Home > Archivo > 12 - 2011 > El terrorismo venido de lejos
NIGERIA
Sacado del n. 12 - 2011

TRAS LA MASACRE DE NAVIDAD

El terrorismo venido de lejos


El arzobispo de Abuya analiza la situación del país tras los atentados a las iglesias y reflexiona sobre las raíces del grupo Boko Haram: la cultura de estos terroristas no es nigeriana. La Iglesia católica, que quiere la paz y el acuerdo, es víctima del loco proyecto de quienes pretenden dividir el país con el objetivo de apropiarse de sus recursos naturales


por John O. Onaiyekan arzobispo de Abuya


John O. Onaiyekan arzobispo de Abuya <BR>[© Romano Siciliani]

John O. Onaiyekan arzobispo de Abuya
[© Romano Siciliani]

 

¿Qué está ocurriendo en mi país y de quién es la culpa? Sobre los autores de la masacre de Navidad en la parroquia de Santa Teresa, en Madalla, cerca de Abuya, no existen informaciones que podamos definir exactas. Quien reivindicó la matanza, jactándose frente a Dios, es el llamado grupo Boko Haram, gente sin rostro, cuya ideo­logía es la de quienes se inspiran en el terrorismo internacional y beben del fanatismo islámico. Pero es un grupo muy variado, con intereses contradictorios. Hay quien afirma que algunos de ellos adquirieron experiencias en los campos de adiestramiento con los talibanes y Al Qaeda, en Afganistán y en el norte de Pakistán. Estos se añaden a los extremistas que, por desgracia también en Nigeria, imaginan una aplicación de la sharia que llegue al corte de manos y a la lapidación de las adúlteras. Son una minoría, pero causan un gran desorden y creemos que por desgracia hemos llegado al momento en que en Nigeria se desencadenará una reacción en cadena, tras años en los que habíamos esperado y deseado que este fenómeno pudiera ser reabsorbido fisiológicamente, solo aplicando la ley y negociando.

 

Repito que la cultura de estos extremistas no es nigeriana, sino del terrorismo internacional. ¿Y qué parte tendría el islam en este cuadro?

Sabemos que la relación entre Iglesia e islam en África no es homogénea. En numerosos países la convivencia funciona, aunque quede interrumpida por acciones contrarias a la paz a manos de autodenominados islamistas. En el norte de nuestro continente, como en Oriente Medio, las pequeñas minorías cristianas en países totalmente musulmanes trabajan para encontrar un buen equilibrio de convivencia. En Nigeria no existe una pequeña minoría cristiana, pues los cristianos están en igualdad numérica con el islam: tampoco existe otro camino para evitar la autodestrucción que no sea el recíproco reconocimiento y la igualdad sustancial. Diciendo esto estoy sencillamente declarando algo que cualquier nigeriano musulmán subscribiría: lo sé con absoluta certeza. Cristianos y musulmanes vivimos un equilibrio nuestro a nivel institucional y social, y en la vida cotidiana no tendrá usted modo de comprender si su interlocutor ­–miembro del establishment o vendedor del mercadillo– es de fe islámica o cristiana. Son solo estos actos terroristas lo que incide en la diferencia. Tienen razón quienes especulan sobre las intenciones del llamado grupo Boko Haram, cuyo objetivo sería exactamente provocar la reacción armada de los cristianos, y, por consiguiente, el caos y el fin de la Nigeria que hoy conocemos. Para llegar a esto se apuesta también por la división entre cristianos.

 

Bajo la definición general de “cristianos nigerianos” se engloban denominaciones distintas. Nuestra comunidad católica sigue con todo el corazón lo que la Iglesia de Roma nos sugiere –y no nos ordena– en el campo del diálogo religioso, persuadidos de que este es el modo de darle paz al país, aunque otros grupos protestantes piensan de modo diferente y nos critican, algunos llegando incluso a denigrar al islam en cuanto tal, asociándolo tout court con el grupo Boko Haram. Con estos ultras cristianos es difícil caminar juntos, no quieren dialogar y “provocan” a los extremistas, hasta el punto de que su reacción no se hace esperar: así es como, por ejemplo, las bombas hacen explosión delante de una iglesia católica, el día de Navidad. Precisamente contra nosotros, que hemos hecho de todo para conseguir la armonía religiosa de nuestro país, y que no podemos sino seguir diciendo la verdad.

