoy de acuerdo. Soy francés y conozco el lado “duro” de la laicidad: en mi Bretaña estaba prohibido construir escuelas católicas. Y recuerdo que la laicidad de Atatürk se inspiró en la francesa: la religión fue combatida duramente, incluida la musulmana. Se conservó solo su aspecto identitario, cultural. Erdogan es todo menos fanático, es un político inteligente: ha comprendido que hay que dirigirse al pueblo por lo que es, no por cómo uno se lo imagina. En cuanto a los cristianos, es por la “laicidad” turca –no del islam– por lo que la Iglesia católica no puede existir oficialmente en el país. No creo que el problema para los cristianos proceda de que a las muchachas se les permita llevar el velo en las universidades...
¿Espera usted que haya avances en el reconocimiento oficial de la Iglesia?
En el momento actual es imposible que el Estado reconozca a la Iglesia: va contra la Constitución, que no reconoce ninguna religión, ni siquiera el islam. Parece que ahora el premier Erdogan quiere cambiar esto. Él mismo ha sufrido esta situación cuando era alcalde de Estambul: terminó en la cárcel por «ataque a la laicidad», por haber citado a un poeta que definía los minaretes «nuestras bayonetas». Muchos problemas por una cita: algo así como lo del Papa en Ratisbona... Antes de aquello Erdogan y yo nos habíamos visto varias veces, y luego desde la cárcel me envió algunas cartas también a mí, como a todas las personalidades públicas de la ciudad. Hay muchos que siguen obstaculizando el cambio que él propone; pero ha sido la democracia la que nos ha traído a la situación actual y el resultado del voto hay que respetarlo.
¿Puede Turquía representar un “modelo” de convivencia entre islam y democracia?
Se habla de “modelo turco” y ya esto es interesante. Uno puede no estar de acuerdo con todo lo que ha hecho Atatürk, pero la laicidad de Turquía ha tenido una influencia extraordinaria en Oriente Medio. Hoy Turquía parece haber encontrado un nuevo equilibrio, pero todavía no se ha superado aquella “laicidad” dura.