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VIAJE PATORAL A CUBA
Sacado del n. 03/04 - 2012

La visita de un Papa conciliador y sus frutos


El Papa Benedicto en Cuba en la crónica escrita para 30Días por el cardenal arzobispo de San Cristóbal de La Habana


por el cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino


El cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino recibe a Benedicto XVI en el aeropuerto internacional “José Martí” de La Habana, Cuba, el 27 de marzo de 2012 <BR>[© Osservatore Romano]

El cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino recibe a Benedicto XVI en el aeropuerto internacional “José Martí” de La Habana, Cuba, el 27 de marzo de 2012
[© Osservatore Romano]

 

La visita apostólica del Papa Benedicto XVI a Cuba ha estado enmarcada en la celebración de los 400 años del hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad en las aguas del mar cercanas a la costa norte de la región oriental de la Isla. La imagen fue llevada a las montañas del sur de la misma región donde se hallan minas de cobre, por eso es conocida la devoción popular a la Virgen del Cobre.

La visita del Papa a Cuba estuvo precedida por una peregrinación misionera de una imagen de la Virgen de la Caridad muy venerada por nuestro pueblo, que recorrió más de 30.000 kilómetros por campos, ciudades, caseríos y nuevos asentamientos humanos. Cientos de miles de personas participaban en verdaderas manifestaciones de fe. Lo más notable no eran las multitudes que, por otra parte, eran extraordinariamente numerosas, lo impactante era contemplar los rostros, ver los gestos de piedad de hombres y mujeres, jóvenes, adultos o niños, que se postraban de rodillas, o alzaban los brazos, hacían la señal de la cruz con lágrimas en los ojos o daban vivas a la Virgen, al paso de la imagen.

Fue una gran misión nacional que nos permitía evangelizar en plazas, parques, avenidas, con vehículos equipados de altavoces, distribuyendo impresos, etc. Hemos constatado en esta misión que la fe está presente en un porcentaje muy alto de cubanos.

Al final de la misión, en el mes de diciembre de 2011, se anunció la visita del Santo Padre a Cuba, la noticia fue recibida con extraordinario júbilo. Su presencia vino a confirmar esa fe de nuestro pueblo, a esclarecerla con su palabra. La visita del Santo Padre al Santuario de la Virgen de la Caridad en El Cobre fue muy significativa y altamente apreciada por todos.

El Papa en sus palabras, desde su llegada a nuestro país, hizo notar que venía como Peregrino de la Caridad «para confirmar a mis hermanos en la fe y animarlos en la esperanza». Realmente eran justas estas palabras y sentidas con emoción por todos los que teníamos la dicha de recibir al Sucesor de Pedro.

El Santo Padre quiso hacer notar que su visita estaba en continuidad con la del Beato Juan Pablo II. Aquella visita pastoral cambió la vida de la Iglesia en Cuba. La Iglesia Católica entonces tuvo sus primeras manifestaciones públicas y primeras transmisiones televisadas de celebraciones católicas. El mundo entero y los mismos cubanos comprendieron que la Iglesia estaba viva, que había permanecido presente en largos años de dificultades y de silencio. Después de esto comenzó a celebrarse la Navidad como fiesta civil, se producen intervenciones radiales de diversos obispos en fechas señaladas, la cobertura mediática de la muerte y los funerales de Juan Pablo II fue realmente impresionante. Se hace frecuente la aparición del Papa en la televisión en Navidad, Pascua y otras ocasiones como el Vía Crucis del Viernes Santo, etc., las publicaciones de la Iglesia se difunden y son muy valoradas. Después de aquella visita se facilitó completamente la entrada del personal religioso: sacerdotes y mujeres y hombres consagrados y la Iglesia ha tenido la posibilidad de celebrar públicamente la fe con procesiones y otros actos. Se han abierto “casas de oración” en centenares de lugares, donde se reúnen los fieles para catequesis, celebración de la santa misa y otras acciones.

La misa celebrada por Benedicto XVI en la Plaza de la Revolución de La Habana, el 28 de marzo [© Osservatore Romano]

La misa celebrada por Benedicto XVI en la Plaza de la Revolución de La Habana, el 28 de marzo [© Osservatore Romano]

La Iglesia ahora aspira a sistematizar su presencia mediática sobre todo en la radio y la televisión.

La Iglesia en estos últimos años ha incrementado su acción social a través de Cáritas, que tiene un gran voluntariado nacional. En caso de huracanes es efectiva y rápida la acción de Cáritas en la distribución de ayudas que llegan de otros países y de lo que aporta la Iglesia en Cuba en esas ocasiones.

Cáritas tiene muchos comedores en iglesias parroquiales y otros locales para personas de la tercera edad. Tiene también guarderías para niños de 1 a 5 años, de familias irregulares, en distintos lugares del país. Esta acción asistencial de Cáritas es muy apreciada por el pueblo.

Hace dos años la Iglesia, ante los conflictos surgidos con las esposas y madres de prisioneros que se manifestaban por la liberación de sus esposos, se dirigió al gobierno para mostrar su preocupación y fue invitada a mediar con esas señoras, a pedirles que formularan sus quejas y deseos. Entre otras cosas, ellas propusieron al Cardenal que sus esposos fueran enviados a otro país, que era «preferible estar separados por el mar que no por las rejas de la cárcel».