 

Fuera o dentro de nuestro país hay quienes podrían criticar la franqueza con que nos hemos dirigido a nuestros musulmanes nigerianos. Nosotros no sentimos la contradicción entre el diálogo y la petición a los líderes del islam nigeriano de aislar a los terroristas infiltrados en su comunidad. No tenemos el escollo de lo “políticamente correcto” precisamente por la sinceridad con que nos tratamos recíprocamente. Los jefes musulmanes saben muy bien que el llamado grupo Boko Haram ha causado víctimas tanto islámicas como cristianas. No pueden decir que el problema de terroristas autodenominados musulmanes no les afecte. El día de Navidad en Madalla murieron también musulmanes. Con la misma franqueza decimos que no existe posibilidad alguna de que los católicos emprendan ningún tipo de represalia violenta. Somos conscientes de que el gobierno central, antes que todos nosotros, es quien tiene el poder y la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos.

 

La iglesia de Santa Teresa, en Madalla (cerca de Abuya, capital de Nigeria), donde la explosión de un coche bomba mató a veinticinco personas durante la misa de Navidad, el 25 de diciembre de 2011. El atentado fue reivindicado por el grupo fundamentalista Boko Haram [© Associated Press/LaPresse]

La iglesia de Santa Teresa, en Madalla (cerca de Abuya, capital de Nigeria), donde la explosión de un coche bomba mató a veinticinco personas durante la misa de Navidad, el 25 de diciembre de 2011. El atentado fue reivindicado por el grupo fundamentalista Boko Haram [© Associated Press/LaPresse]

Es un error pensar que la rivalidad entre cristianos y musulmanes sea una parte fisiológica del juego. El país nos pertenece a todos, cristianos y musulmanes, ciudadanos de un Estado rico exportador de petróleo, donde la hipótesis de la separación entre norte y sur es totalmente irrealizable. Cuando escuchen a alguien sostener la tesis de los dos Estados, islámico en el norte y cristiano en el sur, según el modelo de Sudán, sepan que miente o no entiende nada. La realidad es que hay cristianos que no solo viven en el norte, junto a los hausa-fulani islámicos, sino que son también originarios del norte; mientras que casi el cincuenta por ciento de mi etnia yoruba, tradicionalmente en el sur, está compuesta por musulmanes. Entonces, ¿dónde trazaremos la línea de frontera sobre las que construir nuestras trincheras, si alguien nos lleva a la batalla?

Golpear a la Iglesia católica significa golpear a quienes desean el acuerdo, buscar el caos e imponer fracturas violentas en nuestras religiones, cristianismo e islam: porque los “más ortodoxos” de cada una de las partes acusarán de debilidad a los correligionarios abiertos al diálogo.

El conflicto religioso esconde otra verdad. Las luchas tienen origen tribal, político y económico –ligado también a la desigual redistribución de las riquezas petrolíferas, acompañada por una desocupación enorme– y van a unirse a la semi-incapacidad de acción por parte del gobierno central, cuya legitimidad electoral era motivo de contestación hasta hace poco en los tribunales. La presidencia actual es de un cristiano, que subió al cargo interrumpiendo la tradicional alternancia entre un presidente islámico y otro cristiano. La guía política del país está dividida en sí misma entre facciones que no parecen saber bien a dónde nos llevan. Esperemos que se pongan de acuerdo, y que el gobierno colabore con la oposición y no pacte con los terroristas.

 

Estos son ya conocidos por todos como Boko Haram, que en lengua hausa quiere decir “la instrucción occidental es una abominación”. Es la enésima definición que pretende fomentar el enfrentamiento de civilizaciones. Pero este tipo de instrucción no se nos ha impuesto, ni lo hicieron los colonos ingleses ni los gobiernos nigerianos que hemos tenido en estos cincuenta años, incluidos los que eran expresión del norte tradicionalmente musulmán. Ninguno de nosotros está obligado a confiar en este modelo educativo o social. En Nigeria no hay imposición y cada cual puede recibir la educación religiosa que desee.

