Home > Archivo > 06 - 2011 > Solo la humildad nos hace libres de chantajes
AMÉRICA LATINA
Sacado del n. 06 - 2011

Entrevista a Carlos Aguiar Retes, nuevo presidente del Celam

Solo la humildad nos hace libres de chantajes



Entrevista a Carlos Aguiar Retes por Gianni Valente


Carlos Aguiar Retes, de 61 años, arzobispo de Tlalnepantla (México) fue elegido por amplia mayoría presidente del Consejo episcopal latinoamericano (Celam) el pasado 19 de mayo en Montevideo, durante la XXXIII asamblea ordinaria del organismo representativo de los episcopados de toda América Latina. Los obispos y los otros delegados de todas las Iglesias latinoamericanas le confiaron el mandato que desempeñará durante cuatro años.

Doctor en Teología bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y ex profesor de Sagrada Escritura en la Pontificia Universidad de México, Aguiar es el presidente, está en segundo mandato, de la Conferencia episcopal mexicana. Por sensibilidad personal y edad representa bien el área de obispos que después de las contraposiciones y las radicalizaciones ideológicas intraeclesiales de los pasados decenios siente con más solicitud la urgencia de la «conversión pastoral» prefigurada por el documento de la Asamblea del Celam de Aparecida (2007) como horizonte presente de la obra apostólica de todas las Iglesias latinoamericanas.

 

Carlos Aguiar Retes [© Celam]

Carlos Aguiar Retes [© Celam]

Excelencia, ha sido usted elegido presidente del Celam en un momento en que todas las Iglesias latinoamericanas están llamadas a la “Misión continental”. ¿De qué se trata? ¿Es solamente una nueva fórmula para indicar el “acostumbrado” llamamiento a la movilización?

CARLOS AGUIAR RETES: La Misión continental no ha surgido de la nada, como un proyecto sin base. Ya antes de la Asamblea general del Celam en Aparecida estaba presente la experiencia de muchas diócesis que habían comenzado a plantear una postura pastoral semejante. En Aparecida estas experiencias convergentes se encontraron y se reconocieron, y todo el episcopado latinoamericano eligió seguir la senda que dichas experiencias sugerían.

¿Qué elementos favorecen esta nueva unidad de intenciones compartidas?

La constatación de que estamos pasando a un nuevo contexto social. Es un proceso que se nota sobre todo en las grandes áreas urbanas, que siguen ensanchándose. En este sentido, la misión propuesta en Aparecida fue preparada también por la reflexión sobre las megalópolis. La emigración del campo a las ciudades es una constante de la vida de América Latina. Pero hoy estos fenómenos nos indican que estamos pasando de una época en que todos aceptaban los valores cristianos a una situación en que los modelos cambian y se va formando una sociedad pluricultural.

¿Qué conlleva esto desde el punto de vista pastoral?

No podemos pensar que nuestra tarea prioritaria es la de estar todo el tiempo en la puerta verificando si las personas poseen o no los requisitos administrativos para formar parte de la Iglesia. Este es el tiempo del anuncio de lo esencial del cristianismo a todo el mundo. A las personas tal y como son, en la situación concreta en la que viven ahora, con las expectativas que tienen ahora. En la zona de México donde yo estoy, hay doce diócesis donde vive gente que va de un lado a otro todos los días, por sus necesidades vitales. Así que hay que hacerse cargo de todas las nuevas condiciones de la convivencia. Para facilitar, por ejemplo, el acceso a los sacramentos, de modo que los requisitos que pide la parroquia no se vuelvan un motivo para perder el contacto con la Iglesia.

En las décadas pasadas, la llamada Nueva Evangelización investía mucho en los grupos y los movimientos organizados. Ahora, ¿qué reflexiones sugiere el caso de los Legionarios de Cristo? 

Se necesita una actitud de humildad, como nos la está mostrando el Santo Padre Benedicto XVI. Reconocer que la fragilidad humana conlleva necesariamente la posibilidad real de caídas, del pecado. No sirve presentarnos ante la sociedad pretendiendo que la Iglesia es una especie de institución humana perfecta, en la que todo funciona. Esto, por supuesto, es nuestro intento. Pero sabemos también que entre nosotros las fragilidades y las miserias humanas conllevan situaciones lamentables de escándalo y antitestimonio. Y la actitud de humildad que sugiere Benedicto XVI nace de la confianza en que la gracia de Dios actúa, y se transforman las realidades. Solamente así no seremos rehenes de las expresiones mediáticas que se esfuerzan por denigrar la institución eclesiástica.

Muchos siguen mirando a las Iglesias latinoamericanas con las gafas de los años 60 y 70. Siguen denunciado como la más grave insidia la reducción del mensaje cristiano a ideología política. ¿Es esta de verdad la situación?

Ya desde hace años el esfuerzo de construir e imponer una ubicación ideológica de los miembros de la Iglesia es visto como algo inútil y superado, siempre que haya sido una clave interpretativa adecuada para conocer de verdad los rostros y las experiencias de las Iglesias de América Latina. Aparecida ha mirado a la Iglesia tal y como es hoy, y lo que ahora le inspira el Espíritu Santo. Creo que precisamente ese documento es una señal evidente de que aquellas lecturas ideológicas han perdido totalmente valor. En la comunión de la Iglesia pueden vivir también sensibilidades distintas y distintos planteamientos a la hora de enfocar las cosas.

A menudo los medios de comunicación y las agencias de prensa católicas describen a los hombres de Iglesia como los representantes de una fuerza “antagonista” respecto a gobiernos y grupos políticos que están predominando en América Latina. ¿Es una imagen plausible?

Respecto a los acontecimientos históricos de América Latina está creciendo el convencimiento de que la Iglesia debe ser muy libre respecto a los gobiernos. Respetuosa de la autoridad constituida, con la atención puesta en favorecer todas las colaboraciones posibles, pero al mismo tiempo libre de dar su opinión de cómo debe ser la sociedad. Por desgracia, el esquematismo ideológico del que hablaba antes, y que es un modo inapropiado de mirar a la Iglesia, no parece del todo superado en algunos países. Todavía hay quienes consideran fundamental el discurso ideológico para orientar el propio gobierno y sus políticas, y orientar también a las masas. Pero al lado de los ejemplos de quienes siguen el rígido planteamiento ideológico de la vieja escuela, hay otros, más pragmáticos, que piensan en las políticas sociales como instrumentos para resolver los problemas.

¿Cuál es en su país el problema que caracteriza a esta época?

En México un problema grave es el impacto general que tiene sobre el país el tráfico de droga y de dinero ilegal. Problemas que no pueden solucionarse si falta una verdadera colaboración internacional. En especial la de los Estados Unidos. Deberían tener una postura mucho más rígida para impedir que pasen armas a México. México no produce armas, no tienen ni una industria militar. ¿Cómo es posible que se encuentren con tanta facilidad las armas en el otro lado de la frontera? No cabe duda de que es la consecuencia de una práctica criminal.



Italiano English Français Deutsch Português