Estas propuestas fueron llevadas al gobierno que decidió la excarcelación de 53 prisioneros de la primavera de 2003, facilitando su salida del país a España que los admitió con sus familiares. De los 53 liberados, 12 permanecieron en Cuba por deseo propio y después uno de ellos viajó a Estados Unidos. Este proceso continuó después hasta liberarse más de 120 prisioneros por causas relacionadas con asuntos políticos. Algunos de estos habían pasado varios años en la cárcel. El Arzobispado de La Habana recibe reclamaciones de familiares de presos, y si se trata de algún caso de prisioneros de conciencia o con causas políticas tenemos acceso abierto para presentarlo a las autoridades.

Después de la liberación del número de prisioneros ya mencionados no se han presentado nuevas reclamaciones de casos similares.

Debemos recordar que la pastoral carcelaria, que atiende todo tipo de prisioneros, está bien estructurada y se trabaja con las familias de los presos y hay visitas regulares a las cárceles, con catequesis y celebraciones de la Eucaristía.

El Papa Benedicto XVI ha estado al tanto del desarrollo de la vida de la Iglesia después de la visita del Beato Juan Pablo II. El ha querido por esto caminar sobre las huellas dejadas por aquel viaje papal. En su homilía en la ciudad de La Habana el Papa tocó a fondo el tema de la Verdad, sobre la cual únicamente –dijo– puede establecerse una ética aceptada por todos. Anunció a Jesucristo como la Verdad e hizo notar, fiel al pensamiento de su pontificado, la perplejidad del hombre de hoy frente a la verdad, como la de Pilato que «tenía frente a sí la verdad» y no la descubría en Cristo. El Papa acentuó la racionalidad de la fe ante quienes arbitrariamente oponen fe y razón. Todas estas precisiones adquieren especial relevancia entre nosotros.

También puso la verdad como fundamento de la libertad y se refirió a los pasos que se han dado en Cuba con respecto a la libertad religiosa, augurando que se extiendan siempre más sus posibilidades.

A ese respecto se refirió tanto a la participación de la Iglesia en el campo de la educación como a la de los cristianos en la construcción de la sociedad. El Papa pidió –al momento de partir– que nadie se sienta impedido de tomar parte en ese apasionante deber «por limitaciones de las propias libertades fundamentales, ni se sienta exonerado de ello por negligencia o carencia de medios materiales».

El Papa invitaba así a todos los cubanos a participar en la construcción de “una sociedad de amplios horizontes, renovada y reconciliada”, superando cualquier dificultad o traba en este empeño.

El saludo del Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros cubano, Raúl Modesto Castro Ruz, al final de la ceremonia [© Osservatore Romano]

El saludo del Presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros cubano, Raúl Modesto Castro Ruz, al final de la ceremonia [© Osservatore Romano]

Deseó que la luz del Señor, que ha brillado con fulgor en los días de su presencia entre nosotros, no se apague y ayude a todos a reforzar la concordia y a «hacer fructificar lo mejor del alma cubana, sus valores más nobles sobre los cuales es posible fundar una sociedad renovada y reconciliada». Precisó el Santo Padre que la situación que vive Cuba “resulta agravada por las medidas económicas restrictivas impuestas desde el exterior del país, que pesan negativamente sobre la población”.

En resumen, el Papa hizo un llamado a dejar tanto en lo nacional como en lo internacional “posturas inamovibles y puntos de vista unilaterales” proponiendo no detenerse en el camino del diálogo paciente y sincero que genera esperanza.

En sus primeras palabras sobre Cuba en el avión que lo conducía a América, el Papa se refirió a los cambios de modelo socioeconómico necesarios en Cuba y dijo que debemos apoyar los cristianos esas búsquedas «de modo paciente y constructivo, evitando los traumas». Es acertada su advertencia, porque todo salto brusco o violento produce traumas sociales que dejan huellas negativas en los pueblos.

El Santo Padre, fiel a su programa fundamental como Sucesor de Pedro, el que El presentó a los cardenales reunidos para el cónclave cuando explicaba que escogió el nombre de Benedicto, porque el último antecesor suyo con este nombre fue un Pontífice conciliador, ha venido a Cuba haciendo realmente honor al proyecto conciliador de su Pontificado, y esto sin callar la verdad, con claridad y a la altura programática de su augusto ministerio.

Sentimos ya cómo la huella de su paso ha marcado al pueblo cubano impresionado gratamente por la mansedumbre y la bondad reflejadas en las palabras y gestos del Papa Benedicto XVI que constituyen una especial bendición para toda la nación cubana y para cada uno de nosotros. Esta visita del Santo Padre en el Año Jubilar Mariano de Cuba nos anima y fortalece en la celebración del año de la Fe que nos propone con tanto interés el Sucesor de Pedro a la Iglesia Universal. Será una especial ocasión para profundizar en esa fe que hemos constatado viva en el corazón de nuestros hermanos cubanos.

Queda, pues, un profundo sentimiento de gratitud y de esperanza en nuestra Iglesia en Cuba y en todo nuestro pueblo por la visita del Papa Benedicto XVI y un recuerdo emocionado de su presencia entre nosotros.



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