Boko Haram se funda en el error ­–que difunde– de asociar a la Iglesia con una cultura. Es un equívoco... mundial. No hace demasiado tiempo me invitaron a un congreso en Madrid sobre el tema de la oposición entre islam y Occidente. Estos señores celebraban un congreso basándose en la premisa de que el cristianismo era occidental y hostil al islam; entonces les pregunté dónde tenía que sentarme, porque yo ni era occidental ni musulmán, sino nigeriano y cristiano. Quizá a los “representantes de Occidente” en aquel congreso les sentaron mal mis afirmaciones. Por lo demás, tampoco ellos están dispuestos a defender al cristianismo, mientras que los representantes islámicos discutían solo de religión... En definitiva, la Iglesia quedaba encerrada en unas tenazas asfixiantes.

 

La sede de las Naciones Unidas de Abuya, destrozada por el atentado del 26 de agosto de 2011 en el que murieron 18 personas. También aquel atentado fue reivindicado por el grupo fundamentalista Boko Haram [© Getty Images]

La sede de las Naciones Unidas de Abuya, destrozada por el atentado del 26 de agosto de 2011 en el que murieron 18 personas. También aquel atentado fue reivindicado por el grupo fundamentalista Boko Haram [© Getty Images]

Quienes usan la expresión Boko Haram utilizan conscientemente un eslogan que quiere hacer mella en un estereotipo en boga y contaminar aún más el imaginario colectivo. Además, en realidad, el grupo que realiza los atentados se dio originalmente un nombre en árabe, que se refiere genéricamente, como sucede en otros grupos, a la yihad, y no significa “la educación occidental es una abominación”. Otros fueron los que posteriormente les colocaron este nombre. Pero mientras estos criminales difunden con la violencia el verbo de Boko Haram, sus líderes estudiaron todos “a lo occidental” y algunos precisamente en Occidente. En Nigeria nadie se abre camino sin “educación occidental”: por ejemplo, sin ella en el ejército nigeriano no se hace carrera como oficial. Hay además defensores de Boko Haram que escenificaron una quema en plena calle de sus diplomas universitarios, definiéndoles “inútiles y dañinos”. Pero aquí estamos frente a lo irracional, frente a gente que yo definiría que está siendo sometida a un lavado de cerebro, a personas con las que es arduo incluso mantener un coloquio.

 

Nuestra comunidad católica está en paz con todos. La Iglesia se ha definido definitivamente a favor de la libertad religiosa, eliminando de este modo cualquier posible malentendido. La Iglesia de nuestro Concilio Vaticano II, además, no ha temido ni esquivado la modernidad, sabe comprenderla y abrazarla, nos ha dado los medios para mantener el diálogo con el mundo.

Nosotros no podemos aceptar la libertad religiosa a medias, con un “sí, pero...”, porque esto significaría negar la libertad de alguien, incluso la nuestra.

Las enseñanzas del Concilio son un patrimonio que nos permite vivir juntos, en el mundo y entre las distintas religiones, que quizá no poseen todavía un patrimonio así y se esfuerzan por encontrar en sus ideologías justificaciones para afrontar precisamente la relación con la modernidad. Vale tanto para mis amigos musulmanes como para mí mismo el que en el Corán, como también en la Biblia, alguien pueda encontrar fragmentos que interpretándolos pueden convertirse en apología de la intolerancia y la violencia. ¡En el Libro de los Jueces Dios viene con el ejército a erradicar a los paganos...! Pero el Señor desea que en este mundo vivamos en paz y lo reconozcamos como Padre. Y no se ha de forzar a nadie: quien desee convertirse en musulmán, es libre, como también quien desee seguir siendo cristiano. Y que el Estado garantice que ello pueda suceder pacíficamente. Esta es mi libertad religiosa: yo soy cristiano por la gracia de Dios, pero esto no significa que esta gracia se dé siempre o se les dé a todos. No hay obligación en la fe. Aquí en Nigeria citamos con frecuencia una hermosa sura del Corán: «Si Dios hubiera querido, nos hubiera hecho a todos musulmanes».

 

 

(Texto de Giovanni Cubeddu, autorizado por el autor)



Italiano English Français Deutsch Português